A
la deuda corporativa de los mercados emergentes le convendría una pausa de la
Fed
http://lat.wsj.com/articles/SB11221540578857593514204582266112899709588?tesla=y
Muchos préstamos de empresas en
dólares están empezando a vencerse
Un alza del
dólar encarece los costos de endeudamiento para las empresas de países en
desarrollo. PHOTO: AGENCE FRANCE-PRESSE/GETTY IMAGES
Por JON SINDREU
domingo,
21 de agosto de 2016
19:48 EDT
He aquí una
razón adicional para que la Reserva Federal de Estados Unidos no apresure su decisión
de elevar las tasas de interés: los países de mercados emergentes ya tienen un
empinado cronograma de pago de deuda, y restringir sus opciones de
refinanciación barata sólo ejercería una mayor presión sobre ellos.
El Banco de
Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés) advirtió la semana pasada
que la euforia de deuda corporativa que empezó en los mercados emergentes en
2010 está comenzando a vencer. Según estimaciones del banco, entre 2016 y 2018 los pagos totalizarán US$340.000
millones, o 40% más que los vencimientos registrados en los últimos tres
años.
“El alto nivel de deuda
corporativa ha contribuido al recalentamiento de algunas de estas economías, lo
que a su vez aumenta el riesgo de agitación financiera en los próximos años”, dijo el BIS en una nota de
investigación presentada ante el G-20, el club donde están representadas las
economías más grandes del mundo.
De acuerdo
con distintos indicadores económicos, Brasil, China y
Turquía son los países más
vulnerables a una crisis bancaria debido a que tienen un monto significativo de
deuda privada y enfrentan altos costos de intereses, lo cual ya ha activado
las alarmas entre algunos inversionistas. Los flujos monetarios del extranjero
exacerban los ciclos de crédito de estos países, porque los bancos locales
suelen aumentar los costos de los préstamos cuando el crédito internacional se
agota.
De todas
formas, si las tasas de interés siguen
siendo bajas, esa deuda parece fácil de refinanciar.
Los bajos
rendimientos en las economías avanzados han llevado a que los inversionistas
internacionales abandonen esas economías por las de los países en desarrollo,
excepto China. Cifras del banco británico Barclays sugieren que el
endeudamiento en dólares para empresas de mercados emergentes es el más barato
desde mayo de 2013. En moneda local, es el más barato al menos desde 2008.
Pero esos
deudores deberían tener cuidado: solo en enero de este año, los rendimientos de la deuda en dólares para mercados emergentes
alcanzaron un máximo de cinco años. Todo se debió a que la Fed había
elevado las tasas el mes anterior y parecía muy dispuesta a seguir haciéndolo.
Lo mismo podría volver a ocurrir si el
banco central estadounidense indica que está listo para reanudar el ciclo de
ajuste monetario—los inversionistas asignan una probabilidad de 47% a que
las tasas subirán en diciembre, según cifras de CME Group—, pero con un
calendario de refinanciación mucho más estricto.
De
toda la deuda no bancaria, casi 46% está ahora en dólares, frente a 38% en
2008, y un tercio pertenece a los mercados
emergentes, según datos del BIS. Los valores denominados en dólares exponen
a los deudores a un mayor riesgo si la moneda estadounidense sube. Para los
emisores, la deuda en moneda local es usualmente más segura, pero también más
cara y —esto es clave— menos atractiva para los compradores internacionales.
Las empresas de mercados emergentes
también dependen ahora menos de los bonos —a menudo emitidos por filiales en el extranjero y
por lo tanto no contabilizados en las estadísticas de balanza de pagos— que de
los préstamos bancarios, que han sido más escasos desde la crisis financiera.
Cabe aclarar
que hay indicios de que los países emergentes han aprendido algunas lecciones
del pasado. Los propios gobiernos tienen menos deuda en
dólares y han acumulado grandes reservas de divisas. También, buena
parte de la deuda en dólares es emitida por empresas que obtienen sus ingresos
en la moneda estadounidense, lo que reduce el riesgo de discrepancias.
Pero aunque
los mercados emergentes parecen más preparados para lidiar con las grandes
crisis, las señales de problemas en los mercados globales parecen cada vez más
relacionadas con la fortaleza del dólar. Esto sugiere que el crecimiento
económico en estos países aún está ligado a la liquidez global que se origina
en los países desarrollados.
“Cuando una divisa
internacional se deprecia, hay una tendencia de los extranjeros a pedir
prestado más en esa moneda”, advirtió en un discurso en junio Hyun Song Shin, jefe de
investigación en el BIS. “De igual manera, cuando el dólar se
aprecia, los bancos prestan menos, o incluso restringen directamente los
créditos en dólares. En este sentido, el valor del dólar es un barómetros de la
toma de riesgo y las condiciones de crédito global”.
Los
funcionarios de EE.UU. parecen ser cada vez más conscientes de esto. Muchos
analistas atribuyen la decisión de la
Fed de no elevar las tasas durante el primer semestre de 2016 no a su
preocupación por la economía estadounidense sino por las “condiciones globales”.
De hecho, la gran cantidad de líneas de intercambio de divisas con otros bancos
centrales es un claro recordatorio de que la Fed ha asumido su responsabilidad
por su lugar en la cima de la pirámide monetaria internacional.
Incluso si
EE.UU. estuviera listo para un alza de tasas, una pregunta clave para los
funcionarios del banco central del país norteamericano es, ¿está listo el
mundo?
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