Si
los mexicanos se ponen a llorar por el muro del sr Trump es porque no tienen
dignidad y son unos mantenidos y un desprestigio a todos los demás
latinoamericanos, miren a Chile en el fondo del mundo y es el país latino
americano más desarrollado .si le hubiera subido en 35 % el arancel a Chile,
estoy seguro que cerraría su frontera a todo producto norteamericano, eso es
patriotismo, todas las otras negociaciones son simple servilismo feudal .con argumentos
de Mary Anastasia O ´Grady
El
punto muerto de Trump con México
Enrique Peña
Nieto, presidente de México. PHOTO: EDGARD GARRIDO/REUTERS
Mary
Anastasia O’Grady
Actualizado
lunes, 30 de enero de 2017 0:04 EDT
El autor de
El arte de la negociación ha arruinado increíblemente su primera oportunidad en
la arena global y no se debió exactamente a que no adoptó una posición dura. En
su esfuerzo por extraer concesiones de México en el Acuerdo de Libre Comercio
de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés), el presidente de
Estados Unidos no ha logrado entender a su oponente.
No es
correcto decir que las negociaciones estaban programadas para empezar esta
semana, con la visita del presidente de México, Enrique Peña Nieto, a
Washington. Trump comenzó a negociar desde el año
pasado durante su campaña electoral. Su estrategia ha sido la de ablandar a su contraparte con abusos verbales
y amenazas extremas, incluyendo la posibilidad de deshacer por completo el
Nafta.
“El presidente electo
ha hecho un trabajo maravilloso de precondicionar a otros países con los que
negociará sobre los cambios que se avecinan”, se jactó Wilbur Ross, el Secretario
de Comercio designado, durante su audiencia de confirmación en el Senado
estadounidense. “El peso no se desplomó 35% por
accidente. Incluso el dólar canadiense se ha, de alguna forma, debilitado.
Tampoco por accidente. Ha hecho algo de la labor necesaria para conseguir
mejores acuerdos comerciales”.
Se suponía
que tras haber sido testigo del desplome de su país y su moneda en la picota
pública, el presidente mexicano se arrastraría a
Washington y aceptaría cualquier término puesto sobre la mesa por EE.UU.
Tal vez Trump ha debido buscar en Google el Tratado de
Guadalupe Hidalgo. Los mexicanos aún están dolidos con ese episodio.
Después de
que Trump le dijo a México que una promesa de pagar por el muro era un
prerrequisito para la planeada reunión, Peña Nieto canceló el viaje. La Casa
Blanca respondió que extraerá el dinero para construir la barrera fronteriza
imponiendo aranceles de 20% sobre las exportaciones mexicanas que lleguen a
EE.UU. Obviamente, los consumidores estadounidenses serán los que terminen
pagando. En cualquier caso, será el fin del Nafta.
Los
estadounidenses tienen la esperanza de que el nuevo presidente no sea tan
insensato. Incluso los soviéticos reconocieron que la
destrucción mutuamente asegurada era una mala idea. Una llamada
telefónica entre los dos líderes el viernes terminó con las dos partes
acordando discutir el asunto en el futuro.
No
se puede disolver el libre comercio en América del Norte sin causar un gran
perjuicio al país que Trump ha jurado proteger. México es el tercer socio comercial de EE.UU., y
unos seis millones de empleos estadounidenses dependen del comercio con el
vecino del sur. Según el Departamento de Agricultura de EE.UU., la venta de alimentos y productos agropecuarios a México
totalizó US$19.500 millones en el año fiscal 2014. Eso equivale al 13% de las exportaciones agrícolas de EE.UU.
Trump dice
que EE.UU. ha sido engañado en el sector manufacturero porque las empresas
estadounidenses ahora fabrican cosas en México. Pero las importaciones de
México incluyen un alto porcentaje de componentes estadounidenses, y el
intercambio de producción en el continente les ha dado ventaja a las empresas
de EE.UU. a nivel global. Nuevos aranceles sobre los productos que llegan de
México perjudicaría esa competitividad y podría resultar en impuestos
retaliatorios de México sobre las exportaciones estadounidenses.
Expertos
legales dicen que no está claro cuánto más poder unilateral tiene Trump para
maniobrar. El artículo 2205 del Nafta permite que el
presidente se retire del acuerdo. Pero se debate si eso revocaría la legislación que lo puso en efecto. De ser
así, los aranceles volverían a los niveles previos al Nafta, lo que implica que
se regirán por la Organización Mundial del Comercio.
Los exportadores estadounidenses a México enfrentarán una mayor alza de
aranceles que los exportadores mexicanos a EE.UU., porque México aceptó una
mucha mayor reducción de los impuestos a las importaciones bajo el Nafta de lo
que aceptó EE.UU.
Un reporte
de la firma internacional de abogados White & Case dado a conocer el 10 de
enero dice que su lectura del acuerdo y de la ley estadounidense “implica que las
modificaciones sustantivas del Nafta, aparte de los aranceles y las normas de
origen, requerirían autorización del Congreso”. Las reglas de origen
— la cuota de productos que deben tener origen en los países del Nafta —, ya
han cambiado varias veces, y puede que México acuerde cambiarlas de nuevo. Pero el país ha dicho que no cederá en cuanto a aranceles.
Trump puede
invocar la Ley de Emergencia de Poderes Económicos Internacionales de 1977 para
imponer sus prometidos aranceles sobre los productos mexicanos. Pero es difícil
argumentar que la seguridad nacional está amenazada.
El nuevo
presidente ha dicho que quiere trazar nuevos acuerdos comerciales bilaterales.
México dice que no le interesa. El país ha aprendido la dura lección de
depender de socios poco confiables y ahora apunta a diversificar su portafolio
comercial. Se dice que los encargados de estrategia política están explorando nuevos pactos en la región con países ansioso por
reemplazar a los proveedores agrícolas de EE.UU.
La
demagogia ha ofendido el orgullo mexicano. Pero también ha desestabilizado una economía que ya estaba
golpeada por los bajos precios del petróleo. Como lo dijo hace unas semanas el
rector del Instituto Tecnológico Autónomo de México, ITAM, una de las
universidades más prestigiosas de América Latina: “Sería preferible dejar el tratado, hacerlo a
un lado, que entrar en negociaciones que duren varios años”. Los
mexicanos también saben negociar.
Escriba a O’Grady@wsj.com
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