Las
empresas de EE.UU. descubren la formación técnica alemana
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Aprendices
de la firma de ingeniería alemana Wittenstein en Bartlett, Illinois. PHOTO:
WITTENSTEIN HOLDING CORP.
Por ELIZABETH SCHULZE
martes,
27 de septiembre de 2016
19:52 EDT
Las empresas
estadounidenses que luchan por satisfacer su demanda de trabajadores
industriales cualificados están recurriendo a Alemania para hallar una solución
que pueda cerrar la brecha de capacidades laborales en la mayor economía del
mundo: la formación técnico-profesional.
Dos
millones de empleos industriales permanecerán vacantes en Estados Unidos
durante la próxima década debido a la escasez de trabajadores capacitados, según un análisis del Instituto
Manufacturero, un grupo sin fines de lucro afiliado a la Asociación Nacional de
Fabricantes, y la firma de servicios profesionales Deloitte LLP.
Aunque el
gobierno de Barack Obama ha invertido millones de dólares para promover la
capacitación laboral, estos puestos siguen siendo difíciles de llenar en un
país donde los títulos universitarios de
cuatro años son vistos como el camino más viable para conseguir trabajos bien
remunerados. La Oficina de Estadísticas Laborales informó que dos tercios
de los graduados de secundaria que se inscribieron en la universidad en 2015
optaron por carreras de cuatro años.
“Siempre se oye que la
formación técnica es para perdedores, un camino sin salida”, dice Mario Kratsch, director de la
iniciativa de habilidades del Consorcio para la Formación Técnica Superior de
Illinois (o ICATT, por sus siglas en inglés), un grupo con sede en Chicago que
coopera con la Cámara de Comercio Germano-Estadounidense y está tratando de
reproducir el modelo alemán en EE.UU.
En Alemania, aproximadamente la mitad de los graduados de
secundaria opta por programas de formación técnica de alto octanaje en lugar de
títulos universitarios. Una razón es que el empleo es casi seguro.
Los
aprendices alemanes pasan entre tres y cuatro días por semana capacitándose en
una empresa y entre uno y dos días en un instituto profesional público. La
empresa paga los salarios y la matrícula de la escuela. Después de tres años,
los aprendices rinden exámenes para recibir los certificados reconocidos a
nivel nacional en su ocupación. Muchos continúan trabajando a tiempo completo
en la empresa donde hicieron su capacitación.
El Departamento de Trabajo de EE.UU. dijo que 87% de
quienes participan de esos programas en ese país consiguen
empleo después de completar sus programas de formación. Los trabajadores
que completan su formación ganan en promedio US$50.000 anuales, suma que está
por encima del salario anual promedio de EE.UU., de US$44.720. Un estudio de
2012 halló que los trabajadores que hacen la capacitación llegan a ganar a lo
largo de sus carreras hasta US$300.000 más que quienes no lo hacen.
El ICATT
está tratando de aprovechar la experiencia de multinacionales alemanas como BMW
AG, Siemens AG y Volkswagen AG, que ya han exportado el modelo de formación
profesional a sus operaciones en EE.UU.
Siemens puso
en marcha un programa de formación en su fábrica de Charlotte en 2011. La
compañía se asoció con un centro de formación profesional local para ofrecer
cursos en combinación con la capacitación laboral en la fábrica. Los aprendices
reciben formación en habilidades requeridas en la fabricación avanzada y se
gradúan con un título terciario que combina ciencia, tecnología, ingeniería y
matemáticas.
Siemens
indicó que reclutó a los postulantes entre los estudiantes de escuelas
secundarias locales. La compañía gasta alrededor de
US$180.000 por estudiante para cubrir matrícula, libros y salarios
durante el programa, que dura cuatro años. Diez de los 11 aprendices que
completaron el programa todavía trabajan en la empresa. Siemens expandió el
programa a Fort Payne (Alabama), Sacramento y Atlanta.
Con la ayuda
del ICATT, el modelo alemán está ganando terreno entre las pequeñas y medianas
empresas estadounidenses, como el fabricante de metales Scot Forge. Esta
empresa de Illinois trabajó con el ICATT para instituir un programa de
formación que utiliza los rigurosos estándares de certificación alemana para
hacer frente a la escasez de trabajadores cualificados.
Los aprendices rotan entre las fundiciones de Scot Forge y las
aulas de universidades locales. La empresa paga su matrícula y sus
salarios. Los aprendices que terminan con éxito el programa de tres años
egresan con un título, sin deudas de estudios, y con un trabajo garantizado en
la empresa por dos años.
Zach Ford,
que dirige el programa de formación de Scot Forge, señala que desearía haberlo
instituido antes.
“Si los fabricantes no
abren sus ojos y ven lo que va a pasar aquí, se perjudicará nuestra industria”, dice Ford. “Si uno no tiene la gente
para hacer el trabajo, no importa la cantidad de trabajo que haya”.
Ford espera
que el modelo alemán ayude a reducir la rotación de personal, lo cual es una
prioridad a medida que las jubilaciones aumentan.
“Alguien los
está apoyando y asume el riesgo por ellos”, dice respecto de los aprendices.
“Naturalmente, debería proporcionar un poco de lealtad” recíproca.
Scot Forge
es una de las 12 empresas que se unieron al ICATT desde que el programa se
lanzó el año pasado. El número de postulantes a los programas de formación
aumentó de 19 a 53 en un año y la matrícula se duplicó a un todavía modesto
número de 14 estudiantes.
La Cámara de
Comercio Germano-Estadounidense cuenta con asociaciones similares con grupos de
formación en los estados de Michigan, Kentucky y Georgia.
Peter
Riehle, presidente ejecutivo de la filial de EE.UU. de la empresa de ingeniería
alemana Wittenstein AG, que es parte del ICATT, dice que el modelo alemán
permite a las empresas más pequeñas desarrollar una fuerza de trabajo
cualificada, incluso si carecen de recursos para financiar programas de
formación.
Los
departamentos de Comercio, Trabajo y Educación de EE.UU. y sus homólogos
alemanes firmaron el año pasado una declaración conjunta con el objetivo de
agregar más empresas al modelo alemán.
La
secretaria de Comercio, Penny Pritzker, dice que el esfuerzo de trasplantar ese
modelo a EE.UU. “puede ser una de las más valiosas importaciones alemanas a
nuestro país en el largo plazo”.
A pesar de
la promesa del modelo, el trasplante no será fácil porque este está ligado al
sistema educativo alemán, en el que alrededor de los 17
años los estudiantes toman la decisión de obtener un título universitario o un
título profesional y una formación. Las instituciones educativas están
separadas, y pocos estudiantes cambian una vez que eligen uno de los dos
caminos.
Alemania
también hace cumplir sus estrictas normas nacionales en más de 300 ocupaciones.
EE.UU. carece de normas de certificación de
capacitación laboral uniformes. Un empleado que completa un aprendizaje
en una empresa podría no cumplir con los requisitos para trabajar en otra
empresa en el mismo campo.
“La
infraestructura en Alemania es algo que se necesita una estrategia a largo
plazo para alcanzar”, dice Robert Lerman, investigador del Urban Institute, un
centro de estudios en Washington, D.C. “Estamos muy lejos de eso”.
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