Como
la política monetaria de EEUU, ha fracasado en reactivar la economía y se prevé que las acciones ya no subirán mas y lo más probable es que
bajen (y mucho ), ahora la tendencia es el
estimulo fiscal ilimitado, entonces subirá la inflación , luego la Fed subirá la
tasa de interés para controlarla , luego el dinero saldrá de los mercados emergentes
donde su dinerito corre mucho riesgo , y la deuda de esos países se hará
impagable pues tendrán que subir la tasa de interés para retenerlos, es decir
la tasa de interés de los bonos soberanos subirá también 6 % , 8 % y quebrara España e Italia , y comenzaran los default
,habrá crisis económica y se traducirá en mas y mas guerras. etc.
Los
mercados buscan que el gasto de los gobiernos reanime la economía
http://lat.wsj.com/articles/SB11462799532842944511604582394753135703284?tesla=y
El estímulo fiscal gana respaldo ante
la impotencia de la flexibilidad monetaria de los bancos centrales
Jacob Lew,
secretario del Tesoro de EE.UU. advirtió en septiembre que el debate ya noes
“crecimiento versus austeridad”, sino cómo mejor desplegar la política fiscal
para apuntalar las economías. PHOTO: CHIP SOMODEVILLA/GETTY IMAGES
Por JON SINDREU
lunes,
24 de octubre de 2016
20:15 EDT
En número
creciente, ante la impotencia de los bancos centrales
para reactivar la economía global, inversionistas y autoridades están
abogando por un aumento del gasto fiscal en los países desarrollados.
Un mayor
protagonismo de las herramientas de gastos e impuestos de los gobiernos en
desmedro de la política monetaria para reanudar el
crecimiento económico pondría fin a una era que duró años, aunque podría
provocar trastornos en los mercados financieros.
Inversionistas
como el gestor de renta fija Bill Gross temieron
en su momento que el derroche de los gobiernos equivaliera a una sentencia de
muerte para los bonos soberanos. Gross vendió en
2011 bonos del Tesoro estadounidense y proclamó que los bonos del gobierno
británico descansaban “en una cama de nitroglicerina”. Hoy, en cambio, Gross
quiere que los gobiernos se lleven la mano al bolsillo.
No está nada
de claro que la tendencia tenga una acogida más amplia, en especial en Europa y Japón, que están sumergidos en un experimento monetario de tasas de interés
negativas sin precedentes. Sin embargo, hay indicios de que se aproxima el
cambio.
El Reino
Unido afronta las repercusiones de la decisión de abandonar la Unión Europea,
un proceso conocido como brexit.
La primera ministra, Theresa May, criticó este mes la política
monetaria expansiva mientras que su ministro de
Hacienda habló de gastos en infraestructura y vivienda. Otros países
europeos han moderado las políticas de austeridad que caracterizaron su
respuesta a la crisis de la deuda del continente.
Mientras
tanto, el Fondo Monetario Internacional, en su
momento partidario de los recortes fiscales, ahora
exhorta a los gobiernos a gastar más.
Durante
varios años, los gobiernos han temido endeudarse para elevar el gasto y han
dejado la reactivación de la economía en manos de los bancos centrales, que al
reducir el costo del dinero estimulan el gasto de las personas y las empresas.
La
política monetaria hiperactiva ha elevado los precios de los activos
financieros, incluidos los bonos, y atenuado la volatilidad del mercado. Con una que otra
salvedad, la trayectoria de los precios de las acciones
y los bonos soberanos ha sido al alza.
No obstante,
surge cada vez más evidencia de que el impacto de las medidas de los bancos
centrales es limitado. Las familias y las empresas no
han gastado a manos llenas. Además, la política monetaria ha perjudicado
a los bancos comerciales, cuyas ganancias se han reducido en los precisos
momentos en que muchos están débiles.
Las autoridades vuelven a evaluar la vieja idea
de que el gobierno abra la billetera. Un cambio de esta naturaleza, si es
que se concreta, probablemente no tendrá el mismo
efecto beneficioso en los precios de las acciones y los bonos que el
estímulo de los bancos centrales, que depende de aumentar el valor de los
activos financieros.
“Estamos dejando este
entorno de inversión muy seguro, muy cómodo”, señala Guy Monson, inversionista jefe durante casi
20 años de la firma londinense Sarasin & Partners
LLP. “Nos estamos trasladando a un mundo nuevo”.
La
primera señal del cambio se puede advertir en los rendimientos de los bonos,
que suben cuando los precios caen.
En el Reino
Unido, los rendimientos han aumentado drásticamente en los días posteriores a
los comentarios de May y su ministro de Hacienda, Phillip Hammond.
Los
rendimientos de los bonos de otros países también han subido desde sus mínimos
históricos. En Alemania, el bono soberano a 10 años ahora rinde 0,024%, una cifra diminuta, pero
al menos positiva, después de haber pasado algunos meses en territorio negativo.
En realidad,
los bonos han sido los principales beneficiarios del estímulo monetario. Desde
el inicio del año, registran un alza de 6,5% a nivel mundial, según los datos
de Bank of America Merrill Lynch. Su desempeño ha superado el de las acciones,
tradicionalmente una inversión más riesgosa y más rentable, que han subido
4,5%, de acuerdo con MSCI.
La política fiscal expansiva podría traducirse en un incremento
de los rendimientos de los bonos puesto que se espera que los bancos
centrales contrarresten el efecto inflacionario del gasto gubernamental con un alza de las tasas de interés o, al menos,
menores recortes. Los rendimientos de los bonos tienden a seguir la trayectoria
de las tasas de interés.
Una
mayor demanda global a raíz del estímulo fiscal también beneficiaría a las
materias primas, los exportadores y las constructoras. El impacto en las
acciones puede variar, ya que son susceptibles al aumento de las tasas de
interés.
“Si se produce una gran
expansión fiscal, la dinámica del crecimiento puede cambiar de manera bastante
drástica”,
afirma Geoff Kendrick, economista del banco británico Standard Chartered.
“Sería un paso atrás hacia una cierta normalización”.
Los gestores
de fondos del afirma BlackRock Inc. estiman que
un alza del gasto fiscal tendrá un impacto negativo
sobre los bonos en todo el mundo en 2017.
El
secretario del Tesoro estadounidense, Jacob Lew, dijo en septiembre que las
autoridades económicas “ya no debaten crecimiento versus
austeridad, sino cómo mejor desplegar la política fiscal para apuntalar
nuestras economías”. El FMI, por su parte, también dejó atrás la
“austeridad expansionista” que postuló en 2010.
Las
autoridades europeas decidieron en julio no sancionar a España y Portugal por un exceso de gasto. “La gente ha pasado de creer que
el estímulo es malévolo y que se debería equilibrar las cuentas a darse cuenta
que nada está funcionando”, dice Mike Riddell, gestor de fondos de
Allianz Global Investors en Londres.
Aparte del
escepticismo sobre su impacto para impulsar la producción
y la inflación, la política monetaria ha sido criticada por perjudicar a los
bancos. Al llevar las tasas de interés a territorio negativo y mantener
bajos los rendimientos de largo plazo, los bancos centrales han obstaculizado
la rentabilidad de la banca privada.
“No es una situación en
la que todos salen ganando si siguen haciendo esto”, afirma James Athey, gestor de
portafolio de Aberdeen Asset Management.
En la zona euro y en Japón, las acciones bancarias han caído cerca de 20% y 29%, respectivamente,
desde el inicio del año. El estímulo fiscal podría cambiar la situación.
“El primer lugar donde
se podrá apreciar será Japón”, vaticina Marino Valensise, director de inversiones
multiactivos de Barings, que ha empezado a comprar acciones de bancos
japoneses.
Los
inversionistas también están interesados en compañías que se benefician
directamente de la inversión en infraestructura. Las
acciones de empresas de construcción e ingeniería que integran el índice
S&P 500, por ejemplo, han tenido un desempeño muy inferior al del
mercado desde 2014, pero este año acumulan un alza de
18% comparado con el avance de cerca de 5% del
indicador de referencia.
Los precios
de los commodities, que han tenido un pésimo desempeño
durante los últimos años, también se beneficiarían de un repunte de la
demanda global. Eso sería positivo para las economías
emergentes, que a menudo son exportadoras de materias primas, aunque el
fortalecimiento del dólar y salidas de capitales podrían causar dolores de
cabeza.
“Si se
produjera un cambio brusco en las expectativas de tasas de interés y en las
curvas de rendimiento, eso podría causar en el corto plazo
algo de volatilidad en los mercados emergentes, pero en general pensaría
que esa clase de medida sería positiva para el crecimiento mundial”, indica
Stephanie Flanders, estratega jefe del mercado europeo de J.P. Morgan Asset Management.
De todos
modos, algunos inversionistas advierten que los activos riesgosos pueden verse
afectados puesto que las tasas de interés más altas les
restan atractivo a sus retornos.
“Esto podría presentar problemas para las acciones, el crédito
y la deuda de alto rendimiento”, dice Joachim Fels, director gerente
de Pacific Investment Management Co.
En todo
caso, la mayoría de los analistas prevé que los bancos centrales mantengan las
tasas de interés bajas durante un largo tiempo ya que
todavía hay mucha resistencia a un estímulo fiscal abundante. “En la
medida que esto pueda ocurrir será limitado”, dice Didier Saint-Georges,
miembro del comité de inversión de Carmignac. Como medida de precaución, la
gestora de activos francesa está reduciendo su exposición a los bonos, aunque
estima que apostar a una política fiscal muy expansiva es asumir un riesgo
excesivo. “Somos renuentes a entusiasmarnos demasiado”, asevera.
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