Las
lecciones que dejó el populismo brasileño .Para el populacho haragán e
ignorante , mas fácil es recibir dadivas
, limosnas , subsidios, poner altos aranceles
y festejar el despilfarro fiscal como sinónimo
de prosperidad , en lugar de trabajar e invertir , ejemplo : Ecuador , Venezuela, Brasil , Perú de 1985 a 1990 , México
http://lat.wsj.com/articles/SB11602775056114164154604582565701816487064?tesla=y
Manifestantes
en las afueras del edificio del Congreso en Brasília, durante una protesta
contra los ajustes fiscales impulsados por el presidente Michel Temer. PHOTO:
JOEDSON ALVES/EUROPEAN PRESSPHOTO AGENCY
Por
PAULO
TREVISANI
martes,
17 de enero de 2017
16:59 EDT
BRASÍLIA—A medida que crece el nacionalismo
económico en algunas partes del mundo, Brasil se
alza como un ejemplo de cómo las políticas que resultan
populares a corto plazo, como los estímulos fiscales y los aranceles para
proteger a los trabajadores nacionales, pueden entorpecer el desarrollo.
Los
gobiernos brasileños son expertos en dar dádivas a los votantes, desde una ley laboral que favorecía
a los trabajadores en los años 40 a subsidios para los pequeños agricultores.
Sin embargo, no han sido adeptos a la hora de retirar estas ventajas, al mismo
tiempo que crean una economía que sigue estando entre las más cerradas al
comercio entre los grandes países.
Los brotes
de generosidad y nacionalismo del gobierno son impulsados por una falsa sensación de prosperidad que brota cuando
suben los precios de los commodities, asegura el economista Tony Volpon, un ex
director del banco central de Brasil.
“No sabemos administrar la
riqueza”, dice. “Nos
endeudamos basados en las riquezas que tomamos del suelo [y] nunca admitimos
que es algo temporal y que parte de ello debería ser ahorrado”.
La tendencia
ayuda a explicar por qué una economía que se había expandido
7,5% en 2010 se contrajo, a fin de 2016, cerca de 7% en el curso de dos
años, con unas perspectivas lúgubres a
futuro. Brasil ha pasado de ser el ejemplo a seguir en los mercados emergentes
a una señal de advertencia.
Durante su auge entre 2001 y 2012, Brasil
se benefició del galopante crecimiento de China. A medida que el gigante
asiático consumía una de las principales exportaciones de Brasil, el mineral de
hierro, su precio subió a cerca de US$190 la tonelada
en 2011. Sin embargo, cuando China pisó el freno, el metal cayó a US$40 la tonelada en 2015, antes de estabilizarse en
alrededor de US$80.
La riqueza
de Brasil se movió como un péndulo. Las exportaciones anuales de mineral de
hierro alcanzaron US$38.000 millones en 2011, frente a unos US$3.000 millones
anteriormente, para luego caer a US$12.800 millones en 2015.
En vez de
apretarse el cinturón para abordar la época de vacas flacas, el gobierno insistió en iniciativas populares.
En 2012, la
entonces presidenta Dilma Rousseff rompió los contratos
a largo plazo con las compañías eléctricas para forzarlas a reducir los
precios de los servicios públicos, argumentando que los márgenes de los
operadores eran demasiado altos.
Esta popular
medida recortó las cuentas de electricidad en 13%
en promedio y la ayudó a ganar la reelección en 2014. No obstante, el gobierno
tuvo que compensar a las eléctricas por sus pérdidas, así que en 2015 Rousseff
se echó para atrás y los precios de la luz subieron
cerca de 50%. El ajuste decepcionó a los votantes, contribuyendo a la
baja popularidad de la mandataria que impulsó su impugnación en agosto.
Dilma
Rousseff fue destituida de la presidencia en agosto. PHOTO: EVARISTO SA/AGENCE
FRANCE-PRESSE/GETTY IMAGES
Rousseff,
una ex guerrillera marxista elegida en representación del mayor partido de
izquierda de Brasil, el Partido de los Trabajadores, no fue la única en adoptar
tales políticas. Por ejemplo, la ley laboral,
célebre por su complejidad, fue creada durante los años 30 por el dictador
Getúlio Vargas, un caudillo populista que al día de hoy es considerado como “el
padre de los pobres”.
El código
laboral ha sido una carga para las empresas, ahuyentando a los inversionistas a
largo plazo recelosos de su complejidad y los riesgos legales. De todos modos,
aún se mantiene vigente décadas después e incluso el sucesor centrista de
Rousseff, el presidente Michel Temer, no trata de cambiarlo sustancialmente.
Para
compensar por la ley laboral proempleados, los líderes brasileños han creado
una larga lista de amplios subsidios para las grandes empresas.
Los consumidores también recibieron subsidios y los legisladores
diseñaron un generoso sistema de pensiones y salarios cómodos para los
servidores públicos, los cuales a menudo ganan más que sus contrapartes
en el sector privado. La Constitución brasileña prohíbe
despedir a empleados estatales o reducir sus salarios.
El déficit fiscal resultante — que a noviembre ascendía a 8,8% del Producto Interno Bruto— ha hecho
que el banco central eleve su tasa de interés de
referencia, la cual se ubica en 13,75%, en momentos en que la economía
entra en su tercer año de recesión.
Los
economistas prevén una expansión de apenas 0,5% en
2017. Pasarán años antes de que la brecha fiscal se reduzca a niveles
sostenibles. El desempleo, que se ubica actualmente en
12%, probablemente siga creciendo este año, proyectan.
Estados como
Rio de Janeiro enfrentan protestas casi a diario,
conforme los gobernadores tratan de revertir subsidios que fueron implementados
en épocas de abundancia.
Este y otros
estados pidieron ayuda federal y en diciembre el Congreso permitió que Temer
les ofreciera alivio por sus deudas. Originalmente el proyecto de ley imponía
disciplina fiscal a cambio de tasas bajas y un cronograma extendido de pagos,
pero los legisladores retiraron esas condiciones. Temer terminó vetando partes
de la legislación, lo que la devolvió al principio del proceso.
Entre tanto,
muchos brasileños comunes y corrientes e intelectuales señalan que reducir las
altas tasas de inequidad del país tiene que ser la primera meta de cualquier
gobierno.
“El gasto social debe
crecer para contrarrestar la exclusión”, dice Marcio Porchmann, economista del Instituto
Perseu Abramo, un centro de estudios de izquierda. “No fue un desperdicio”.
Esa idea fue
consagrada en la enorme Constitución redactada en 1988, la cual incluye un
capítulo entero sobre derechos sociales.
Temer ha
propuesto enmiendas para limitar el gasto público y hacer las reglas de
jubilación más estrictas. Incluso esos pasos cautelosos han contribuido a su
baja popularidad, que llega a cerca de 13%, y el mandatario ha señalado que no
llevaría a cabo un cambio más radical.
“La
Constitución es el resultado de la conciencia social y continuaremos haciendo
eso”, dijo Temer recientemente.
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