El
Sr Trump podría esparcir el pánico a gran escala si decide imponer altos aranceles a las importaciones a EEUU
desde otros países; así compañías norteamericanas que fabrican productos en Asia
por ejemplo tendrían que repatriar sus capitales que desde esos países pagan
unos impuestos muy pequeñitos y le dicen
el gobierno de EEUU ,” la diferencia , te la voy a pagar , pero te la debo, para
cuando algún día regrese” supongamos que los impuestos en EEUU son 35 % y
trabajan en Irlanda y pagan 10 %; la diferencia
de 25 % deberían pagarle al fisco de EEUU, pero para cuando repatríen sus capitales;
si el alto arancel encarece sus productos en EEUU , entonces no podría vender en EEUU sus productos como autos
, electrónicos, debida a la competencia
y tendría que regresar y si regresan, tendrían que pagar los impuestos que deben:
Trasladar fabricas de miles de millones de dólares en corto tiempo ¿se podrá?
The
Economist: Problema de todos
http://gestion.pe/opinion/the-economist-problema-todos-2174990
Jueves,
17 de noviembre del 2016
OPINIÓN16:17
El Gobierno
de Donald Trump no será positivo para la economía mundial.
Todavía no
se sabe cómo será el Gobierno de Donald Trump, ni cuánto aplicará de todo lo
que prometió en su campaña sobre comercio exterior e inmigración, ni quiénes
integrarán su plana mayor en política económica —por ejemplo, en el
Departamento del Tesoro—.
Pero se
podría adivinar que, en términos agregados, el Gobierno
de Trump no será positivo para la economía mundial, y que es probable que sus acciones hagan más daño a las economías
fuera de Estados Unidos, al menos en el corto plazo.
Cuando
Estados Unidos se ha alejado de su papel como centro del sistema económico
global, el daño se ha expandido más allá de sus fronteras. En 1971, cuando Richard Nixon puso fin al sistema de tipos de
cambio fijos vigente desde la posguerra, su
secretario del Tesoro, John Connally, les dijo a los líderes europeos: “El dólar es nuestra moneda, pero es vuestro problema”.
Parafraseando
a Connally, el resultado de las elecciones de la semana pasada pertenece a
Estados Unidos, pero es potencialmente un problema más grave para todos los
demás países.
Populismo
económico
La escala y
la naturaleza de ese problema dependen de la interacción que existirá entre los
dos principales elementos del populismo económico de Trump.
El
primero es la política
que se aplicará para impulsar la demanda agregada. El presidente electo está a
favor de recortar tasas de impuestos e
incrementar el gasto público en infraestructura.
El segundo elemento es el proteccionismo
comercial. Trump se ha comprometido a elevar los aranceles a las
importaciones de productos chinos y renegociar el Tratado
de Libre Comercio de América del Norte, que su país tiene con Canadá y México.
Si se
inclina más por el primer elemento y menos por el segundo, el daño inmediato
que causaría en la economía estadounidense será limitado, pero incluso en ese
escenario, el efecto neto de una presidencia de Trump sobre las economías fuera
de Estados Unidos continuará siendo muy perjudicial.
Para
comprender por qué, regresemos al motivo del comentario burlón de Connally: el
dólar. A medida que se hacía patente el triunfo del candidato republicano, el
valor del billete verde cayó frente a las divisas de los países desarrollados,
tales como el euro, el yen, el franco suizo y la libra esterlina, pues los
inversionistas comenzaron a buscar dónde refugiarse de la incertidumbre.
Un índice de
su valor frente a las principales divisas se redujo 2% al inicio de las
negociaciones del 9 de noviembre. Horas más tarde, había recuperado casi todo
lo que había perdido, debido a que los
inversionistas entendieron que las perspectivas del dólar eran positivas,
basados en las expectativas de un impulso de la demanda en la economía
estadounidense y un influjo de capitales desde el exterior.
Regreso
a casa
La lógica
dice que un acuerdo entre Trump y el Congreso para reducir
los impuestos corporativos haría que las compañías estadounidenses repatrien
las ganancias que mantienen retenidas en el extranjero.
También les
permitiría incrementar su gasto de capital en Estados Unidos, porque tendrían
más efectivo disponible y sus ganancias futuras tendrían una carga tributaria
más ligera.
Los mayores
déficits presupuestarios que provocaría la reforma tributaria, junto con el
aumento del gasto público en infraestructura,
apuntalarían los rendimientos de los bonos de largo plazo del Tesoro. En
efecto, tras reducirse luego de la victoria de Trump, los rendimientos de los
bonos del Tesoro a 10 y 30 años están nuevamente en alza.
A esto debe
añadirse el potencial de una mayor inflación, provocada por el estímulo fiscal y el probable uso de algunos aranceles
proteccionistas, además de una Reserva Federal con un enfoque más
restrictivo, pues la conformación de su comité que fija las tasas de interés se
verá alterada con los miembros que designe Trump. Todo esto configura una renovada racha alcista del dólar.
Un estímulo
fiscal acompañado de un despegue de las inversiones en la mayor economía del
mundo también debería, ceteris paribus, ser positivo para la demanda agregada
global. Y si este tipo de “populismo reactivador” mejora las perspectivas de
corto plazo de la economía estadounidense, podría disuadir a Trump a aplicar
medidas de “populismo anticomercial”.
Bueno, pero
quién sabe. Teniendo en cuenta sus inclinaciones, es fácil imaginarlo
recurriendo a un proteccionismo suave que haga que gran parte de la demanda
adicional se mantenga dentro de las fronteras de Estados Unidos.
Por ejemplo,
podría favorecer a las empresas que prefieren contratar proveedores domésticos
o fijar condiciones de contenido local a los proyectos de infraestructura
financiados con recursos públicos. Además, la repatriación de ganancias de las compañías estadounidenses reduciría
los recursos disponibles de sus subsidiarias en el extranjero.
El
dólar manda
En 1971, el
mundo temía la debilitación del dólar. Estos días, su fortaleza tiende a tener
un efecto contractivo sobre las condiciones financieras globales. Las alzas y
bajas del dólar están fuertemente asociadas con las alzas y bajas del ciclo
crediticio.
Cuando el
dólar está débil y las tasas de interés estadounidenses están bajas, las compañías
fuera del país se endeudan en esa moneda. A menudo, las grandes empresas con
acceso a préstamos baratos provocan la disponibilidad de créditos en moneda
local para las de menor tamaño.
Pero cuando
el valor del dólar se eleva, el ciclo se revierte a medida que los deudores
corporativos fuera de Estados Unidos afrontan problemas para pagar sus deudas
en dicha moneda, lo cual causa una contracción generalizada del crédito.
Todos
pierden
México es el
país que tiene más que perder con una presidencia de Trump, si este cumple sus
promesas de campaña. Por ello, el peso mexicano se desplomó tras conocerse los
resultados de la votación.
Pero este
país, junto con Chile, Turquía, Filipinas y Rusia,
también mantiene una enorme carga de deudas en dólares, las cuales se están
encareciendo en términos de sus monedas locales.
La
inclinación proteccionista de Trump podría dificultar que los países emergentes
mejoren sus perspectivas económicas a través del comercio exterior, así que
cabría preguntarse qué pasará con China, la segunda mayor economía del mundo.
Este país
explica aproximadamente la mitad del déficit comercial estadounidense, de modo
que en las estimaciones de suma cero de Trump, tiene mucho que perder si
Estados Unidos lanza una guerra comercial.
Pero la
disrupción resultante en las cadenas globales de suministro afectaría
enormemente a las empresas estadounidenses y los mayores precios de los
productos importados apretarían a los consumidores estadounidenses,
especialmente a las familias pobres, que proporcionalmente gastan más en esos
bienes.
También hay
riesgos para la economía china, incluso si el populismo de Trump solo se
manifiesta levemente. La debilidad del dólar durante la
primavera y el verano (boreales) contuvo la salida de capitales de China, que
había amenazado con mandar al yuan a la deriva y desequilibrar los mercados
financieros globales.
Así, una
sostenida racha alcista del dólar se traducirá en un severo dolor de cabeza para
los reguladores chinos, pues reviviría las presiones sobre su cuenta de
capitales, de modo que tendrían que optar por una decisión desagradable: dejar que se hunda el valor del yuan frente al dólar
o mantener una política monetaria contractiva para respaldarlo.
Europa
vulnerable
China está a
salvo del principal efecto indirecto del triunfo de Trump: el empuje que otorga a los políticos populistas. Pero
Europa sí es vulnerable. El voto en Reino Unido en junio para salirse de la
Unión Europea fue una temprana reflexión del sentimiento antisistema.
Desde
entonces, los partidos políticos insurgentes de Francia,
Alemania, Italia y otros países europeos han solicitado referendos para
decidir su permanencia en el bloque. Típicamente, tales partidos están a favor
de las barreras comerciales y las limitaciones a la inmigración, y están
ganando respaldo popular.
La
economía de la eurozona ha estado recuperándose, pero la moneda común continúa
frágil. La clase de
riesgo transfronterizo compartido que se necesita para que el euro adquiera una
posición sólida está en contradicción con las crecientes corrientes
nacionalistas y proteccionistas.
Un obstáculo
inmediato es el referendo en Italia para aprobar una
reforma constitucional, el 4 de diciembre. Una derrota debilitaría el
Gobierno de Matteo Renzi, el primer ministro reformista, y envalentonaría al
populista Movimiento 5 Estrellas, que está a favor de abandonar el euro.
Alrededor
del 14% de las exportaciones de bienes de la eurozona se dirige a Estados
Unidos, porcentaje menor al 18% de China. Pero Estados
Unidos representa alrededor del 40% del crecimiento de las exportaciones de la
eurozona, según cálculos del banco HSBC.
En suma, el proteccionismo estadounidense es una amenaza mayor para Europa que
para China.
Mucho
que temer
El mundo
entero tiene mucho que temer de las amenazas de Trump sobre desmantelar
acuerdos comerciales e imponer aranceles punitivos. Pero incluso si se abstiene
de iniciar una guerra comercial, el estilo lenguaraz y falto de seriedad que cultivó
durante la campaña podría causar un daño severo cuando asuma la presidencia.
Es que
ahora, sus amenazas hiperbólicas cargan el peso de la presidencia
estadounidense. Su victoria fue suficiente para enfriar algunos mercados
financieros, pero lo que podría hacer con ella podría
esparcir el pánico a gran escala.
Pero incluso
si no llega a tener consecuencias tan desastrosas, ya ha marcado un alarmante alejamiento del orden liberal y de apertura
económica, y un acercamiento a un mayor aislacionismo y una menor
prosperidad.
Traducido
para Gestión por Antonio Yonz Martínez
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