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lunes, 18 de octubre de 2010

Continuaciòn de Pànico...

No se que paso la puse la vi y luego ya no estaba, la estoy poniendo en 2 partes por si era muy grande , aunque imagino algo hice mal
MOISÉS NAÍM
El yuan y usted
http://www.elpais.com/articulo/internacional/yuan/usted/elpepiint/20101010elpepiint_7/Tes
MOISÉS NAÍM 10/10/2010



Quién lo iba a pensar... Resulta que ahora, además, nos tenemos que preocupar por el yuan, la moneda de los chinos. También la llaman renminbi, lo cual añade confusión a una situación ya de por sí embrollada. De lo que le pase al valor de esa moneda en los próximos meses -o años- puede depender cuánto paga usted por la hipoteca de su casa, cuánto le cuesta la comida o una camisa, o la posibilidad de quedar (o seguir) sin empleo. En estos días hacen falta aproximadamente 6,7 yuan para comprar un dólar estadounidense y cerca de 9,3 para comprar un euro. Y ese es el problema. El yuan está muy bajo.


Es mejor que nos vayamos acostumbrando a que lo que se decide en Pekín nos afecta a todos
Esto hace que los productos que China vende al resto del mundo sean más baratos, que los productos que importa sean más caros y que, en general, las empresas chinas estén compitiendo con sus rivales con la ventaja de tener una moneda local artificialmente devaluada. Esta ventaja se traduce en más crecimiento económico y nuevos puestos de trabajo. Al resto del mundo le gustaría que el yuan fuese al menos un 20% más caro con respecto a otras monedas. Pero los chinos tienen una justificada obsesión por mantener la acelerada expansión de su economía y del empleo. Y esta obsesión se expresa, entre otras maneras, en los esfuerzos de Pekín por mantener el yuan depreciado. En los últimos cinco años, el Gobierno ha gastado en promedio 1.000 millones de dólares al día interviniendo en el mercado de divisas para evitar que el yuan gane valor. Estos esfuerzos han dado resultados: no es por azar que las enormes reservas internacionales en monedas que ha acumulado China equivalen a la mitad del tamaño de toda su economía.

El mundo entero le está reclamando a China por esta política cambiaria. En una larga reunión privada, Barack Obama instó a Wen Jiabao, el primer ministro chino, a que su Gobierno hiciera más para revaluar el yuan. Claude Juncker, el coordinador del grupo de ministros de Finanzas europeos, hizo lo mismo en público. Guido Mantega, su colega brasileño, alertó de que la situación está obligando a otros países a tomar medidas que abaratan sus monedas, lo que lleva a una peligrosa "guerra cambiaria". Dominique Strauss-Kahn, jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), abandonó el lenguaje diplomático y declaró que China debe acelerar la apreciación del yuan para evitar una nueva crisis financiera mundial. El Congreso estadounidense tiene lista una ley para imponer tarifas compensatorias a las importaciones de productos chinos. "¿Ha llegado el momento de tener una guerra cambiaria con China?", se preguntó en las páginas del Financial Times Martin Wolf, uno de los más influyentes columnistas económicos del mundo. "La respuesta es sí... La idea es inquietante, pero no creo que haya alternativa".

¿Cómo responden los chinos a todo esto? Con un bostezo. Hasta ahora Pekín ha ignorado estas exhortaciones y cuando ha prometido hacer algo, lo ha hecho tarde y arrastrando los pies. "No nos sigan presionando con lo del valor del yuan", dijo recientemente Wen Jiabao en Bruselas. "Los márgenes de ganancias de nuestras empresas exportadoras son muy pequeños y pueden desaparecer si se gravan nuestros productos, tal como amenazan los estadounidenses". El líder chino advirtió que medidas que debiliten a las empresas y aumenten el desempleo en su país causarán serias tensiones políticas: "Si China entra en una turbulencia económica y social, será un desastre para el mundo". Mil años en los que lo normal fue el caos político justifican el pavor de los dirigentes chinos a perder la relativa paz social en la que ha vivido su país en las últimas décadas.

Así, el consenso entre ministros, banqueros y expertos congregados en Washington en estos días con motivo de las reuniones anuales del FMI y el Banco Mundial es que, a pesar de las presiones, China no variará mucho su política cambiaria. Este es un nuevo mundo en el cual uno de los países más pobres del planeta puede ignorar a su antojo las presiones de las naciones más poderosas. En los últimos 50 años, cuando ocurría alguna fuerte dislocación económica internacional como esta, el Departamento del Tesoro y el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos, algunos de sus homólogos en Europa y Japón y el FMI intervenían y ponían las cosas en su lugar, o al menos en el lugar que a ellos les convenía. Ya no. Hoy no hay quien obligue a China a adoptar políticas económicas que no convencen a sus líderes. Y es mejor que nos vayamos acostumbrando a que lo que se decide en Pekín nos afecta a todos.

Mientras estos cambios sísmicos sacuden la economía internacional, el organismo encargado de velar por la estabilidad financiera del mundo se consume en conflictos del siglo pasado. Ocho de las 24 sillas del consejo de directores del FMI están reservadas a los europeos, entre ellos superpotencias como Bélgica y Holanda. En cambio, potencias en ascenso como China, India, Sudáfrica o Brasil están infrarrepresentadas. Hay, además, una regla no escrita que garantiza a Europa el nombramiento del jefe del FMI. Esto es lo que ahora se está debatiendo en Washington. Pero está claro que ni la sobrerrepresentación europea ni la jefatura del Fondo sobrevivirán a las nuevas realidades de un mundo dominado por Asia.

Bienvenidos al nuevo orden económico mundial.

mnaim@elpais.es
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REPORTAJE: Primer plano
¿Por qué seguimos cayendo?
http://www.elpais.com/articulo/primer/plano/seguimos/cayendo/elpepueconeg/20101003elpneglse_2/Tes
La inercia de las autoridades presagia una prolongación de la crisis y del alto nivel de paro
PAUL KRUGMAN / ROBIN WELLS 03/10/2010

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En el invierno entre 2008 y 2009, la economía mundial estaba al borde del abismo. Los mercados de valores se hundían, los mercados de crédito estaban paralizados y los bancos quebraban como consecuencia de un contagio masivo que se extendía desde EE UU hasta Europa y que amenazaba con arrasar el resto del mundo. Durante la peor época de la crisis, EE UU perdía 700.000 puestos de trabajo al mes y el comercio mundial se reducía más deprisa de lo que lo había hecho durante el primer año de la Gran Depresión.

Sin embargo, hacia el verano de 2009, a medida que la economía mundial se estabilizaba, quedó claro que no habría una repetición de la Gran Depresión en toda su magnitud. Desde junio de 2009, aproximadamente, muchos indicadores han estado apuntando hacia arriba: el PIB ha subido en todas las economías importantes, la producción industrial mundial ha crecido y los beneficios empresariales estadounidenses han vuelto a los niveles anteriores a la crisis.

Sin embargo, el paro apenas ha descendido en EE UU y Europa (lo que significa que la precaria situación de los parados, especialmente en EE UU, donde la red de seguridad es mínima, no ha parado de empeorar a medida que las prestaciones se agotan y los ahorros se acaban). Y hay pocas perspectivas de mejoría: el desempleo sigue creciendo en las economías europeas más afectadas, el crecimiento económico de EE UU se está ralentizando claramente y muchas previsiones económicas apuntan a que la tasa de paro estadounidense seguirá siendo elevada o incluso ascenderá en el transcurso del próximo año.

Teniendo en cuenta estas sombrías circunstancias, ¿no deberíamos esperar cierta urgencia por parte de los políticos y los economistas, cierta prisa por presentar planes que fomenten el crecimiento y creen empleo? Por lo visto, no: un análisis informal de libros y artículos recientes no muestra nada parecido.

Los libros sobre la gran recesión siguen saliendo a raudales de las imprentas; pero, en su mayoría, tienen una visión retrospectiva y se preguntan cómo nos hemos metido en este lío, en vez de decirnos cómo salir de él. Para ser justos, muchos libros recientes sí que dan recetas sobre cómo evitar la siguiente burbuja; pero no ofrecen mucha orientación acerca del problema más acuciante: el de cómo hacer frente a las consecuencias no resueltas de la última.

Esta extraña dejadez tampoco puede explicarse enteramente por los mecanismos del comercio editorial. Es cierto que la mayoría de los libros sobre economía que aparecen ahora llegaron a las imprentas antes de que se hiciese plenamente evidente la naturaleza decepcionante de nuestra mal llamada recuperación. No obstante, incluso un análisis de artículos recientes muestra una llamativa falta de disposición por parte de la abatida ciencia para ofrecer soluciones a los problemas de un paro persistentemente elevado y una economía floja. Ha habido un encendido debate sobre la efectividad de las medidas monetarias y fiscales adoptadas en los peores momentos de la crisis; también ha habido ruidosas declaraciones acerca de lo que no debemos hacer (las advertencias sobre el supuesto peligro de los déficits presupuestarios o de la política monetaria expansiva son incontables). Pero las propuestas de medidas positivas que nos saquen del agujero en el que estamos son pocas y muy distanciadas entre sí.

En las páginas siguientes presentaremos un análisis relativamente breve sobre un tema en el que se ha hecho mucho hincapié, pero que sigue siendo controvertido: los orígenes de la crisis de 2008. Luego nos fijaremos en los debates políticos en curso acerca de la respuesta a la crisis y sus consecuencias. Para no dejar a los lectores en suspenso: creemos que la relativa ausencia de propuestas para hacer frente al paro masivo es un caso de "parálisis autoinducida" (una expresión utilizada por el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, hace una década, cuando era un investigador que criticaba a los responsables políticos desde fuera).

Hay margen para la acción, tanto monetaria como fiscal. Pero tanto los políticos como los funcionarios y los economistas han sufrido una crisis nerviosa, una crisis por la que millones de trabajadores pagarán un alto precio.

1.
Podríamos llamarlo la gran burbuja inmobiliaria del Atlántico Norte: en la primera década del tercer milenio, los precios de las viviendas y los inmuebles comerciales se dispararon en algunas zonas de Europa y Norteamérica. Entre 1997 y 2007, el precio de la vivienda subió un 175% en EE UU, un 180% en España, un 210% en Reino Unido y un 240% en Irlanda.

¿Por qué subieron tanto los precios de los inmuebles y en tantos sitios? Hablando de manera general, hay cuatro explicaciones populares (que no son excluyentes entre ellas): la política de tipos de interés bajos de la Reserva Federal después de la recesión de 2001; la "superabundancia mundial de ahorros"; las innovaciones financieras que disfrazaban el riesgo, y los programas gubernamentales que generaban riesgo moral.

La política de tipos de interés bajos de la Reserva Federal
Después del estallido de la burbuja tecnológica a finales de los años noventa, los bancos centrales rebajaron drásticamente los tipos de interés a corto plazo que controlaban directamente en un intento por contener la consiguiente recesión. La Reserva Federal tomó la medida más radical al rebajar el tipo diario de los préstamos interbancarios del 6,5% registrado a principios de 2000 a un mero 1% en 2003, y al seguir manteniéndolo muy bajo durante 2004.

Y hay una escuela de pensamiento -con la que Raghuram Rajan simpatiza claramente en su libro Fault Lines (Líneas de falla, no publicado en España), y que recibe un apoyo más matizado por parte de Nouriel Roubini y Stephen Mihm en Cómo salimos de ésta (Destino)- que considera que este periodo prolongado de tipos bajos fue un terrible error político que sentó las bases para la burbuja inmobiliaria.

Sin embargo, este punto de vista presenta algunas pegas importantes. Para empezar, había buenos motivos para que la Reserva Federal mantuviese bajo su tipo interbancario, o político. Aunque la recesión de 2001 no fue especialmente profunda, la recuperación fue lenta; en EE UU, el empleo no recuperó los niveles anteriores a la recesión hasta 2005. Y con una inflación que alcanzó su valor más bajo en 35 años había razones para preocuparse por una posible trampa deflacionista en la cual una economía deprimida hace que bajen los salarios y precios, lo que a su vez deprime aún más la economía. Resulta difícil imaginar, incluso con la perspectiva que da el tiempo, de qué manera podría haber justificado la Reserva Federal el hecho de no mantener los tipos bajos durante un periodo prolongado.

El hecho de que la burbuja inmobiliaria fuese un fenómeno más noratlántico que puramente estadounidense también hace que resulte difícil achacar la culpa de esa burbuja principalmente a la política de los tipos de interés. El Banco Central Europeo no fue ni mucho menos tan agresivo como la Reserva Federal, y redujo los tipos de interés que controlaba solo la mitad de lo que lo hizo su homóloga estadounidense, pero no obstante, las burbujas inmobiliarias europeas fueron perfectamente comparables en escala a la de EE UU.

Estos argumentos dan a entender que sería un error atribuir toda o parte de la culpa por la burbuja inmobiliaria a una política monetaria descaminada.

La superabundancia mundial de ahorros
La expresión "superabundancia mundial de ahorros" proviene en realidad de un discurso que pronunció Ben Bernanke a principios de 2005. En dicho discurso, el futuro presidente de la Reserva Federal sostenía que el gran déficit comercial de EE UU -y los grandes déficits de otros países como Reino Unido y España- no reflejaba tanto un cambio en el comportamiento de esos países como un cambio en el comportamiento de los países con superávit.

Históricamente, los países en vías de desarrollo han tenido déficits comerciales respecto a los países desarrollados, ya que compran maquinaria y otros bienes de equipo con el fin de aumentar su nivel de desarrollo económico. En los albores de la crisis financiera que golpeó Asia en 1997 y 1998, esta práctica habitual se invirtió: las economías en vías de desarrollo de Asia y Oriente Próximo tenían grandes superávits comerciales respecto a los países desarrollados, con el fin de acumular enormes reservas de activos extranjeros como seguro contra otra crisis financiera.

Alemania también contribuyó a este desequilibrio mundial al alcanzar grandes superávits comerciales respecto al resto de Europa a fin de financiar la reunificación y el rápido envejecimiento de su población. En China, cuyo superávit comercial equivale a la mayor parte del déficit comercial de EE UU, el deseo de protegerse contra una posible crisis financiera ha dado forma a una política en la que la moneda se mantiene infravalorada, lo cual beneficia a las empresas exportadoras con conexiones políticas, a menudo a expensas de la población trabajadora en general.

Para los países con déficit comercial como EE UU, España y Reino Unido, la otra cara del desequilibrio comercial fueron unos grandes flujos de capital entrante debido a que los países con superávit compraban cantidades ingentes de bonos y otros activos estadounidenses, españoles y británicos. Estas entradas de capital también hicieron bajar los tipos de interés; no los tipos a corto plazo fijados por las políticas de los bancos centrales, sino los tipos a largo plazo, que son los que importan con vistas al gasto y al precio de la vivienda y que dependen de los mercados de bonos. Tanto en EE UU como en los países europeos, los tipos de interés a largo plazo experimentaron un drástico descenso después de 2000 y permanecieron bajos incluso cuando la Reserva Federal empezó a subir su tipo a corto plazo. Su presidente en aquel momento, Alan Greenspan, llamó a esta divergencia el "enigma" del mercado de obligaciones, pero es perfectamente comprensible, dadas las fuerzas internacionales implicadas. Y merece la pena señalar que, aunque, como hemos dicho, el Banco Central Europeo no fuese ni mucho menos tan agresivo como la Reserva Federal a la hora de rebajar los tipos a corto plazo, los tipos a largo plazo cayeron igual o más en España e Irlanda que en EE UU, un hecho que invalida la idea de que fue la política monetaria flexible la causante de la burbuja inmobiliaria.

De hecho, en aquel discurso de 2005, Bernanke reconocía que el impacto de la superabundancia de ahorros se estaba dejando sentir principalmente en el sector de la vivienda: durante estos últimos años, las principales repercusiones de la superabundancia mundial de ahorros en el precio de los activos parece haberse producido en el mercado de la inversión residencial, ya que los tipos hipotecarios bajos han propiciado unos niveles récord de construcción de casas y unas fuertes subidas del precio de las viviendas.

Algo en lo que, por desgracia, no reparó fue que los precios de las casas estaban subiendo mucho más de lo que deberían haber subido, incluso teniendo en cuenta los tipos hipotecarios bajos. A finales de 2005, tan solo unos meses antes de que la burbuja inmobiliaria estadounidense empezase a deshincharse, declaraba -desechando implícitamente los argumentos de diversas Casandras prominentes- que los precios de la vivienda "son, en gran medida, el reflejo de unas bases económicas sólidas". Y como casi todos los demás, Bernanke no se percató de que tanto las instituciones financieras como las familias estaban asumiendo riesgos que no comprendían, porque daban por hecho que los precios de las viviendas nunca bajarían.

A pesar de la extraordinaria falta de clarividencia de la que ha hecho gala Bernanke con respecto a la crisis que se nos venía encima, la historia de la superabundancia mundial ofrece, no obstante, una de las mejores explicaciones sobre cómo tantos países se las arreglaron para meterse en problemas tan parecidos.

La innovación financiera descontrolada

Mary tenía un corderito y, cuando vio que estaba enfermo, lo envió al polígono industrial de Packingtown, y ahora es pollo envasado.

La famosa cancioncilla que resume La jungla de Upton Sinclair parece muy apropiada como descripción de las prácticas financieras que contribuyeron a alimentar la burbuja inmobiliaria, especialmente en el caso de las hipotecas subpreferenciales. A estas alturas, la letanía resulta familiar: el viejo modelo de banca, según el cual los bancos se quedaban con los préstamos que concedían, fue sustituido por la nueva práctica de generar y distribuir. Los generadores de hipotecas -que, en muchos casos, no poseían un negocio bancario tradicional- concedían préstamos para comprar casas y, acto seguido, vendían esos préstamos a otras empresas.

Luego estas empresas reempaquetaban esos préstamos agrupándolos, y a continuación vendían participaciones de estos paquetes de valores; y las agencias de calificación estaban dispuestas a etiquetar el producto de pollo resultante, es decir, a poner su sello de aprobación, la calificación AAA, en los más privilegiados de estos valores hipotecarios, aquellos que tenían preferencia para reclamar el interés y el reembolso del capital principal.

Todo el mundo desconocía tanto los riesgos que planteaba un retroceso general del mercado inmobiliario como la degradación de las reglas sobre garantía bancaria a medida que la burbuja se inflaba (esa ignorancia, sin duda, se veía favorecida por las enormes cantidades de dinero que se ganaban). Cuando llegó la crisis resultó que gran parte de ese papel de categoría triple A apenas valía unos cuantos céntimos por dólar.

Es una historia vergonzosa. Sin embargo, es importante volver atrás y preguntarse por la importancia que tuvieron estas prácticas financieras poco fiables a la hora de sentar las bases de la crisis.

Hay tres puntos que nos parecen importantes. Primero, la versión habitual de la historia transmite la impresión de que Wall Street no tenía ningún incentivo para preocuparse por los riesgos de los préstamos basura, porque era capaz de deshacerse de los residuos tóxicos y encajárselos a inversores incautos de todo el mundo.

Pero esta afirmación parece ser en gran parte errónea, aunque no del todo: aunque había muchísimos inversores ingenuos comprando valores hipotecarios complejos sin comprender sus riesgos, las empresas de Wall Street que emitían estos valores mantenían los activos de más riesgo en sus propios libros de cuentas. Además, muchos de los activos relativamente menos arriesgados los compraban otras instituciones financieras, normalmente consideradas inversores especializados, y no los ciudadanos corrientes. El efecto final fue el de concentrar los riesgos en el sistema bancario, no el de cargar a otros con ellos.

Segundo, la comparación entre Europa y EE UU es instructiva. Europa se las arregló para inflar unas burbujas inmobiliarias gigantescas sin recurrir a complejos esquemas financieros como los de EE UU. Los bancos españoles, en concreto, ampliaron enormemente el crédito; lo hicieron vendiendo garantías sobre sus préstamos a inversores extranjeros, pero estas garantías eran simples, contratos sin florituras que, en última instancia, dejaban el pasivo en manos de los prestamistas originales, los propios bancos españoles. La relativa simplicidad de sus técnicas financieras no impidió que se creara una burbuja enorme ni el estallido posterior.

Un tercer argumento en contra de la idea de que las finanzas complejas desempeñaron una función esencial es el hecho de que la burbuja inmobiliaria vino acompañada de una burbuja simultánea de los inmuebles comerciales, que seguían financiándose fundamentalmente mediante préstamos bancarios tradicionales. De modo que las finanzas exóticas no fueron una condición necesaria para el descontrol de los préstamos, ni siquiera en Estados Unidos.

Lo que sí es posible es que esa innovación financiera hiciera que los efectos de la crisis inmobiliaria fuesen más generalizados: en vez de quedarse en una crisis concentrada geográficamente, en la que solo las instituciones crediticias locales estaban en peligro, la complejidad de la estructura financiera extendió la crisis a instituciones financieras de todo el mundo.

El riesgo moral generado por los programas gubernamentales
La idea de que la culpa fue del Gobierno -que los préstamos avalados por el Gobierno, las órdenes gubernamentales y las garantías gubernamentales explícitas o implícitas condujeron a compras irresponsables de casas- es un dogma de fe de la derecha política. También es un tema central, aunque no el único, del libro Fault Lines, de Raghuram Rajan.

En el mundo, según Rajan, catedrático de Finanzas en la escuela de empresariales de la Universidad de Chicago, las raíces de la crisis financiera se hunden en la creciente desigualdad adquisitiva en EE UU y en la reacción política a esa desigualdad: los congresistas, con la intención de ganarse el favor de los votantes y mitigar las consecuencias de la creciente desigualdad, canalizaron fondos hacia familias con pocos ingresos que querían comprar casas. Fannie Mae y Freddie Mac, las dos instituciones crediticias patrocinadas por el Gobierno, facilitaron el crédito hipotecario; la Ley de Reinversión en la Comunidad, que animaba a los bancos a adaptarse a las necesidades crediticias de las comunidades en las que operaban, les obligó a prestar dinero a prestatarios con pocos ingresos, independientemente del riesgo; y de todas formas, a los bancos no les preocupaba mucho el riesgo porque creían que el Gobierno les respaldaría si algo salía mal.

Rajan afirma que el Programa de Eliminación de Activos Problemáticos (TARP, por sus siglas en inglés), convertido en ley por el presidente Bush el 3 de octubre de 2008, ratificaba la creencia de los bancos de que no tendrían que pagar ningún precio por su desenfreno. Aunque Rajan tiene la precaución de no dar nombres y echa la culpa a los "políticos" en general, está claro que los demócratas son los principales culpables, según su visión del mundo. En general, quienes afirman que el Gobierno ha sido el responsable tienden a centrar su ira en Bill Clinton y en el congresista Barney Frank, que supuestamente estaban detrás de la gran campaña para dar préstamos a los pobres.

No obstante, a pesar de ser una historia en la que todo encaja a la perfección, choca claramente con los hechos. Y resulta decepcionante ver que Rajan, un economista respetado por todos que fue uno de los primeros que advirtieron sobre el descontrol de Wall Street, se traga algo que esencialmente es un mito con motivaciones políticas. El libro de Rajan se basa en gran medida en estudios del American Enterprise Institute, un comité de expertos de derechas. No menciona ninguno de los numerosos estudios y comentarios que demuestran la falsedad de la tesis que echa la culpa al Gobierno.

Roubini y Mihm, por el contrario, captan bien la idea: el enorme crecimiento del mercado de las hipotecas basura estuvo respaldado principalmente no por Fannie Mae y Freddie Mac, sino por instituciones privadas de crédito hipotecario como Countrywide. Además, la Ley de Reinversión en la Comunidad es muy anterior a la burbuja inmobiliaria. Las afirmaciones exageradas sobre que Fannie Mae y Freddie Mac provocaron por sí solos la crisis de las hipotecas subpreferenciales son sencillamente descabelladas.

Como han señalado otros, Fannie y Freddie representaban en realidad una parte muy reducida del conjunto del mercado de los préstamos inmobiliarios durante los años de mayor crecimiento de la burbuja. En la medida en que compraron préstamos inmobiliarios dudosos, lo hicieron buscando beneficios, no persiguiendo objetivos sociales (de hecho, estaban tratando de alcanzar a los prestamistas privados). Por otra parte, pocas de las instituciones implicadas en la concesión de préstamos hipotecarios subpreferenciales -como Countrywide Financial- eran bancos comerciales sujetos a la Ley de Reinversión en la Comunidad.

Aparte de eso, había otras burbujas; la burbuja de los inmuebles comerciales de EE UU, que no estaba en absoluto promovida por políticas públicas, y las burbujas en Europa. El hecho de que los inmuebles residenciales estadounidenses solo fuesen parte de un fenómeno mucho mayor parece ser una presunta prueba en contra de cualquier opinión que dependa demasiado de supuestas distorsiones creadas por los políticos estadounidenses.

¿Era la política gubernamental completamente inocente? No, pero sus pecados eran más de omisión que de acción. A Fannie y Freddie no se les debería haber permitido tratar de obtener beneficios en las últimas etapas de la burbuja inmobiliaria; y los reguladores no fueron capaces de usar la autoridad que tenían para impedir que se asumieran riesgos excesivos. Pero por mucho que los conservadores quieran colocar a los políticos bondadosos en el centro de esta historia, ese no es su lugar. Y el respaldo que da Rajan a la versión conservadora de la historia, sin siquiera reconocer los problemas de dicha versión, resulta poco fiable y evasivo.

La burbuja como un cisne blanco
Sean cuales sean las causas exactas de la burbuja inmobiliaria, es importante darse cuenta de que las burbujas en general no son ni mucho menos algo fuera de lo habitual. Por el contrario, como explicaba detalladamente Robert Shiller, de Yale, en su libro Exuberancia irracional (Turner), elogiado con razón, son una característica recurrente de los mercados financieros. (No es una coincidencia que Shiller avisase desde el principio de que estábamos experimentando una burbuja inmobiliaria masiva). Las burbujas se han producido en las economías pequeñas y en las grandes, en países concretos y en la economía mundial en su conjunto, en periodos de intensa intervención pública y en épocas de mínima injerencia gubernamental. La burbuja inmobiliaria del Atlántico Norte, como dicen Roubini y Mihm, fue un "cisne blanco", un tipo de acontecimiento normal, no uno tremendamente inusual, aunque mucho más grande que la mayoría.

Nosotros opinamos que la burbuja surgió en gran parte gracias a la superabundancia mundial de ahorros, pero que cobró bríos (que es lo que hacen las burbujas). Puede que las innovaciones financieras como la titularización de hipotecas hayan contribuido a inflar la burbuja, pero los bancos europeos se las apañaron para ampliar en exceso el crédito sin tantas florituras. Sin embargo, está claro que hubo fallos de supervisión garrafales. En concreto, Ben Bernanke ha reconocido que la Reserva Federal no empleó su autoridad reguladora para frenar los excesos de las entidades de crédito hipotecario (un descuido trágico). Greenspan hizo caso omiso de la clara advertencia que hizo un miembro de la junta directiva de la Reserva sobre los préstamos hipotecarios, que se habían vuelto peligrosamente excesivos. Y la titularización generalizada de los préstamos hipotecarios ha hecho que el problema sea mucho más difícil de resolver.

En un mercado inmobiliario que ahora está deprimido en todos los aspectos de la economía, los titulares de hipotecas y prestatarios con problemas estarían en mejor situación si pudieran renegociar sus préstamos y evitar las ejecuciones hipotecarias. Pero cuando las hipotecas se han rebanado y troceado para agruparlas y luego se han vendido en el mercado internacional, de forma que ningún inversor posee más que una fracción de cualquier hipoteca, esas negociaciones son imposibles. Y por culpa de los lobbies del sector financiero que impidieron que las hipotecas estuviesen cubiertas por los procesos de quiebra personal, ningún juez puede imponer una solución. El fenómeno de la titularización, creado con la creencia de que nunca se produciría un hundimiento a gran escala en el sector de la vivienda, ha atrapado a los inversores y a los prestatarios con problemas en una espiral descendente mutuamente destructiva.

2.
¿Qué pasa cuando las burbujas estallan? Invariablemente, un montón de riqueza en activos desaparece. Pero eso, en sí mismo, no basta para convertir el estallido de una burbuja en una catástrofe para la economía en general. La crisis de la Bolsa de 2000-2002 asestó un golpe de cinco billones de dólares al patrimonio de las familias estadounidenses. Hizo sufrir mucho a aquellas personas que contaban con las plusvalías para su jubilación, pero no desencadenó ninguna crisis sistémica generalizada. La crisis inmobiliaria representó un golpe de ocho billones de dólares, que tampoco fue mucho más grande que el del hundimiento de la Bolsa, si se tienen en cuenta la inflación y el crecimiento económico que hubo de por medio. Pero dio lugar a la peor crisis mundial desde los años treinta. ¿Por qué?

La mayor parte de Cómo salimos de ésta, de Roubini y Mihm, está, de hecho, dedicada a esta pregunta. Curiosamente, teniendo en cuenta la reputación que tiene Roubini de persona extremista y agorera, el libro depara pocas sorpresas. Pero es una muy buena introducción para explicar la manera en que unas finanzas mal encaminadas pueden destrozar una economía por lo demás saludable.

Hay dos respuestas principales a la pregunta de por qué algunas burbujas de activos hacen tanto daño cuando se pinchan. La respuesta más corta de miras se centra en el sector financiero; la de miras más amplias sostiene que la deuda y el apalancamiento entre agentes no financieros como corporaciones y propietarios de viviendas son igual de importantes. El hecho de que uno suscriba una u otra tiene consecuencias importantes para la visión que tiene sobre el modo en que deberíamos responder ante los pertinaces males de la economía.

Hablemos primero del sector financiero: los bancos y otras instituciones similares. Incluso Adam Smith sabía que los bancos están particularmente sujetos a crisis de confianza. Forma parte de la naturaleza de su negocio: un banco puede prometerle que tendrá acceso a su dinero siempre que quiera pero, dado que la mayoría de los fondos depositados en manos de cualquier banco se invierten en valores a largo plazo, ningún banco puede mantener realmente esa promesa si una gran parte de los depositantes exigen simultáneamente que se les devuelva su dinero. Por eso la banca depende de la confianza: mientras la gente crea que su dinero está seguro y solo saque fondos cuando tenga un motivo personal o empresarial para hacerlo, su dinero probablemente estará a salvo. Pero si los clientes de un banco empiezan a dudar de la solidez de la institución y deciden en masa sacar su dinero -es decir, si hay una retirada masiva de fondos del banco-, el miedo a que el banco quiebre puede convertirse en una profecía hecha realidad.

La crisis mundial del mercado inmobiliario, a diferencia del estallido de la burbuja de las punto.com, hizo que surgieran preocupaciones justificables respecto a la solidez de los bancos. Las instituciones financieras en su mayoría no estaban expuestas a las acciones tecnológicas. Sin embargo, estaban muy expuestas a pérdidas debidas a impagos hipotecarios. Por eso no resulta sorprendente, al menos retrospectivamente, que la crisis del mercado inmobiliario desencadenase una retirada masiva de fondos en grandes partes del sistema financiero. O por usar un término anticuado que vuelve a utilizarse de manera habitual, desencadenó el pánico financiero.

Pero ¿cómo podría darse un pánico de los de antes en el mundo moderno? Generaciones de instructores económicos les han dicho a sus alumnos que las retiradas masivas de fondos en los bancos -como en la famosa escena de la película Qué bello es vivir- son algo del pasado, ya que los depositantes modernos saben que su dinero está asegurado por la Corporación Federal de Garantía de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés). ¿Por qué se equivocaban? La ahora familiar respuesta es que en 2007 el sistema financiero había evolucionado hasta un punto en el que tanto la regulación bancaria tradicional como la red de seguridad asociada a ella estaban llenas de agujeros.

En EE UU, la banca convencional fue sustituyéndose progresivamente por diversas alternativas, ahora frecuentemente agrupadas con la expresión "banca en la sombra". Por ejemplo, muchas empresas empezaron a colocar su dinero no en depósitos bancarios sino en repos o acuerdos de recompra (préstamos a muy corto plazo a fondos de cobertura y bancos de inversión). Los acuerdos de recompra ofrecían unos tipos de interés más altos que los depósitos corrientes, porque sus emisores no estaban sujetos a los requisitos de reservas ni a otras normas que se aplican a los bancos convencionales. Pero no estaban garantizados por el Gobierno y, por tanto, estaban expuestos a crisis de confianza. Las retiradas masivas de acuerdos de recompra hundieron a Bear Stearns y Lehman Brothers. Y, según muchos cálculos, en 2007, los acuerdos de recompra y otras formas de banca en la sombra representaban alrededor del 60% del sistema bancario estadounidense total (pero la banca en la sombra seguía estando sin regular ni asegurar en su mayoría). "No es de extrañar", escriben Roubini y Mihm, "que el sistema de banca en la sombra estuviese en el centro de lo que se convertiría en la madre de todas las retiradas masivas bancarias".

En Europa, la ruptura de la red de seguridad bancaria tradicional adquirió una forma un tanto distinta. En primer lugar, los bancos de las zonas de burbuja en España, Irlanda, Islandia y Reino Unido concedieron préstamos que superaban con creces sus depósitos, los cuales complementaron con financiación al por mayor, es decir, adquiriendo préstamos de otros bancos e inversores. Esta financiación al por mayor podía agotarse, y de hecho se agotó, cuando la solidez de los prestamistas originales se vio en tela de juicio.

Más allá de eso, los bancos europeos estaban respaldados por sus Gobiernos nacionales, no por una red de seguridad paneuropea, lo cual quiere decir que, cuando en algunos países surgieron problemas bancarios realmente graves, la capacidad de los Gobiernos de esos países para apoyar a sus bancos se vio cuestionada. Islandia, donde un puñado de banqueros desmandados asumió una deuda varias veces mayor que el PIB del país, es el ejemplo más conocido. Pero dudas similares aunque menos importantes relativas a la capacidad del Gobierno para hacer frente a las deudas de la banca han surgido en Irlanda y España.

De modo que la crisis del mercado inmobiliario generó una crisis de confianza en gran parte del sistema financiero mundial y terminó por paralizar partes cruciales de dicho sistema. Los signos de tensión empezaron a aparecer a finales del verano de 2007; el caos se desató después de la quiebra de Lehman en septiembre de 2008. Durante el invierno de 2008-2009 se dispararon los costes de los préstamos para casi todo el mundo -en el caso de que alguien consiguiera un crédito- excepto para los Gobiernos. Y la economía mundial parecía acercarse peligrosamente a una catástrofe total.

Los responsables políticos se apresuraron a evitar ese final. Se rescató a las instituciones financieras a expensas de los contribuyentes; se ampliaron las garantías para restaurar la confianza (Irlanda, por ejemplo, tomó la extraordinaria medida de garantizar toda la deuda bancaria irlandesa); los bancos centrales y los organismos gubernamentales echaron una mano como prestamistas de último recurso y ofrecían crédito cuando los bancos no podían o no querían. Estas medidas consiguieron controlar el pánico: a principios del verano de 2009, la mayoría de los índices de estrés financiero habían vuelto a valores más o menos normales. Y como señalábamos al principio de este artículo, la economía mundial dejó de caer en picado y empezó a crecer otra vez.

Pero, como también hemos señalado, no ha sido una recuperación en toda regla. Si el problema fundamental tiene que ver con una crisis de confianza en el sistema bancario, ¿por qué la restauración de la confianza en la banca no ha traído una vuelta del crecimiento económico sólido? Es probable que la respuesta sea que los bancos solo eran una parte del problema. Resulta curioso que sólo uno de los tres libros analizados aquí mencione al menos la obra del fallecido Hyman Minsky, un economista heterodoxo y durante mucho tiempo olvidado, a quien le ha llegado su momento (en más de un sentido). No obstante, Roubini y Mihm aportan una buena visión general de las ideas de Minsky (y Richard Koo, lo sepa o no, es en gran medida un minskyano).

La teoría de Minsky, en resumen, era que las épocas de estabilidad financiera sientan las bases de las crisis futuras porque incitan a una amplia variedad de agentes económicos a contraer deudas cada vez mayores y a participar en una especulación cada vez más arriesgada. Mientras los precios de los activos siguen subiendo, impulsados por las compras financiadas con deuda, todo parece marchar sobre ruedas. Pero, antes o después, la música se detiene: hay un momento Minsky en el que todos los actores se dan cuenta (o los acreedores les obligan a darse cuenta) de que los precios de los activos no van a subir eternamente y de que los prestatarios han asumido una deuda excesiva.

Pero ¿no es esta nueva prudencia algo bueno? No. Cuando un individuo intenta pagar lo que debe, no hay ningún problema; pero cuando todo el mundo trata de hacerlo al mismo tiempo, las consecuencias pueden muy fácilmente ser destructivas para todos los implicados. El proceso de destrucción se observa más claramente en el sector financiero, donde el intento por parte de todo el mundo de pagar su deuda vendiendo activos al mismo tiempo puede llevar a un círculo vicioso de precios que se hunden y angustia creciente. Pero el problema no se limita necesariamente a las finanzas.

De hecho, Richard Koo sostiene en The Holy Grail of Macroeconomics (El santo grial de la macroeconomía, sin publicar en España ) que el mayor problema al que se enfrentan las economías después de un momento Minsky (aunque él nunca usa ese término) no reside en el sector financiero, sino en los sectores no financieros con demasiadas deudas en sus balances. Koo es el economista jefe del Instituto de Investigación Nomura. Gran parte de su libro está dedicado a la larga época de estancamiento de Japón que se inició a principios de los años noventa. Este estancamiento, afirma, era en su mayoría un reflejo de los problemas que tenían con las cuentas de resultados las corporaciones no financieras, que se vieron atrapadas en grandes deudas tras el estallido de la burbuja inmobiliaria japonesa en los años ochenta. Sostiene que EE UU se enfrenta ahora a un problema similar, con problemas de deuda concentrados no en las corporaciones sino en los propietarios de viviendas que han asumido grandes deudas tanto al comprar las casas como al usarlas como cajeros automáticos, es decir, rehipotecándolas para obtener dinero en efectivo por la revalorización de la vivienda y gastando ese efectivo en un mayor consumo.

Según el análisis de Koo, los intentos simultáneos por parte de muchos actores privados de pagar sus deudas condujeron a una "falacia de la composición", que está estrechamente relacionada con la famosa (aunque muy a menudo subestimada) "paradoja del ahorro". Cada corporación o familia individual recorta el gasto en un intento por reducir la deuda; pero estos recortes del gasto reducen los ingresos de todo el mundo y mantienen la economía permanentemente deprimida.

Estos problemas más generales de deuda y desapalancamiento posiblemente expliquen por qué el éxito a la hora de estabilizar el sector financiero solo ha servido para alejar un poco la economía del abismo, sin dar pie a una recuperación sólida. La economía está atada de pies y manos, todavía paralizada por la excesiva cantidad de deuda sin pagar. Es decir, los esfuerzos simultáneos de tantas personas por pagar sus deudas al mismo tiempo hacen que la economía siga deprimida.

¿Y cuál es la solución? A corto plazo, la única forma de evitar una recesión profunda cuando casi todo el mundo en el sector privado está tratando de pagar su deuda simultáneamente es que el Gobierno se mueva en la dirección contraria: que se convierta, de hecho, en el prestatario de último recurso, emitiendo deuda y gastando más a medida que el sector privado se retrae. Cuando el momento Minsky es más intenso, los déficits presupuestarios no solo son buenos, son necesarios. En realidad, el aumento de los déficits presupuestarios en todo el mundo entre 2007 y 2009 posiblemente fue más importante aún que los rescates financieros para evitar que la crisis del mercado inmobiliario desencadenase una repetición de la Gran Depresión en toda su magnitud.

Por cierto que, este aumento repentino de los déficits presupuestarios no se debió principalmente a los esfuerzos deliberados por estimular la economía. Al contrario, los factores principales fueron la caída de la recaudación fiscal a medida que las economías se hundían y, en segundo lugar, un crecimiento de los pagos automáticos como los subsidios por desempleo. En EE UU, el déficit federal bianual de 2009-2010 rondará los 2,5 billones de dólares; el plan de estímulo de Obama representa menos de un cuarto del total.

Por tanto, los déficits presupuestarios han evitado que caigamos en el abismo.


Paul Krugman es columnista de The New York Times y catedrático de Economía y Asuntos Internacionales en Princeton. Obtuvo el premio Nobel de Economía en 2008. Robin Wells es coautora, junto con Krugman, de Fundamentos de economía y ha enseñado Economía en Princeton, Stanford y el Massachusetts Institute of Technology. © 2010 The New York Review of Books Distribuido por The New York Times Syndicate Traducción de News Clips.
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Stiglitz: España podría afrontar una crisis como la de Argentina en 2001
http://latercera.com/noticia/negocios/2010/10/655-296348-9-stiglitz-espana-podria-afrontar-una-crisis-como-la-de-argentina-en-2001.shtml
Según el ex economista jefe del Banco Mundial y Nobel de Economía, la incapacidad para crear empleo y para reducir con eficacia su déficit público lo convierte, eventualmente, en presa fácil para los especuladores del mercado.
por EFE - 03/10/2010 - 15:01
© Bloomberg

Joseph Stiglitz, ex economista jefe del Banco Mundial y Nobel de Economía
España podría afrontar una crisis como la que afectó a Argentina en 2001 por su incapacidad para crear empleo y para reducir con eficacia su déficit público, lo que le convierte eventualmente en presa fácil para los especuladores del mercado.

Así lo advierte el economista Joseph Stiglitz, ex economista jefe del Banco Mundial (BM) y premio Nobel de Economía, en una revisión de su libro "Freefall" (Caída libre), de la que publica hoy un extracto el rotativo británico "The Sunday Telegraph".

"España podría estar entrando en el mismo tipo de espiral mortal que afectó a Argentina hace sólo una década", escribe Stiglitz, que considera que España es víctima de "las reglas del juego", que le obligan a recortar su gasto, lo que "casi con total seguridad conducirá a un incremento aún mayor del desempleo".

En este contexto "la economía española se ralentizará, pero la mejora de su posición fiscal será mínima", predice el economista estadounidense, que explica que "con menor crecimiento, los ingresos por vía impositiva caerán, el gasto social -como el subsidio de paro- se incrementará y los déficit seguirán siendo altos".

Al igual que en el caso de Grecia, Stiglitz cree que los especuladores todavía no han abandonado la presa, convencidos de que la debilidad de la economía española -cuya solvencia fue rebajada esta semana por Moody's de "AAA" a "Aa1"- juega en su favor.

"En estos momentos, España no ha sido atacada por los especuladores, pero puede que sea sólo una cuestión de tiempo", afirma el ex asesor del presidente estadounidense Bill Clinton.

Según Stiglitz, los ataques de los mercados financieros contra Grecia demostraron que los déficit no pueden ser ignorados, ya que pueden causar incrementos en los tipos de interés, lo que a la larga empeorará previsiblemente los problemas fiscales de los Estados.

"Las respuestas ingenuas -recortar el gasto y/o subir los impuestos- sólo empeorarán las cosas, como ha quedado dramáticamente de manifiesto con la respuesta del mercado al recorte español", escribe el hoy profesor de la Universidad de Columbia (EEUU).

Stiglitz considera que la raíz del problema para países como España o Grecia es que no pueden utilizar su divisa como un elemento de reajuste de sus economías, ya que el euro tiene un cambio fijo.

"Si a Grecia y España se les hubiera permitido devaluar su divisa, sus economías se habrían reforzado gracias a las exportaciones", afirma el economista, que vuelve a recordar el caso argentino: "sólo cuando Argentina rompió la paridad de su moneda con el dólar fue cuando pudo comenzar a crecer y a reducir su déficit".

Sobre el futuro de la moneda única europea, Stiglitz prevé un panorama "sombrío" y advierte de que el euro podría no sobrevivir si vuelve a haber una tormenta financiera como la de 2008.

Además, se muestra crítico con los Gobiernos europeos, por considerar que están aplicando reducciones del gasto público muy drásticos y muy precipitados en el tiempo, lo que, en su opinión, puede resultar en que las economías vuelvan a caer en la recesión.

"A consecuencia de que tantos países recorten el gasto de manera prematura, la demanda agregada global se reducirá y el crecimiento se ralentizará, incluso quizás derivando en una recaída en la recesión", escribe Stiglitz.

"EEUU puede haber causado la recesión global, pero Europa es ahora la responsable", argumenta el economista.

Stiglitz propone finalmente una solución: la salida de Alemania de la eurozona o la división de la eurozona en dos sub-regiones, la de las economías sólidas y la de las economía frágiles.

"El euro ha sido un experimento interesante, pero como el casi olvidado Sistema Monetario Europeo (SEM) que lo precedió, y que se derrumbó cuando los especuladores atacaron la libra esterlina en 1992, carece del apoyo institucional necesario para que funcione".


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miércoles 06 de octubre del 2010 Columnistas
Paul Krugman
Acometida sobre China
http://www.eluniverso.com/2010/10/06/1/1363/acometida-sobre-china.html
EE.UU. Personas serias quedaron consternadas ante la votación del pasado miércoles en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, donde una enorme mayoría bipartidista aprobó una legislación, patrocinada por el representante Sander Levin, la cual potencialmente abriría el camino para sanciones en contra de China con respecto a su política monetaria. Como cuestión sustancial, la iniciativa de ley fue bastante tenue; sin embargo, hubo funestas advertencias de una guerra comercial y alteraciones económicas alrededor del mundo. Más vale, dice la opinión respetable, ir en pos de una discreta diplomacia.Sin embargo, la gente seria, quienes han estado equivocados con respecto a muchísimas cosas desde que empezó esta crisis –¿recuerdan cómo los déficits presupuestarios iban a conducir a tasas de intereses por los cielos y creciente inflación?–, también está equivocada con respecto a este tema. La diplomacia sobre la divisa china no ha ido a ninguna parte, y seguirá estancada ahí a menos que cuente con el respaldo de una amenaza de represalia. No se justifica la conmoción en torno a la guerra comercial; y de cualquier forma, hay cosas peores que el conflicto comercial. En una época de masivo desempleo, empeorado por la depredadora política monetaria de China, la posibilidad de unos pocos aranceles nuevos debería estar muy abajo en nuestra lista de preocupaciones.Retrocedamos y veamos el estado actual del mundo.Importantes economías industrializadas siguen recuperándose de los efectos de un estallido de la burbuja de la vivienda y de la crisis financiera que le siguió. El gasto del consumidor está deprimido, al tiempo que las empresas no ven la razón de crecer cuando no están vendiendo suficiente para usar la capacidad que tienen. La recesión pudiera haber terminado oficialmente, pero la tasa de desempleo es sumamente alta y no da señales de estar regresando a niveles normales. La situación es muy diferente, sin embargo, en economías en surgimiento. Estas economías han atemperado la tormenta económica, están combatiendo la inflación en vez de la deflación, y ofrecen abundantes oportunidades de inversión. Como es natural, el capital de naciones más ricas pero deprimidas está fluyendo en su dirección. Además, las naciones en surgimiento podrían y deberían desempeñar un importante papel para ayudarle a la economía mundial en general a salir de su bache.No obstante lo anterior, China, la mayor de estas economías en surgimiento, no está permitiendo que este proceso natural se desarrolle. Las restricciones sobre la inversión extranjera limitan el flujo de fondos privados al interior de China; en el ínterin, el gobierno chino está manteniendo el valor de su divisa, el renminbi, artificialmente bajo mediante la adquisición de grandes cantidades de divisa extranjera, subsidiando en efecto sus exportaciones. Y estas exportaciones subsidiadas le están haciendo daño a los empleos en el resto del mundo.Funcionarios chinos defienden esta política con argumentos que son tanto improbables como muy inconsistentes.Niegan que estén manipulando deliberadamente su tipo de cambio; supongo que el hada de los dientes compró 2,4 billones de dólares en divisa extranjera y la puso en sus almohadas mientras ellos dormían. De cualquier forma, dicen prominentes figuras chinas, no tiene importancia; el renminbi no tiene nada que ver con el superávit comercial de China. Sin embargo, el Premier chino se quejó esta semana ante la perspectiva de una divisa más fuerte, declarando: “No podemos imaginar cuántas fábricas terminarán en la bancarrota, cuántos trabajadores chinos perderán sus empleos”. Bien, o el valor del renminbi tiene importancia, o no; no pueden ser ambas. En tanto, con respecto a la diplomacia: el gobierno de China no ha dado indicaciones de ser útil y parece que se esfuerza más de la cuenta por exhibir su desprecio hacia negociadores de Estados Unidos. En junio, los chinos supuestamente accedieron a permitir que su divisa subiera hasta una tasa determinada por el mercado –que, si el ejemplo de economías como la de Brasil constituye alguna indicación, habría significado un marcado aumento en el valor del renminbi; pero, hasta el pasado jueves, la divisa china había subido apenas 2%, aproximadamente, en contra del dólar–, en tanto la mayor parte de ese aumento ocurrió apenas en las últimas semanas, claramente en anticipación a la votación sobre la iniciativa Levin.Entonces, ¿qué logrará la iniciativa de ley? Faculta a funcionarios de Estados Unidos para que impongan aranceles en contra de exportaciones chinas subsidiadas por el renminbi artificialmente bajo, pero no les exige a estos funcionarios que emprendan acciones. Y a juzgar por la experiencia pasada, los funcionarios estadounidenses, de hecho, no emprenderán acciones –seguirán presentando excusas, a fin de promover un imaginario progreso diplomático, y, en general, para confirmar la creencia de China en cuanto a que ellos son tigres de papel–.La iniciativa de ley Levin es, entonces, una señal en el mejor de los casos; y en el peor, una severa advertencia dirigida tanto a oficiales estadounidenses como a los chinos. Sin embargo, es un paso en la dirección correcta.Porque la verdad es que legisladores estadounidenses han mostrado una increíble y exasperante pasividad ante la mala conducta de China; particularmente debido a que acometer a China es una de las pocas opciones estratégicas para acometer el desempleo disponibles para la administración Obama, dadas las obstrucciones de los republicanos con respecto a todo lo demás. La iniciativa Levin probablemente no cambie esa pasividad. Sin embargo, cuando menos empezará a hacer una fogata debajo de legisladores, acercándonos al día en que, por fin, ellos estén listos para actuar.© 2010 The New York Times News Service
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Y China ¿ahora cree en un dios?
http://www.bbc.co.uk/mundo/cultura_sociedad/2010/09/100830_china_cristianismo.shtml
Christopher Landau
miércoles, 8 de septiembre de 2010
BBC, China
El gobierno invierte en el desarrollo de la fe cristiana, algo impensable durante tres décadas.
Si uno piensa en religión en China, probablemente piensa en Budismo o Taoísmo. Pero el Cristianismo está en auge como nunca antes.
Muchas de las restricciones a la libertad de culto que se originaron en la Revolución Cultural de los '60 fueron levantadas, dando paso a un grado sorprendente de apertura y libertad religiosa.
Tanto las iglesias católicas como las protestantes autorizadas por el Estado han experimentado unos niveles de crecimiento que pocos habrían predicho en la década de los '80.
La Iglesia protestante china hace alarde de 20 millones de feligreses, y los chinos católicos se cuentan en 10 millones, aunque no hay que olvidar que entre 1.500 millones de habitantes, son una gota en un río.
Además, se trata de fieles dispuestos a pertenecer a las iglesias aprobadas por el Partido Comunista. Y, aunque en los últimos tiempos millones de chinos ha escogido esta opción, muchos otros forman parte de iglesias clandestinas no registradas.
En busca de la armonía
Esperan que la religión traiga armonía, le dijo a la BBC el director nacional de Asuntos Religiosos.
Y es que, a pesar de que la regulación del Cristianismo y otras religiones en China esté más laxa que nunca, todavía hay restricciones.
En una concesión inusual, Wang Zuo An, director general de la Administración Estatal de Asuntos Religiosos, habló con la BBC y demarcó las líneas que no se deben cruzar.
"En términos de la relación entre el Estado y la fe, en China se practica la separación: el Estado protege la libertad de culto y no interfiere en los asuntos internos de los grupos religiosos; de la misma manera, las religiones tienen que mantenerse dentro del marco de la Constitución y la ley y el orden, y no deben interferir en asuntos del Estado, como la administración, educación y justicia", aclaró Wang.
Y añadió: "Nuestro gobierno quiere que las religiones se desarrollen en China y estamos dispuestos a proveer toda la ayuda necesaria". Asistencia que incluye apoyo financiero considerable. Pero, qué saca el Estado comunista de esta inversión?
"Junto con al progreso que trajo la reforma de China y su proceso de apertura, hemos visto surgir algunos problemas sociales. El gobierno chino espera que las religiones puedan promover la armonía que predican y contribuyan a la construcción de una sociedad más armoniosa", afirma Wang.
El mensaje a las comunidades religiosas parece ser que si quieren ayudar a promover la cohesión social, el gobierno comunista no pondrá obstáculos, siempre y cuando se atengan a las reglas y no cuestionen el status quo político.
Tener fe en China
En un asilo de ancianos regentado por un grupo católico, la BBC encuentra en una silla de ruedas a una señora muy mayor que -rosario y crucifijo al cuello-, canta una bienvenida.
Relaciones con el VaticanoLas relaciones de la Iglesia católica nacional china con el Vaticano han estado muy resentidas desde la Revolución Cultural.
El Vaticano no reconoce la designación de obispos por parte de Pekín, y Benedicto XVI ha criticado los límites a la libertad religiosa.
De todas formas, el Papa ha escrito cartas a los 12 millones de católicos chinos, sin hacer distinciones entre los fieles de la iglesia nacional y la clandestina, y Pekín ha enviado a Roma a la orquesta nacional para disfrute del Pontífice, como gesto de buena voluntad.
El padre JB Jang explica que cuando llegó al centro, esta mujer no hablaba. Ni mucho menos cantaba.
De acuerdo al sacerdote, la política china de un solo hijo dejó a muchos adultos mayores completamente abandonados.
"Tras un tratamiento esta señora volvió a hablar. Incluso descubrió la fe. Servir a la gente con amor, ése es el principio cristiano. Algunos funcionarios del gobierno dicen que nosotros hacemos por la sociedad eso que ellos no pueden hacer. Y opinan que la iglesia está haciendo un buen trabajo y lo aprecian".
En el mismo centro, un anciano que solía ser pordiosero, también quiere cantar. Orgulloso, el sacerdote lo anima. Pero de su boca brota una melodía discordante: lo que entona es una canción de su juventud comunista.
"Tengo mucho que agradecerle a Mao. Sin la Revolución, no habría aprendido a leer, ni tenido tierra para labrar. Fue después, cuando ya no pude trabajar, que tuve pedir limosna", explica y, paso seguido, canta un himno católico. Los empleados sonríen aliviados por la demostración de amor por la religión, tras la de que dio por el comunismo: esas son las lealtades duales que tienen que aceptar.
Alguien con memorias mucho menos dulces de la Revolución Cultural es el obispo de la diócesis de Shangai, Abysius Jin, quien pasó 27 años en la cárcel por ser cura cuando Mao Zedong regía en el país. Con sus 94 años, no duda en criticar a la Iglesia a la que se ha mantenido fiel por tanto tiempo.
"Si no se utilizaran métodos anticonceptivos en China habría una explosión de población que no sería buena para nadie", le dice a la BBC sentado al lado de una foto del Papa, quien no estaría muy de acuerdo con su opinión. "Él es demasiado conservador. Es alemán. Preferiría que fuera más progresista".
El gobierno no cree en Dios
El gobierno percibe como positiva la influencia social de las obras de caridad cristianas.
En la Academia China de Ciencias Sociales, entre tanto, los intelectuales se dedican a analizar la fe desde otra perspectiva.
Además de invertir en el desarrollo de la religión, el gobierno también financia el estudio de ésta como fenómeno social.
El profesor Xhuo Xinping lidera un equipo de más de cien investigadores que están explorando si en la historia Occidental hay un vínculo entre la prosperidad económica y el protestantismo, y cómo se puede beneficiar de ello la China contemporánea.
"Nuestros economistas mantienen discusiones muy interesantes sobre la ética protestante y el espíritu calvinista. Es muy importante desvelar el secreto del desarrollo social de una cultura".
Desde ese punto de vista, la religión podría contribuir al desarrollo económico de China -una hipótesis que se examina en este centro de estudios comunista, sin señales de que haya ninguna contradicción entre los postulados.
Pero, ¿qué fue del compromiso del Comunismo con el ateísmo?
"Respecto a la pregunta de si Dios existe, el Partido Comunista Chino cree que no", aclara Wang.
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Sábado 02 de octubre de 2010, 5:00 AM edicion impresa
Nouriel Roubini, los últimos pronósticos del economista que predijo la crisis
http://www.df.cl/portal2/content/df/ediciones/20101002/cont_152568.html
María Ignacia Alvear C.
El profesor de Economía de la Universidad de New York, Nouriel Roubini, es considerado un visionario. Hace cuatro años, su nombre saltó a la fama cuando fue uno de los pocos economistas que logró predecir el colapso de la banca. Su “popularidad” ha traspasado el mundo financiero y fue invitado por el director de cine Oliver Stone a participar en su película “Wall Street: Money Never Sleeps”, donde hace una breve aparición actuando de él mismo. También participará en un documental sobre la crisis financiera narrado por el popular actor Matt Damon.Poco antes de su visita a Chile para participar en un seminario organizado por el banco Bice, la próxima semana, Roubini renovó sus advertencias sobre la amenaza de nuevas crisis en la economía mundial. Estas declaraciones forman parte de sus últimas entrevistas concedidas a Spiegel, CNBC y Bloomberg.-Hoy es la crisis de la deuda, antes fue la de la banca, y anteriormente la del sector inmobiliario. ¿Debemos acostumbrarnos a ser golpeados por crisis?- Eso me temo. Las crisis son parte del ADN del capitalismo. Son la excepción a la regla. Muchos elementos vitales para el capitalismo, como la innovación y el riesgo también gatillan colapsos con frecuencia. Y lo que acabamos de pasar, podría ser mucho peor en el futuro.- Hoy, mucho dinero va hacia los commodities como el petróleo y el cobre. ¿Están ahí las próximas burbujas?- Posiblemente. Esto no se debe a la demanda, sino que a que la liquidez persigue a los commodities. Es uno de mis principales temores ahora: decidimos salvar a la economía global inundando al mundo con liquidez: ahora estamos en riesgo de cometer el mismo error mientras aún dura el último ciclo.Recuperación anémica- Usted predice que las cosas van a empeorar antes de mejorar... ¿Es una afirmación justa?- Sí. El crecimiento de EE.UU. en el segundo trimestre fue estimado originalmente en 2,4% y luego en 1,6%. Dado que los nuevos resultados de vivienda van a ser revisados en 1,2%, eso ya es una recesión y sabemos que el segundo semestre de este año va a ser peor que el primero porque todo el impulso para el crecimiento ahora se ha convertido en viento en contra. Los efectos base se han ido, los ajustes de inventario se han ido, y la demanda de viviendas ha caído. Viendo los datos de julio y agosto todo sugiere una desaceleración.Por otro lado, el tercer trimestre podría marcar menos de 1% de crecimiento. Esto no es técnicamente una doble recesión, pero en la práctica sí se va a sentir como si fuera una recesión porque no habrá creación de más puestos de trabajo.- Hace unas semanas usted dijo que había 33% de probabilidades de recaer en recesión en EE.UU. y luego la subió a 40%. ¿Qué cree ahora?- Mantengo el 40%.-¿Cómo cree que el S&P 500 va a terminar el año?-Primero que todo, el S&P 500 no ha ido a ningún lado durante los últimos 12 meses. No ha ido a ninguna parte durante los últimos 10 años. (...) Se pueden tomar los datos como quieras y decir lo que quieras. La realidad es que el mercado no ha ido a ninguna parte porque la economía no ha ido a ninguna parte. Hay más riesgo de ir hacia abajo que de subir.Y dado este ambiente económico, al riesgo y volatilidad, y lo que está pasando en Europa y Japón, yo diría que los precios de las acciones se moverán lateralmente y posiblemente caerán. A comienzos de año, todos estaban hablando sobre una recuperación en forma de V, y ahora se ha convertido en una recuperación en U, una recuperación anémica.-¿Cuál es la mayor distorsión que ve en la economía? - Creo que nada de lo que hacemos en términos de política monetaria y fiscal puede hacer mucha diferencia en este punto. Hay que aceptarlo. Lo mejor que podemos hacer es, quizás, evitar una doble recesión. Pero no podemos evitar un crecimiento económico anémico a mediano plazo. -Y sobre los chinos y el yuan, ¿pueden dañar más que beneficiar?-Bueno, una apreciación gradual de la moneda china mejorará el déficit comercial de EE.UU. Si esa apreciación fuera muy rígida, tendría dos efectos negativos. Primero, los precios de importación en EE.UU. y la inflación se elevarían. Pero ahora, estamos preocupados de la deflación, no la inflación. Y segundo, por supuesto, si los chinos desconectaran el enchufe del financiamiento a EE.UU., habrá un gran aumento en las tasas de interés a largo plazo. -¿Ha visto alguna evidencia de esto?No. Ha habido algo de diversificación en China. Ahora sabemos que cerca de dos tercios de las reservas están en activos en dólares. Ellos se han alejado del 70%, pero esencialmente obligando a Japón a intervenir. Están exportando su intervención a Japón, a otros países. Así, mientras tratan de salir del dólar estadounidense, presionan a otros países a intervenir sus divisas.
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pravda
20 señales de que el colapso económico ha comenzado para muchos estadounidenses 21.
http://english.pravda.ru/opinion/columnists/21-09-2010/115011-economic_collapse-1/09.2010
Páginas: 12 Para la mayoría de los estadounidenses, el colapso económico es algo que está sucediendo a otra persona. La mayoría de nosotros hemos llegado a ser tan aislados unos de otros y uno mismo-para participar a menos que algo que afecta directamente a nosotros oa un familiar cercano de lo que realmente no lo siento. Pero a pesar de que la mayoría de nosotros disfrutar de una relación mucho más estrecha con nuestros aparatos de televisión que hacemos con nuestros vecinos en este momento, se está convirtiendo rápidamente innegable que un cambio fundamental se está produciendo en la sociedad. Tal vez se dio cuenta cuando dos o tres signos de ejecución hipotecaria aumentó en su calle. O tal vez te llamó la atención cuando ese buen hombre por la calle perdió su trabajo, y él y su familia al parecer desapareció de la zona de un día. La Oficina del Censo de los titulares de primera plana en todo el país esta semana cuando se anunció que uno de cada siete estadounidenses vivía en la pobreza en 2009. Cada solo día más estadounidenses se están chupado de la clase media y en el alma de la trituración de la pobreza. Desafortunadamente, la mayoría de los estadounidenses no les importa porque no les ha afectado todavía. Pero este año, millones de estadounidenses más se descubre que la música ha dejado de jugar y se quedan sin un asiento en la mesa. Mientras tanto, ningún partido político tiene una solución viable. Ellos al igual que señalar con el dedo y se culpan unos a otros. Versión para imprimir Tamaño de la letra Enviar a un amigo Los demócratas culpan a Bush por toda la pobreza y promover los programas de expansión para los pobres. No es que haya nada malo en que una red de seguridad. Pero la "red de seguridad" nunca fue pensada para alojar 50 millones de personas en Medicaid y 40 millones de personas en cupones de alimentos. El número de estadounidenses en cupones de alimentos se ha más que duplicado desde 2007. Así que simplemente lo doble de nuevo como las cosas se ponen aún peor? La verdad es que los programas de bienestar son sólo soluciones de corto plazo. Desafortunadamente, los demócratas no lo entiendo. Lo que los estadounidenses realmente necesitamos son buenos empleos. Los republicanos son tan estúpida que ni siquiera me gusta hablar de la pobreza porque piensan que es una "cuestión liberal". Algunos comentaristas conservadores incluso han sido tan brutalmente fría como para burlarse de los "99ers" (aquellos que han estado en paro durante tanto tiempo que incluso extendió sus beneficios federales se han agotado). En lugar de mostrar un poco de compasión y de ser el partido de los trabajadores estadounidenses (como debe ser), los republicanos están a menudo muy compasivo y permiten a los demócratas de ser "el partido de los pobres" por defecto. Tanto los partidos políticos necesitan una llamada de atención importante. No es un tsunami de la pobreza radical de los Estados Unidos, y alguien mejor despertar y hacer algo al respecto. Más folletos ayudará a la gente pasar en el corto plazo, pero no hay manera de que el gobierno federal puede apoyar financieramente a decenas de millones de estadounidenses más pobres. ¿Por cuánto tiempo es que va a ser antes de la "red de seguridad" simplemente se derrumba bajo el peso de toda esta pobreza? El camino que estamos en no es sostenible. La economía está cayendo a pedazos, y despertar a alguien mejor y hacer algo antes de que los estadounidenses aún más se encuentran ahogados en la pobreza. Los siguientes son 20 signos de que el colapso económico ya ha comenzado a uno de cada siete estadounidenses ..... # 1 La Oficina del Censo dice que el 43,6 millones de estadounidenses están viviendo en la pobreza y de acuerdo con ellos que es el más alto número de norteamericanos pobres en 51 años de registro. # 2 En el año 2000, un 11,3 por ciento de los estadounidenses vivían en la pobreza. En 2008, 13.2 por ciento de los estadounidenses vivían en la pobreza. En 2009, el 14,3 por ciento de los estadounidenses vivían en la pobreza. Huelga decir que la tendencia se está moviendo en la dirección equivocada. # 3 Sólo en 2009, los estadounidenses aproximadamente 4 millones más se unieron a las filas de los pobres. # 4 De acuerdo con la Associated Press, los expertos creen que el 2009 vio el mayor incremento anual en la tasa de pobreza de EE.UU. desde el gobierno de EE.UU. comenzó a calcular las cifras de pobreza en 1959. # 5 La tasa de pobreza EE.UU. es ahora el peor tercer lugar entre las naciones desarrolladas rastreado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo. # 6 Hoy en día los Estados Unidos tiene aproximadamente 4 millones menos de los asalariados que lo hizo en 2007. # 7 Casi 10 millones de estadounidenses reciben seguro de desempleo, que es casi cuatro veces más que lo estaban recibiendo en 2007. # 8 bancos de EE.UU. viviendas recuperadas 25 por ciento más en agosto de 2010 que lo hicieron en agosto de 2009. # 9 Uno de cada siete hipotecas en los Estados Unidos o en mora o en ejecución de una hipoteca durante el primer trimestre de 2010. # 10 En la actualidad hay 50,7 millones de estadounidenses que no tienen seguro médico. Un viaje a la sala de emergencia sería todo lo que se lleve a la quiebra un porcentaje significativo de ellos. # 11 Más de 50 millones de estadounidenses están en Medicaid, el gobierno de EE.UU. del programa de salud de atención diseñado principalmente para ayudar a los pobres. # 12 En la actualidad hay más de 41 millones de estadounidenses en cupones de alimentos. # 13 El número de estadounidenses inscritos en el programa de cupones de alimentos aumentó un impresionante 55 por ciento entre diciembre de 2007 junio de 2010. # 14 Uno de cada seis estadounidenses está siendo servido por lo menos un programa gubernamental de lucha contra la pobreza. # 15California tasa de pobreza se elevó a 15,3 por ciento en 2009, que fue el más alto en 11 años. # 16 De acuerdo con un análisis realizado por Isabel Sawhill Monea y Emilio de la Institución Brookings, 10 millones más de los estadounidenses (incluidos los niños de 6 millones más) se deslizará en la pobreza durante la próxima década. # 17 De acuerdo con un reciente informe de la Reserva Federal, los estadounidenses experimentaron una pérdida de $ 1,5 billones en valor doméstico neto combinado en el segundo trimestre de 2010. # 18 El empleo manufacturero en la industria informática EE.UU. es en realidad menor en 2010 que en 1975. # 19 La mediana de los ingresos del hogar EE.UU. se ha reducido un 5 por ciento desde su máximo de más de $ 52.000 en 1999. # 20 Un estudio recientemente publicado por el Center for Retirement Research de Boston College University encontró que los estadounidenses están 6600000000000 dólar por debajo de lo que necesitan para su jubilación. ¿Cómo alguien puede mirar los números y pensar que las cosas están a punto de "mejorar" absolutamente alucinante. Es hora de despertar. Las cosas no van a mejorar. Las cosas sólo van a empeorar. Los Estados Unidos se está convirtiendo en una nación donde la pobreza es absolutamente desenfrenada. Dado que la pobreza continúa extendiéndose, la delincuencia no se quedan atrás. Mientras tanto, la comunidad internacional quiere imponer un impuesto global sobre nosotros para que puedan "redistribuir" aún más de nuestra riqueza en todo el mundo. A continuación se informó sólo CNSNews.com .... 0 versión RepartirImprimir Tamaño de fuente Enviar a un amigo, un grupo de 60 naciones se reunirán la próxima semana en las Naciones Unidas para impulsar un impuesto a las transacciones en moneda extranjera como una forma de generar ingresos para alcanzar los objetivos mundiales de reducción de la pobreza, incluyendo el "cambio climático" mitigación. Bueno, no es tan grande? Como American
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El Tío Sam ya está muy viejo para ser líder en Asia
http://spanish.peopledaily.com.cn/31619/7162472.html es un articulo de opinion de china
Por Li Hongmei China enviará próximanente a su ministro de Defensa a Hanoi, para una reunión de jefes de esa cartera de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ANSEA) y otros ocho países invitados. Dicha ocasión podría atestiguar el primer apretón de manos entre los máximos responsables militares de China y EEUU, luego de que los lazos castrenses bilaterales se vieran alterados en enero, cuando Washington decidió vender un paquete de casi 6.400 millones de dólares en armas a Taiwán. Pero el tema del mar de la China Meridional, si bien encabeza la lista de intereses estadounidenses, ha quedado fuera de la agenda china para el foro. China insiste en que el diferendo por dicha zona geográfica no es de la competencia de la reunión de la ANSEA y sus ocho invitados.Se espera que el Tío Sam, una vez más, insista en acercar la sardina a su brasa, procurando ubicar este conflicto limítrofe en el fuero de la Corte Internacional de Justicia, a la vez que pugna por congraciarse con las naciones de la ANSEA y trata de distanciarlas de China. El mes pasado, el presidente de EEUU, Barack Obama, dijo a los líderes de las naciones del Sudeste Asiático que su país tiene“enormes intereses” en la región, donde se prepone desempeñar un papel de líder, con lo cual les expresó de modo explícito que Washington procurará el “realineamiento” con la ANSEA en Asia. En noviembre de 2009, Obama se comprometió a convertirse en el “presidente estadounidense procedente del Pacífico.” Si bien buena parte del público se pudo preguntar por el significado real de dicha afirmación, pocos deben haber dudado de la sinceridad o convicción del presidente al expresarla. De hecho, EEUU está intentando reajustar su relación con la ANSEA, especialmente tras las varias reuniones diplomáticas que se sostuvieron en su foro de Hanoi. Cuando la secretaria de Estado, Hillary Clinton, pugnaba desesperadamente por implicar a su país en los asuntos regionales e internacionalizar el diferendo del mar de la China Meridional, el significado de contar con un presidente “del Pacífico” pudo hacerse más comprensible. Mención especial merecen en este sentido tres casos: la cumbre de Asia Oriental, el mar de la China Meridional y la península coreana. En los tres casos, EEUU ha procurado atraerse a los países de la ANSEA, a la vez que aleja a China del proceso de toma de decisiones.El hecho de que la reunión se efectuara en septiembre en EEUU hizo patente en más de un modo la verdadera intención estadounidese de “regresar” a Asia, como parte de la estrategia que ese país ha cultivado por largo tiempo para institucionalizar y renovar su presencia en la mencionada organización regional, por medio de una “nueva arquitectura regional de seguridad y comercio en Asia.”
Por otra parte, el hecho de que la cumbre se celebrara en Nueva York, y no en Washington, y en ausencia del líder del mayor país y economía de la ANSEA, Indonesia, subrayó el hecho de que mientras EEUU apunta sin ambages hacia un involucramiento sustancial en dicho conglomerado, aún deberá andar largo trecho antes de que sus miembros se decidan a darle respaldo total. Las dificultades en este sentido, además, pueden verse multilpicadas por la tambaleante economía de EEUU y el declive de su influencia global.En tiempos recentes, EEUU incluso ha llegado al punto de ofrecer ayuda en la elaboración de un “código de conducta vinculante” que regiría el accionar en el mar de la China Merdidional, con el fin de dar por concluido un contencioso territorial entre los miembros de la ANSEA y China que amenaza la estabilidad regional. Más allá de toda duda, el Tío Sam estará no sólo interesado en usar su capacidad de intromisión para ayudar a conformar el documento regional, sino que además intentará que China lo acate sin chistar. Visto desde un prisma práctico, la supuesta realineación entre EEUU y la ANSEA, tan procurada por el primero, dista con mucho de ser una realidad palpable, mostrándose como obra a medio hacer. El pacto de libre comercio que tanto anhelan los países de la ANSEA no se lo puede propiciar EEUU, debido a la creciente presión doméstica y problemas de su economía. Asimismo, la intención estadounidense de alinear a los países del Sudeste Asiático contra China y usurpar la superioridad regional de ésta, no ha pasado de ser charla vacía, pues la ANSEA no podría ni desea iniciar un conflicto con China, un gigante con el cual ha concertado un sólido mecanismo de cooperación para beneficio mutuo. En el tablero de ajedrez del Tío Sam, todos los países de la ANSEA y China son piezas que se pueden mover a voluntad del jugador en Washington, aunque es preciso reconocer que el senil tío está sobreestimando su inteligencia, en la obstinada creencia de que no tiene oponente a su altura. Lo triste de la situación es que, a pesar de sus glorias de antaño, el Tío Sam no tiene hoy la capacidad de repetir hazañas de juventud. Una constelación de economías muestran su empuje en el horizonte de una nueva Asia, con un diseño propio. El Tío Sam es ahora mismo un huésped que no ha sido invitado a la cena de la región, donde tiene nulas posibilidades de llevar la voz cantante y mucho menos de liderar a los que son comensales por derecho propio. (Pueblo en Línea)11/10/201
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Economía 12.10.2010
Guerra de divisas: poca acción, mucha hipocrecía
http://www.dw-world.de/dw/article/0,,6106021,00.html?maca=spa-newsletter_sp_Titulares-2358-txt-nl


Las turbulencias monetarias y conflictos por el curso de divisas caracterizaron la última reunión del Fondo Monetario Internacional, pero las propuestas fueron superficiales y parcializadas, opina Rolf Wenkel.

Los temas centrales de la asamblea del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial en Washington deberían haber sido el desarrollo de la economía mundial luego de la recesión global, la regulación y control de los mercados financieros, la reducción de los déficits fiscales y de los desequilibrios comerciales a nivel global. Pero el miedo a una posible “guerra de divisas” desplazó casi todo a un segundo plano.
El encuentro anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial en Washington ha producido dos supuestos vencedores por puntos. El ministro de Finanzas estadounidense, Timothy Geithner, parece haber logrado presentar la política monetaria china como única causante de las desigualdades globales y de las turbulencias en los tipos de cambio. Y el jefe del FMI, Dominique Strauss-Kahn, pudo ponerse en escena a sí mismo y al organismo que representa como salvadores del sistema monetario internacional. Algunos periódicos franceses ya escriben que Strauss-Kahn podría, si quisiera, remplazar a Nicolas Sarkozy y ser el próximo presidente francés.
Pero, como sucede en las victorias por puntos, no lograron convencer a todos los observadores. Porque ni China es el único causante de los desequilibrios globales y de las turbulencias monetarias, ni los bomberos internacionales del FMI han sido automáticamente llamados a organizar un nuevo orden monetario mundial.
Una dotación de bomberos está para combatir incendios. Pero las reglas y las leyes de protección ante siniestros las tienen que crear otros organismos. Por ejemplo, los 20 países industrializados y en vías de desarrollo cuyos representantes se reunirán en este próximo noviembre de 2010 en Corea del Sur.
Tres años después del estallido de la crisis económico-financiera global, en Washington aún pueden palparse sus consecuencias, esta vez en el frente monetario. Si bien se han podido suavizar relativamente las consecuencias de la crisis y poner coto a la fase de recesión global, gracias al trabajo conjunto ejemplar del G20 y de sus resoluciones de Londres, Pittsburgh y Toronto, recién ahora se decanta cuán alto es el precio que deben pagar los gobiernos: hay amenaza de una recaída en las jugadas nacionales individuales y en el proteccionismo. La expresión “guerra de divisas” circula en boca de todos.
Y eso no es mera casualidad. Casi siempre, las crisis financieras conducen irremediablemente a crisis fiscales de los Estados. Ya que las altas cuotas de desempleo, los paquetes de rescate y los programas coyunturales hacen explotar la deuda pública. Como medida para paliar el déficit, los estados se imponen drásticas medidas de ahorro, lo cual termina estrangulando la demanda y hace crecer el peligro de una nueva recesión. Los bancos emisores mantienen sus tasas de interés en cero o casi en cero y el capital busca lugares con mayores tasas. Y esos lugares son los países en vías de desarrollo, que crecen dos o tres veces más rápido que los países industrializados. Entonces, esos países son celebrados por el FMI como los nuevos motores del crecimiento global.
Pero las nuevas estrellas no se sienten realmente felices en ese rol, ya que registran, en parte, un flujo masivo de capitales, lo cual presiona a sus divisas a un aumento de su valor nominal. Brasil tuvo que accionar, hace poco, el freno de emergencia. Introdujo controles de circulación de capital y aumentó el impuesto al flujo de capital extranjero. Otros países están a punto de seguir este ejemplo. Pero el malestar crece, y no sólo en los países en vías de desarrollo. En septiembre, Japón intentó, por primera vez en años, detener el alza del yen con compras masivas de dólares en el mercado de divisas. Y el euro, cuya muerte había sido pronosticada por muchos, aumentó tanto frente al dólar que el jefe del Eurogrupo, Jean-Claude-Juncker, habló en Washington de una moneda comunitaria “sobrevaluada”.
Todos estos son indicios de una única enfermedad: el dólar se devalúa frente al resto del mundo. Cada vez menos inversionistas parecen estar convencidos de que los EE.UU. estarán en condiciones de pagar la cuenta por sus décadas de consumo en base al préstamo. Sólo China trata, por medios dirigistas, de evitar una revalorización del yuan. Y no para hacer de chivo expiatorio. Es que no considera que haya llegado el momento de una revaluación. Todos los programas estatales de China sirven a un solo fin: el desarrollo de una vasta clase media con gran poder adquisitivo, el refuerzo de la demanda interna, para no seguir siendo exclusivamente dependiente de la exportación. Pero eso no se logra en un día. Si mañana se liberase el yuan, el dólar probablemente se devaluaría de un 10 a un 40 por ciento frente a la moneda china.
Y que, con ello, las reservas de divisas de China disminuirían su valor en un 40 por ciento sería el problema menor. Lo peor es que miles de empresas de exportación se declararían en quiebra y millones de personas caerían en el desempleo. Si el gobierno quiere evitar conflictos sociales, no puede permitirlo. China quiere revaluar su divisa y la revaluará. Pero no permite que nadie le dicte a qué velocidad y en qué medida. Y mucho menos un ministro de economía estadounidense, que observa con calma cómo se quejan los brasileros, los japoneses y los europeos de la fuerza de sus respectivas monedas. Visto de ese modo, las advertencias de una carrera mundial por la devaluación suenan hipócritas. Sobre todo, si vienen de EE.UU.
Autor: Rolf Wenkel/ Cristina PapaleoEditor: José Ospina Valencia
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Las cosas han cambiado Una nueva economía mundial
http://www.tribunacampeche.com/index.php?option=com_content&view=article&id=30831:las-cosas-han-cambiado-una-nueva-economia-mundial&catid=29:editorial&Itemid=50

Miercoles, 13 de Octubre de 2010 08:49
Orlando DELGADO SELLEYLa reunión conjunta del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que concluyó el domingo pasado en Washington y que reunió, como todos los años, a ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales, mostró que la economía del mundo ha cambiado dramá ticamente y que lo seguirá haciendo por mucho tiempo más. Y la prueba está en que esta reunión, que fue concebida y planeada para discutir las medidas necesarias para que la recuperación incipiente pudiera consolidarse, tuvo que ocuparse de alertar contra políticas cambiarias proteccionistas. Por el tono de los discursos de Dominique Strauss-Kahn y de Robert Zoellick, director-gerente del Fondo Monetario Internacional y presidente del Banco Mundial, respectivamente, el riesgo mayor para consolidar la recuperación y lograr que se revierta el desempleo en el mundo, que hace sólo unas semanas era el tamaño de la deuda pública, es que hay monedas que se mantienen artificialmente sobrevaluadas para fomentar sus ventas al exterior y reducir sus compras. El director-gerente del FMI dijo que estamos frente a la posibilidad de una “guerras de divisas”, un término que introdujo el ministro de Finanzas brasileño Guido Mantega, aludiendo a la situación de la moneda china —renminbi o yuan— que, de acuerdo con todas las mediciones de paridades ideales, tiene una sobrevaluación entre 20% y 40%.Esta que era una situación conocida hace tiempo, y que ha dado lugar a encendidas polémicas entre el Premio Nobel Paul Krugman y economistas chinos, se ha convertido en un problema general que involucra al dólar, al yen, al dólar australiano y al real brasileño. En las semanas recientes, la Reserva Federal estadunidense ha dado clara muestra de que sigue subsidiando al dólar a través del mantenimiento de una tasa de interés del 0.5%, lo mismo que el banco central japonés que ha mantenido la suya en 0%, al tiempo que los brasileños han tenido que tomar medidas para controlar el ingreso de capitales golondrinos.Thimothy Geithner, secretario del Tesoro de Estados Unidos, señaló que la excesiva acumulación de reservas está distorsionando el mercado mundial y complicando la recuperación. Lo que en verdad plantea es que China se ha beneficiado de un renminbi notoriamente sobrevaluado, que le permite acumular una cantidad asombrosa de reservas debido a los grandes excedentes generados por su comercio exterior.Las reservas de China superan los 2.2 billones de dólares —20 veces las reservas del Banco de México, que tienen un nivel histórico de poco más de 108 mil millones de dólares—, y eso le ha permitido, por ejemplo, comprar deuda griega para impulsar acuerdos económicos que permiten a las empresas chinas comprar empresas griegas o asociarse favorablemente con ellas, Lo notable del caso es que Geithner le pide al FMI que asuma el papel de árbitro, capaz de sancionar a los que violen las reglas del comercio internacional. Hasta hace unos años, Estados Unidos hubiera establecido impuestos compensatorios a los productos chinos, como lo hizo con Japón, obligándole a modificar su política cambiaria. Geithner pide ayuda, porque su gobierno no se atreve a hacerlo temiendo que el Gobierno chino responda con una venta masiva papel gubernamental estadounidense, con lo que crearía en el mercado internacional de capitales una situación de derrumbamiento del valor de las emisiones de deuda del Gobierno que no parecen dispuestos a enfrentar.El mundo unipolar parece haber durado poco. Con la caída del Muro de Berlín en 1989 y el derrumbe del imperio soviético dos años después, Estados Unidos quedó como el gran ganador. No había país capaz de enfrentar su poderío militar y económico, estableciendo una hegemonía mundial incontrovertible. Sin embargo, la doctrina económica que había impulsado desde los años ochenta y la teoría económica en la que se sustentaba les hizo creer que con el predominio mundial de los mercados libres, lo que equivale a decir el predominio de las grandes empresas mundiales, muchas de ellas estadounidenses, que controlan esos mercados, las crisis eran cosas del pasado.Todos los controles que se habían establecido después de la crisis de 1929, que habían logrado la hazaña de que los ciclos económicos se mantuviesen en niveles aceptables, fueron retirados con el argumento de que la mano invisible del mercado, esa de la que había hablado Adam Smith a finales del siglo XVIII, era la mejor asignadora de los recursos mundiales y también la mejor distribuidora de los resultados generados por esos recursos. La euforia parecía razonable. Sin embargo no lo era.Los Estados Unidos, de ser un país acreedor se convirtió en deudor y los consumidores estadunidenses se endeudaron exactamente como su país. Algunos de los países que han llamado emergentes aprovecharon las condiciones del mercado mundial que vieron crecer el precios de materias primas, metales y del petróleo para impulsar el crecimiento económico, pero guardando un as bajo la manga: acumulando reservas internacionales para evitar lo que les ha pasado varias veces: repentinamente se desploman los precios de los productos que exportan y se encarecen los que importan.La economía mundial en unos cuantos años vio como se modificaba su estructura. En el 2000 Estados Unidos aportaba el 30.9% del producto mundial y junto con Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá sumaban prácticamente las dos terceras partes de la economía mundial, al tiempo que los países emergentes grandes (Brasil, China, Corea, India, México y Rusia) aportaron el 11.6%. En 2008, al final de un lustro de crecimiento generalizado, la composición era 52.7% contra 18.1%, lo que implicaba que los países desarrollados que se agrupan en el G7 habían perdido más de 13 puntos porcentuales de participación en el PIB mundial, en tanto que este grupo de emergentes ganó 6.5 puntos.Lo fuerte, sin embargo, es que en las previsiones para 2015 del Fondo Monetario Internacional, los países del G7 aportarán el 46.6% del PIB mundial, casi 20 puntos porcentuales menos que en 2000, en tanto que los emergentes exportadores sumarán el 24.9%, 13 puntos porcentuales más que en 2000. En esta nueva estructura entre los 10 países con un PIB mayor estará China, que ocupará el lugar 2, Brasil el 7, Rusia el 8 e India el 9. Habrá seis países viejos y cuatro nuevos, justamente los llamados BRIC.Estos cambios han ido modificando la correlación de fuerzas económicas y políticas en el mundo. Nadie se atreve a dudar de la enorme importancia china en el intercambio internacional de mercancías, pero la tiene también en el mercado de capitales y eso le da capacidad de negociación. Brasil e India, por su parte, han empezado a ganarse el respeto internacional y comienzan a perfilarse como nuevas potencias, El caso ruso es, sin duda, peculiar: hace unas cuantas décadas era una potencia que rivalizaba con Estados Unidos, pero su desmembramiento la redujo sensiblemente. Su recuperación es notable.Así las cosas, el jefe del tesoro estadunidense le pide ayuda al FMI y éste no le responde, debido quizá a que los propios estadunidenses están reduciendo el valor de su moneda frente al euro. Lo cierto es que en esta nueva configuración económica mundial se acabaron las imposiciones estadunidenses y de los organismos financieros internacionales que operaban como sus voceros, y eso tendrá consecuencias importantes. En este otro mundo que se ha hecho posible veremos si las cosas han cambiado para bien.
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Opinión
Los Bancos Centrales y el oro
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1315724
Por Carlos Oliva Campos Especial para lanacion.com
Domingo 17 de octubre de 2010 01:49 (actualizado a las 01:49)
PARIS.- La política de reducir las reservas en oro de los Bancos Centrales no es de actualidad. Desde septiembre de 2009 sólo se vendieron 1,8 Tn, cuando la cuota anual había sido fijada en 400 Tn. La tendencia se modifica: en 2009, por primera vez después de decenios, los Institutos de Emisión compran oro. Este cambio histórico de política -signo que no decepciona ni hace caer en el error y se inscribe dentro de un contexto favorable del metal- debería confirmarse en 2010.
A la economía mundial le hará falta alrededor de diez años para reponerse de la casi quiebra del sistema financiero internacional de 2008/2009. Los inversores a largo plazo son conscientes de los desafíos a los que estarân expuestos los mercados, comenzando por el envejecimiento de la población y sus efectos estructurales sobre el crecimiento. Su temor es que una parte de los fondos emitidos (oro papel) no se encuentre integralmente cubierta por el oro físico. Es poco probable saber si dicha inquietud es fundada. El éxito de estos fondos es notorio en los países donde no es posible poseer oro físico. De allí la preferencia por esta forma de transformación de riesgos a través de títulos negociables del metal amarillo denominada titrisación.
Inclusive si el oro se halla favorecido por la perspectiva de un fuerte aumento de precios, el nivel actual no integra ninguna de las anticipaciones de inflación y temores geopolíticos vinculados a eventualidades de un nuevo shock petrolero. Por el contrario, la economía se encuentra en una situación de casi deflación, y no es la inflación la que hace subir las cotizaciones. La realidad es que el oro está por reencontrar su estatuto de moneda y que los inversores reorganizan sus portafolios teniendo en cuenta esta perspectiva.
Lingote o fajo de billetes
Una espesa nebulosa cubre el mercado del oro: La London Bullion Market Association (LBMA) decidió no difundir públicamente sus estadísticas, circunstancia que debería incitar a los poseedores de oro papel bajo la forma de ETF o de certificados, a convertirlos en oro físico y registrarlo en una cuenta personal, evitando guardarlo en una cuenta no segregada, es decir una cuenta en la que varios poseedores finales dejan su oro sin que les sea atribuida individualmente.
Los diez bancos que hacen profesión habitual de la compra-venta de oro operan según el viejo principio de que sólo una débil cantidad de los adquirentes del metal solicita la entrega del mismo, acostumbrando dejarlo en manos del vendedor. Por aplicación del sistema de reserva fraccionada, un ratio de 25 %, cuatro personas diferentes, sin saberlo, poseen un solo lingote en una cuenta común. En los hechos, el mercado de oro físico es un mercado de oro papel. Se suele descartar la corrida que podría producirse en el caso en que demasiados poseedores de oro decidan retirarlo del banco o transferirlo a una cuenta no segregada, La desconfianza crece y cada vez mâs los tenedores desean ver el color de su oro. Vale mâs un lingote a la vista que un fajo de billetes de divisas fuertes.
Sospechas
¿Les puede faltar bruscamente oro físico a los grandes bancos? El inversor supone el escenario siguiente: el Banco de Ajustes Internacionales (BRI) y los Bancos Centrales cooperan para influir en el precio de los activos, en particular del oro y de las divisas. El fecundo llamado a la imaginación hace pensar que tanto el HSBC como el JP Morgan Chase poseen posiciones cortas astronómicas sobre el Comex y muchos pueden ser los que se pregunten si esos bancos poseen la superficie financiera necesaria como para cubrir esas posiciones. Además, el HSBC es el depositario oficial del oro de los fondos GLD
El oro bajo la forma de títulos negociables tanto ETF (Exhange Trade Fund) como GLD (Gladstone), son fondos que bien pueden ser un medio cómodo de crear oro inexistente. Se recuerda el caso de dos Bancos Centrales que se habrían visto obligados a recurrir a la ayuda de sus agentes JPMorgan Chase y Deutsche Bank en oportunidad de tener que entregar una gran cantidad del metal que había sido vendido a corto plazo (« forward ») por los banqueros centrales en el mercado de oro londinense (LBMA)
La explosión de la demanda
En 2009, 50 % de las compras de oro fueron efectuadas por los inversores que buscan adquirirlo como complemento de sus depôsitos y colocaciones en divisas en bancos extranjeros de reconocida solvencia e inversiones en el exterior.
Los países emergentes hicieron una carrera desenfrenada. China, el Banco de África del Sur, y los Bancos Centrales de la Argentina, Rusia y Venezuela se posicionaron y anunciaron la intención de comprar oro. Mientras nuestro país pasó de 600 Kg. en el año 2000 a 54,7 Tn en 2008, Brasil disminuyó sus tenencias pasando de 71 Tn a 33,6 Tn en 2008, lo mismo que Canadá (de 44 a 3,4 Tn ) y Chile (de 36 Tn a 200 Kg.)
Las existencias físicas de oro del Banco Central de la República Argentina alcanzan a 54,7 Tn equivalentes a 1.760.957 onzas (4.382 barras de oro, 12,5 Kg cada una) y fueron valuadas al cierre del ejercicio del 30 de septiembre ûltimo en U$S 2.298 millones. Las tenencias en oro que representan 4,5 % de las reservas internacionales (U$S 51.125 millones) están atesoradas en la bóveda del Instituto de Emisión y revisten el carácter de buena entrega.
Contexto histórico
Las estadîsticas senalan que en 1870 el Banco de Francia contaba con 217 Tn de reservas en oro, pero sin embargo el Banco de Inglaterra -con sus modestas 161 Tn- se encontraba en el centro del sistema: Gran Bretana es el "acreedor de toda la tierra", afirmaba Sir John Claphan. En 1913, las 248 Tn que registró fueron superadas por la mayor acumulación de otros países (Estados Unidos 2.293 Tn, Rusia 1.233 Tn, Francia 1.030 Tn, la Argentina 440 Tn, Alemania 439 Tn, Austria-Hungría 378 Tn, Italia 356 Tn, Australia 310 Tn). Entre 1925 y 1945 los haberes oficiales en oro de Estados Unidos pasaron de 6.000 a 18.000 Tn, alcanzando el 63 % de los stocks de oro del mundo.
TESORO MONETARIO
Stock en toneladas métricas de oro fino
Países 1920 1925 1930 1945
Estados Unidos 3.679 5.998 6.358 17.848 Francia 1.622 1.201 3.160 1.378 Inglaterra 864 1.046 1.080 1.773 Japón 837 866 620 (°) España 709 740 709 (° ) Argentina 700 678 620 1.064 Alemania 391 432 794 (°) Suiza 151 132 207 1.194 Total mundial: 11.295 13.892 16.469 28.331
(°) Guerra. Estadísticas incompletas
Fuente: WGC. Central Bank Gold Reserves. T. Green 1999.
En 1920, 1925 y 1930 las reservas acumuladas por la Argentina le permitieron ocupar la sexta posición mundial y la quinta en 1945. Estados Unidos poseía en 1920 cuatro veces más oro que la Argentina. En 1925, ocho veces más. En 1930, nueve y en 1945, dieciséis veces más. En septiembre de 2010 los estadounidenses poseen 148 veces más oro que nosotros (8.133,5 Tn representan 72 % de sus reservas oficiales de cambio y 27 % del stock de oro mundial) y nuestro paîs ocupa la posición n° 41.
En las reservas oficiales de cambio de todos los paîses (27.113 Tn) la media internacional del oro representô a precios corrientes de mercado 10,1 %. En situaciones extranas el papel moneda puede no aceptarse, mientras que el oro puede ser utilizado siempre por ser un medio de pago a parte entera. Se conserva como una verdadera seguridad econômica para el futuro y permite confiar en una moneda y en la solvencia de un paîs.
El oro juega un rol crucial y estratégico en la movilizaciôn de las reservas de los Bancos Centrales del mundo en caso de necesidad. Ellos poseen el 20 % de los stocks de oro del planeta estimados en 30.536,6 Tn como reservas de activos dispersos a través de 109 organismos. Sôlo 21 Bancos Centrales conservan el 90 % del stock.
El autor fue gerente del Banco Nación París de 1981 a 1988. Es consultor en estrategias en el mercado de divisas.

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