La
actual gigantesca burbuja inmobiliaria China en las grandes ciudades que arrastrara al
mundo a la recesión. Los precios inmobiliarios en Shenzhen aumentaron un 64% en
los últimos nueve meses. Encontrado en Bloomberg en el diario gestión.
Un
año después de la crisis, China tiene nuevas burbujas
http://gestion.pe/mercados/ano-despues-crisis-china-tiene-nuevas-burbujas-2166983
Jueves,
04 de agosto del 2016
Esta
situación es consecuencia de toda una serie de problemas, ninguno de los cuales
es de fácil solución. La sobrecapacidad en sectores que van desde el acero hasta la ropa deportiva ha vuelto a las
empresas renuentes a crecer.
(Bloomberg) La caída de
los mercados bursátiles de China ocurrida hace
un año fue llamativa, pero en definitiva, apenas trascendente. Pese al
sufrimiento que generó a millones de inversores minoristas, lo cierto es que las acciones siguen siendo una pequeña parte del sistema
financiero en China. Su avance breve y vertiginoso y su caída
espectacular nunca amenazaron realmente a la economía china más amplia, ni
hablar del sistema financiero global.
Esto no
significa, sin embargo, que el resto del mundo puede estar tranquilo.
Si bien los títulos se han mantenido sumisos, están creciendo
burbujas en los bonos y los bienes raíces –dos mercados que desempeñan
un papel mucho más importante en la economía continental. La cuestión es si los
reguladores chinos pueden manejar una nueva crisis mejor que la anterior.
La fe en que
China puede manejar perfectamente burbujas de rápido crecimiento impulsadas por
deuda da por sentado que sus reguladores no sólo son tan buenos como sus pares
en el resto del mundo sino que son mejores. Los sucesos del año pasado deberían
poner en tela de juicio esa confianza.
Durante
todo el primer semestre de 2015, los funcionarios a cargo de la política
permitieron que el endeudamiento creciera sin ningún control. Cuando el mercado alcanzó un pico y
los llamados de reposición de margen aceleraron la caída, la fuerza conjunta de
los reguladores financieros, los funcionarios públicos de seguridad y la prensa
estatal no pudieron frenar la caída.
Esta
situación acentúa la importancia de las políticas, antes que de las
personalidades, susceptibles de evitar que las cosas se desbaraten. China necesita encontrar una manera de poner freno al crédito
sin que los mercados caigan en una espiral descendente. Normas más
estrictas y mayores requisitos de capital para los productos de gestión
patrimonial –una fuente clave de riesgo- son un punto de partida. Pero en tanto
el crecimiento de los préstamos siga acelerándose más
que el PBI, es difícil afirmar que se ha establecido una verdadera base
para la estabilidad.
Como prueba
de que los problemas subyacentes siguen sin resolver basta con mirar los otros
mercados de activos de China.
Era lógico suponer que después del
trauma de la caída bursátil, los inversores chinos se volverían un poquito más
cautos.
Nada
más alejado de la verdad.
La expansión y contracción de los títulos fue seguida casi inmediatamente por
un ciclo similar en el mercado de los metales, donde los precios del acero subieron casi un 80%.
Los
precios inmobiliarios en Shenzhen aumentaron un 64% en los últimos nueve meses.
Las apuestas apalancadas
en el mercado de renta fija implican que los rendimientos continúan bajando
pese a que crecen los riesgos de cesación de pagos.
Los títulos
podrían considerarse, en todo caso, como algo secundario, pero no puede decirse
lo mismo de los mercados de renta fija o de
propiedades. Este último es el
principal motor de la demanda en China.
Los
títulos representan un 7% de la recaudación de fondos corporativa;
el mercado de bonos representa aproximadamente una cuarta
parte –que estalle una burbuja allí tendría un radio de expansión mucho mayor. Una serie de impagos
sobre bonos y de emisiones canceladas en los últimos meses ha alzado banderas
de advertencia. Lo mismo ocurrió con los indicadores
económicos correspondientes a junio; éstos sugieren
que el auge inducido por la política que infló las
ventas inmobiliarias y los precios este año podría estar llegando a su fin.
Ninguno de
estos problemas desaparecerá por sí solo.
Se sigue volcando dinero en burbujas especulativas –primero en títulos, luego en metales, bonos y propiedades-
por una gran razón: la ausencia de oportunidades de inversión rentable en la
economía real de China. Pese a reiteradas rebajas en las tasas de interés, las
compañías chinas siguen siendo reacias a endeudarse e invertir. El gasto de
capital de las empresas privadas está al borde de la contracción, lo cual hace
que las empresas estatales sean las encargadas de
sostener el crecimiento.
Esta
situación es consecuencia de toda una serie de problemas, ninguno de los cuales
es de fácil solución. La sobrecapacidad en sectores que van desde el acero
hasta la ropa deportiva ha vuelto a las empresas renuentes a crecer. El lento
avance en la apertura del mercado al sector privado limita el espacio para
invertir.
Todas
las soluciones posibles serán dolorosas. Las autoridades chinas, que enfrentan la misma situación
que los reguladores financieros, deben equilibrar los costos de una reforma
corporativa a corto plazo con los beneficios a largo plazo.
Reducciones
generalizadas de la capacidad y una apertura agresiva del mercado aplastarían a
las empresas estatales que actualmente constituyen la única fuerza que sostiene
el crecimiento. Pero sin esos recortes, el estímulo
seguirá alimentando burbujas especulativas.
La lección
de la caída del mercado de China en 2015 –que una intervención temprana es
menos costosa que una resolución de crisis- es fácil de aprender. Dado que los
posibles costos aumentan, es aún más imperativo que los reguladores estén
atentos.
Esta columna
no necesariamente refleja la opinión del consejo editorial ni de Bloomberg LP y
sus propietarios.
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