Los
ataques de Trump ponen en riesgo a la industria ensambladora automotriz
mexicana, 730,000 trabajadores mexicanos podrían ser despedidos.
Los
ataques de Trump ponen en riesgo a la industria automotriz mexicana
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Obreros
trabajan fuera de la planta de ensamblaje de GM en Toluca de Lerdo, México.
PHOTO: CESAR RODRIGUEZ/BLOOMBERG NEWS
Por DUDLEY ALTHAUS
Actualizado
martes, 10 de enero de 2017 18:04 EDT
SAN
LUIS POTOSÍ—México
enfrenta los temores de un abrupto bajón de su industria automotriz conforme
varios fabricantes han archivado en los últimos días nuevas inversiones o
consideran hacerlo ante las amenazas del presidente electo de Estados Unidos,
Donald Trump, de imponer aranceles punitivos.
El
presidente ejecutivo de Fiat Chrysler Automobiles NV
reconoció el lunes, sin ir más lejos, que la automotriz podría retirarse de
México si el gobierno de Trump cumple sus amenazas e impone aranceles a los
vehículos que la compañía exporta desde México a EE.UU.
“Es posible que si los
aranceles económicos impuestos por el gobierno estadounidense sobre cualquier
cosa que ingrese a EE.UU. (…) sean lo suficientemente grandes como para hacer
que la fabricación de cualquier cosa en México no sea económica”, dijo Sergio Marchionne durante el
Salón del Automóvil de Detroit.
“La realidad es que la industria automotriz mexicana está
ahora, y lo ha estado durante varios años, estructurada para tratar de abordar
el mercado estadounidense. Y si el mercado estadounidense desaparece,
entonces su razón de ser queda en duda”, añadió.
México
concentró a nueve de las 11 nuevas plantas automotrices anunciadas en los últimos seis años
en América del Norte, según el Centro de Investigación Automotriz, un centro de
estudios de Detroit, lo que generó decenas de miles de
nuevos empleos y transformó a México en el cuarto exportador mundial de
automóviles, detrás de Alemania, Japón y Corea del Sur.
Al menos una
de esas plantas fue cancelada y la cifra podría aumentar si Trump se sale con la suya. Ford Motor Co. anunció la
semana pasada que canceló los planes de construir una fábrica de US$1.600
millones en esta ciudad mexicana ubicada a unos 400 kilómetros al norte de
Ciudad de México. La decisión sobre la planta de San Luis Potosí desconcertó a
muchos en una región que se ha acostumbrado a un flujo constante de aperturas
de fábricas y avisos de vacantes. Ahora, unos 2.800 puestos en la planta de
Ford y otros miles de empleos asociados se esfumaron.
“Trump liquidó esto por
completo”, dice
Rubén Rocha, sentado en su pequeño camión con la mirada fija en el lugar donde
Ford iba a construir la fábrica, un área de unas 280 hectáreas donde la única
señal de movimiento son dos pequeños edificios.
Rocha, de 44
años, planeaba instalar un negocio de soldaduras cerca de la planta de Ford y
contemplaba un futuro próspero para él y tres empleados. Compró el camión a
crédito en anticipo a los ingresos que traería Ford y ahora le preocupa cómo
pagarlo.
Una fábrica
de autos de Ford en Cuautitlán. PHOTO: MARIO GUZMAN/ZUMA PRESS
México
produjo 3,5 millones de vehículos livianos en 2016, comparado
con los 1,98 millones de hace una década, según cifras de la asociación de la
industria automotriz del país. En los últimos cuatro años, el sector captó US$17.000 millones en inversión extranjera directa, según
cifras del gobierno mexicano.
La
fabricación de automóviles es el segundo sector de la economía mexicana, detrás
del procesamiento de alimentos. Las 10 automotrices extranjeras que operan en
el país y sus 1.300 proveedores, a los que hay que agregar una decena de
fabricantes de autobuses y camiones pesados, emplean
directamente a 730.000 personas, según ejecutivos del sector.
Un aspecto
crucial es que la industria automotriz representa buena parte del déficit comercial de US$60.000 millones de EE.UU. con México,
según la Organización Internacional de Fabricantes de Vehículos Motorizados.
Eso ayuda a
explicar por qué Trump ha concentrado sus dardos contra el sector. El magnate
de los bienes raíces atacó los planes de la japonesa
Toyota Motor Corp. de utilizar a México para exportar algunos de sus modelos Corolla a EE.UU. y amenazó con imponer un
arancel fronterizo sobre los vehículos.
Por el
momento, Toyota y otros fabricantes han indicado que mantendrán su presencia en
México. Mary Barra, presidenta ejecutiva de General
Motors Co., dijo durante el fin de semana que la empresa no trasladará la producción de autos pequeños desde México a EE.UU.
“Este es un negocio donde las decisiones se toman con mucha antelación y con
inversiones intensivas de capital, decisiones que se tomaron hace dos, tres y
cuatro años”.
Pocos
lugares en México se han vuelto tan dependientes de la industria automotriz
como el altiplano central. General Motors fue la
pionera al instalarse en la ex localidad agrícola de Silao, en el estado de
Guanajuato. Nissan, que tiene otra fábrica al sur de Ciudad de México, comenzó
a producir en Aguascalientes poco después.
Mazda hizo lo propio hace tres años en
Salamanca, a unos 50 kilómetros de Silao, y Honda alrededor de la misma época
en Celaya. Toyota ya empezó las obras de una nueva planta a unos 20 kilómetros
al este de Celaya. La región está bien conectada a la frontera con EE.UU. y los
océanos Pacífico y Atlántico por dos ferrocarriles y modernas carreteras.
Algunos
funcionarios mexicanos señalan que no será fácil detener el crecimiento de
México como plataforma de exportación de automóviles. A pesar de la cancelación
del proyecto de Ford, la construcción de edificios sigue sin cesar en los
parques industriales cercanos y las carreteras están repletas de camiones.
Cerca de
5.000 empleos serán creados este año cuando entre en funcionamiento la fábrica
de Goodyear Tire and Rubber Co. y se expanda el fabricante alemán de
componentes para automóviles Dräxlmaier, señalan representantes del gobierno
estatal.
“Sería prematuro
predecir el impacto de Trump, pero sería difícil detener esto ahora”, afirma David Orozco, director de
desarrollo económico de la ciudad de Celaya, una hebilla del creciente cinturón
industrial. “Hemos estado trabajando para hacer de este un destino atractivo
para la inversión”.
Cerca de la
planeada fábrica de Toyota, un grupo de agricultores bebían whisky y tequila
mientras observaban cómo las máquinas de movimiento de tierra despejaban los
antiguos campos de maíz y verduras que habían vendido para que se construyera
la planta de Toyota. Los empleos en las fábricas de empresas como Toyota han
sustituido al trabajo agrícola en el caso de muchos de los jóvenes de la
región, tanto hombres como mujeres.
Muchos de
ellos en el pueblo de Calera de Ameche tienen familiares que residen y trabajan
en EE.UU., a menudo sin documentos, y las remesas que envían ayudan a sostener
a sus familias, dicen los hombres. Trump ha prometido restringir la inmigración
ilegal y posiblemente deportar a muchos. Para los habitantes de Calera de
Ameche, Trump pareciera atacar el pueblo desde ambos frentes.
“Trump
debería darse cuenta de que nuestros dos países están prácticamente unidos
ahora”, dice Zacarías Ceciliano, de 65 años, quien dice que ha pasado la mitad
de su vida trabajando en Texas y tiene la residencia estadounidense.
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