La
Fed y los economistas ya no saben lo que
ocurrirá en el futuro de la economía de EEUU,
puesto que los sucesos actuales no están escritos en ningún libro de macroeconomía.
Por ejempló intereses negativos en Europa. Deflación por 20 años en Japón, flexibilización
cuantitativa en EEUU casi interminable y
cuando paran el paciente se agrava,. Tasas de interés de cero en EEUU una década y estancamiento secular. Algo tienen que ver
las nuevas tecnologías que son deflacionarias.
La
Fed pierde la confianza en su brújula
http://lat.wsj.com/articles/SB11535868375454343769104582274093718298690?tesla=y
Cuando
comienza su cumbre de Jackson Hole, el banco
central ya no exhibe certeza sobre el funcionamiento de la economía
PHOTO:
ASSOCIATED PRESS
Por JON HILSENRATH
Actualizado
viernes, 26 de agosto de 2016 0:03 EDT
En los últimos diez años, la Reserva Federal de Estados
Unidos fue tomada por sorpresa por una burbuja
inmobiliaria que causó estragos en el sistema financiero, un prolongado
período de crecimiento mediocre y una inflación persistentemente por debajo de
su meta. La respuesta del banco central fue orquestar rescates financieros poco
populares, lanzar programas intermitentes de compras de bonos y retrasar el alza
de las tasas de interés de corto plazo.
“Hay muchas cosas que
creíamos saber pero que, en realidad, no salieron como lo esperábamos”, reconoce Eric Rosengren, presidente
de la Reserva Federal de Boston. “La economía y los mercados financieros no
son tan estables como habíamos asumido”.
Durante los
90, un período que los economistas han denominado como “La Gran Moderación” en EE.UU.,
parecía que la Fed nunca se equivocaba. Los funcionarios y los electores la
consideraban como una máquina con botones que se oprimían para estimular o
enfriar la economía, según las necesidades. Ahora, después
de más de una década de frustraciones económicas, el banco central enfrenta un
mayor escepticismo del público y sus
propias dudas sobre su comprensión de la economía
estadounidense.
La
presidenta de la Fed Janet Yellen conversa con el presidente de la Reserva
Federal de Boston, Eric Rosengren. PHOTO: DOMINICK REUTER/REUTERS
Cualquiera
que busque explicar uno de los momentos políticos más impredecibles en la
historia de EE.UU. con el ascenso de Donald Trump y Bernie Sanders, tendría que
empezar por el desencanto de la población con las instituciones que rigen la
economía y el gobierno. La Fed, en particular, es un caso digno de estudio
sobre cómo el consenso prevalentes en
los 90 sobre una amplia gama de temas económicos, como el libre comercio, la
tecnología y la política monetaria poco a poco se ha venido abajo.
Los bancos centrales, otrora
admirados en todo el mundo por su dominio de la economía, ahora son el blanco
de las críticas de derecha e izquierda por los rescates del sistema financiero
y su incapacidad para prever y gestionar las fuerzas que han sofocado el
crecimiento global después de la crisis financiera.
David
Einhorn, fundador del fondo de cobertura Greenlight Capital, explica la
situación acudiendo a la fábula de la hormiga y la
cigarra. Una hambrienta cigarra le pide a la hormiga, que trabajó
arduamente durante el verano para estar preparada para el invierno, que le dé
parte de su comida para ayudarla a pasar el invierno. “Tuvimos
una fiesta de las cigarras entre 2002 y 2007 y luego vino el invierno y la Fed tuvo que salir al rescate”,
afirma, en alusión a las firmas financieras y las personas que gastaron más de
la cuenta. “Ahora
las hormigas están enojadas”.
Los
problemas de la Fed saltarán a la vista durante su conferencia anual de Jackson Hole, Wyoming, que tendrá lugar entre el viernes y el domingo. En una amplia
gama de asuntos que van desde el crecimiento y la inflación, pasando por las
tasas de interés, el desempleo y cómo combatir una recesión, las presunciones
básicas que formaban parte de los complejos modelos computaciones del banco
central han sido trastocadas.
“Ciertamente, no podría
haber imaginado hace seis o siete años que estaríamos usando las políticas que
hemos puesto en marcha ahora”, confesó Janet Yellen, en una reciente intervención en Nueva
York. La presidenta de la Fed lamentó que el gobierno tenga que depender tanto
del banco para estimular la economía, mientras las discrepancias entre la Casa
Blanca y el Congreso han paralizado la política fiscal.
La Fed y los
economistas privados concuerdan en que la reacción del banco a la crisis ayudó
a abortar un depresión como la de los años 30, lo que es más importante que
cualquier injusticia que se pudo haber producido en los rescates de los bancos.
Los líderes de la Fed creen que las bajas tasas de interés también ayudaron. “De no haber
recurrido a esas políticas, hoy en día la inflación sería más baja y el
desempleo más alto por cifras considerables”, puntualizó Yellen en
marzo.
La confianza
en el liderazgo del banco central, sin embargo,
ha disminuido. Una encuesta que Gallup hizo en abril halló que 38% de los estadounidenses tenían mucha confianza o
bastante confianza en Yellen, mientras que 35%
tenían poca o ninguna. La confianza en Alan Greenspan, en cambio,
excedía 70% a comienzos de los años 2000.
La
incertidumbre dentro de la Fed sobre los engranajes de la economía se viene
gestando desde hace una década y se remonta a tres acontecimientos clave que
tomaron al banco central por sorpresa.
La Fed no detectó las señales que indicaban que un
sistema financiero más complejo era más vulnerable a la
formación de burbujas. Ahora, en un entorno caracterizado por las bajas
tasas de interés, las burbujas son, precisamente, una
amenaza creciente.
En segundo
lugar, la entidad no previó la paulatina desaceleración
en el crecimiento de la productividad laboral, es decir la producción
por hora de trabajo, que ha limitado el crecimiento de EE.UU. desde 2004. Por
último, la inflación no ha reaccionado a los vaivenes
del empleo del modo que la Fed proyectaba.
Los
cambiantes escenarios de las finanzas, la productividad y la inflación
dificultan la fijación de las tasas de interés y lo hacían incluso antes de la
crisis financiera. Estos temas conforman el eje de los dilemas que afronta
Yellen.
La Fed trata de subir las tasas de
interés de corto plazo, pero la salud de la economía ha sido demasiado frágil
para soportar más de un incremento moderado desde casi cero en diciembre. Si Yellen
demora más de la cuenta en elevar las tasas de interés, corre el riesgo de alentar la formación de burbujas.
Si
se apresura, no obstante,
podría ahogar una expansión que sigue siendo feble y,
siguiendo involuntariamente el ejemplo japonés, jamás impulsar la inflación
hacia la meta de 2% anual.
Por si esto
fuera poco, en caso de que EE.UU. vuelva a caer en recesión, no está claro que
la Fed disponga de las herramientas adecuadas para combatirla, un tema que
Yellen podría abordar en Jackson Hole. Se trata, posiblemente, del mayor vuelco
del consenso que ha regido sobre los bancos centrales modernos.
Tradicionalmente,
la Fed reduce las tasas de interés cuando la economía pierde vigor. Como su
tasa de referencia sigue cerca de cero, no tiene mucho espacio para seguirla
bajando. Si la economía entra en una recesión, la Fed probablemente tendrá que
recurrir a las impopulares medidas que usó después de la crisis financiera,
como las cuantiosas compras de bonos del Tesoro y las
promesas de mantener bajas las tasas de interés durante un lapso
prolongado.
“Deberíamos estar
sumamente preocupados”, dijo Larry Summers, profesor de la
Universidad de Harvard y ex secretario del Tesoro.
“En esencia,
estamos en un campo de batalla muy peligroso con muy pocas municiones”.
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