Siguen
los intentos de Arabia Saudita de estafar a los codiciosos inversionistas y colocar
bonos y además vender parte de las acciones de su petrolera Aramco para 2018
cuando los autos nuevos que se venderán no serán con combustibles fósiles sino eléctricos
(los bancos están felices por supuesto, ellos cobran una comisión por vender, a
si quiebre el inversionista)
Arabia
Saudí se prepara para abrir sus libros a los mercados para cotizar
La inminente
emisión de bonos y la anunciada privatización del 5% de Aramco exigen más
transparencia
ÁNGELES
ESPINOSA
Dubái
20 OCT 2016 - 19:38 CEST
El centro de
Riad, en Arabia Saudí. FAISAL NASSER REUTERS) / (VÍDEO: CNBC
Arabia Saudí
ultima estos días su primera emisión de bonos en el mercado internacional. La
medida, que ha suscitado mucho interés, es parte de su ambicioso programa de
reformas para hacer frente a la caída del precio del petróleo en los dos
últimos años. El reino también sopesa el momento adecuado para poner a la venta
un pequeño porcentaje de Saudi Aramco, la
petrolera nacional. En ambos casos, la clave del éxito radica en que el reino
abra sus cuentas al escrutinio del capital, para cumplir con los niveles
mínimos de transparencia que exige el mercado.
Riad busca
obtener con bonos soberanos hasta 17.500 millones
de dólares (16.000 millones de euros), según la última estimación avanzada este
miércoles por Bloomberg. Hasta ahora, las cifras manejadas en medios
financieros hablaban de entre 10.000 y 15.000 millones de dólares. Para ello
contempla emisiones a cinco, diez y treinta años, que el diario británico
Financial Times asegura podrían estar listas esta misma semana.
Durante los
últimos meses, representantes saudíes se han reunido con los potenciales
inversores, en especial en Londres y Nueva York, para presentar la colocación,
que despierta gran interés internacional. Inversores que han participado en
esas sesiones han confiado al citado periódico que esperan rentabilidades de
entre 160 y 200 puntos básicos por encima de bonos similares de Estados Unidos.
Ese premium es el resultado de la rebaja en la calificación que el país ha
sufrido a causa de su déficit fiscal, que para el
actual ejercicio se calcula en 87.000 millones de dólares.
El desplome
del precio del barril de petróleo, desde los 115 dólares que llegó a cotizarse
en junio de 2014 a los menos de 50 dólares actuales (tras haber rondado los 30
a principios de año), ha puesto las arcas saudíes en una situación sin
precedentes desde los años noventa del siglo pasado. La falta de liquidez ha
obligado al reino a tirar de sus reservas de divisas, reducir el gasto
(cancelando importantes proyectos de infraestructura e incluso congelando los
salarios de los empleados públicos) y aumentar la deuda.
La prensa
saudí ha mencionado entre los grandes bancos objetivo de los bonos a BNP Paribas, Citigroup, Deutsche Bank, HSBC, JP Morgan o el
Banco de Tokio-Mitsubishi. El esfuerzo de promoción intenta aprovechar
el reciente tirón de emisiones similares en Argentina y México. Para ello, los
responsables del reino están subrayando no sólo el tamaño de la economía, su
falta de deuda exterior o la juventud de su población, sino sobre todo, sus
planes de reforma y de incrementar la transparencia.
Ese último
punto es clave para el compromiso de los inversores, en especial ante la
anunciada oferta pública de un pequeño porcentaje de la petrolera Aramco, cuyo
valor potencial puede convertir esa venta en la mayor cotizada de la historia.
La inesperada decisión fue revelada el pasado abril por el hijo del rey y
vicepríncipe heredero, Mohamed Bin Salmán, en el marco de sus proyectos de
modernización del reino con el horizonte de 2030.
“Salir a
Bolsa requiere transparencia, responsabilidad y adoptar estándares y prácticas
internacionales para ganarse a los inversores”, señala a EL PAÍS una fuente
bancaria europea en Dubái, sin ocultar su escepticismo. “Abrir sus cuentas,
incluso para la venta de una pequeña proporción de Aramco, significa que
revelar qué parte del pastel [del petróleo] se lleva la familia real y no tengo
claro que estén dispuestos a llegar tan lejos”, apunta.
Sin embargo,
el director ejecutivo de Aramco, Amin Nasser, aseguró durante el Congreso
Mundial de la Energía, en Estambúl la semana pasada, que la compañía estará
“contentísima” de compartir sus detalles financieros con los inversores una vez
que sea pública. Nasser también confirmó que mantienen la idea de poner en el mercado un 5 % del gigante petrolero y
que, en su opinión, “2018 será el momento adecuado”.
Con
anterioridad, el ejecutivo había declarado que iban a ofrecer una parte del
conjunto del negocio y no sólo de las operaciones de refinado o distribución
como algunos analistas interpretaron el anuncio inicial por parte del príncipe Mohamed Bin Salmán.
También
precisó que aún no habían decidido en qué bolsas, además de la de Riad, iban a
cotizar, algo que tiene que aprobar el consejo superior de Aramco que preside
el poderoso príncipe.
En cualquier
caso, las expectativas son enormes. Dado el tamaño de la petrolera, la venta de un mero 5 % superaría cualquier oferta pública de
acciones precedente, ya que establecería su valor en billones de dólares
y podría sobrepasar a Apple como mayor empresa cotizada del mundo.
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