¿Y
cuando el presidente Trump tendrá que imponer aranceles de 45 % o impuestos
para demostrar que no se trata de retórica vacía?
EE.UU.:
¿paz comercial con garrote y zanahoria?
http://lat.wsj.com/articles/SB10840501202586743580104582575820954428112?tesla=y
Si demuestra su voluntad de castigar
el comercio desleal, el nuevo gobierno podría disuadir las malas conductas
Si el
gobierno de Donald Trump se excede, corre el riesgo de desatar una guerra
comercial con otros países. PHOTO: ROSLAN
RAHMAN/AGENCE FRANCE-PRESSE/GETTY
IMAGES
Actualizado
domingo, 22 de enero de 2017 17:37 EDT
Tal vez la
mayor pregunta que se cierne sobre la política económica de Donald Trump es si
sus decisiones como presidente de Estados Unidos reflejarán la retórica
beligerante de su candidatura.
El primer
discurso de Trump como mandatario, en el que sacó a colación los temas nacionalistas
que lo catapultaron a la Casa Blanca, sugiere una respuesta afirmativa. “Durante
muchas décadas, hemos enriquecido a las empresas extranjeras a costa de las
empresas estadounidenses”, declaró. “De ahora en adelante, una nueva
visión gobernará nuestro país. Todas las decisiones sobre comercio, impuestos,
inmigración y relaciones internacionales serán hechas para beneficiar a los
trabajadores y las familias estadounidenses”.
Sin embargo,
en otros foros tanto el presidente como sus asesores
enviaron la semana pasada un mensaje más sutil que puede ser calificado como la
paz mediante la fuerza. Si EE.UU. demuestra que cuenta con las
herramientas y la voluntad de castigar el comercio desleal podría disuadir
tales conductas sin que los conflictos escalen y se conviertan en auténticas
guerras comerciales.
Si Trump
extrae concesiones de otros países y muestra que los electores de clase obrera
dejaron de ser las víctimas arrolladas por la globalización, podría sentar
bases más sólidas para el libre comercio. Uno de sus asesores, el gestor de
fondos de cobertura Anthony Scaramucci, le dijo
a una escéptica élite global reunida en Davos que, en
realidad, Trump “es una de las últimas grandes esperanzas del globalismo”.
Mucho
dependerá de la forma de negociar de Trump. Si presiona al resto de los países
demasiado lejos o castiga como comercio desleal algo
que no lo es, el resultado será una guerra comercial.
Los
comentarios más reveladores sobre las tácticas del flamante mandatario fueron
pronunciados por Wilbur Ross, el inversionista
que Trump designó como secretario de Comercio.
Durante su
comparecencia el miércoles ante el Senado, que debe aprobar su nombramiento,
Ross dijo que prefería concentrarse en aumentar las exportaciones y usar
zanahorias para impedir que los empleos industriales emigren a otros países.
“Tenemos que lograr que Toyota y otras compañías semejantes instalen aquí sus
plantas (…) y pienso que con las políticas tributarias y regulatorias
adecuadas, y otras medidas, lo podemos lograr”.
¿Y los garrotes? Trump amenaza con imponer aranceles de entre
35% y 45%. Ross insinuó que esto depende de cada caso y no se trata de
una política generalizada como lo fue la ley
Smoot-Hawley de los años 30, que en opinión de la mayoría de los
historiadores agravó la Gran Depresión.
“Los
aranceles tienen un papel útil (…) al corregir las prácticas inapropiadas y
como una herramienta de negociación”, dijo Ross ante el Congreso. “Estoy muy al
tanto de Smoot-Hawley (…) esa clase de
estrategia no funcionó muy bien en ese entonces y, probablemente, no
funcionaría muy bien ahora”.
El
departamento que encabeza Ross es el encargado de presentar quejas contras las
importaciones que son subsidiadas o son vendidas por debajo de su costo de
producción en su país de origen, una práctica conocida como dumping. Ross
prometió “iniciar” acusaciones de dumping en vez de esperar las quejas del
sector afectado. También quiere darles menos tiempo para responder a los
acusados y mejorar el cobro de los impuestos adeudados.
EE.UU.
exigiría mayores concesiones en los pactos de libre comercio vigentes y futuros
y podría renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta,
por sus siglas en inglés) con México y Canadá. El periódico canadiense The Globe and Mail informa que Ross quiere imponer
reglas de origen más estrictas, es decir, qué cantidad
de contenido no norteamericano puede contener una importación para entrar a
EE.UU. sin pagar aranceles. Ross sugirió que EE.UU. le pediría a México subir el salario mínimo.
Hay otros
indicios de que las posturas de Trump sobre el libre comercio podrían ser menos
antagónicas de lo previsto. El presidente le dijo a The Wall Street Journal que
no catalogaría a China como manipulador de su divisa, tal y como había
prometido. “Hablaría con ellos primero”, manifestó.
Trump agregó
que un plan de la Cámara de Representantes, dominada por el Partido Republicano, para gravar todas las
importaciones como parte de una reforma de los impuestos que pagan las empresas
es demasiado complicado. Eso no quiere decir que se opone a gravar las
importaciones. Tal vez lo prefiera hacer caso por caso. “Para ciertas compañías que
trasladan empleos (…) puede haber repercusiones”, dijo Steve Mnuchin
durante su comparecencia ante el Senado, que debe confirmarlo como secretario
del Tesoro. Trump “no ha sugerido de ninguna forma un arancel fronterizo generalizado de
35%”, enfatizó.
Mnuchin les
restó importancia a los lamentos previos de Trump sobre los efectos negativos
de una apreciación del dólar y dijo que el fortalecimiento de la moneda es
señal de un entorno de inversión atractivo.
Trump y Ross
esperan que los castigos selectivos rindan grandes frutos. Los remedios
comerciales funcionan mediante “un efecto curativo, su efecto preventivo y el
efecto psicológico sobre quienes violan las normas”, señaló Ross.
Trump le
dijo a The Wall Street Journal que decirles a algunas automotrices que no deben
trasladar su producción a otros países hace que otros fabricantes presten
atención. “Ni siquiera voy a hablar con el resto de los fabricantes. No tengo
que hacerlo”, indicó.
La
estrategia puede ser efectiva, siempre y cuando las empresas y los países
cuestionados piensen que habrá consecuencias si no cumplen las exigencias de
EE.UU. Eso quiere decir que, en algún momento, Trump
tendrá que imponer aranceles o impuestos para demostrar que no se trata de
retórica vacía. Será más complicado que un tuit.
Las acciones
contra las importaciones están cubiertas por los estatutos administrados por el
Departamento de Comercio y la Comisión de Comercio Internacional. Los afectados
pueden apelar ante la Organización Mundial del Comercio.
El
presidente estadounidense conserva una gran discreción sobre la imposición de
aranceles. Robert Lighthizer, quien será representante de Comercio de EE.UU., resaltó en 2010 que las condiciones bajo las cuales China
ingresó a la OMC permiten a EE.UU. imponer salvaguardias contras alzas
bruscas de importaciones. El presidente George W. Bush no utilizó esa medidas,
pero Barack Obama lo hizo contra los neumáticos chinos. Aunque tal provisión
expiró, el nuevo gobierno puede presentar nuevos casos casi con seguridad.
La
imposición de aranceles en unas pocas oportunidades puede lograr el efecto
deseado. Si Trump se excede o los socios comerciales emprenden represalias,
aumenta el riesgo de una guerra comercia
No hay comentarios:
Publicar un comentario