En
medio de la peor recesión de Brasil en décadas el gobierno de facto de Temer del
PMDB ha elevado el sueldo de los jueces en 41 % para que no continúen
enjuiciándolos por rateros , su déficit fiscal es de 10 % y la deuda pública ha
aumentado de 57,2% del PIB a finales de 2014 a 68,5% del PIB a este paso
llegara a 130% del PIB en algún momento en 2022 y el país estará peor que
Grecia.
Los
mercados podrían estar subestimando los retos de Brasil
http://lat.wsj.com/articles/SB11966223393887514899304582284230046455426?tesla=y
El aumento
del real y la bolsa está basado en la esperanza de que la probable destitución
de Dilma Rousseff abrirá paso a una era de responsabilidad fiscal y gestión
económica coherente
La posible
destitución de la presidenta Dilma Rousseff ha impulsado los activos
brasileños. PHOTO: ASSOCIATED PRESS
Por PAUL KIERNAN
martes,
30 de agosto de 2016
19:43 EDT
RIO
DE JANEIRO—El real ha
sido la divisa de mejor desempeño este año entre las monedas importantes, y la
bolsa de valores de Brasil ha aumentado en un tercio, todo basado en la
esperanza de que la probable destitución de la presidenta Dilma Rousseff abrirá
paso a una nueva era de responsabilidad fiscal y gestión económica coherente.
Sin embargo, puede que los
inversionistas estén dando demasiado crédito a los políticos brasileños y no lo suficiente a los problemas
de la nación. Desde que el presidente interino Michel Temer asumió en lugar de
Rousseff en mayo, poco se ha hecho para enderezar el rumbo fiscal, que
permanece paralizado por un déficit tan grande que la deuda pública podría casi
duplicarse, en proporción a la economía, a principios de la década de 2020.
Reformas
clave que apuntan a reducir el déficit, tales como una revisión del
insostenible sistema de pensiones y una enmienda constitucional que vincule el
aumento del gasto público a la inflación, parecen encaminadas a diluirse en el
Congreso, según la firma de consultoría política Eurasia Group.
Mientras
tanto, las primeras medidas de Temer en el cargo incluyeron rescates de
gobiernos estaduales en problemas y aumentos de sueldos para los funcionarios
públicos. En julio, aprobó un alza de 41% para
empleados del poder judicial hasta mediados de 2019. El ministro de
Hacienda dijo la semana pasada que cederá al Congreso la decisión sobre un
aumento de 16%, a partir del año próximo, para los jueces
del Tribunal Supremo, que ya ganan 17 veces la media brasileña.
“Es difícil imaginar una
medida peor”, dice
Marcos de Barros Lisboa, un ex funcionario del Ministerio de Hacienda que ahora
dirige la escuela de negocios Insper de São Paulo. “Usted le
pide a la sociedad que haga sacrificios, y le da aumentos (...) al grupo que
tiene los salarios más altos y la mayor estabilidad laboral del país”.
En su primer
discurso después de sustituir a Rousseff el 12 de mayo, Temer se comprometió a
formar un “gobierno de salvación nacional” que
unifique un Brasil dividido y conducir las difíciles reformas en el Congreso
para volver a poner la economía en su curso. La promesa de Temer de no
presentarse a la reelección en 2018 aumentó las esperanzas de que el gobierno
interino sea capaz de elevarse por encima de los intereses de corto plazo y
actuar por el bien del país.
Las grietas
en esa imagen comenzaron a aparecer casi inmediatamente. Temer enfrentó duras
críticas por nombrar un gabinete formado exclusivamente por hombres blancos,
mientras que tres de sus ministros tuvieron que
dejar el cargo poco después por su supuesta participación en, o conspirar para
interferir con, una amplia investigación de corrupción.
Sin embargo,
el respetado equipo económico dirigido por el ministro de Hacienda, Henrique
Meirelles, evitó el escándalo. Además, una serie de indicadores líderes comenzó
a estabilizarse en los últimos meses, una señal de que la recesión más profunda
en generaciones posiblemente esté llegando a su fin.
El real se
ha apreciado más de 8% frente al dólar desde que
el Senado votó en mayo la suspensión de Rousseff, para acumular una apreciación de 21% este año y convertirse en la moneda
más revalorizada hasta ahora. El Ibovespa, el índice de
la Bolsa de São Paulo, ha aumentado 9,9% desde
la votación del Senado y 35% desde enero.
En medio del
optimismo, la cámara baja del Congreso ve ahora que las
reformas económicas son menos urgentes que antes de la decisión de
enjuiciar a Rousseff, dice Leonardo Barreto, un politólogo con sede en
Brasília. Su firma, Factual Informação e Análise, entrevista en forma periódica
a aproximadamente 200 diputados y les pide que clasifiquen en una escala de 1 a
10 el nivel de prioridad que darían a varias cuestiones.
La
disminución del sentido de urgencia respecto de la austeridad fiscal fue más
pronunciada entre los legisladores del PMDB, el
partido de Temer.
“Cuando los
indicadores mejoran, se sienten menos obligados a votar por medidas que no son
populares”, dice Barreto. “El PMDB sabe que estas reformas son impopulares y no
quiere pagar el precio” en las próximas elecciones municipales y estatales.
Hasta ahora,
los inversionistas han dado a los líderes brasileños el beneficio de la duda en
medio del proceso de juicio político. Se espera que el miércoles el Senado
halle a Rousseff culpable de violar las leyes de presupuesto del país. Si es
depuesta, los mercados pueden ser menos indulgentes con el tipo de concesiones
que Temer hizo en sus primeros tres meses en el cargo.
El
déficit fiscal asciende a 10% del Producto Interno Bruto, mientras que la deuda pública ha aumentado de 57,2% del PIB a finales de
2014 a 68,5% del PIB. Si no se hace nada, predice Lisboa, la deuda
llegaría a 130% del PIB en algún momento entre 2022
y 2024.
Eso
es más que la riqueza total estimada del país, que ascendía a 87% del PIB en
2015, según estimaciones
de la riqueza mundial de Global Wealth Databook, publicado por Credit Suisse.
Aunque
Brasil implemente una reforma de la seguridad social bien diseñada e imponga
límites de gasto con muy pocas excepciones —dos grandes interrogantes —, la
deuda del gobierno se mantendrá en una trayectoria ascendente durante al menos
cinco a seis años, dice Alberto Ramos, economista de Goldman Sachs. “No hay ninguna
garantía de que el mercado vaya a olvidar eso”, afirma.
Gran parte
de la crisis fiscal de Brasil tiene su origen en la relación del gobierno con
sus propios empleados, que están organizados en sindicatos poderosos,
extremadamente efectivos para presionar a los políticos. Sus salarios son 59% más altos que el ingreso promedio de
Brasil y han seguido aumentando en medio de la peor recesión del país en
generaciones.
El
resultado, dicen los economistas, es que entre las
obligaciones de la seguridad social y los salarios del sector público,
el gobierno se ha quedado con pocos recursos para invertir en carreteras, escuelas y hospitales a pesar de contar
con ingresos fiscales relativamente altos.
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