El
derrumbe de la libra esterlina amortigua el impacto del ‘brexit’. Una divisa
más débil aumentará las exportaciones, mejora la competitividad de las empresas
del país en el exterior. Abarata el precio de los hoteles británicos para los
extranjeros. La libra descenderá a US$1,10 unidades y a una paridad con
el euro hacia fines del próximo año.
El
derrumbe de la libra esterlina amortigua el impacto del ‘brexit’
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A pesar del shock provocado por el
brexit, hay pocas señales tangibles de problemas económicos en el Reino Unido
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AGENCE FRANCE-PRESSE/GETTY IMAGES
Por
Jon Sindreu y
Christopher
Whittall
lunes,
10 de octubre de 2016 19:16
EDT
Cuando el
Reino Unido votó en junio a favor de abandonar la Unión Europea, un proceso
conocido como brexit, la libra esterlina recibió su peor paliza en medio siglo.
Muchos economistas lo interpretaron como un signo positivo.
A pesar del shock provocado por el brexit,
tres meses después de la decisión hay pocas señales tangibles de problemas
económicos en el Reino Unido. El desempleo y la bolsa se han mantenido
estables. Los bonos soberanos preservan su fortaleza y los consumidores han
seguido gastando.
Gran parte
del motivo, dicen los economistas, es la caída de la libra esterlina, que ha
servido como un amortiguador contra los efectos del brexit.
Desde una
perspectiva externa, los británicos son un sexto más pobres y su economía una
sexta parte más pequeña. Cifras del Fondo Monetario Internacional sugieren que
el Reino Unido pasó del quinto al sexto lugar entre las
mayores economías del mundo, detrás de Francia, un rival milenario.
No obstante,
sufrir las penurias del brexit a través de una devaluación de la moneda puede
ser más cómodo que mediante un alza del desempleo u otros trastornos, un lujo
que los miembros de la zona euro no se pudieron dar durante la crisis de la
deuda del bloque. La mayoría de los economistas
sostiene que, a la larga, una divisa más débil aumentará las exportaciones de
un país, de modo que lo que pierde por una reducción del consumo, ante
el empobrecimiento de sus ciudadanos, lo recupera con un aumento de sus ventas
externas.
“Es
importante contar con una válvula de escape como esta”, afirma Tim Haywood,
director de inversión de GAM Holding.
El brexit es
una prueba importante de la fortaleza y confiabilidad de esa válvula. En el
corto plazo, un derrumbe caótico y profundo de una moneda puede desatar un
pánico financiero.
El viernes,
la libra cayó a su menor nivel en 31 años frente al dólar, culminando una
semana en que fue vapuleada en los mercados después de que la primera ministra
británica, Theresa May, fijó una fecha para la salida de la UE. La divisa
prosiguió su declive el lunes y anotó una baja de 0,6%,
a US$1,2361.
El día
posterior a la votación del 23 de junio, la libra llegó
a retroceder 8%, su mayor descenso frente al dólar en una sesión desde el 18 de noviembre de 1967, según la proveedora de
datos FactSet.
En ese
entonces, las autoridades británicas trataban de mantener un tipo de cambio
fijo entre la libra y el dólar pese al deterioro de la economía y el retiro de
la inversión extranjera. A fin de cuentas, el primer ministro Harold Wilson no
tuvo más remedio que devaluar la moneda de US$2,80 a
US$2,40, una depreciación de 14%.
El Reino
Unido tuvo suerte de no haber estado en una situación similar durante el
brexit, dicen los analistas. “Si hubiesen tenido un tipo de cambio fijo, habría
colapsado”, dice Kenneth Rogoff, profesor de Economía de la Universidad de
Harvard.
El tipo de cambio flexible como el que tiene
hoy el Reino Unido permite que las economías absorban shocks de dos principales
maneras: dejar que la divisa soporte el mayor peso de la salida de
capitales, en lugar de las acciones y los bonos, mientras que mejora la competitividad de las empresas del país en el
exterior.
Una divisa
flotante también permite que un país determine sus propias tasas de interés y,
por ende, los precios de sus activos financieros. Por el contrario, en un
régimen de tipo de cambio fijo, las acciones y los bonos se vienen abajo en un
período de inestabilidad y los bancos se quedan sin liquidez.
Un
ejemplo es el índice FTSE 250, que agrupa a las empresas pequeñas y medianas que dependen del Reino
Unido para buena parte de su facturación. Para los inversionistas en dólares,
el indicador acumulaba hasta el viernes una caída de 13% desde el brexit. En
libras, sin embargo, el índice registraba un avance de casi 4%.
Como las
mayores empresas británicas, entre ellas British
American Tobacco PLC, GlaxoSmithKline PLC y AstraZeneca PLC, derivan
gran parte de sus ingresos del extranjero, sus acciones se han disparado ante
la perspectiva de que sus ingresos parezcan más robustos debido al
debilitamiento de la libra. El índice FTSE 100,
compuesto principalmente por esta clase de multinacionales, acumula un alza de
casi 12% desde la votación, si bien es menor a
la caída de la libra frente al dólar.
Al contar
con su propia moneda, el Reino Unido puede utilizar
políticas de estímulo monetario y fiscal cuando lo estime conveniente.
El ministro de Hacienda, Philip Hammond, insinuó recientemente que el gobierno aumentará el gasto en
infraestructura para contrarrestar el posible impacto del brexit en la
confianza de los consumidores y las empresas.
El Reino
Unido también tiene la ventaja de contar con un sólido
sistema financiero nacional, lo que significa que tanto el gobierno como
las empresas privadas pueden financiarse en libras sin mayores inconvenientes.
En cambio, en muchas economías en
desarrollo, el endeudamiento se produce en moneda extranjera.
Cuando
se devalúa la moneda local, las deudas en moneda extranjera se disparan y a menudo se vuelven
impagables. Eso fue lo que ocurrió en la crisis asiática de 1997.
En
1970, casi todos los países del mundo tenían un tipo de cambio fijo. Ahora,
casi 47% sigue ese camino,
según el FMI. Las principales economías del mundo tienen tasas de cambio
flexibles.
Episodios de
pánico financiero en mercados emergentes como Rusia,
Brasil y Sudáfrica han sido atenuados en los últimos años por tipos de
cambio flotantes.
La zona
euro, cuyos miembros comparten una divisa, ofrece un ejemplo de los riesgos de
una tasa fija. Las bolsas de España e Italia se
derrumbaron más de 40% en 2011 y 2012 mientras los inversionistas se
desprendían de los bonos soberanos de esos países.
Como eran
parte de la zona euro, los países del sur de Europa no tenían control de la
política fiscal. Se recortó el gasto público, subieron los impuestos y aumentó
el desempleo. Al contrario de lo ocurrido en el Reino Unido, los países de la zona euro en aprietos, que asumieron mucha deuda
durante los años de crisis, tienen que pagarla en una moneda que no pueden
imprimir.
La alternativa era acudir a las exportaciones
como motor de crecimiento. No obstante, es difícil para los países más
pobres aumentar la competitividad de sus productos cuando comparten una moneda
con economías más pudientes como Alemania y Holanda. En
Grecia, el país más golpeado por la crisis, un ala del ahora gobernante partido
Syriza elogió las virtudes de la flexibilidad cambiaria durante el apogeo de la
crisis. Los griegos, de todos modos, optaron por seguir con el euro.
“La
falta de una moneda flexible ha sido uno de los problemas fundamentales de
Europa”, señala Derek Halpenny, economista de Bank of Tokyo-Mitsubishi
UFJ Ltd. “La flexibilidad del tipo de cambio es un aspecto muy positivo para el
Reino Unido hacia el futuro”.
Según la
mayoría de los libros de texto, el abaratamiento de la moneda aumenta la
competitividad de las empresas locales en el exterior y reduce las
exportaciones en favor de la producción nacional. Algunos ya advierten señales
tentativas de esto en el Reino Unido y atribuyen a la devaluación de la libra
el ligero repunte de la actividad manufacturera.
Fabricantes
como Nissan Motor Co., que posee la mayor planta
automotriz del Reino Unido, en Sunderland, Inglaterra,
podrían estar entre los principales beneficiarios del debilitamiento de la
moneda, siempre y cuando logre absorber las barreras arancelarias de la UE una
vez que el Reino Unido abandone el mercado único.
En el caso
del turismo, el menor valor de la libra abarata el
precio de los hoteles británicos para los extranjeros. InterContinental
Hotels Group PLC, que ha sido desde hace tiempo optimista sobre los efectos del
brexit, anunció que recibió un impulso en el primer semestre ya que la
debilidad de la libra redujo sus costos.
El debate,
sin embargo, gira en torno a hasta qué
punto puede la devaluación de la libra contrarrestar los efectos de más largo
plazo del brexit, tomando en cuenta que el tipo de cambio no es el único
motor de las exportaciones. También es posible que los problemas económicos
provocados por la salida británica del principal bloque de libre comercio del
mundo se manifiesten más adelante, cuando ocurra el quiebre. Muchos economistas son escépticos de que la libra pueda
compensar los impactos comerciales de salir de la UE. Los aranceles del
bloque perjudicarían a los exportadores y los intentos del gobierno británico
por restringir la inmigración mermarán las capacidades productivas de la
economía a largo plazo, predicen.
“La moneda brinda algún
alivio de corto plazo”, afirma Allan Monks, economista de J.P. Morgan Chase & Co. “Pero
una moneda más débil no provee necesariamente un impulso tan grande a las
exportaciones de manufacturas y la economía”.
Puesto que
las cadenas de suministro son globales, los fabricantes usan cada vez más
componentes de otros países en sus productos, por lo que un encarecimiento de
las importaciones también impacta las exportaciones. Estudios
del FMI y el Banco Mundial hallaron que en los países integrados en las
cadenas globales de suministro entre 1997 y 2012, la
moneda perdió 22% de su impacto en las exportaciones.
Esto quiere
decir que las Las divisas tienen que caer mucho más
para amortiguar los golpes contra la economía, dice David Bloom,
director global de estudios de mercados de divisas de HSBC Holdings PLC, quien
prevé que la libra descenderá a US$1,10 unidades y a
una paridad con el euro hacia fines del próximo año.
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