Si
fracasa el acuerdo de reducir la producción de petróleo en la OPEP este miércoles,
el barril caerá a entre US$ 35 y US$ 40 pues
la demanda de combustible se ha estancado
y se dispone a caer en mercados europeos y que esto es inevitable. Esto comenzará
a suceder en 3 años (Shell indica que sucederá en 5 años) y no como dice la Agencia
Internacional de Energía que sucederá en 10 años, si en 3 años casi toda la producción
de autos será eléctrica y no requerirá combustible fósil y serán autos
robotizados y compartidos . China sostiene
que el declive comenzara en 2030 para que no se paralicen las inversiones
petroleras de compañías extranjeras y
ellos se beneficien de un petróleo ultra barato para sus diversas industrias. Además
la AIE trata de salvar de la ruina a sus
empresas energéticas tratando de mantener la calma. Si el negocio petrolero
fuera un buen negocio en los próximos años, Arabia Saudita no estaría desesperada
por estafar a medio mundo vendiendo un 5 % de su petrolera Aramco. Por último
si el sr Trump paraliza la economía mundial con una ola de proteccionismo,
menos petróleo se demandara y no en años sino en semanas o días.
.
Las
energéticas se alistan para un futuro con demanda decreciente de petróleo
http://lat.wsj.com/articles/SB11764334981443623769004582465370367875842?tesla=y
Los gigantes del sector han aumentado
su inversión en petroquímicos, extraído más gas natural, reducido costos e
incursionado en energías alternativas con el fin de diversificarse
PHOTO: JULIO
CORTEZ/ASSOCIATED PRESS
Por
Sarah Kent, en
Londres,
y
Brian Spegele, en Beijing
lunes,
28 de noviembre de 2016
19:46 EDT
La petrolera europea MOL Group envió este mes un enfático
mensaje a los inversionistas: la demanda de combustible en mercados clave se dispone a
caer.
La demanda
máxima de combustible (o peak oil demand en inglés) es un escenario que los
productores globales, como Royal Dutch Shell PLC y la
estatal Saudi Aramco, han anticipado en forma sigilosa. MOL, no obstante, cuenta con uno de los planes más
explícitos para abordar el fenómeno, un reflejo de cómo el panorama puede cambiar para los grandes proveedores de energía durante
la próxima década.
La empresa
húngara se ha replanteado su énfasis tradicional en la provisión de combustible
y trasladado inversiones hacia los petroquímicos,
el ingrediente clave de los productos de plástico y un sector que, en opinión
de la compañía, seguirá en expansión más allá de los problemas que atraviese el
negocio de combustibles.
Aunque habrá
clientes que compren el combustible de MOL, la empresa estima que la demanda se estancará pronto y empezará a caer en los
mercados europeos alrededor de 2030. “Consideramos
que es inevitable”, dice Jozsef Simola, su director financiero.
Los grandes
protagonistas del mercado de crudo, como Exxon Mobil
Corp., BP PLC y Arabia Saudita, que encabeza los esfuerzos de la
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para apuntalar los
precios, también prevén cambios importantes en la demanda, aunque no existe un
consenso sobre cuándo ocurrirán y las medidas que han tomado han sido
paulatinas. Estos actores han aumentado su
inversión en petroquímicos, extraído más gas natural, reducido costos e
incursionado en energías alternativas, como la solar, con el fin de
diversificarse.
El director
financiero de Shell, Simon Henry, causó revuelo
en octubre cuando indicó que la empresa proyecta un punto máximo en la demanda
en entre cinco y 15 años. Las últimas proyecciones de la energética
anglo-holandesa apuntan a una estabilización del consumo hacia el final de ese
lapso.
La estatal China National Petroleum Corp. publicó discretamente hace unos meses un informe en el que proyecta
que el consumo chino de petróleo, uno de los motores del crecimiento en las
últimas décadas, empezará a descender en el tercer
trimestre de 2030 o incluso antes.
Se prevé que la demanda global siga la misma trayectoria.
La Agencia Internacional de Energía (AIE), que asesora a
los países industrializados sobre temas de política energética, estima que el
escenario más probable es que el consumo seguirá subiendo durante décadas. Tal
panorama, sin embargo, cambia radicalmente si los gobiernos intervienen para
limitar el calentamiento global a menos de dos grados centígrados con políticas
más estrictas como impuestos a las emisiones de carbono, severas restricciones
a los gases contaminantes y la
eliminación de los subsidios a los combustibles fósiles. Si ello ocurre, la
demanda de crudo alcanzaría su punto más alto dentro de los próximos 10 años, según la AIE.
“La pregunta tiene más
que ver con cuándo pasará, que con si pasará”, señaló Dominic
Emery, vicepresidente de BP para planificación de largo plazo y
política, durante la Cumbre de Energía organizada por The
Economist y realizada este mes en Londres. BP calcula que la demanda
petrolera empezará a caer a finales de la década de 2020 si se promulgan
restricciones más estrictas a las emisiones.
No todos
están convencidos. Exxon prevé que el consumo seguirá
en aumento hasta 2040, aunque a un ritmo decreciente. La OPEP, por su parte, considera que la demanda crecerá más allá de 2040, aunque reconoce que
las nuevas tecnologías y la campaña para contener el cambio climático podrían
hacer que el consumo alcance su máximo en las próximas tres décadas.
De todos
modos, Arabia Saudita, el mayor exportador de petróleo del mundo y baluarte de
la OPEP, está haciendo que su petrolera estatal
invierta grandes sumas en plantas petroquímicas en todo el mundo. El reino trata de
depender menos del petróleo, sacar a bolsa a Aramco para recaudar
fondos para otros sectores y construir una nueva base para las energías
renovables.
La demanda
máxima de petróleo “ocurrirá después de las fechas comunes que están apareciendo
mencionadas, pero si pasa estaremos listos porque estamos construyendo
múltiples motores para la economía y estamos
contemplando una economía más allá del petróleo”, dijo en una
reciente conferencia del sector en Estambul Khalid al
Falih, ministro de Energía saudita.
Escoger el
momento adecuado y prepararse para la demanda máxima son aspectos fundamentales
para las empresas petroleras. Los productores de energía podrían actuar con
rapidez y adaptarse a cambios que no se concretarán sino hasta dentro de unos
años. Las nuevas tecnologías y políticas, igualmente, podrían dejarlas
vulnerables a los cambios que tengan lugar antes de lo previsto.
“Ambos
lados acarrean riesgos”, dice Paul McConnell, director de estudios de
tendencias globales de la consultora escocesa Wood
Mackenzie.
Shell,
Exxon y otras empresas están haciendo grandes inversiones en gas natural, un combustible fósil que genera
menos carbono y, por ende, se puede beneficiar de los esfuerzos por recortar
las emisiones globales. En China, cuya demanda ha apuntalado los mercados
mundiales durante años, los gigantes de energía estatales se han volcado sobre
el gas natural como un combustible con múltiples usos, desde la generación de
electricidad hasta para propulsar automóviles.
Varias de las mayores petroleras del mundo también han puesto
un mayor énfasis en fuentes de energía alternativa,
como la solar y los biocombustibles.
La francesa Total S.A. pretende que 20% de su portafolio
consista de negocios bajos en emisiones de carbono dentro de los próximos 20
años. La empresa no se ha referido al tema de la demanda máxima de petróleo.
La demanda ya pudo haber llegado a su
punto más alto en algunas regiones. En Europa, por ejemplo, la
AIE proyecta que el consumo caerá a 10,8 millones de barriles diarios a finales de la
década, frente a los 11,7 millones de barriles
alcanzados en 2015.
Esas son las
cifras que están impulsando los cambios en empresas como MOL. “Llegar
a un punto y decir que el futuro será distinto y tal vez tendremos que
prepararnos para un mundo diferente (…) no fue fácil para personas como yo”,
confiesa Ferenc Horvath, director del negocio de refinerías y petroquímicos de
la compañía húngara.
—Bradley Olson, en Houston, contribuyó a este artículo.
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