Las
multinacionales han ofrecido inversiones millonarias en EEUU para quedar bien
con el presidente Trump , pero antes deben ser aprobadas por los accionistas ,
pues no tiene sentido construir plantas en EEUU si no te comprarán, pues es un producto
más caro ; por otro lado China ha publicado una lista de represalias contra
empresas de EEUU si decide poner los aranceles de 35 % a 45 % además que se sumaran las represalias
de Europa
Las
multinacionales que cortejan a Trump: inversiones millonarias tras sus amenazas
Las amenazas
de Donald Trump han generado un reguero de anuncios y compromisos de multinacionales estadounidenses y extranjeras que aseguran
que invertirán en EEUU
El
presidente de EEUU, Donald Trump, saluda a la multitud durante su toma de
posesión, en Washington, el 20 de enero de 2016. (Reuters)
GONZALO
TOCA
23.01.2017 – 05:00 H. - ACTUALIZADO: 10 H.
Las amenazas
de Donald Trump contra las compañías que produzcan en el extranjero han
generado un reguero de anuncios y compromisos por parte
de muchas multinacionales estadounidenses y extranjeras. Las compañías
se han lanzado a prometer inversiones millonarias y la creación de cientos de
miles de empleos en territorio estadounidense.
¿Cuáles son las principales empresas
y a qué sectores pertenecen?
Entre las
firmas norteamericanas, destacan los gigantes de la automoción, y resultan
especialmente ilustrativos los casos de Ford y General
Motors (GM). El presidente mundial de Ford, Bill Ford, acaba de
suspender una inversión de 1.600 millones de dólares en México —que habría
supuesto trasladar allí una fracción de su producción en Estados Unidos—
después de que Trump lo llamase insistentemente a su móvil para presionarlo.
Aunque GM
sugirió que no le intimidaban las advertencias del entonces presidente electo
sobre la imposición de aranceles sobre la producción mexicana de sus modelos Chevy Cruz, solo una semana después tuvo que
prometer que invertiría 1.000 millones de
dólares en la primera potencia mundial. Su portavoz aclaró, por si hiciera
falta, que el anuncio estaba diseñado para coincidir con la llegada del nuevo
inquilino a la Casa Blanca.
Fábrica de
Ford. (Reuters)
Fábrica de
Ford. (Reuters)
Otras
empresas estadounidenses que han empezado a movilizarse son IBM, WalMart, Carrier y Amazon. Justo la víspera de
una cumbre entre el entonces presidente electo Trump y las empresas
tecnológicas en diciembre, Ginni Rometty, CEO de IMB, publicó
una columna en el diario 'USA Today' donde anunciaba que contrataría a 25.000
empleados durante los próximos cuatro años y que invertiría 1.000 millones de dólares en capacitar a su plantilla en
Estados Unidos.
WalMart, que forma parte del eje de grandes
corporaciones que Trump considera que deberían replantearse su estrategia para
producir la mayor parte de sus bienes en el país, ha asegurado que contratará a
10.000 trabajadores. Carrier va a mantener,
contra pronóstico, 1.100 empleos en su factoría de Indianápolis.
La situación
de Amazon es más espinosa. Trump acusó a su
fundador y principal propietario, Jeff Bezos, de utilizar su periódico, 'The Washington Post', para hacerle daño
políticamente. Además, añadió que las motivaciones de Bezos eran evitar una
investigación de su empresa por posición dominante y por los malabares fiscales
que hace para pagar pocos impuestos. Después de expresar su oposición a Trump
durante la campaña, el fundador de Amazon le ha felicitado por ganar las
elecciones, ha intentado reconducir la relación y ha prometido la creación de 100.000 empleos en Estados Unidos entre 2017 y 2018.
Jeff Bezos,
CEO de Amazon, en una rueda de prensa en Seattle, Washington.(Reuters)
Jeff Bezos,
CEO de Amazon, en una rueda de prensa en Seattle, Washington.(Reuters)
Más
allá de Estados Unidos
Obviamente,
el reguero de las multinacionales que intentan cortejar al nuevo inquilino de
la Casa Blanca no termina en las fronteras estadounidenses. Hasta el momento,
las extranjeras que más se han acercado al nuevo jefe de Estado americano para
seducirle con inversiones y puestos de trabajo son las asiáticas. Destacan,
entre ellas, la china Alibaba, las japonesas Toyota y
Softbank, la surcoreana Hyundai y un batallón de firmas taiwanesas que
esperan que les favorezca la antipatía de Trump hacia Pekín y la simpatía que
mostró como presidente electo hacia Taipéi.
El
presidente de Alibaba le ha sugerido en persona
al nuevo inquilino de la Casa Blanca que podría crear un
millón de trabajos en Estados Unidos ayudando a las pequeñas empresas a
satisfacer con sus productos la demanda de la clase media china.
El
presidente de Toyota, Akio Toyoda, ha dicho que
está dispuesto a invertir 10.000 millones de dólares en suelo americano durante
los próximos cinco años. Los movimientos de Softbank
son fáciles de apreciar en sus intenciones de crear hasta 50.000 empleos (esa
cifra incluye 8.000 contrataciones nuevas en total por parte de Sprint y de
OneWeb, dos firmas donde Softbank posee una influencia enorme).
Una mexicana
golpea un muñeco de Donald Trump durante una protesta ante un concesionario de
Ford en Ciudad de México. (Reuters)
Mientras Hyundai dejaba claro en enero que, en los próximos
cinco años, espera invertir 3.000 millones de dólares en Estados Unidos, el
'Financial Times' contabilizó en diciembre hasta siete empresas taiwanesas
interesadas en expandir su presencia en el país. Entre ellas, destaca Foxconn, que, entre otras cosas, produce los teléfonos
de Apple.
Pero a la
cola de los nuevos amigos de Trump también hay multinacionales europeas. Aunque Fiat Chrysler no ha sorprendido a
muchos anunciando una inversión de 1.000 millones de dólares en Estados Unidos
y recibiendo un tuit de agradecimiento de Trump, lo que sí ha llamado la
atención es que su CEO, Sergio Marchionne, haya
afirmado que está dispuesto a cerrar algunas de sus factorías en México si
Washington impone aranceles contra los bienes de su vecino del sur.
Solo los
planes de seis compañías se habían decidido en los últimos dos meses. Las multinacionales pueden "prometer inversiones, pero
no las acometen hasta que no las aprueban sus accionistas"
El mundo del
lujo y los fármacos no ha sido inmune al nuevo encanto de Trump. Bernard
Arnault, presidente del conglomerado francés del lujo
LVMH, le dijo a Trump durante su reunión, a principios de enero, que no
solo estaba planteándose expandir sus fábricas en California, sino también
abrir otras dos posiblemente en Carolina del Norte, y tras la petición expresa
de Trump, en el Medio Oeste. Bayer ha puesto más
condiciones: creará 3.000 empleos e invertirá 8.000
millones de dólares si aprueban su fusión con Monsanto.
A pesar de
la fanfarria de los anuncios, las amenazas y las muestras de afecto y simpatía
hacia el inquilino de la Casa Blanca, todavía quedan muchas sombras de duda
sobre lo que ocurrirá en los próximos años. La primera incógnita es hasta qué punto las decisiones de inversión y
creación de empleo que anuncian las compañías no llevan meses procesándose
y han tenido poco que ver con los exabruptos de Trump. Bloomberg, tras analizar
las promesas de 11 firmas, ha documentado que solo los
planes de seis se habían decidido en los últimos dos meses.
Para
Federico Soto, profesor asociado del departamento de Empresa de la Universidad
Europea de Madrid, esto tiene mucho sentido. Las multinacionales pueden “prometer inversiones, pero estas no se acometen hasta que no
las aprueban sus accionistas”. En todo caso, sigue, “van precedidas de
un análisis
PEST
[político/económico/social y tecnológico] del país donde se va a invertir, y en
este caso la P es una
interrogación”. La incertidumbre regulatoria que provoca una figura tan volátil
como Trump no es buena para los negocios.
La segunda
incógnita es qué ocurrirá a largo plazo con las inversiones de las empresas.
(Reuters)
La segunda incógnita
es qué ocurrirá a largo plazo con las inversiones de las empresas, suponiendo
que lo que han anunciado hasta ahora solo sea el principio. Santiago Carbó,
catedrático de Economía de Cunef, cree que “los costes de producción en Estados Unidos son más elevados
que en otros lugares” y que, si las compañías se ven obligadas a
poner su dinero durante años en un país más caro solo por complacer al Gobierno, “a largo plazo
dejarán de invertir en él”. Trump está creando oportunidades ahora,
pero es posible, según Carbó, que sean pan (y circo televisivo) para hoy y
hambre para mañana.
La tercera
gran incógnita pasa por la credibilidad del nuevo presidente estadounidense y
su capacidad para cumplir sus objetivos y amenazas proteccionistas. Paul
Isbell, investigador asociado del Real Instituto Elcano, recuerda que “Trump ha
tenido que matizar algunos de sus planes [proteccionistas] porque perjudicaban,
por ejemplo, a las empresas estadounidenses que importan petróleo de México”.
Presiones
inmensas
No solo va a
sentir las presiones de miles de empresas perjudicadas, sino también las de
millones de ciudadanos y las del propio poder legislativo. Como recuerda
Federico Soto, “poner aranceles a las importaciones de automóviles de México o
primar la producción en Estados Unidos solo conlleva,
en primer lugar, que un americano pague más mañana que hoy por el mismo coche”.
En cuanto al
poder legislativo, muchos congresistas republicanos —incluso algunos de los que
lo apoyaron, como Orrin Hatch— han asegurado que
se opondrán a medidas como la de gravar con un 35% de
impuestos la venta de los productos de aquellas firmas que muevan parte
de su producción fuera de Estados Unidos. Los demócratas ya se están planteando
revocar los amplios poderes comerciales de los que Barack Obama disfrutó para
cerrar acuerdos como la Asociación Transpacífica y negociar un tratado de libre
comercio con la Unión Europea.
Ya
se han publicado en medios oficiales chinos los nombres de productos y
multinacionales estadounidenses que podrían sufrir la venganza de las
autoridades de Pekín
Es verdad
que, pese a las resistencias de los legisladores, seguiría disfrutando de un
enorme margen de acción. Paul Isbell apunta que, por ejemplo, “Trump puede
limitar las importaciones y subir los impuestos si considera que el déficit por
cuenta corriente es excesivo y que determinados países están vulnerando el
espíritu y las normas de los tratados”. El dictamen de la Organización Mundial
del Comercio sobre la legalidad de esas medidas tardaría años en llegar.
La
cuarta incógnita pasa
por la respuesta de Trump al riesgo de represalias por parte de otros países
que se sientan perjudicados. China no va a tolerar que
Washington perjudique ni a sus exportaciones ni a sus empresas unilateralmente
(de hecho, ya se han publicado en los medios oficiales chinos los nombres de
algunos productos y multinacionales estadounidenses que podrían sufrir la
venganza de las autoridades de Pekín).
Habría
consecuencias y ya nadie puede descartar completamente una guerra comercial.
Santiago Carbó subraya, igualmente, que “la Unión Europea no se va a quedar de brazos cruzados si ve
que discriminan a las empresas de sus países miembros”. Así es como
comenzaría una espiral proteccionista mundial que acabaría empobreciéndolos a
todos.
El
excéntrico espectáculo de la presidencia de Donald Trump no ha hecho más que
comenzar y, por ahora, muchas grandes multinacionales han aceptado formar parte
del reparto con distintos grados de sinceridad, miedo y convicción. La
incertidumbre es, sencillamente, enorme.
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