China
decide postergar indefinidamente las reformas económicas para fortalecer a sus
monopolios y puedan competir con los de EEUU. Las salidas de capital siguen a la orden del
día, el yuan continúa depreciándose frente al dólar y la enorme cantidad de
liquidez inyectada en el último año para animar la economía ha inflado una
burbuja inmobiliaria.
Las
reformas económicas esenciales se quedan estancadas en China
http://economia.elpais.com/economia/2016/11/04/actualidad/1478262010_775187.html
Las
autoridades priorizan el control político y la estabilidad social al cambio de
modelo económico
XAVIER
FONTDEGLÒRIA
Pekín
6 NOV 2016 - 19:52 CET
A finales de 2013, China anunció un programa de reformas
económicas que sorprendió al mundo por su ambición.
Un papel decisivo de las fuerzas del mercado en la asignación de recursos, un
amplio proceso de liberalización financiera o una sacudida a las ineficientes
empresas públicas para dar aire al sector privado estaban entre las promesas. Pero tres años después, casi nada se ha cumplido. Con
un crecimiento económico a la baja y varios riesgos financieros al alza, los
analistas temen que China acabe sin subirse al tren que le conduzca al pleno
desarrollo.
Un hombre
mira un muro lleno de carteles del presidente Xi Jinping en Shanghái ALY SONG
REUTERS
"El hecho de que
la mayor parte de estas medidas no se hayan llevado a cabo es muy
decepcionante", asegura Jörg Wuttke, presidente de la Cámara de Comercio de la Unión
Europea en China. Los análisis de la entidad muestran que, de los 60 puntos aprobados tras el tercer plenario del
Partido Comunista en noviembre de 2013, un 90% están a
medias o con todo por hacer. Y en el último año, hasta algunos de los avances se han revertido.
Las reformas económicas esenciales se quedan
estancadas en China
El caso más paradigmático es el de las empresas estatales. No
solamente no se ha avanzado en abrirlas a la inversión privada o en cambiar sus
directivos para mejorar su eficiencia, sino que el
Partido las controla más que nunca y aboga por fusiones con criterios políticos
para hacerlas aún más grandes. Tampoco hay progresos significativos para
liquidar las llamadas compañías zombi, que a
pesar de acumular pérdidas y no tener
futuro absorben una cantidad ingente de recursos —especialmente crédito— y
siguen inundando la economía de productos que agravan el problema de exceso de
capacidad.
La respuesta
de las autoridades a la crisis bursátil del año pasado evidenció que Pekín no
tiene inconveniente en actuar cuando lo considera necesario —a pesar de que
hacerlo suponga una contradicción— si el fin es la estabilidad. La intervención sin complejos de las Bolsas cuando
cundió el pánico entre los inversores o los movimientos en los mercados de
divisas para limitar la caída del yuan choca con la voluntad expresada de abrir
su sistema financiero y asignar los recursos de acuerdo con las leyes que dicta
el mercado. Irónicamente, la palabra reforma sigue estando en boca de prácticamente
todos los altos cargos chinos en sus discursos.
Los
analistas achacan la falta de avances a la mentalidad cortoplacista de las
autoridades y su obsesión con la estabilidad social.
Sobre los hombros del presidente Xi Jinping pesa una losa enorme: lograr un mínimo del 6,5% de crecimiento
económico anual hasta 2020 para que el PIB per cápita de los chinos se doble en
comparación con el de la década anterior. "Se trata de un contrato
político entre el Partido y los ciudadanos, una promesa pública que Xi hace a
su gente, así que necesita ser mantenida a toda costa", explica Yan Se,
profesor de Macroeconomía de la escuela de negocios Guanghua.
Además, las autoridades parecen haber encontrado
más resistencia de la que esperaban cuando han querido tocar a las empresas
estatales. Por un lado, está la influencia de las poderosas familias que se
han enriquecido estando al mando de estos gigantes. Por otro, el temor de las administraciones locales a quedarse
sin ingresos fiscales y a una oleada de despidos que
amenace la preciada paz social.
Entretanto,
las consecuencias de no actuar empiezan a ser visibles. El crédito crece desde hace meses a un ritmo mucho mayor que la economía
(15% frente a 6,7%), las compañías
zombi empiezan a no poder pagar las deudas y la morosidad de los bancos aumenta.
Las
salidas de capital siguen a la orden del día, el yuan continúa depreciándose
frente al dólar y la enorme cantidad de liquidez inyectada en el último año
para animar la economía ha inflado una burbuja inmobiliaria.
"No hay una crisis inminente, pero con
este patrón de crecimiento preocupa lo que pueda pasar en cinco años", asegura Yan.
Las posibilidades de que las
autoridades pisen el acelerador con las reformas son, a corto plazo, ínfimas. El año que viene se celebra el
Congreso del Partido Comunista, un encuentro que relevará a gran parte de la
cúpula dirigente del país, por lo que China está ya inmersa en su particular
campaña electoral y la estabilidad es, si cabe, aún más importante: "cualquiera
que piense que habrá reformas de calado antes del congreso es que no sabe cómo
funciona China. Para entender la economía de este país uno necesita entender la
política", afirma Yan.
El escenario
más probable, según Björn Conrad, vicepresidente
del centro de estudios alemán Merics, es que las
autoridades sigan tirando de estímulos para llevar a la economía al nivel
políticamente deseable y las reformas se pospongan
indefinidamente.
Y hasta
sugiere la posibilidad de que ni siquiera se pongan en marcha.
"Los
líderes chinos tratan de poner una historia distinta sobre la mesa: el estímulo
y la postergación de reformas pueden no haber sido una receta sostenible en
otros países en el pasado, pero el caso chino es diferente. Pekín cree que la caída de la economía puede evitarse sin
hacer estas reformas ni soltar control político, tiene la visión de que una
economía planificada puede ser tan sofisticada, tan bien hecha y tan
inteligente que realmente funcione. Que China tiene su propio camino,
muy diferente del de otros, y que el Partido Comunista estará liderando este
camino para siempre".
PEKÍN
USA A LAS EMPRESAS ESTATALES PARA SOSTENER EL CRECIMIENTO
Los
tentáculos de las autoridades en los órganos de decisión de las compañías
estatales se han convertido en una palanca imprescindible para apuntalar el
crecimiento del país. Entre enero y septiembre, estas
compañías han aumentado sus inversiones un 21,1%, en máximos del último lustro.
En cambio, sus homólogas del sector privado -que
tradicionalmente han tirado del carro de la inversión-, solamente invirtieron un 2,5% más en el mismo periodo debido al
entorno económico incierto.
El profesor
Yan Se lo ilustra de la siguiente manera: "hay una clara necesidad de aumentar el
crecimiento económico. Si el sector privado no está por la labor, la única vía
es pedir a las empresas estatales que inviertan. Y si tampoco quieren hacerlo,
entonces el comité del partido se hace cargo de la compañía y toma las
decisiones pertinentes. Esta es la razón de este incremento tan súbito".
No se prevé,
al menos a corto plazo, que Pekín deje de ejercer esta influencia: "el
liderazgo del partido en las empresas estatales es un principio político
importante en el que hay que insistir", aseguró hace pocos días el
presidente chino, Xi Jinping, ante varios directivos. Y avisó que "cualquier
intento de debilitar, desvanecer, borrar o marginalizar al partido no será
tolerado".
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