El
ISIS quema petróleo para frenar el avance de la coalición hacia Mosul
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/10/18/actualidad/1476813200_635857.html
Los
peshmergas alimentan la ofensiva y creen que mucho depende de lo que haga la población
del feudo yihadista
JUAN
DIEGO QUESADA (ENVIADO ESPECIAL)
Majmur
(Irak) 18 OCT 2016 -
22:55 CEST
Humo
generado por el incendio de un pozo petrolero cerca de Mosul. BULENT KILIC AFP
Al
segundo día de batalla, una nube negra tiñó el cielo de Mosul.
Una espesa
niebla dificultó el avance de las tropas iraquíes y kurdas que tratan de
hacerse con la ciudad, la segunda más importante de Irak, en manos del Estado
Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) desde hace dos años.
Los yihadistas incendiaron un
yacimiento petrolífero para cegar a los aviones enemigos e impregnaron la
batalla de un aire apocalíptico. Aun así, los aliados volvieron a ganar terreno por segunda
jornada consecutiva e hicieron ondear la bandera iraquí en las villas
reconquistadas. Soldados con la cara tiznada sostenían el estandarte.
La batalla
empezó temprano, al alba. Los soldados desplegaron su esterilla y rezaron en
medio de un páramo polvoriento, con Mosul al fondo. Al acabar, agarraron los
Kalashnikov y las botellas de agua y marcharon hacia lo desconocido: detrás de
esa tela negra que envolvía el horizonte se escondía el enemigo.
“Hemos
avanzado y claramente estamos desestabilizando a Daesh. Va a depender mucho de la población
que está dentro de Mosul. Si ellos se dan cuenta de que están perdidos y tienen
que ayudarnos, todo será mucho más sencillo”, explicaba el coronel Mahdi,
encargado de la base kurda de Majmur, donde se centraliza buena parte de la
gestión de la batalla.
Si
en el frente se habla del territorio ganado, en la retaguardia se cuenta a los
muertos.
Los kurdos
han perdido seis hombres, quizá siete. A los ejércitos no les gusta hablar de
los caídos en combate porque tiene que ver con el fracaso. Mientras Mahdi comenta los avances sobre el ISIS con un
corrillo de soldados y de vez en cuando pide silencio para escuchar lo que
están diciendo en la televisión sobre la ofensiva, en un despacho del ministerio peshmerga —una oficina de la eterna guerra
en la que viven— se encarga de llamar a los familiares de los fallecidos: “¿Es usted la
madre? Su hijo murió como un héroe. Pase mañana a recoger su cadáver al
hospital de Erbil. Allí le diremos la pensión que usted va a recibir”.
En
Erbil, la próspera ciudad cercana a Mosul y capital del Kurdistán, los vendedores de gallinas seguían
apostados en las esquinas de la carretera, los hojalateros continuaban
rebuscando algún tesoro entre los montones de chatarra que les llega de Europa
y las jóvenes de la clase alta celebraban cumpleaños en
hoteles de cinco estrellas. Cuando has vivido siempre en medio de una
guerra, los cañonazos son solo una música de fondo, como la radio para los
abuelos que pasan los días solos en casa.
Sin embargo,
el valor del dinero es otro desde que comenzó la batalla. Sobre todo en los
gremios que tienen que ver de alguna manera con el conflicto. El taxi que lleva
hasta la base vale el triple que hace tres meses, el traductor no agarra el
teléfono porque tiene una mejor oferta y los precios de las habitaciones de los
hoteles se han disparado.
En las bases
también circula con alegría el color verde del dólar. Sorani, el encargado de
comprar la comida y arreglar los coches en Majmur, compra estos días en Erbil una pistola a 30 dólares, una réplica de una
Glock de fabricación turca, y la vende a la tropa por 100 después de
manipularla.
“Todo el mundo quiere ir lo
más armado posible si vas al frente”, dice Sorani, el único que habla inglés de todo el
regimiento.
El Estado
Islámico tomó Mosul por las bravas, con una horda de iraquíes que conocían a la
perfección la zona y extranjeros adeptos a la causa.
Arrasaron la
comisaría de policía e incendiaron los puestos de control.
La bandera
iraquí fue bajada del mástil y se colocó un paño negro con el símbolo del ISIS.
Cambiaron
los profesores en las escuelas y los imanes en las mezquitas.
Se calcula
que hay un millón de personas viviendo bajo ese régimen, donde escasea la luz,
el agua, no hay Internet y la gente se divierte y se horroriza con las
ejecuciones públicas. Puede que sea la ciudad más aislada del mundo. Por las
bravas también va a tener que ser reconquistada.
Residentes
consultados por la agencia Reuters denunciaron ayer que los milicianos del ISIS
han empezado a utilizar a civiles como escudos humanos, forzándoles a
instalarse en inmuebles que podrían ser objeto de ataques. Un portavoz del
Pentágono sostuvo ayer que el ISIS empezó este tipo de maniobra desde hace
semanas, y recalcó cómo sus milicianos se esfuerzan para impedir la salida de
civiles de la ciudad.
Al caer la
tarde decenas de camiones iraquíes circulan hacia sus alrededores. No solo
cargados de armas, sino también de sacos de arena, excavadoras y maderos para
levantar puestos en las zonas que están arrancado de las manos al califato.
Tres policías que han llegado haciendo dedo hasta el check point más avanzado
se dirigen a un futuro incierto.
“Hay que
apoyar a las tropas y asegurar la zona”, dice uno de ellos, con un bigote que
bien podría ser el de un mariachi. Aunque eso sí, añade, Dios nos proteja, no
sabemos lo que nos vamos a encontrar. La nube negra no deja ver el horizonte y
da miedo.
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