In
–Q –tel la firma de capital de riesgo de
la CIA; la NSA , El FBI , el departamento de defensa , etc, financia proyectos como las redes
sociales , después cobra los favores como en la película Jason Bourne
.
La
firma de inversión de riesgo de la CIA también opera en las sombras
http://lat.wsj.com/articles/SB12196570490990354695304582286243540084640?tesla=y
In-Q-Tel revela muy poca información
acerca de sus inversiones en startups y algunos de sus fideicomisarios tienen
vínculos estrechos con las empresas respaldadas
La idea de
una firma de capital de riesgo financiada por la CIA vino de George Tenet, ex
director de la agencia. PHOTO: DAVID HUME KENNERLY/GETTY IMAGES
Por
DAMIAN PALETTA
miércoles,
31 de agosto de 2016 19:53
EDT
Forterra
Systems Inc., una startup
de California dedicada a la realidad virtual, necesitaba fondos, pero sus
productos no generaban un gran interés comercial. El dinero provino de la firma
de capital de riesgo In-Q-Tel Inc., que opera
desde Virginia, bastante lejos de Silicon Valley.
In-Q-Tel es financiada por la Agencia Central de
Inteligencia de Estados Unidos (CIA).
Una de las
razones que explica esa inyección de dinero de 2007 fue la recomendación de un
ejecutivo que era miembro de las juntas directivas de la misma firma de capital
de riesgo y de Forterra, según fuentes cercanas.
In-Q-Tel
invirtió dinero, Forterra
desarrolló algunas herramientas útiles para las fuerzas armadas y los contratos
con el gobierno empezaron a llegar.
Al igual que
la agencia que la fundó y la financia, In-Q-Tel opera
en las sombras. Aunque sus ejecutivos consideran que se trata de una
empresa independiente, tiene lazos muy estrechos con la CIA, la cual revisa
prácticamente todas sus decisiones de inversión.
La firma divulga muy poca información
acerca de cómo escoge las compañías en las cuales invierte, nunca revela el
monto, y a veces ni siquiera divulga las inversiones.
Se sabe
incluso menos de los posibles conflictos de intereses que acarrea el acuerdo,
como lo evidencia el ejemplo de Forterra y otros que continúan hasta hoy. Casi la mitad de los fideicomisarios de
In-Q-Tel tiene algún tipo de conexión financiera con una empresa financiada por
la firma, según un análisis de The Wall Street Journal sobre sus
inversiones.
En su
búsqueda de tecnologías prometedoras, In-Q-Tel ha financiado, en al menos 17
ocasiones, empresas con un vínculo financiero con un fideicomisario de la
firma. En tres instancias, un fideicomisario integraba el directorio de una
empresa en la cual había invertido In-Q-Tel, como ocurrió en el caso de
Forterra, según el análisis de The Wall Street Journal, que se basó en una
revisión de las inversiones y entrevistas con antiguos y actuales ejecutivos de
la empresa y otras firmas de capital de riesgo.
In-Q-Tel, sin
embargo, tiene una característica que la distingue de otras firmas de capital
de riesgo: es una entidad sin fines de lucro.
En lugar de tratar de
generar ganancias, intenta fomentar el desarrollo de tecnologías que ayuden a
la CIA a cumplir su misión de recabar inteligencia.
Las
conexiones entrecruzadas son endémicas en el negocio del capital de riesgo,
donde el conocimiento a fondo de un sector es esencial para prosperar. Otras
firmas de capital de riesgo, sin embargo, apuestan sus propios recursos o los
de inversionistas privados.
In-Q-Tel
utiliza fondos públicos, que están sujetos a estrictas normas de conflicto de
interés, al menos US$120 millones al año, según
fuentes al tanto. En ocasiones distribuye este capital de maneras que, aunque
sean sin intención, pueden beneficiar a los fideicomisarios de la compañía
debido a otros papeles que juegan en el sector tecnológico.
Las empresas
en las que invierte In-Q-Tel a menudo atraen otras fuentes de financiamiento. Por cada dólar que invierte en una pequeña empresa, otros
inversionistas aportan US$15, indica la propia firma. Eso aumenta la
probabilidad de que la empresa que recibe los fondos prospere y sube el valor
de sus opciones sobre acciones.
In-Q-Tel
dice que necesita trabajar con personas que tengan buenos contactos en el
sector si quiere tener una buena probabilidad de hallar tecnología promisoria.
Algunos de los fideicomisarios, indicó, están tan inmersos en el rubro de la
tecnología que sería difícil eludir los lazos que pueden ser interpretados como
un conflicto de interés. Aparte del sector tecnológico, los fideicomisarios provienen de diversos entornos, como el académico, el
de seguridad nacional y el de capital de riesgo.
“En In-Q-Tel
fijamos políticas rigurosas para resguardar los fondos de los contribuyentes,
prevenir posibles conflictos de interés y seguir abocados a desarrollar
tecnología que cumpla con los requisitos de nuestra misión”, dijo el portavoz
de la CIA, Ryan Trapani. “Estamos complacidos de que tanto el modelo de
In-Q-Tel como los resguardos que hemos establecido hayan funcionado tan bien”,
agregó.
In-Q-Tel
permite a sus fideicomisarios recomendar inversiones en empresas con las cuales
tienen algún vínculo, siempre y cuando lo divulguen a la firma y a la CIA. Los
fideicomisarios tienen la obligación de eximirse de las evaluaciones y las
votaciones que se realizan después de las recomendaciones.
Para
alcanzar el éxito, hay que contar con “una junta directiva que sepa lo que está haciendo”,
señala Jeffrey Smith, quien ayudó a diseñar In-Q-Tel cuando era abogado general
de la CIA y hoy se desempeña como asesor externo de la agencia y abogado del
bufete Arnold & Porter. “Se trata, hasta cierto punto, de alcanzar un
equilibrio y estamos al tanto de eso”.
En el caso
de Forterra, Charles Boyd, un general de cuatro estrellas retirado de la Fuerza
Aérea, se integró en 2006 a las juntas de Forterra e In-Q-Tel. Al año
siguiente, In-Q-Tel invirtió en Forterra, según un comunicado de la firma de
capital de riesgo. No se pudo determinar el monto.
Boyd dice
que hizo una recomendación inicial de invertir, pero que no tuvo nada que ver
con la decisión final. Añade que no recibió remuneración alguna por la
recomendación.
“Desde
nuestra perspectiva, definitivamente todos salieron ganando al tener a Charles
en el directorio para que nos abriera esas puertas”, cuenta Chris Badger, quien
era vicepresidente de marketing de Forterra.
A la postre,
los fondos inyectados por In-Q-Tel y los contratos con el gobierno
estadounidense fueron insuficientes. Forterra no atrajo un gran interés
comercial y dejó de operar en 2010 después de vender algunos de sus negocios. El comprador fue otra empresa que contaba entre sus
directores a un fideicomisario de In-Q-Tel.
Los
inversionistas en Forterra, incluyendo In-Q-Tel, asumieron grandes pérdidas,
indican fuentes cercanas al proceso de liquidación. Boyd no tenía inversiones
personales en Forterra, según In-Q-Tel. El general afirma que la única
remuneración que obtuvo de Forterra fueron los US$5.000 que recibió cuando la
empresa se disponía a cerrar sus puertas. Boyd dejó la junta de fideicomisarios
de In-Q-Tel en 2013.
Para la CIA,
una firma cautiva de capital de riesgo es una manera de fomentar e influir en
el desarrollo de tecnologías sin verse entorpecida por la burocracia.
In-Q-Tel,
que empezó a invertir en 2000, ha recibido fondos de otras agencias del
gobierno estadounidense, como la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), el FBI y el Departamento
de Defensa, pero su principal inversionista sigue siendo la CIA.
En una
ocasión, invirtió en una empresa que analizaba compuestos químicos en las
alfombras, lo que contribuyó al desarrollo de un método para detectar sustancias letales en Afganistán e Irak, apunta su
presidente ejecutivo, Christopher Darby.
También
invirtió en un fabricante de antenas satelitales,
lo que, a la larga, desembocó en el desarrollo de antenas satelitales portables
que ayudan a las tropas y los agentes de inteligencia a comunicarse desde
ubicaciones remotas, agrega Darby.
“Nuestros
clientes me han dicho que la tecnología que hemos desarrollado ha salvado un
sinnúmero de vidas”, asevera. Darby, en todo caso, también se desempeña en la
junta directiva de una tecnológica con fines de lucro, Endgame Inc., aunque
In-Q-Tel no ha invertido en ella.
Ronald
Gilson, profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Columbia, quien
ha escrito acerca del gobierno corporativo y el capital de riesgo, afirma que
el peculiar modelo semigubernamental de In-Q-Tel deja a la firma en una situación
en la que necesita la asesoría de expertos mientras, al mismo tiempo, trata de
evitar relaciones financieras demasiado estrechas.
“Por una parte, si se
quiere tener una independencia impoluta, hay que tener personas que no tengan
relaciones comerciales con el sector”, insiste.
“Por la otra, si tiene personas sin ningún
lazo comercial con la industria, no son muy valiosas”.
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