La
frustración del alto desempleo en EEUU no es
culpa de la nueva revolución tecnológica, ni de la inteligencia
artificial, es culpa del capitalismo, si hubiera socialismo y esas montañas de
dinero que se esconden en los paraísos fiscales se diera al pueblo emprendedor,
la producción y productividad aumentarían por 10 , tal como ofreció Lenin en la
Rusia antigua en 1921 (creo empleo la palabra decuplicaremos la producción y cumplió
) pero si detesta el socialismo, vaya preparándose para un mayor desempleo
exponencial y para más guerras con Rusia
o con China y del tipo termonuclear quizás.
Nota del autor del blog: tal vez no
fue correcto decir que hay elevado desempleo en EEUU puesto que el desempleo es
de alrededor de 4 o 5 % sin embargo las cifras no consideran a aquellos que estando
desempleados ya se cansaron de buscar trabajo y el gobierno no los toma en cuenta,
luego los sueldos y salarios de antes
del 2007 digamos que eran 100 ahora son solo 90 u 80 o 70 o menos, es por eso que es muy probable
que gane el sr Trump
La
otra cara del auge tecnológico es la baja creación de empleos en EE.UU.
http://lat.wsj.com/articles/SB12277614663337003993904582370712090981748?tesla=y
El flujo de riqueza ha generado más
prosperidad en Silicon Valley pero ilustra la polarización económica de EE.UU.
Robots de
Kiva Systems LLC trasladan estanterías con pedidos en un centro de distribución
de Amazon.com Inc. en Tracy, California. PHOTO: DAVID PAUL MORRIS/BLOOMBERG
NEWS
Por
Jon
Hilsenrath y
Bob
Davis
miércoles,
12 de octubre de 2016 19:34
EDT
La
revolución tecnológica ha dado lugar a las búsquedas en Google, los amigos en
Facebook, las aplicaciones para el iPhone, las diatribas en Twitter y las
compras de cualquier cosa en Amazon, todo esto en los últimos
15 años.
Sin embargo,
eso no ha creado muchos empleos.
Alphabet Inc., matriz de Google, y Facebook
Inc. tenían a fin del
año pasado un total de 74.505 trabajadores,
cerca de un tercio menos que Microsoft Corp. pese
a que su valor de mercado combinado
duplica el del gigante del software.
Instagram, el servicio para compartir fotos,
tenía 13 empleados cuando fue adquirida por
Facebook en 2012 por cerca de US$1.000 millones.
La
contratación en los sectores de computadoras y semiconductores se derrumbó
después de que la producción de hardware se mudó de Estados Unidos y los nuevos gigantes tecnológicos
necesitaban relativamente pocos trabajadores.
La cantidad de startups de tecnología cayó, el crecimiento de la
productividad y de los salarios se desaceleró y la desigualdad de los ingresos
se amplió conforme las máquinas sustituyeron el trabajo repetitivo de baja y
mediana remuneración que hacían los humanos.
El resultado
dista mucho de lo que muchos líderes políticos, emprendedores de tecnología y economistas vaticinaron hace una generación.
En
2000, el presidente Bill Clinton pregonó “el fermento del rápido
cambio tecnológico” como uno de los “principales
motores” de la expansión de la economía estadounidense.
La brecha
entre lo que prometió el auge tecnológico y lo que
produjo realmente es otra fuente de descontento en EE.UU. que alimentó
el ascenso este año de candidatos que atacan a la clase dirigente, como Donald
Trump y Bernie Sanders.
El
desencanto provocado por la tecnología es más sutil que el enojo causado por el
aplastante impacto de la invasión de las importaciones de China y por el supuesto fracaso de
instituciones gubernamentales, como la Reserva Federal, a la hora de dirigir la
economía.
En cambio, surge de la idea de que los
estadounidenses esperaban mayores ganancias económicas de estas maravillosas
nuevas máquinas y las compañías que las crearon, y no un aumento de la
desigualdad.
“Hay una creciente
sensación de frustración de que la gente no ha visto el progreso que sus padres
y abuelos vieron”, señala Erik
Brynjolfsson, economista del Instituto Tecnológico de Massachusetts cuyo
trabajo ha descrito cómo la tecnología amplía la brecha de ingresos entre los
ricos y los pobres. “Esa frustración se propaga al ámbito político”.
En 1997, la
revista Time nombró a Andrew S. Grove, entonces presidente ejecutivo de Intel
Corp., como el “Personaje del Año”. Dos años después el galardonado fue Jeff
Bezos, presidente ejecutivo de Amazon.com Inc. El estallido de la burbuja
puntocom a comienzos de 2000, la recesión de 2001 y la profundización de la
globalización resultaron ser puntos de inflexión para la economía de tecnología
y su impacto sobre la prosperidad estadounidense.
Las
tecnológicas de EE.UU. aceleraron el traslado de sus cadenas de suministro a
China y otras partes de Asia, una región con mucho potencial de crecimiento y mano de obra barata.
Las empresas de hardware concentraron la producción en el extranjero para
abastecer a fabricantes de computadoras estadounidenses y de otros países.
Después de
crecer durante toda la década de los 90, el empleo
total en empresas de computadoras y electrónicos en EE.UU. se redujo de 1,87
millones en 2001 a 1,03 millones en agosto de 2016, según datos del
Departamento de Trabajo.
El
empleo en fabricantes de chips cayó a la mitad, a 359.000 puestos, durante el mismo lapso.
Micron Technology Inc. cuadruplicó su fuerza de trabajo entre 1994 y 2000, a 18.800 empleados
en EE.UU. Hoy, la
empresa es un caso de estudio sobre cómo las tecnológicas han exportado
empleos. En 2013, el año más reciente con datos
disponibles, Micron tenía 11.300 trabajadores en EE.UU.,
frente a 14.000 en 2000. En el exterior, su personal se disparó de 4.800 a
19.600, principalmente en China y otros países asiáticos. Un vocero dijo que gran parte del aumento fuera de EE.UU.
provino de adquisiciones.
La
Asociación de la Industria de Semiconductores afirma que los chips son la
tercera mayor exportación de EE.UU., después de los autos y los aviones.
Apple
Inc. siguió un trayecto
similar. Su cofundador, Steve Jobs, asumió como misión la revitalización de la
manufactura estadounidense en sus primeros años al frente de la empresa y
después de crear NeXT Inc., otro fabricante de
computadoras. Sin embargo, cuando Jobs murió en 2011,
Apple fabricaba casi todos sus productos fuera de EE.UU., la mayor parte
en Asia. La empresa abandonó la producción en EE.UU. en 2004 y la reanudó
recién en 2013, cuando comenzó a producir la Mac Pro en Austin, Texas. Apple
dice que emplea unas 80.000 personas en EE.UU., o dos tercios de su fuerza
laboral. Cerca de la mitad de su
plantilla en ese país está en ventas minoristas.
ENLARGE
PHOTO:
HULTON ARCHIVE/GETTY IMAGES
Apple
fabricó las primeras iMac en California pero luego trasladó la mayor parte de
la producción fuera de EE.UU., incluyendo a ensambladores en China. PHOTO:
THOMAS LEE/BLOOMBERG NEWS
Una vocera
de Apple dijo que la empresa está “creando trabajos en nuevas industrias” como
las aplicaciones desarrolladas para el iPhone y que es “una importante
contribuidora a la manufactura estadounidense” al comprar componentes y
materiales fabricados en el país.
Los
trabajadores de tecnología de EE.UU. se están quedando con una porción más
pequeña de la economía creada a partir de lo que producen. En 2014, la
remuneración de los empleados de fabricación de computadoras y electrónicos equivalió a 49% del valor de la producción del sector,
comparado con 79% en 1999, según el Departamento
de Comercio.
Si bien
otros empleos se han creado en sectores como el desarrollo de software, esa expansión es menor que las pérdidas en la manufactura
tecnológica.
Desde 2002,
la creación de startups de tecnología se desaceleró, lo que ha afectado la
generación de empleo. En un estudio de 2014, los
economistas Javier Miranda, John Haltiwanger y Ian Hathaway señalaron
que el número startups de tecnología trepó de 64.000 en
1992 a 113.000 en 2001.
La
cifra cayó a 79.000 en 2011 y no se ha recuperado. Entre las causas figuran la competencia global y
el aumento de las regulaciones internas, dice Haltiwanger, profesor de Economía
de la Universidad de Maryland.
Otro
problema es que pocas firmas de tecnología han salido a
bolsa, algo que puede enriquecer a los primeros trabajadores y estimular
la creación de empleos a medida que las compañías se expanden. Jay Ritter,
profesor de la Facultad de Negocios Warrington de la Universidad de Florida,
indica que entre 2001 y 2015 hubo 548 ofertas públicas iniciales de compañías
relacionadas con la tecnología, frente a 1.853 entre 1990 y 2000.
La
generación más reciente de startups ha captado una montaña de capital de riesgo
y valuaciones gigantescas, encabezadas por Uber
Technologies Inc., que valía US$68.000 millones a junio.
El flujo de
riqueza ha generado más prosperidad en Silicon Valley pero ilustra la
polarización económica de EE.UU.
WhatsApp
tenía más de 450 millones de usuarios en todo el mundo cuando fue comprada por Facebook en 2014 por
US$19.000 millones, lo que convirtió a su fundador, Jan Koum, en un
multimillonario. Al momento de la adquisición, el
servicio de mensajería tenía 55 empleados.
Steve Jobs,
cofundador de Apple, en la McWorld Expo en San Francisco en enero de 1999.
PHOTO: JOHN G. MABANGLO/AFP/GETTY IMAGES
Los frutos
del crecimiento van a parar a las pocas personas con aptitudes y suerte y que
están mejor posicionadas para aprovechar la nueva tecnología.
Las cinco
mayores empresas tecnológicas de EE.UU. por capitalización bursátil —Apple, Alphabet, Microsoft, Facebook y Oracle Corp.—
valen en conjunto US$1,8 billones, 80% más que las cinco primeras de 2000. Hoy, esos
cinco gigantes emplean 22% de personas menos que sus
predecesoras, un total de 434.505 el año pasado,
comparado con 556.523 en Cisco Systems Inc., Intel,
IBM, Oracle y Microsoft en 2000.
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