México
reacciona a la estrategia comercial de Trump
http://lat.wsj.com/articles/SB11094844722466913615704582449191706962080
Ante la
amenaza sobre el Nafta, el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto podría
responder con nuevos aranceles sobre las exportaciones
estadounidenses y con la búsqueda de nuevos socios comerciales
Camiones en
la frontera entre México y EE.UU. en Nuevo Laredo. PHOTO: REUTERS
Por MARY ANASTASIA O’GRADY
lunes,
21 de noviembre de 2016
0:03 EDT
Si se
pusiera música a la fuerte liquidación del peso mexicano tras la elección de
Donald Trump como presidente de Estados Unidos el 8 de noviembre, sonaría como
una marcha fúnebre, con el Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés) como difunto. El
peso ha caído a un mínimo histórico de más de 20 por dólar, y el jueves el
Banco de México elevó su tasa de interés de referencia para detener el
desangre.
A los inversionistas en México les preocupa
que Trump pueda creer de verdad —como argumentó durante su campaña— que el
crecimiento de la productividad y la generación de empleo en Estados Unidos
dependen de la renegociación del Nafta para desalentar las inversiones
estadounidenses al sur de la frontera.
Pero México
no cederá fácilmente a un nuevo acuerdo que limite su acceso a los mercados de
EE.UU. y reduzca su atractivo como destino para capital.
Si Trump
aplica un aumento de aranceles en violación del Nafta, es probable que México responda con sus propias alzas de tarifas. Lo
hizo con los US$2.400 millones de dólares en aranceles
que aplicó en 2009 sobre importantes productos de exportación de EE.UU., luego
de que su vecino del norte no cumpliera con las obligaciones previstas en el
Nafta en materia de transporte por carretera. Incluso existe la posibilidad de
que Trump lleve a cabo su amenaza de deshacer el acuerdo. No hay ganadores en
ninguno de estos escenarios.
En los 23
años desde que entró en vigor el Nafta, México
ha cultivado una clase media, una democracia más vibrante y una economía
diversificada mucho menos dependiente del petróleo.
El
país envía ahora 80% de sus exportaciones a EE.UU. Una guerra comercial sería un
desastre económico y abriría la puerta a la inestabilidad política.
Por lo
tanto, no será tan fácil para Trump intimidar a sus vecinos. El orgullo nacional jugará un papel en el endurecimiento de
la actitud mexicana. El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto está
dando señales de que tiene la intención de afrontar cualquier crisis mediante
la profundización de las reformas estructurales, la puesta en orden de su
situación fiscal y la búsqueda de nuevos socios comerciales. El mensaje tácito a Trump es que si él juega al
proteccionismo, México está listo para elevar la apuesta.
La
desaparición del Nafta también sería perjudicial para EE.UU., aunque el alza de las bolsas estadounidenses sugiere que el temor a
una guerra comercial es exagerado. Se rumorea que Wilbur Ross, el
magnate industrial del acero y los textiles, estaría en la lista para un puesto
en el nuevo gobierno en Washington. Pero el vicepresidente electo, Mike Pence, es un partidario del libre comercio de Indiana,
estado que en 2015 exportó US$4.800 millones a México, su segundo mayor
mercado.
De vez en
cuando Trump ha tenido destellos de sensatez en relación con el comercio. En
agosto, en una conferencia de prensa conjunta con Peña Nieto en México, el
entonces candidato Trump habló de la necesidad de “mantener la riqueza
manufacturera en nuestro hemisferio”.
Algunos
esperan que el gobierno de Trump encuentre una manera de dejar en paz al Nafta
mientras se ocupa de problemas comerciales legítimos como la práctica china de
robo de propiedad intelectual. México parece querer ayudar en este esfuerzo y
sabiamente ha decidido no escalar la retórica. No es necesario: los estadounidenses tienen mucho que perder si el Nafta es
destruido.
Muchas empresas estadounidenses han
invertido fuertemente en cadenas de suministro que atraviesan el continente para crear
productos competitivos a nivel mundial. Estos procesos son la base de millones
de empleos manufactureros en EE.UU. Decir adiós al acceso
a México, libre de impuestos, bajo el Nafta afectaría también duramente a las
exportaciones agrícolas estadounidenses.
El
secretario de Economía de México, Ildefonso Guajardo, dijo a la agencia de
noticias Reuters el 10 de noviembre que su gobierno estaba “dispuesto a hablar para poder explicar la
importancia estratégica del Nafta para la región”. Y agregó: “Aquí
no hablamos… de renegociación, simplemente hablamos de diálogo”.
Guajardo
también dijo que México buscará nuevos mercados, aparte de los más de 40
acuerdos de libre comercio existentes. El país tenía la esperanza de que las
oportunidades se ampliaran a través del Acuerdo
Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés),
un tratado de 12 naciones que incluye a EE.UU. y gran parte de Asia. Pero el
presidente Barack Obama no logró la aprobación del pacto en el Congreso y Trump prometió hundirlo. Guajardo dijo que México
buscará la posibilidad de un TPP más pequeño con los países que se espera lo
hayan ratificado a fines de 2016. Nombró a Japón, Nueva
Zelanda, Australia, Singapur, Vietnam y Malasia. Australia probablemente
estaría ansiosa por reemplazar a EE.UU. como principal proveedor de alimentos
de México.
Nada de esto
compensaría para México la pérdida de acceso al mercado estadounidense bajo el
Nafta, lo que acentúa la urgencia mexicana por aumentar su competitividad. Peña
Nieto obtuvo históricas reformas
constitucionales en energía y telecomunicaciones a
través de su Congreso en 2013. La apertura de estos sectores a la
competencia atraerá capital y mejorará la infraestructura para los productores,
pero la implementación lleva tiempo.
Lamentablemente,
la carga de la deuda del gobierno ha aumentado considerablemente en los últimos
años y los impuestos han subido, lo que se suma a un desempeño económico
decepcionante. Estos son errores que los políticos mexicanos no pueden
permitirse si Trump juega a ver quién es el más valiente con el Nafta.
Escriba a O’Grady@wsj.com.
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