Fidel
Castro, el revolucionario
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El líder cubano inspiró a muchos con
sus promesas de justicia y progreso pero presidió un prolongado régimen de
opresión
Fidel castro
en foto de archivo de 1985. PHOTO: CHARLES TASNADI/AP
Por JOSÉ DE CÓRDOBA
domingo,
27 de noviembre de 2016
12:51 EDT
Fidel Castro
irrumpió en el escenario internacional en 1959, dando origen a la imagen misma
de la revolución con su barba, rifle y cigarro, para luego dirigir Cuba por
medio siglo, enfrentarse a 11 presidentes de Estados
Unidos y contribuir a que el mundo llegara al borde de la guerra
nuclear.
Castro,
quien sufría de una enfermedad no revelada, falleció a los 90 años, anunció su
hermano, el presidente Raúl Castro.
Apodado el
“príncipe guerrillero” por uno de sus muchos biógrafos, animó a millones en
Cuba y en todo el mundo con sus promesas de democracia, justicia social y
progreso económico. A principios de su régimen, forjó una postura contra
Washington, aliándose con la Unión Soviética y apoyando movimientos guerrilleros
de América Latina a África.
Sin embargo,
para cuando renunció formalmente como presidente de Cuba en 2008 y entregó las
riendas a su hermano menor, Raúl, encarnaba todas las contradicciones de su
movimiento.
Castro
persiguió ideales igualitarios que incluían atención
médica, vivienda y educación gratuita, mientras proscribía la libertad
de expresión, encarcelaba disidentes y prohibía elecciones justas. Jugó a la política mundial con la habilidad de un gran
maestro, pero acogió una ideología que en última instancia fracasó. En
1959 derrocó a un dictador sólo para convertirse en el gobernante de América
Latina con más tiempo en el poder, 49 años.
Trató
de liberar a Cuba de su dependencia del azúcar y convertirla en un país
próspero, sólo para quebrar
la isla y hacerla depender primero de la generosidad de la Unión Soviética y
luego de la de Venezuela.
Cuando
Castro renunció, muchos esperaban que el más pragmático Raúl lanzara
rápidamente reformas económicas y políticas para facilitar la entrada de Cuba a
la economía global e introducir un sistema más democrático. Pero el actual
mandatario sólo ha tomado unos pocos pasos vacilantes en esa dirección. En
cambio, el mayor de los Castro desarrolló una segunda carrera como comentarista
político, despotricando contra EE.UU. y con frecuencia prediciendo una
inevitable guerra nuclear.
El panorama
económico se despejó un poco en 2014
cuando el presidente Barack Obama forjó un acuerdo con Raúl Castro para
restablecer las relaciones diplomáticas. Desde entonces, Washington ha
aliviado poco a poco las restricciones comerciales y de viajes a la isla,
aunque un levantamiento completo del embargo económico está en manos del
Congreso estadounidense. Sin embargo, las perspectivas de mejores vínculos
económicos con EE.UU. parecen
complicarse ahora después del triunfo de Donald Trump en las elecciones
presidenciales. Aunque con Fidel muerto, muchos creen que Raúl avanzará más
rápido hacia las reformas.
Fidel Castro
nació en 1926 en Birán, una ciudad del extremo
oriental de la isla, hijo ilegítimo de un ex soldado y
campesino español convertido en rico terrateniente y su criada. Uno de
siete hijos, su padre lo envió a La Habana a estudiar en las mejores escuelas
de Cuba.
En La
Habana, como estudiante de derecho de armas llevar, se involucró en la violenta
vida política de la universidad en esa época, cuando se definió como “hombre de
acción”.
Después de
un breve coqueteo con la política electoral, acudió a la revuelta armada como
vía para deponer al dictador Fulgencio Batista, un
general que había llegado al poder después de un golpe militar en 1952.
El 26 de julio de 1953, Castro dirigió a 135 seguidores, incluyendo a su
hermano Raúl, en un osado pero desastroso ataque al cuartel del ejército de
Moncada en Santiago, la segunda ciudad más grande de Cuba.
Más de 60 de
sus compañeros fueron muertos. Castro sobrevivió y fue enviado a la cárcel
después de electrizar a Cuba con un elocuente discurso en el tribunal en el que
declaró: “La historia me absolverá”.
Luego de
beneficiarse de una amnistía tras 19 meses de prisión, viajó a México con Raúl, donde reunió a un pequeño grupo de
seguidores, entre ellos un médico argentino llamado Ernesto “Che” Guevara. En
1956, Castro y otros 81 hombres se amontonaron en un yate
de 18 metros, el Granma, y desembarcaron en las playas del oriente de
Cuba.
Sólo una veintena de guerrilleros,
entre ellos los hermanos Castro y Guevara, sobrevivieron a los soldados cubanos
en las escarpadas montañas de la Sierra Maestra. Pero el pequeño grupo reclutó
suficientes campesinos y se anotó bastantes victorias contra el desmoralizado
ejército de Batista como para obligar al dictador a huir
del país el 1 de enero de 1959. Una semana después, Castro, de 32 años,
entró montado en tanque de guerra a La Habana, donde recibió una entusiasta
acogida de miles de cubanos a quienes prometió un gobierno “humanista”.
Fidel Castro
fumando un habano en un descanso de la batalla de Piña del Agua que se libró
entre diciembre de 1957 y abril de 1958. PHOTO: ZUMAPRESS.COM
Poco
después, Castro desató una racha despiadada. El gobierno revolucionario ejecutó a cientos —algunos historiadores dicen miles— de
policías, oficiales militares y agentes de Batista después de juicios
sumarios.
Desde sus
primeros días, Castro había sido cautivado por el
conquistador Alejandro Magno, cuyo nombre adoptó mientras luchaba contra
el régimen de Batista. Esa inusual idea de destino, combinada con un profundo
odio hacia EEE.UU. por su dominio de Cuba desde la guerra hispanoamericana de
1898, ayudó a convertir a Castro en un oponente feroz.
“Los
americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo”, escribió a una
confidente meses antes de que el ejército rebelde marchara a La Habana. “Cuando
esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: la
guerra que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta que ese va a ser mi destino
verdadero”.
Castro fue
fiel a su palabra. Acogió a la Unión Soviética y las relaciones con EE.UU. se
deterioraron rápidamente. En octubre de 1960, confiscó todos los grandes
negocios en Cuba. Miles de cubanos asustados huyeron de la isla.
En
abril de 1961, en la Bahía de Cochinos, la milicia de Castro derrotó a una fuerza de 1.500
exiliados cubanos entrenados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA),
después de que los invasores se quedaran sin munición. La victoria impulsó el
prestigio internacional de Castro y marcó un punto bajo para el gobierno del
presidente estadounidense John F. Kennedy. Después de derrotar a los exiliados,
Castro consolidó su poder, encarcelando a miles de opositores políticos. Muchos
más huyeron al exilio.
Fidel Castro
se dirige a una multitud frente al palacio presidencial en La Habana en 1959.
PHOTO: AP
“Soy marxista-leninista y lo seré
hasta el día en que me muera”, anunció Castro en un discurso ese mismo año. Selló una
alianza estratégica con una Unión Soviética en expansión que —percibiendo la
debilidad de EE.UU.— proporcionó misiles nucleares a la isla para supuestamente
defenderse de otra posible invasión. Sin embargo, buena parte de EE.UU. estaba
al alcance de las armas nucleares.
Su
descubrimiento un año más tarde condujo a un enfrentamiento tenso entre las dos
superpotencias de la Guerra Fría, llevando al mundo al borde de una guerra
nuclear. El pulso terminó cuando los soviéticos retiraronlos misiles de la
isla.
Un furioso
Castro, que fue dejado por fuera de las negociaciones entre Washington y Moscú,
ordenó a los estudiantes de la Universidad de La Habana cantar “Nikita,
mariquita, lo que se da no se quita”.
A diferencia
de los más cautelosos rusos, Castro prestó su
pleno apoyo a los movimientos guerrilleros en todo el mundo en desarrollo. Cuba
proporcionó capacitación y asesoría a combatientes de
Argentina, Venezuela, Guatemala, Paraguay, Colombia, Honduras, Haití, El
Salvador, Nicaragua y Uruguay.
Las tropas cubanas lucharon junto a los sirios contra los
israelíes en la guerra de Yom Kippur de 1973 y entrenaron a los soldados
del régimen comunista del sur de Yemen.
“Fidel colocó la
revolución en la agenda de la izquierda latinoamericana y trató de fomentarla e
imponerla en todas partes”, dijo Jorge Castañeda, ex canciller mexicano y experto en la
izquierda latinoamericana. “Fue una tragedia. Decenas de miles de campesinos,
sacerdotes, estudiantes e intelectuales murieron en un montón de intentos locos
de revolución que no tuvieron ninguna chance”.
En una foto
de 1960 con el héroe revolucionario Ernesto "Che” Guevara (centro) y el
presidente de Cuba Osvaldo Dorticos (derecha). PHOTO: AP
Los mayores éxitos de
Castro fueron en África.
A partir de 1975, después de que Angola obtuvo su independencia
de Portugal y luego durante más de una década, unos
200.000 soldados cubanos rotaron a través de la antigua colonia
portuguesa, donde lucharon con éxito en favor de una facción respaldada por
Moscú para controlar al país contra facciones respaldado por Sudáfrica. Nelson
Mandela, un antiguo aliado y amigo de Castro, atribuyó el apoyo militar de Cuba
al éxito de los esfuerzos que pusieron fin al apartheid en Sudáfrica.
La
influencia global de Castro alcanzó su punto máximo en
1979. El año comenzó de forma favorable para él, luego de que las
guerrillas sandinistas respaldadas por Cuba derrocaron
al dictador nicaragüense Anastasio Somoza, aunque terminó en la
ignominia. Castro, como jefe del movimiento no alineado, defendió la invasión soviética de Afganistán, que lo marcó
como un títere soviético, más que como un hombre de acción
independiente.
Mientras la
mente de Castro estaba en la revolución
mundial, las condiciones sociales y económicas se deterioraron en la isla.
Muchos cubanos se estaban hartando de su economía de austeridad comunista.
En abril de
1980, un guardia fue asesinado accidentalmente cuando un grupo de cubanos en
busca de asilo irrumpió en la embajada peruana en La Habana. Cuando los
peruanos se negaron a entregar a los solicitantes de asilo, Castro, en un
ataque de ira, removió a los guardias de la embajada. El régimen fue
sorprendido con la guardia abajo cuando, en cuestión de horas, más de 10.000
cubanos se abalanzaron hacia el complejo diplomático.
Un enfadado
Castro invitó a todos los cubanos que quisieran irse a EE.UU que lo hicieran.
Buscando presentar a los solicitantes de asilo como delincuentes, vació las cárceles cubanas y puso a muchos delincuentes a
bordo de una enorme flotilla de embarcaciones tripuladas por cubanos exiliados
que llegaron al puerto de Mariel, con la
esperanza de recoger a sus familiares. Para cuando el éxodo se detuvo unos
meses después, 125.000 cubanos habían dejado la isla.
Durante la
década siguiente, cuando los reformistas bajo Mikhail
Gorbachev tomaron el poder en la Unión Soviética y la guerra fría
terminó, Castro se obstinó en resistir las ideas liberales procedentes de
Moscú. El apoyo militar y económico soviético a Cuba disminuyó. La única arma
que quedó en el arsenal de Cuba en su continuo enfrentamiento contra EE.UU. fue
la amenaza de más explosiones de emigración parecidas a lo que se llegó a
llamar “los marielitos”.
Castro con
el papa Juan Pablo II en enero de 1998. PHOTO: AP
Después de
la implosión de la Unión Soviética en 1991, los rusos pusieron fin a todos los
subsidios a Cuba. A medida que la producción económica
de la isla cayó por lo menos 35%, Castro declaró un “período especial en
tiempo de paz” de estricto racionamiento.
Con la
supervivencia del gobierno en juego, el líder autorizó a regañadientes el uso
del dólar estadounidense en 1994 en paralelo al peso cubano y abrió la isla a
una inversión extranjera limitada en áreas como el turismo. En los últimos
años, el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez y
su sucesor Nicolás Maduro reemplazaron a la Unión Soviética como el
sistema de apoyo vital de Cuba, enviando a la isla unos 100.000 barriles
diarios de petróleo y productos refinados y permitiendo a Castro dar marcha atrás
en las revisiones económicas.
A cambio,
Castro, que solía enviar soldados para apoyar los objetivos soviéticos, envió a Venezuela a decenas de miles de médicos, dentistas,
entrenadores deportivos, agentes de inteligencia y otros técnicos que
han sido cruciales para ayudar al régimen del líder venezolano. Pero la ayuda
económica de Venezuela a la isla se ha reducido drásticamente debido a la
crisis económica del país petrolero.
Fidel Castro
con su hermano Raúl Castro (derecha) en julio de 2004. PHOTO: CRISTOBAL
HERRERA/ASSOCIATED PRESS
A pesar de
todas sus habilidades políticas, Castro promovió teorías económicas
extravagantes durante su larga permanencia en el poder. En su esfuerzo por
crear un “Nuevo Hombre” desinteresado, trató de abolir el dinero durante un
tiempo. Más tarde, trató de clonar una vaca superlechera, Ubre Blanca y
promovió otro programa para crear vacas enanas para su distribución en las
ciudades de Cuba como una forma de resolver la endémica escasez de leche en el
país.
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