• El tope de precios en los combustibles generó colas y pánico en las gasolineras
  • La medida se retiró de forma abrupta ante el riesgo de falta de suministro
  • Los topes en los alimentos han provocado una distorsión general en los precios
Puente de las cadenas de Budapest, y el Parlamento. Foto de iStock

Diagnosticar correctamente los síntomas de un mal no es garantía de éxito en la lucha por superarlo. Buen ejemplo de ello son las políticas de controles de precios directos (estableciendo topes) implementadas desde finales de 2021 en Hungría para poner techo a la inflación. El argumento del gobierno del nacionalista Viktor Orbán era lógico: si queremos que los precios no suban, les pondremos un tope legal. Una lógica abrumadora. Sin embargo, unos meses después se puede decir que esta política ha sido un auténtico fracaso, pudiendo llegar a generar incluso el efecto opuesto al que se esperaba. Además de haber tenido que recular en algunas de sus políticas, Hungría tiene hoy la inflación alimentaria más alta de toda la Unión Europea con mucha diferencia y también el IPC general.

El Gobierno de Viktor Orbán impuso un tope al precio de varios los alimentos que entró en vigor a comienzos de 2022, justo cuando la inflación comenzó a desbocarse en Europa. La medida que afectó a unos cuantos productos estaba llamada a ser un 'parche' temporal. Finalmente, el tope se ha mantenido en una buena parte de bienes básicos y mucho más tiempo de lo esperado (no hay nada más permanente que una medida temporal del gobierno, decía Milton Friedman), generando efectos contraproducentes para la economía y el poder adquisitivo de las familias húngaras.

Así es el tope a los precios

Los precios se fijaron teniendo en cuenta como referencia los niveles de octubre de 2021. La medida dio comienzo en febrero de 2022 y se estableció una fijación por un periodo de tres meses. Los comercios debían mantener sus precios de venta por debajo de ese tope en siete productos básicos. Además, tenían que continuar ofreciendo los mismos productos y volúmenes que presentaban antes de la medida, por lo que no se les permitía eliminar artículos de los estantes para escapar de los límites de precios. Los siete productos iniciales son pechuga de pollo, partes traseras del pollo, leche de vaca, azúcar granulada, pata de cerdo, aceite de girasol y harina de trigo. Esta medida iba "prevenir los efectos dañinos de las anomalías del mercado", aseguró el primer ministro Viktor Orbán, refiriéndose al aumento de la inflación.

Según los últimos datos publicados por Eurostat, Hungría presenta en la actualidad una inflación armonizada que supera el 25%, mientras que la inflación media de la Unión Europea se sitúa por debajo del 8% (en la Eurozona ya por debajo del 7%). En lo que se refiere a los alimentos, principal objetivo de los topes de Orbán, la inflación se ha disparado al 47% en Hungría, frente al 19% de la Unión Europea. Los expertos explican que este tope de precios ha forzado a los supermercados a vender algunos de sus productos con pérdidas, lo que ha tenido que ser compensado elevando mucho más los precios de otros productos que no se encontraban en el objetivo de topes.

El propio Fondo Monetario Internacional ha publicado un informe en el que asegura que el tope a los precios impuesto por el gobierno estaba erosionando los esfuerzos del Banco de Hungría para reducir la inflación. Se cree que esta política controvertida podría estar incrementando la inflación en varios puntos porcentuales, es decir, estaría teniendo el impacto opuesto al que se espera. Aunque Orbán no reconocerá el fracaso de sus políticas, sí tuvo que retirar el tope de precios a los combustibles ante las crecientes colas en las gasolineras y la escasez de suministro (nadie está dispuesto a vender un producto por debajo de lo que cuesta producirlo).

"Estos límites a los precios han sido ineficaces para frenar la inflación de los alimentos, ya que los distribuidores y minoristas aumentaron los precios de otros productos para preservar sus márgenes y la inflación de los alimentos siguió aumentando", sostiene el informe del FMI.

Además, el gobierno limitó el precio de los combustibles para coches entre el 15 de noviembre de 2021 y el 6 de diciembre de 2022, imponiendo unos precios por litro muy por debajo de los precios del mercado. Según relata el FMI, esto impidió en un principio que se produjese un traspaso de los precios de la energía a los precios minoristas para el consumidor. No obstante, el resultado final fue el caos. El Gobierno tuvo que retirar por sorpresa el tope de precios de los combustibles en diciembre. Esto evitó el desabastecimiento, pero a la vez provocó que los precios de los combustibles aumentaran un 27% interanual en cuestión de semanas y contribuyeron con cerca de 2 puntos porcentuales a la inflación general del IPC interanual ese mes, según los datos que maneja el FMI.


Fin al tope de los combustibles

El Gobierno de Hungría tuvo que eliminar el tope a los precios de los combustibles ante la fuerte caída de las importaciones y las posteriores compras de pánico (las familias creyeron que se iban a quedar si gasolina ante el parón de las importaciones por la falta de rentabilidad de las gasolineras y las refinerías del país) que provocaron escasez de combustible en todo el país en los últimos días que. Según el grupo de petróleo y gas MOL se generó una "situación crítica".

El jefe de gabinete del primer ministro Viktor Orbán comentó en una sesión informativa que se tuvo que abolir el tope de precios por las recomendaciones de diferentes distribuidores de combustibles y otros organismos. "No podíamos esperar más... esta fue la única forma de garantizar la seguridad del suministro", según Gergely Gulyas en una sesión informativa conjunta con el presidente y director ejecutivo de MOL, Zsolt Hernadi.

El FMI concluía su informe explicando que "los topes de precios son costosos, ineficaces y socavan los esfuerzos de la política monetaria y fiscal para reducir la inflación. En respuesta al aumento de la inflación y el coste de vida, el gobierno se basó en una serie de topes en los precios de la energía y los alimentos y de tipos de interés minoristas seleccionadas. Estas medidas regulatorias han sido contraproducentes, trabajando en contraposición con el endurecimiento de la política fiscal y monetaria".

Se impide el ajuste de la demanda

El FMI enumera los problemas que han generado los controles de precios. Primero, mantener precios artificialmente bajos impide el ajuste de la demanda que se necesita para enfriar las presiones subyacentes. En segundo lugar, no han sido eficaces para combatir la inflación.

Por ejemplo, los topes de precios en productos alimenticios seleccionados han resultado en precios más altos en otros productos para compensar las pérdidas, y los topes de precios de la energía han impedido el ajuste de la demanda y llevado a déficits externos más amplios y una mayor depreciación del tipo de cambio que, a su vez, aumentó la presión inflacionaria.

"En tercer lugar, debido a que no son sostenibles, eventualmente deberán eliminarse, como fue el caso del tope de precio del combustible, que terminó abruptamente el 6 de diciembre de 2022 después de haber provocado una escasez generalizada de combustible. Al retrasar el inevitable impacto inflacionario, los topes de precios corren el riesgo de afianzar las expectativas al alza durante más tiempo. Además, los topes a los tipos de interés socavan la efectividad de la política monetaria al desconectar los canales clave de transmisión, lo que eventualmente requiere un mayor ajuste para lograr el mismo resultado", rezaba el informe del FMI.

Además de todo lo anterior, los medios húngaros aseguran que los supermercados establecieron ciertas cuotas en los productos topados. Las familias no podían comprar toda la cantidad que querían de estos bienes, mientras que los productos que se pueden considerar como sustitutos han sufrido y siguen sufriendo fuertes incrementos de precios. Esta medida pretendía controlar los precios atacando directamente a los síntomas, pero sin tener en cuenta las causas. El resultado ha sido desastroso.

Controversia con el Banco de Hungría

Con todo, el Banco de Hungría ha intentado poner freno a los precios a través de las subidas de tipos de interés. No obstante, esta política le ha costado a la institución un enfrentamiento con el Gobierno, que pedía al banco central más flexibilidad.

Ahora, el Banco de Hungría, que tiene el tipo de interés más alto de toda la UE (el tipo clave o base está en el 13%, mientras que el medio se encuentra en el 18% y el superior en el 25%), estaría dando los primeros pasos para anunciar una rebaja de tipos, lo que ha provocado una deprecación inmediata del florín frente al euro.

El vicegobernador Barnabas Virag sorprendió a los inversores después de meses de resistir la presión del gobierno para reducir la tasa de interés clave para ayudar a la economía, que está sufriendo un fuerte parón de la actividad.

En una entrevista publicada el miércoles, Virag ha señalado las bajadas de tipos podrían comenzar potencialmente la próxima semana con un recorte "significativo" en el extremo superior del corredor de los tipos, que ahora está en 25%.