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sábado, 17 de septiembre de 2016

El futuro de las guerras de robots inteligentes. Emplean aprendizaje profundo, las redes neuronales, redes bayesiana o algoritmos genéticos para revivir la creatividad de los grandes genios del arte plástico , musical y de las letras del pasado; posteriormente se pasará a la creatividad militar de Napoleón Bonaparte, Mijaíl Kutúzov, Adoft Hitler, Erwin Rommel , Sun Tzu , Mao Tse Tung, Stalin, Lenin y una vez hecho eso , el probable futuro presidente de EEUU Donald Trump definirá el protocolo de la guerra de robots inteligentes.// por Sebastian Campanario encontrado en la nacion ,com ar


  El futuro  de las guerras de robots inteligentes. Emplean  aprendizaje profundo, las redes neuronales, redes bayesiana o algoritmos genéticos  para revivir la creatividad de los grandes genios del arte  plástico , musical y de las letras del pasado;  posteriormente se pasará a la creatividad militar de Napoleón Bonaparte,   Mijaíl Kutúzov, Adoft Hitler, Erwin Rommel , Sun Tzu , Mao Tse Tung, Stalin, Lenin y una vez hecho eso , el probable futuro presidente de EEUU Donald Trump definirá el protocolo de la guerra de robots inteligentes


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Cómo se dan las nuevas batallas de la inteligencia artificial

http://www.lanacion.com.ar/1938769-como-se-dan-las-nuevas-batallas-de-la-inteligencia-artificial

Con el uso de las tecnologías se pueden hoy reeditar grandes obras de arte o composiciones musicales; los avances se dan a una velocidad mayor que la prevista y el desafío es creciente



Sebastian Campanario 

18 DE SEPTIEMBRE DE 2016




Foto: Javier Joaquín
Qué cuadro pintaría Rembrandt si resucitara uno de estos días?
¿Qué canción compondrían los Beatles si todos sus integrantes estuvieran vivos y se juntaran en un estudio?
¿Qué libro escribiría Hemingway si le fuera posible revivir por un tiempo?


Estas preguntas, hasta hace poco tiempo imposibles de contestar, están recibiendo una respuesta -por ahora tentativa, aproximada y errática por parte de la tecnología exponencial más explosiva de 2016: la inteligencia artificial (IA) y sus distintas ramas derivadas.


Hace unos días, la consultora Gartner posicionó al "aprendizaje de máquinas" al tope de su célebre ciclo o "curva de jipeo" (hypecycle), que muestra cuál es la tecnología que, por su potencial, está generando mayor expectativa entre los inversores.



Si bien la "creatividad" es una habilidad inherentemente humana, los algoritmos están conquistando algunos campos aledaños, en pasos que hubieran sonado a ciencia ficción hace solamente un año.

Una de las acciones más premiadas en el último Festival de Cannes, "The Next Rembrandt", de la agencia JWT Amsterdam para el banco ING, apeló a un programa para analizar 168.000 fragmentos de pinturas del genio del siglo XVII para crear una nueva usando la impresión 3D, en una réplica sorprendente en estilo y texturas. "La inteligencia artificial fue sin duda la gran protagonista del último evento de Cannes", dice Germán Yunes, presidente de Ogilvy Argentina.




La creatividad en la moda también fue tomada por asalto este año por la IA: en la gala del Metroplitan Museum, IBM y Marchesa -una firma de alta costura- se asociaron para producir un vestido con luces led, que cambiaba de color de acuerdo al "humor" que transmitían los tuits sobre el evento.



"El software dio sugerencias, la decisión creativa final fue de los diseñadores de Marchesa", cuenta a LA NACION Roberto Cruz, un ingeniero que dirige Cognitiva, la empresa aliada a IBM para comercializar Watson, el sistema de inteligencia cognitiva, en español.

 Cruz habla todo el tiempo de complementariedad, y no de reemplazo. "Estamos viviendo un momento de mucha efervescencia y expectativa en este campo, que incluye avenidas como el deep learning, las redes neuronales, redes bayesiana o algoritmos genéticos sigue Cruz, este año hubo hitos impactantes y también algunos fiascos. Es parte del aprendizaje."


En la columna del haber, y más allá de las acciones más rimbombantes como la de Rembrandt o la del vestido de Marchesa, sin duda "el" suceso del año fue el triunfo de AlphaGo, un algoritmo, sobre el campeón de Go Lee Sedol, el mejor profesional del juego chino milenario.


Por su complejidad, la victoria de la máquina estaba pronosticada recién para 2020: en lo que tal vez sea la metáfora más perfecta de 2016 sobre singularidad, el resultado se adelantó cuatro años. En la columna del debe, Microsoft debió borrar en marzo un "chat-bot" -conversador artificial porque se volvió nazi y adorador de Hitler.

"Por ahora, los algoritmos no pueden detectar si una corriente de datos es verdadera o falsa, siempre la base sobre la que operan es información provista por humanos", indica Cruz. El primer choque -que derivó en la muerte de su pasajero de un vehículo Tesla automanejado o el sesgo racista que tomó la semana pasada un programa de IA que actuó como jurado en un concurso de belleza (votó en contra de las candidatas con piel más oscura) son otros de los traspiés con los que debió lidiar esta tecnología.



Aunque la inteligencia artificial viene siendo materia de investigación profunda desde hace décadas, recién en el último año dejó de ser una promesa con resultados prácticos frustrantes. "La clave son equipos y algoritmos más baratos y flexibles, y la multiplicación exponencial de datos disponibles sobre los cuales trabajar", resume Anthony Baker, director tecnológico de la filial londinense de la agencia R/GA. De acuerdo con IDC, en 2020 habrá disponibles para analizar unos 44 zettabytes de información (un zettabyte es un 10 elevado a la 21 bytes). Baker cree que la diferencia con el stock actual de información es que la explosión de dispositivos conectados (Internet de las Cosas) permitirá una visión mucho más holística del estilo de vida de las personas, y que habrá un océano de datos basados en diálogos de plataformas conversacionales -Facebook, Slack, Line, etcétera- que podrán ser aprovechados por sistemas de inteligencia cognitiva como Watson.



El físico y tecnólogo Andrei Vazhnov tiene una metáfora elegante para describir los ciclos de difusión y aprovechamiento de nuevas tecnologías. Cuando se produce un descubrimiento, pueden pasar años o décadas hasta que se popularice, por distintos motivos (costos relativos, resistencias, falta de conocimiento, etcétera).

Durante un tiempo, estos cúmulos de valor potencial permanecen sumergidos. Pero cuando el nivel de agua baja (la tecnología se abarata, acelera su uso y aparecen externalidades de red) emergen a la superficie "islas de valor", en una archipiélago visible y aprovechable para empresas e individuos.

Cruz cree que hoy por hoy estas "islas" son más evidentes para las áreas de atención al cliente, y en lo que hace a sectores, para la salud y el segmento financiero. La semana pasada, la revista Fast Company publicó un artículo donde dio cuenta de la tendencia en IA de moverse de un "océano de un metro de profundidad" -tipo la plataforma SIRI, que sabe un poco de todo pero mucho de nada a algoritmos mucho más especializados, que puedan ayudar a un médico o a un cliente bancario con dudas muy específicas. Estos chat-bots especializados resuelven un problema de escalabilidad cuya solución hasta ahora estaba bloqueada a menos que se resignaba "personalización" en el servicio.

Es por esto que los equipos creadores de chat-bots incluyen programadores pero, en forma creciente, también psicólogos, porque es indispensable que el bot genere empatía con el usuario, cuenta Sergio Serrano, diseñador de experiencias de la filial porteña de R/GA. Por ejemplo, ya se sabe que es usual que estos sistemas sean puestos a prueba por usuarios con preguntas absurdas, y los bots deben saber captar la ironía y responder con sentido del humor.

"Estamos en la edad de piedra de esta tecnología, y las posibilidades son infinitas", dice Juan Pablo Jurado, presidente de Wunderman, la mayor agencia de publicidad de la Argentina, con base en lo digital y 500 empleados. Jurado está a la búsqueda de doctores en IA para su unidad de innovación WIP (Wunderman Invention Platform). El estado del arte de la IA podría compararse al de las aplicaciones móviles en 2008: por entonces no se preveía el impacto que causarían en hábitos y comportamiento.



El entusiasmo que genera esta tecnología en inversores es directamente proporcional a la preocupación que emerge ante dilemas éticos y morales. Dos semanas atrás el departamento de Defensa de EE.UU. emitió un comunicado pidiendo al Gobierno "acción inmediata" en esta agenda.

Se estima que el próximo presidente estadounidense definirá el protocolo de la guerra de robots, con efectos cruciales e impredecibles para el futuro de la humanidad. ¿Qué pasaría si este decisor fuera Donald Trump? Hay todo un océano de especulaciones en el "lado B" de este debate, un trasfondo mucho menos luminoso, detrás del lienzo símil-Rembrandt creado por algoritmos.


sebacampanario@gmail.com



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