El amplio cerco militar naval y aéreo que está construyendo el Pentágono en el arco que va de Japón a la India, del océano Pacífico al Índico, está llevando a China a estrechar lazos continentales con Rusia e Irán.
Su objetivo es encontrar una vía alternativa al largo y angosto Estrecho de Malaca entre Malasia y Singapur para el comercio y suministro de hidrocarburos.
Por un lado, Pekín moderniza y amplía de forma vertiginosa su flota naval para enfrentar riesgos en el Mar del Sur de China. Por si ese fenomenal despliegue no fuera suficiente, cubre sus espaldas con su alianza energética con Rusia, a través de mega gasoducto Fuerza de Siberia construido entre Gazprom y la Corporación Nacional de Petróleo de China.
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En la historia del Partido Comunista de China (PCCh) las campañas de "cerco y aniquilamiento" del Ejército blanco proccidental del Kuomintangmcontra las zonas liberadas rojas, fueron burladas con maniobras de desgaste para evitar la confrontación. Cuando ya no fue posible eludir el cerco, el Ejército Rojo emprendió una vasta retirada hacia el oeste y el norte conocida como Larga Marcha.
Aquella estrategia parece estarse repitiendo, a escala mucho mayor mediante la firma de una asociación estratégica integral.
En este contexto de crecientes tensiones en el Mar del Sur de China debe entenderse la profundización de la alianza con Irán. Según el análisis de The New York Times, el acuerdo firmado esta semana es "una nueva asociación económica y de seguridad que allanará el camino para miles de millones de dólares en inversiones chinas en el estado del Medio Oriente".
En la versión de Teherán, China e Irán son socios estratégicos de larga data, que ahora "refuerzan sus estrategias en el escenario internacional para vencer al imperialismo norteamericano". En efecto, ambos países habían acordado una asociación estratégica en 2016, aunque mantienen relaciones estrechas desde la década de 1980 luego de la caída de la monarquía aliada con EEUU.
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En síntesis, el acuerdo entre ambas naciones "representa un gran golpe para la política agresiva de la administración Trump". Se espera que el acuerdo garantice el suministro de petróleo a China para los próximos 25 años, lo que sin duda beneficia a ambas partes ya que EEUU pretende bloquear completamente las exportaciones de crudo iraní.
El analista Pepe Escobar estima en Asia Times que dos puntos del acuerdo firmado serían vitales desde el punto de vista geopolítico. "El punto 7 define el alcance de la asociación dentro de la visión de la Nueva Ruta de la Seda de la integración de Eurasia", por el cual ambas partes "ampliarán la cooperación y las inversiones mutuas en diversas áreas, incluyendo transporte, ferrocarril, puertos, energía, industria, comercio y servicios".
Según Escobar, el acuerdo asegura el suministro de petróleo y gas a China (devenido en el primer importador de crudo del mundo), "evitando el cuello de botella peligroso del Estrecho de Malaca, con un descuento medio del 18% y pagado en yuanes o en una canasta de monedas sin pasar por el dólar estadounidense".
A su vez, el punto 10 hace referencia a la participación de Irán en el Banco de Inversión en Infraestructura de Asia (AIIB por sus siglas en inglés), a través del cual se procede a "una inversión china de 400.000 millones de dólares en energía e infraestructura de Irán durante los próximos 25 años".
Las inversiones en infraestructura a través del AIIB serán de unos 228.000 millones de dólares y estarán focalizadas en la renovación de la industria petrolera y la construcción de un ferrocarril de 900 kilómetros entre Teherán a Mashhad, la segunda ciudad y centro de peregrinación cercano a las fronteras con Afganistán y Turkmenistán.
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Entre Mashhad en el norte Irán y la china Urumqui, capital de la Región Autónoma de Xinjiang (con tres millones de habitantes cada una), la vía férrea o un eventual oleoducto deben atravesar Turkmenistán, Uzbekistán, Kazajistán y Kirguistán. Se trata del corazón de Eurasia, el borde norte de Afganistán, Pakistán y de la disputada región de Cachemira.
Una extensión de 2.500 kilómetros que jugó un papel destacado en la historia y lo volverá a jugar en los próximos años. El papel de la Organización de Cooperación de Shanghái (fundada en 2001 por China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán, a la que luego ingresaron Uzbekistán, la India y Pakistán), está llamada a jugar un papel destacado en la región más importante del planeta.
Kazajistán es la joya de Eurasia, junto a Irán. Ambas se conectan a través del mar Caspio y en adelante como piezas clave de la Ruta de la Seda. La inversión de China en Kazajistán se concentra en 51 proyectos industriales por 27.000 millones de dólares, en los sectores de petróleo y gas, químico, energético, minero, metalúrgico, agrícola y de construcción de maquinaria.
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Vale recordar con respecto a Eurasia, que Zbigniew Brzezinski en su libro "El gran tablero de ajedrez" sostuvo que la región era el centro del poder global y que no debería surgir ninguna potencia capaz de poner en cuestión el dominio de EEUU en el área. Si algo así sucediera, el poder global de la superpotencia sería irremediablemente erosionado.
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