La guerrilla en México es básicamente unos grupúsculos campesinos sin ideología destinadas a presionar, no a triunfar . Un análisis de esos grupos que se hacen llamar guerrilleros
izquierdistas en latino América y que en realidad son partidos burgueses
http://www.uypress.net/auc.aspx?69983
La guerrilla en México
http://www.izquierda.info/modules.php?name=News&file=article&sid=2449
• Apuntes para un estudio de las guerrillas en México
Por
León Pérez
La guerrilla
no es un asunto nuevo en Latinoamérica. Tampoco lo es en México donde existe más o menos en forma constante
desde la revolución de 1910, con periodos de interrupción o latencia, para
luego reaparecer con inusitada fuerza en periodos críticos del país.
La única
razón por la cuales necesario hoy hacer alguna evaluación sobre ella es que las
direcciones de alternativa revolucionaria, y aun aquellos que no siéndolo se
proclaman de izquierda, han venido fracasando desde hace mas de dos décadas
abriéndoles, por lo tanto, el camino a formaciones guerrilleras que, a su vez,
traducirán la situación en nuevos fracasos.
Por lo menos
tal cual están planteadas las circunstancias políticas actuales.
Comencemos
entonces por advertir que, mientras el conjunto de las guerrillas
Latinoamericanas tienen algunos denominadores comunes, la
guerrilla mexicana aporta algunas peculiaridades, sobre las que es necesario
detenerse un poco para el análisis.
La
guerrilla en México tiene un origen mas autentico y menos ideologizado que, por ejemplo, las guerrillas de
los 70s del ERP y Montoneros en Argentina,
los Tupamaros en Uruguay , el FSLN de Nicaragua o el FMLN de El Salvador, entre
otras.
Guerrillas
como construcciones ideológicas o como autodefensa
Estas
tuvieron su origen en corrientes ideológicas que desarrollaron la guerra de
guerrillas como estrategias previamente elaboradas, con fuertes rasgos
ideológicos y un voluntarismo en general inspirado por las clases medias
urbanas.
Es decir, en
muchos casos, sus acciones iban a contrapelo de las circunstancias políticas,
independientes de estas y acicateadas por la ideología, muchas veces
influenciada por el Guevarismo y el Castrismo y
fueron diseñadas desde un comienzo para la toma del poder.
Las
guerrillas mexicanas en general – aunque asumieran compromisos ideológicos e
hicieran largas proclamas sobre ellos – representaban, y en muchas formas
representan, necesidades mas objetivas de una base
social de campesinos pobres, sectores semi-rurales y trabajadores del campo
perseguidos por la violencia latifundista y la super-explotación.
Es decir,
las guerrillas mexicanas tuvieron, en muchos casos, un origen y desarrollo en
la autodefensa campesina frente a los crímenes de la oligarquía. En eso, se
parecen en mucho a la guerrilla y las rondas campesinas de los 60s y 70s en
Perú o la guerrilla original de Colombia de la guerra civil de la posguerra.
Más allá de las intenciones de muchos de sus dirigentes, nunca pasaron de acciones tácticas y defensivas.
Lejos
estaban y están estas guerrillas de edificar una confrontación militar con los
aparatos del estado y el ejército como el producto de un delirante análisis de
la realidad. Es
impensable la creación de grupos armados mexicanos, por lo menos hasta ahora,
que sostuvieran, como lo hizo el EGP a finales de los 60s en Argentina, luego
los Montoneros y el ERP, el derrocar gobiernos constitucionales o “democrático”
burgueses como los del radical Illia (EGP) o el gobierno de los Perón (ERP y
luego Montoneros).
Esto les
permitiría crear organizaciones nacionales a organizaciones como el ERP o
colarse en un movimiento de masas como el Peronismo como hizo Montoneros. Pero
difícilmente los llevaría al poder político y, como sucedió, solo causaron el
desastre a miles de militantes.
O que
impulsaran una estrategia guerrillera a toda costa contra regimenes
dictatoriales como hizo el FSLN durante 30 años para que finalmente la
realidad, en su evolución, coincidiera con su estrategia. Las guerrillas
mexicanas, por lo menos de las últimas décadas, si bien debieron enfrentarse al
bonapartismo unipartidario del PRI y a brotes brutales de represión, jamás
debieron operar contra dictaduras militares a escala nacional.
Las
guerrillas mexicanas –
repetimos, mas allá de los postulados enunciados en documentos – surgieron casi
sin excepción como tácticas de autodefensa armada
frente a los atropellos del estado y de las fuerzas represivas, mayormente en
el campo, casi nunca en las ciudades (otra diferenciación importante con
fuerzas como el ERP, Montoneros, Tupamaros o aun el propio FSLN y FMLN).
Por esa
razón, las organizaciones guerrilleras de México casi nunca lograron ir más
allá de una región o estado. Estaban circunscriptos a fenómenos locales, a
enfrentar los atropellos de caciques del PRI en el gobierno, los
terratenientes, los militares de la zona.
...........
El
EZLN entra en razones
Cuando el
EZLN en su levantamiento de 1994 declaro que voltearía al entonces gobierno del
PRI y avanzaría sobre la Ciudad de México, pronto tuvo que retroceder y
ajustarse a su predominio en una pequeña área del Estado de Chiapas. A pesar de
algunos intentos, y de la simpatía política que su movimiento pudo despertar, el Subcomandante Marcos advirtió que muy
pocos, si acaso algunos, tomarían las armas para seguirle por fuera de su área
de influencia en el sur mexicano.
A palos, Marcos acepto pragmáticamente su destino, archivo
sus proclamas revolucionarias estratégicas y se circunscribió a una región de Chiapas desde donde incursiona
periódicamente sobre la política nacional sin lograr crear un movimiento
político estable y coherente. Su “ejercito” guerrillero
no es mas que la custodia de comunidades indígenas que luchan por la
autosuficiencia económica. Por lo demás, Marcos se
ha pronunciado por “cambios profundos” mediante una “revolución pacifica”.
Hoy día, el EZLN vive un status quo con el régimen de los partidos
políticos mexicanos.
Marcos
no ordena sino iniciativas políticas – y se abstiene de acciones militares o de
extender su influencia física mas allá de la selva Lacandona -
y el gobierno central no ordena a las tropas que la rodean, invadirlas. Los
enfrentamientos que subsisten son generalmente locales y circunscriptos a
fenómenos regionales y con caciques o bandas armadas locales.
Demás esta
decir que el EZLN y Marcos han abandonado la iniciativa de crear un organismo
nacional luego de la catástrofe que represento el intento del FZLN (copado rápidamente por lo peor de la charca de
izquierda mexicana) o que en otras ocasiones, como la reciente “otra
campana” sirve a los planes de la derecha del PAN, y a mantener vivo, aunque
muy debilitado, al PRI socavando a la oposición liberal de izquierda (PRD) en
las ultimas elecciones.
Las
guerrillas y la dirección cubana
A diferencia
de sus congéneres de Latinoamérica, las guerrillas mexicanas nunca contaron con
el apoyo entusiasta, ni siquiera con el reconocimiento formal o la invitación a
reuniones de alto nivel, de la dirección del estado cubano, inspirador,
consejero, o al menos punto de referencia, de las guerrillas argentinas,
uruguayas, colombianas o centroamericanas.
Esto se
debió a una política de Cuba de mantener relaciones
fraternales con el PRI mexicano en el poder durante medio siglo que le
proporcionaba a la isla los suministros de petróleo y le extendía la mano
diplomática en algunas iniciativas castristas en las Naciones Unidas.
La guerrilla
de México en muchas ocasiones tuvo un discurso de apoyatura de Cuba solo para
recibir el silencio más absoluto de parte de la dirigencia de aquel país. Para Castro, la “construcción” del régimen
propio y sus intereses se anteponían a la hermandad ideológica con guerrilleros
que las comprometían.
Este
apoyo cubano al PRI y su régimen se hizo explicito en repetidas ocasiones, incluso con
visitas amistosas de Fidel y altos funcionarios de su régimen, la participación
en la asuncion de diferentes gobiernos y en declaraciones publicas donde
enfatizaba que “no apoyaban ningún movimiento que fuera contra los intereses
del gobierno mexicano”.
Ni siquiera
ahora, que el PAN y Fox terminaron con la
hegemonía Priista y que le han mostrado los dientes a Cuba en varias ocasiones,
hace Cuba ningún gesto para vincularse a las dos docenas de grupos guerrilleros
mexicanos. Tan es así, que la mayor apoyatura del EZLN
a nivel internacional es la “izquierda” Mitterandista y Le Mondista de la
socialdemocracia europea y los “colectivos” seudo
anarquistas e inofensivos de Europa y Latinoamérica.
No fue el
caso del resto de Latinoamérica, en general gobernada por fuerzas hostiles al estado Cubano, en
donde desplegó una estrategia que incluía desde el apoyo abierto y decidido de
las guerrillas (Colombia, Centroamérica, en algún
momento Chile) hasta la ayuda informal (ERP, Montoneros, Tupamaros.) Esa
informalidad en el caso de Argentina llego a incluir una especie de “asilo de
hecho” aunque no de derecho a los cuadros de estas organizaciones, mientras el
gobierno de Castro mantenía relaciones diplomáticas y comerciales con el
régimen militar del Proceso.
La Unión
Soviética, envuelta en la guerra fría y blindada con su contradicción de
“coexistencia pacifica” con el imperialismo, dejaba de lado los métodos
ofensivos de la lucha de clases (la huelga general, la insurrección, los
soviets y el poder dual) y se embarcaba en conflictos de “baja intensidad” con
EEUU y sus socios, donde las guerrillas eran uno de las piezas de movimiento en
su tablero, destinadas
a presionar, no a triunfar. La Unión Soviética suministro la
suficiente ayuda para subsistir, nunca la necesaria para ganar grandes
batallas.
En la
segunda parte de los 70s y parte de los 80s, totalmente desprestigiada, la
burocracia estalinista soviética, a partir todavía de Cuba, buscaba reubicarse
en la promoción de algunas aventuras guerrilleras en Latinoamérica con el
objetivo de tener cartas de negociación con el imperialismo que no podía ya
obtener de otra forma – exceptuando claro esta, su cada día mas arcaico sistema
de defensa nuclear. En algún momento esto se convirtió en una estrategia
continental, dejando de lado consideraciones tácticas de los países y solo
teniendo como norte las necesidades diplomáticas y políticas de la burocracia
del Kremlin.
Así sucedió
en Latinoamérica, pero también en África y Asia
en los 60s. y la primera mitad de los 70s. Excepto en México, con quien la
Unión Soviética, durante su existencia y a través del PRI, mantenía no solo
relaciones cordiales, sino incluso de activa solidaridad. Cuba, en esas instancias,
jugaba el rol de moderador y consejero de algunos movimientos guerrilleros
sugiriendo moderación en los objetivos e insistiendo que la experiencia cubana
de los 50s y 60s no podía emularse en las condiciones actuales de la lucha de
clases.
La izquierda estructurada, incluyendo
la revolucionaria, fueron obstáculos para la guerrilla
Otro
obstáculo casi insalvable para la guerrilla mexicana hasta 1988 fue la
presencia e influencia urbana – y en algunos casos rural – de la izquierda
socialista y comunista, y la nacionalista revolucionaria.
Hasta ese
ano, la presencia masiva del Partido Comunista Mexicano
(PCM), rebautizado luego como PSUM (Partido
Socialista Unificado Mexicano) y luego PSM y otros nombres, el trotskista Partido Revolucionario de los
Trabajadores (PRT), el nacionalista revolucionario Partido Mexicano de los
Trabajadores (PMT) y una docena de organizaciones nominalmente
“revolucionarias” y socialistas que obtenían representación electoral (llegaron
todas ellas a tener bloques de diputados), hegemonizaban el movimiento
estudiantil, influían en los sectores combativos de los trabajadores y hasta crearon centrales “rojas” de campesinos y
trabajadores rurales, se erigían con sus políticas estructuradas y
coherentes – mas allá de sus definiciones ideológicas – en murallas
infranqueables para la penetración guerrillera en los centros urbanos.
Cuando todas
estas fuerzas prácticamente se disolvieron para ingresar al PRD (Partido de la revolución Democrática), un partido burgués cuyo origen fue la crisis del PRI, el
propio PRD, ahora como un paradigma “democrático”, se
convirtió en la barrera electoral y parlamentaria al guerrillerismo.
A diferencia
del PC (con sus distintos nombres), PRT, PMT – y otros -- que eran partidos de
acción, que promovían huelgas y la organización para la lucha – mas allá de los
programas que esgrimieran – el PRD dirigió al conjunto de la izquierda hacia el
callejón sin salida de una estrategia dual de respeto a rajatabla de las
“instituciones democráticas” por “vías pacificas” por un lado y al agotamiento
de la lucha en las instancias de la influencia parlamentaria.
Así, a
finales de los 80s y principios de los 90s, el PRD bajo
la dirección de Cuahtemoc Cárdenas entrego al PRI la victoria
presidencial obtenida con un fraude escandaloso, llamando a los centenares de
miles que se lanzaron a las calles, a mantener la calma y la legalidad.
De la misma
forma, en los últimos meses, el candidato presidencial del PRD – a quien
nuevamente se le birlo el triunfo a través del fraude – López Obrador repitió la política de Cárdenas, aunque movilizando
“pacíficamente” y anunciando que asumiría simbólicamente como “presidente.”
La
adaptación guerrillera al régimen y la política burguesas
En el resto
de Latinoamérica la situación también en estos aspectos fue diferente. Esta
surgió por iniciativa de grandes organizaciones políticas o se asumieron como
la fundamental organización política en determinados países.
La guerrilla colombiana cobro auge en los primeros
momentos por el apoyo directo prestado a la misma por el Partido Comunista de
Colombia que tenia influencia de masas y la casi inexistencia de otras
corrientes de izquierda en los 50s y 60s. Las FARC
fueron inicialmente, y durante anos, el brazo armado del PCC.
En
Argentina, la guerrilla de los 70s surge primero prohijada por el propio Perón y su movimiento
de masas (Montoneros) y por la debilidad estructural de la izquierda, sobretodo
la izquierda revolucionaria, frente al apogeo del Peronismo y su coqueteo con
el “socialismo nacional” y el termino “revolucionario”. El ERP surge a la sombra de Montoneros y se
alimenta de su crisis cuando estos últimos son expulsados sin misericordia del
Peronismo, cuando este accede al poder y deja de necesitarlos.
La izquierda
revolucionaria argentina no guerrillera, paralelamente, comienza también a
crecer, pero el Proceso (la dictadura militar) aborta este desarrollo, termina de aplastar a la guerrilla que ya estaba en franca
retirada y aprovecha para dar un escarmiento, masacrando a los mejor del
activismo político y sindical de todas las tendencias. Para que lo
lean los electoreros
La guerrilla
chilena se adapta y acoge al régimen reformista de Allende y cae junto a ese
proyecto político, ya debilitada, en el golpe de 1973. Surgido como alternativa
revolucionaria al Partido Socialista y Comunista en el
poder en la Unidad Popular, el MIR termino de guardaespaldas del
reformismo. Intentos por resucitar la guerrilla bajo la dictadura de Pinochet
no tuvieron eco: en Chile había vencido el neoliberalismo precursoramente en el
continente.
En
Colombia, la guerrilla eventualmente rompe con el Partido Comunista, pero sobrevive dentro del marco de un acomodamiento burgués, en la explotación de las tierras que controla,
los impuestos a la producción de coca y su alineamiento con la socialdemocracia
europea en el caso de las FARC o a la misma socialdemocracia vía su nuevo
converso en Latinoamérica, Fidel, en el caso del ELN.
Otros
grupos, como el M-19 se reciclan en la democracia
burguesa, a instancias muchas veces de Cuba, desapareciendo luego en
forma efectiva, deglutidos por el más desprestigiado régimen democrático
burgués de Latinoamérica.
Los
Tupamaros uruguayos se reciclan, hacen acuerdos de todo tipo y abandonan la lucha guerrillera para incorporarse a los aparatos burgueses o creando
uno propio que hoy coexiste con el PCU, el Frente Amplio y otras variantes de
apoyo, directo o critico, al régimen de Tabare Vázquez y ocupando plazas de
administración de los intereses de la burguesía.
El
caso de la guerrilla centroamericana
A diferencia
de otras guerrillas de Latinoamérica que lucharon contra gobiernos democrático
burgueses en sus inicios y desarrollo hay otras guerrillas que se forman y
desarrollaron luchando contra dictaduras feroces como la nicaragüense (FSLN),
la salvadoreña (FMLN) o las organizaciones de distinto tipo de Guatemala.
De alguna
forma, estas últimas estuvieron más
“justificadas” por alzarse contra regímenes dictatoriales, represivos y que no
permitían ninguna otra expresión de protesta. La conciencia de los trabajadores
y el pueblo, cuando aún no ha hecho la experiencia a fondo con democracias
burguesas formales, tiende a rechazar instintivamente el foquismo guerrillero, ya que aspiran a “influenciar”, no
derribar, los gobiernos existentes.
En muchos de
los casos de la lucha contra dictaduras, la guerrilla se beneficio de la
inexistencia de organizaciones políticas burguesas que lucharan por la
democracia e incluso de izquierda que eran casi inexistentes. Las dictaduras
centroamericanas simplemente no tenían oposición burguesa o de izquierda y eran
representantes directas, a su vez, o de las 100
familias más poderosas (El Salvador) o los propios dictadores hegemonizaban la
propiedad burguesa (Somoza en Nicaragua).
Las
guerrillas entonces, no tenían mediaciones, ni burguesas ni de otras variantes
de izquierda (en Nicaragua, el estalinismo colaboraba con Somoza y en El
Salvador y Guatemala se convirtió en el eje de la guerrilla.) La izquierda revolucionaria no guerrillera era incipiente en
todo el istmo. Mas aun, cuando surgieron, como en el caso de Guatemala, guerrillas no controladas por el estalinismo, como la de Yom
Sosa, fueron denunciadas por la dirección cubana.
Allí no jugo
un rol solo la dirección cubana sino que, en el caso de Nicaragua y El Salvador, irrumpió también como actor la socialdemocracia
europea que proveyó armas y logística a las guerrillas, basándose en los
gobiernos que le respondían por entonces en Costa Rica
y Panamá (durante la era Torrijos.) Uno de los ministros de Torrijos
llego a organizar una brigada internacional para ayudar a los sandinistas y el
gobierno de Costa Rica permitió la actividad política y entrenamiento del FSLN
en su territorio.
A la
guerrilla del FMLN y sus frentes políticos se unió una corriente (MNR) de
filiación socialdemócrata y otros dirigentes de grupos como las FPL o el ERP
(partes constitutivas del FMLN) fueron influenciados por la socialdemocracia
europea.
Cuando las
tres tendencias en que se dividía el FSLN se unificaron poco antes de la
ofensiva final contra el régimen del dictador Somoza, la mas fuerte era la “Tercerista” de los hermanos Ortega
y el que luego fuera dirigente contra y agente de la
CIA Edén Pastora – ligada a la socialdemocracia – que superaba por
varios cuerpos a la de la Guerra Popular Prolongada (GPP de Tomas Borge) o la minúscula Tendencia Proletaria (dirigida por Jaime
Wheelock).
El
imperialismo, en los dos gobiernos de Reagan, sometió a estas guerrillas – que veía como un punto de
conflicto con la Unión Soviética – a una guerra
de baja intensidad, armando contraguerrillas contras, enviando asesores y
equipo especial y apelando a sus aliados del imperialismo, en los dos gobiernos
de Reagan, sometió a estas guerrillas – que veía como un punto de conflicto con
la Unión Soviética – a una guerra de baja intensidad, armando
contraguerrillas contras, enviando asesores y equipo especial y apelando a sus
aliados de la dictadura argentina por apoyo y entrenamiento.
La
socialdemocracia
invirtió capital político en pergeñar una política de negociaciones de paz que
– junto a la guerra de desgaste de los
EEUU – termino con la insurgencia por derrota en
Guatemala, por integración y prosecución de un acuerdo político entre la
extrema derecha y el FMLN salvadoreño y
por la entrega pacifica del poder a principios de los 90s del FSLN en Nicaragua.
Ante esto, solo una profundización de la revolución,
su unificación a nivel de toda Centroamérica y un llamado al conjunto de los
trabajadores del campo y la ciudad del Istmo hubiese podido revertir la derrota.
Fidel Castro en persona aconsejo a las direcciones del
FMLN y el FSLN no hacerlo. Las propias direcciones guerrilleras
orientadas por el estalinismo y hacia la colaboración de clases para preservar
su aparato militar, aceptaron las reglas
del juego y por lo tanto su eventual fracaso.
El desenlace
era previsible. El FMLN, luego de varias rupturas de
izquierda y derecha, termino integrado al sistema y social democratizado.
El FSLN, también luego de rupturas de derecha e izquierda, termino a la derecha
del FMLN, infiltrado hasta los tuétanos por sectas religiosas, oponiéndose al
aborto y ganando nuevamente la presidencia hace pocas semanas con un tercio de
los votos emitidos para administrar la misma política de derecha que lo había
expulsado del poder mas de quince anos atrás.
La razón de ser de la
guerrilla mexicana
Despojada de
la validez del grito de combate de las guerrillas históricas mexicanas de Villa
y Zapata contra el gobierno central, y si, la iglesia terrateniente, las
guerrillas mexicanas se debaten entre ser como la centroamericana, oponiéndose
a la versión local de dictaduras regionales o estatales en el marco de un
régimen democrático burgués y la presión constante de
asimilarse a la “oposición” burguesa que no cesa de surgir dentro del
marco de la institucionalización parlamentaria (PRD).
Se
unen y fragmentan con rapidez. Solo el EPR (Ejercito Popular Revolucionario)
ha dado surgimiento a mas de una media
docena de otras organizaciones que hoy compiten entre si y mantienen su
vigencia mientras persisten gobiernos corruptos, violentos y antidemocráticos
como el de Ulises Ruiz en Oaxaca para ser luego
eclipsados ante el surgimiento de movimientos de masas y recuperar el segundo
aire si estos son derrotados.
La razón de
ser de las guerrillas mexicanas esta presente pero son circunstanciales y
circunscriptos. El movimiento de masas va hacia ellas y se aleja de ellas con
rapidez y espontaneidad. No han logrado, hasta ahora, hacer pie como
expresiones masivas de trabajadores y campesinos porque las derrotas del
movimiento de masas fueron hasta ahora pasajeras y los trabajadores y
campesinos han encontrado nuevos cauces, dentro del sistema político, para
regenerar los tejidos de su resistencia.
Este ciclo
podría estar llegando a su fin. El espectáculo lamentable de un PRD en manos de López Obrador que ofrece el pacifismo mas abyecto frente al fraude y
el simbolismo de un gobierno paralelo frente al nuevo
gobierno del PAN, y la desarticulación y desaparición de la izquierda, y
con ella de la izquierda revolucionaria, deja fuera de opciones a cada día más
comunidades indígenas, mas campesinos, mas trabajadores.
Los bombazos
en el Distrito Federal del pasado 6 de noviembre podrían ser un síntoma de este
giro de la situación. Con un nuevo triunfo descarado del PAN en las últimas
elecciones, aun sectores burocráticos y clientelistas del propio PRI podrían
desplazarse hacia la guerrilla o al menos hacia la oposición directa al régimen
como sucede actualmente en Oaxaca. Para estos sectores
oportunistas, como algunos de los que nutren a la Asamblea de los Pueblos de
Oaxaca (APPO), la guerrillas o los métodos
pacifistas son opciones de presión a utilizar para las negociaciones por un
lugar en la mesa de la burguesía.
Si el gobierno
de Calderón prosigue la política totalmente pro norteamericana y anticubana de
su predecesor Fox, el propio Fidel podría abandonar su política de neutralidad
en los conflictos mexicanos ahora que el PRI (su anterior aliado) y el PRD (el
nuevo destinatario de sus amores) están fuera del poder. Una política agresiva
de Fidel – que ya mostró sus dientes en un par de oportunidades a Fox en los
últimos anos – alentaría sin duda a la guerrilla, aunque no le brindara el más
mínimo apoyo material o político.
Este tipo de
aventura cubana se vería reforzado si, como se teme, Fidel muere en el futuro
inmediato. Baste observar las caracterizaciones entre catastrofistas y
reformistas que esgrimen hombres como el Presidente de la Asamblea de Cuba,
Alarcón. Claro que, en este caso, no serian gritos de combate contra la
burguesía lo que saldría de La Habana, sino de apoyo a la “revolución rosa” del
continente encabezada por lideres populistas como Morales o Chávez.
La incapacidad de la izquierda mexicana por regenerarse y
masificarse mostrada en las ultimas dos décadas implicaría la falta de opciones
ligadas a la lucha de clases y de masas en forma estructural y permitiría a la guerrilla ganar influencia en los sectores
pequeño burgueses urbanos y del campo, y aun en sectores de
trabajadores. Si esto sucediera, entonces nos veríamos con tendencias guerrilleras que saltarían cualitativamente desde lo regional
a lo nacional.
En este
ultimo caso, las tendencias estalinistas, o pro
burguesas, tomarían auge en la dirección de las
guerrillas desvirtuando su carácter defensivo y de autodefensa para asumir
características burocráticas, imponiendo al movimiento de masas su dominio y su
política.
La
ineludible adaptación a la burguesía de los aparatos militares
¿Cómo es posible que todas
las organizaciones guerrilleras Latinoamericanas hayan terminado en desastres y
sucumbiendo a políticas pro-burguesas? La respuesta a este interrogante no se agota en la simple
existencia de direcciones estalinistas, ya que algunas surgieron por fuera del
estalinismo, aunque terminaron haciendo la misma política.
La guerrilla
mexicana que se diferencia en su origen y visión general, así como en su
relación con los organismos de masas, de las del resto de la guerrilla Latinoamericana
tiene, sin embargo, puntos en común con aquella, siendo el principal la idea
central de que lo militar predomina sobre lo político.
Llevado a su
lógica consecuencia, el militarismo guerrillero se convierte en una burocracia
autoritaria que busca subordinar a cualquier precio al movimiento de masas y
organizaciones al aparato militar cuando la guerrilla es concebida como
estrategia y no como una simple táctica.
La guerrilla es una táctica defensiva. Su
misión no es ganar guerras de posiciones o contra aparatos militares
superiores, sino debilitarlos, hostilizarlos y entorpecer su avance sobre las
posiciones propias fundamentales.
En el caso
de la revolución social, la guerrilla cumple un rol completamente accesorio,
suplementario y destinado a ser una táctica defensiva en momentos difíciles
para el movimiento obrero del cual depende y al que se supedita en todo
momento.
Así como en
el terreno militar, una vez recompuestas las fuerzas propias que la hicieron
necesaria, la guerrilla pasa a segundo plano, en la revolución, una vez
re-encauzada en el camino de la huelga general insurreccional o la guerra
civil, la guerrilla pasa a subordinarse por completo y pierde toda centralidad
frente a los métodos mas ortodoxos de la lucha de clases.
Los bolcheviques
rusos tenían tan claro esto que las guerrillas que formaron antes de la
revolución Rusa del 17 tenían tareas secundarias, accesorias a las tareas del
partido en el movimiento de masas. En los días revolucionarios de Octubre, la Guardia Roja se supeditaban absolutamente no solo al
partido sino a los consejos obreros, los soviets.
Durante la
llamada “Guerra Civil”, el Ejercito Rojo creado y dirigido por León Trotsky se
basaba en el control del mismo por los organismos de masas y el partido a
través de comisarios políticos y a las funciones duales como comandantes y
miembros de dirección del partido de sus principales cuadros. Los miembros del
Ejercito Rojo tenían derechos
democráticos, intervenían en las discusiones políticas, nombraban delegados de
los soldados de base y hasta elegían políticamente a sus oficiales.
Sin embargo,
las guerrillas Latinoamericanas de los últimos 60 anos, se han desarrollado no
como tácticas, sino como estrategias a las que supeditan – por las buenas o aun
por las malas – al movimiento de masas. Este ultimo pasa a ser secundario y
solo sirve de fuente de reclutamiento o acompañamiento de lo militar.
La
democracia obrera, las asambleas obreras y campesinas, las organizaciones
populares pierden toda autonomía y sus miembros todo poder de decisión. Incluso los propios miembros de las guerrillas dejan de tener
derechos democráticos o el derecho a opinar sobre la política de la
organización. Las jerarquías militares, entre ellas la supremacía de los
“comandantes”,
se convierte en el único eje de elaboración teórica, política y táctica de
todos.
La “institución armada
revolucionaria” entonces, se alza como alma gemela de las
instituciones armadas de la burguesía, con rangos, uniformes, disciplina, falta de discusión política que es reemplazada por ordenes
superiores. Los intereses de la lucha pasan entonces de ser de las de
los trabajadores y el pueblo, y la prosecución de sus objetivos, a las del
aparato militar.
Al
determinar la supremacía de lo militar sobre lo político concebido el primero
como estrategia central, se impulsan políticas de alianza, negociaciones y
adaptaciones al campo de batalla signado y hegemonizado por el estado burgués.
Esa metodología tiene como centro preservar ante todo la institución armada de
la guerrilla y, por lo tanto, se justifican todas las acciones y alianzas
necesarias para lograrlo.
Como el
objetivo final es vencer a otro aparato, y como esto no es posible en el marco
de las desmovilización obrera y popular causada por los estragos de someterlos
a los designios militares, las direcciones guerrilleras apelaron a alianzas con
sectores burgueses con el objetivo de primar en lo militar.
Esto llego,
en algunos casos, a la ridiculez de plantear la
unificación de grupos armados tan disímiles en ideología y formalmente
en objetivos políticos como el ERP y los Montoneros. El primero ofreció en el
momento en que ambos estaban siendo derrotados militarmente al segundo una
unificación organizativa basada exclusivamente en las necesidades de los dos aparatos
políticos por sobrevivir.
Las
guerrillas del FSLN y el FMLN, las
organizaciones armadas colombianas, los Montoneros y el ERP argentinos, los
Tupamaros uruguayos, el MIR chileno se convirtieron casi todos en formaciones
burguesas (FARC colombiana, FSLN, FMLN, Montoneros, Tupamaros) o levantaron
consignas de “unidad popular” con la burguesía (ERP, MIR) acabándose como
genuinas expresiones políticas revolucionarias independientes.
De lo que se
trata – según la lógica militarista -- es de mantener la “institución” armada
por sobre todas las cosas y todo lo demás es objeto táctico, por ende sujeto a
negociaciones. Las aspiraciones de las masas se
convierten en secundarias frente a la preservación del aparato militar y este
impone, burocráticamente o por la fuerza, sus designios a las organizaciones de
masas.
Ineluctablemente,
las formaciones militaristas, tienen a
reproducir lo peor de la sociedad de clases aunque en un principio se declaren
sus peores enemigos. Para sobrevivir terminan adoptando algunos de los
métodos del enemigo y, como aquel, sienten un gran desprecio por las
organizaciones “civiles”, en el caso de los ejércitos burgueses de los
“partidos políticos”, en el caso de las guerrillas, de las organizaciones de
masas.
La guerrilla
mexicana aun no ha llegado a ese punto y si lo hace dependerá exclusivamente
del movimiento obrero, campesino, indígena, popular y estudiantil, de su
movilización y grado de organización que las supedite y discipline a través de
órganos democráticos creados por el movimiento mismo.
Los resabios
de la izquierda partidaria cree que puede evitar este desarrollo – que hasta
aparecería natural – de una “guerrilla estrategia” con simplemente encogerse de
hombros y asumir que todo guerrillero es, en realidad, un provocador de los
servicios de seguridad.
Aunque esto último
fuera cierto en algunos casos, el grueso del
reclutamiento al concepto de guerra de guerrillas como estrategia se nutre de
obreros, campesinos, indígenas y estudiantes desesperados que buscan un
camino distinto, mas “eficaz”, al que los ha llevado a derrotas frente al
régimen en el pasado. La inmensa mayoría de ellos pueden y deben ser
participantes de una estrategia de lucha de masas siempre y cuando la izquierda
pelee el rol dirigente que la historia le tiene reservado.
Para ello,
no está demás decirlo, es necesario terminar con la práctica de la autonomía guerrillera y la formación de un sólido partido
revolucionario, con influencia de masas que proponga un programa, no solo
político, sino organizativo al movimiento de masas.
De lo
contrario, la guerrilla mexicana terminara frustrando,
como lo hicieron sus congéneres de Latinoamérica antes, el proceso
revolucionario futuro.■
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