Cómo
entrenar a mi robot... ¿para que sea humano?
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Lunes, 31 de octubre del 2016
Kindred fue fundada sobre el principio de
que la mejor manera de fabricar robots tan inteligentes como los humanos es
ponerlos en nuestros zapatos y enseñarles a hacer lo mismo que hacemos
nosotros.
(Bloomberg).- Uno encarga un robot en línea y lo
pone en marcha en casa. Al comienzo, la máquina no hace mucho; simplemente lo
sigue a uno y observa su rutina diaria: pasear el perro, hacer lasaña, lavar
los platos. Pero al poco tiempo el robot
ha aprendido a convertirse en su sustituto, haciéndose cargo de tareas
cotidianas como para que uno pueda concentrarse en otras más interesantes.
Esa es la
clase de mundo que imaginan Suzanne Gildert y Geordie
Rose.
Manejan
Kindred, una compañía muy sigilosa de inteligencia artificial con sede en Vancouver y en parte financiada por la rama de capital
riesgo de Google.
Gildert y
Rose fundaron Kindred sobre el principio de que la mejor manera de fabricar
robots tan inteligentes como los humanos es ponerlos en nuestros zapatos y
enseñarles a hacer lo mismo que hacemos nosotros. Con la ayuda de una junta
asesora de estelares expertos en inteligencia artificial, Kindred ya progresa
hacia esa meta audaz.
“Si los
humanos y la inteligencia artificial cooperan para controlar los robots,
siempre estarán mejor que solos”, dijo Rose en la oficina de Kindred, en un antiguo edificio de ladrillos frente a
la villa olímpica construida para los Juegos de Invierno de 2010.
Enseñarle a las computadoras a aprender por sí solas
es el objetivo esencial de la investigación de inteligencia artificial.
Las mayores
compañías tecnológicas, entre ellas Facebook, Google y
la china Baidu, están en la carrera por desarrollar las mejores
técnicas. Ha habido progreso en reconocimiento de habla e imagen, pero las máquinas aún tienen dificultad para
realizar tareas físicas básicas como tomar objetos. Mejorar la habilidad
física de los robots es el primer problema que Kindred procura resolver.
Gildert,
formado como físico,
tuvo la idea de usar control humano para los algoritmos
de capacitación de los robots mientras trabajaba en D-Wave, una compañía fundada por
Rose que se ha convertido en una potencia en
la computación cuántica, una tecnología esotérica que elude las leyes de la
física para procesar más rápidamente los datos que las máquinas tradicionales.
Gildert
trataba de imaginar la mejor manera de capacitar máquinas acerca de cómo
moverse como humanos pero, a diferencia de los algoritmos de reconocimiento de imagen -- que pueden recurrir a
pilas de fotos en la red -- no existía un marco obvio de datos para su
entrenamiento.
[Ingenieros
de Kindred trabajan en un robot. Foto: Chris Hardy/Kindred]
“Eso no
existe”, dijo Gildert. “El momento eureka fue, ‘bien, un humano podría suplir
esos datos de entrenamiento moviendo el robot y si uno quiere buenos datos de
entrenamiento necesita una situación de inmersión’”.
Gildert
y Rose dejaron D-Wave en el 2014 para fundar Kindred.
Desde
entonces, han construido unos 50 robots para fines de ensayo. En un experimento
típico, un operador humano usa un visor de realidad virtual para “ver” lo que
el robot está viendo y usa controladores manuables para ayudar a la máquina a
levantar un objeto. Cada vez que el humano ayuda al
robot, los algoritmos usan los datos para aprender e ir aumentando la
inteligencia de la máquina.
La técnica
permite que los robots hagan cosas que ahora no pueden hacer por sí mismos, a la vez que los torna más habilidosos,
dijo Rose. Al cabo, dice, las técnicas podrían aplicarse a tareas más
abstractas, como aprender la manera de
hacer reír a alguien o intuir cómo se siente. Rose califica la actual
tecnología de “proto inteligencias”, algo así
como los tatarabuelos de lo que algún día será una inteligencia artificial
verdadera y de nivel humano.
Rose armó su
equipo, que incluye 34 personas en oficinas en Vancouver,
Toronto y San Francisco, usando los contactos que hizo mientras vendía
las máquinas de D-Wave, valuadas en millones de
dólares, a Google, el gobierno de Estados Unidos y otras organizaciones.
La junta
asesora de Kindred incluye nombres importantes como Russ
Salakhutdinov, quien recientemente se convirtió en director de investigación de inteligencia artificial de Apple.
“Muy
rara vez se ve este grado de personas, entre las 50 más importantes de su
campo, en el espacio de aprendizaje profundo de una compañía”, dijo
Andy Wheeler, socio de Google Ventures que encabezó la inversión de la firma en
Kindred.
La empresa
ha atraído US$15 millones de inversionistas, como Google,
Eclipse, Data Collective, First Round Capital y Bloomberg Beta, el brazo
de capital riesgo de Bloomberg LP. Kindred se negó a hacer comentarios sobre su
valuación.
Kindred
ahora se concentra en colocar su trabajo en el mundo real a través de alianzas
con compañías robóticas existentes, dijo Rose, quien rehusó hablar de
conversaciones o acuerdos específicos.
Tómese por
ejemplo la tarea de ordenar cajas en un depósito de Amazon o Wal-Mart. Un
operador humano podría ser conectado a múltiples robots, interviniendo cuando
encuentran un problema, pero dejando que recojan y reordenen las cajas por su
cuenta. Cuanto más robots Kindred pueda conectar, mayores serán los datos que
tendrá para computar en sus algoritmos, creando un efecto de bola de nieve,
dijo Gildert.
Al cabo, la
tecnología de la compañía podría usarse para que los robots aprendan cualquier
tarea -- desde empacar comida hasta conducir una sinfonía o dar ánimos a
alguien que está triste -- simplemente observando cómo los humanos hacen estas
cosas.
“La oportunidad de
construir máquinas de utilidad general que tengan la plétora de aptitudes que los
humanos tienen es sin precedente”, dijo Rose.
Era - I Believe
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