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miércoles, 26 de febrero de 2020

Están soñando que Argentina pagará este año 2020 una deuda que vence y asciende a US$ 37,000,000,000



Están soñando que Argentina pagará este año 2020 una deuda que vence y asciende a 
US$ 37,000,000,000  
ECONOMÍA
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Nouriel Roubini, el economista estadounidense de origen turco, es famoso por haber anticipado el colapso financiero global de 2008. Ahora, su nuevo análisis comparte las sospechas y la desconfianza del mercado que ven casi inevitable que Argentina caiga en una nueva suspensión de pagos de su deuda externa.
Argentina se encuentra en un momento crucial para su futuro incierto con la negociación de la deuda externa, llevada adelante por el ministro de Economía, Martín Guzmán, quien se encuentra en EEUU para encontrarse con representantes de los principales acreedores.
Las negociaciones se realizan con entidades de crédito —como su principal acreedor, el Fondo Monetario Internacional (FMI), con cuyos representantes Guzmán se reunió el 24 de febrero—, como con bancas y fondos de inversión privados —con quienes el ministro se juntó este 25 de febrero— de los cuales se espera alcanzar pactos que incluyan quitas en los pasivos, además de extensión en los plazos de los vencimientos.
El total de la deuda externa argentina asciende a 280.000 millones de dólares y la porción mayor, cercana al 65 %, está atada a legislación internacional. Con el FMI, el total de la deuda es de 44.000 millones de dólares. Para 2020, se estiman vencimientos por 37.000 millones de dólares, 12.800 millones de dólares con los bonistas privados, incluidos intereses.
Luego de una visita de la delegación del FMI al país a principios de mes, el organismo le dio la razón al Gobierno del presidente Alberto Fernández al concluir que la deuda argentina no es sostenible. Si bien no están de acuerdo con una quita de su parte, todo indica que hay intenciones de seguir negociando en buenos términos.
Sin embargo, los mercados y calificadoras de riesgo analizan que las probabilidades de una eventual suspensión de pagos para el ámbito privado son cercanas al 95 %, según se desprende de la adquisición de seguros contra default o CDS (credit default swaps). Estos son coberturas adquiridas por los acreedores ante la posibilidad del incumplimiento, y el incremento de su demanda sirve como termómetro de la confianza del mercado a la capacidad de pago del país.
Este mismo pronóstico de desconfianza es el que manifestó en un texto de análisis el prestigioso economista estadounidense de origen turco Nouriel Roubini, en tándem con el italiano Alessandro Magnoli Bocchi, de experiencia en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial.

El pronóstico de Nouriel Roubini

Roubini se ganó el apodo de Dr. Doom (Doctor Catástrofe) por sus acertadas previsiones en 2006 sobre la inminente crisis de las hipotecas subprime y recesión internacional que desencadenaría el colapso global de 2008, que llevó al mayor salvataje financiero de la historia de Estados Unidos, por 700.000 millones de dólares.
El trabajo concluye que Argentina "no tiene un plan económico coherente para convencer a los acreedores de aceptar una oferta de canje con una significativa reducción de la deuda en términos de valor presente neto" y que "el riesgo de un default total está creciendo".
El diagnóstico de Roubini no se distancia demasiado del que realizó en septiembre de 2019, luego de los resultados de las elecciones primarias que tumbaron las expectativas de reelección al expresidente Mauricio Macri (2015-2019) y que llevaron a una reacción negativa de los mercados ante la incertidumbre política y al mayor desplome bursátil y monetario en un solo día en décadas.
Ya en aquella ocasión, Dr. Doom advirtió sobre los riesgos que podría llevar una falta de acuerdo entre Argentina y el FMI, lo que podría repercutir en una nueva crisis como la vivida en 2001.
Si bien la negociación con el Fondo pareciera encaminada, la deuda en dólares y bajo ley internacional con los actores privados pueden llegar a desestabilizar la situación financiera a un punto sin retorno si no no se logra convencerlos de una quita en el capital adeudado, de la reestructuración de los plazos o del porcentaje de intereses que cada postergación implica, negociaciones que apenas están comenzando.

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