Los
bancos centrales sueltan las riendas de los mercados (la
Fed y otros bancos centrales ya no fabricarían billetes para estimular la economía
sino que el gobierno central comenzara a gastar y a comprar de todo, desde
activos reales hasta servicios y la economía
crecería y crecería aumentando la inflación, pero una cosa es lo que diga el Sr
Trump y otra es que el partido republicano lo apruebe, ademas, recuerde que todo puede ser
una gigantesca mentira y el sr comience a vender al descubierto )
http://lat.wsj.com/articles/SB10328184924075144097004582537600004014474?tesla=y
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STEPHEN VOSS FOR THE WALL STREET JOURNAL; KAI PFAFFENBACH/REUTERS; ANTHONY
DEVLIN/PA WIRE/ZUMA PRESS
Por
JON
SINDREU
martes,
3 de enero de 2017 17:19
EDT
Para los
mercados, la era de los bancos centrales
puede estar empezando a llegar a su fin.
En 2017, el
endurecimiento de la política monetaria y la mejora de los fundamentos
económicos podrían ayudar a soltar a los mercados de las garras de los bancos
centrales, cuyas políticas de estímulo en los últimos
años han dominado las transacciones de bonos, acciones y otros activos.
El giro
presagia grandes cambios para los inversionistas, que ya están reconfigurando
sus carteras.
Un prolongado período de tasas de interés
sumamente bajas y compras de activos por parte de los bancos centrales impulsó
el alza de los precios de las acciones y los bonos considerados seguros.
Ahora, los
inversionistas esperan que el desempeño económico
pase a ser un motor de los mercados
y que el estímulo monetario deje de expandirse.
Eso
significa que los activos más riesgosos, que se
benefician más del crecimiento económico, prolongarían en 2017 su auge de fin
del año pasado,
mientras que los bonos y las acciones
más defensivas seguirían sufriendo.
Los
analistas también prevén que los inversionistas se concentren más en la
rentabilidad de las empresas y su riesgo crediticio y menos tiempo en
desmenuzar los discursos de los banqueros centrales palabra por palabra.
“Empezamos a regresar a
un mundo en el que los fundamentos importan un poco más”, dice Dean Turner, economista de UBS
Wealth Management.
Desde la
crisis financiera, los bancos centrales han lanzado gigantescos programas de
compra de activos y han mantenido las tasas de interés a niveles históricamente
bajos o incluso negativos con el fin de estimular el crecimiento y la
inflación.
El Banco Central Europeo compra cada mes 80.000 millones de
euros (US$84.000 millones) en bonos soberanos y corporativos.
El
Banco de Inglaterra
también compra deuda corporativa y de gobierno.
El
Banco de Japón incluso compra acciones.
Los ingresos
de una empresa parecen más atractivos cuando las tasas de interés son bajas, lo
que a menudo aumenta el valor de su acción. Eso ayuda a explicar por qué las
acciones del índice S&P 500 se cotizan actualmente
a 17 veces las ganancias que se prevé que generen durante el próximo
año, en comparación con un promedio de 14,4 veces de los últimos 10 años, según
el proveedor de datos FactSet.
“El mercado bursátil no
ha sido liderado por las ganancias [de las empresas] durante mucho tiempo, sino
por los bonos”,
dice Scott Meech, gestor de fondos del banco privado
suizo Union Bancaire Privée.
Sin embargo,
muchos inversionistas divisan los límites de las políticas de estímulo de los
bancos centrales.
El
BCE amplió en diciembre su programa de compra de bonos, pero planea reducirlo a
partir de abril ante las
preocupaciones de que se estaba quedando sin activos para comprar.
Poco después, la Reserva Federal de Estados
Unidos subió su tasa de referencia en un cuarto de punto porcentual y sugirió
nuevas alzas en el futuro.
Algunos
inversionistas esperan que los gobiernos llenen el vacío y asuman un papel más
protagónico a la hora de estimular el crecimiento y la inflación.
En
EE.UU., el presidente electo Donald Trump se ha comprometido a aumentar el gasto en infraestructura y
aliviar la regulación financiera.
Los mayores precios de las materias primas
también han impulsado las expectativas de inflación.
“Los bancos centrales,
en particular la Reserva Federal, podrían tener menos capacidad para seguir una
política expansiva si los estímulos fiscales y la desregulación ayudan a
estimular economías que ya se estaban recuperando”, dice Arnab Das, jefe de
investigación económica de mercados emergentes de Invesco.
Desde noviembre, las acciones del índice MSCI World que
están más expuestas a las oscilaciones económicas —conocidas como acciones
cíclicas—, han subido 10%. Las acciones
consideradas más seguras, o defensivas, treparon sólo
4,6%, a pesar de haber superado el desempeño promedio desde la crisis
financiera. En relación con las acciones defensivas, los precios de las
acciones cíclicas se ubican en su nivel más alto desde 2008.
Los bancos
de la zona euro son un buen reflejo del mayor apetito por el riesgo: sus
acciones recibieron una paliza durante gran parte de 2016, pero recuperaron
terreno tras su gran repunte de los últimos dos meses.
Por el
contrario, los precios de los bonos globales han caído
5% en el mismo período. El rendimiento del bono del Tesoro de EE.UU. a 10 años está en 2,446%. Los rendimientos se mueven en
dirección opuesta a los precios.
La pregunta es si las empresas serán lo suficientemente
rentables en 2017 como para justificar las apuestas arriesgadas del
mercado. Las ganancias proyectadas por acción para el próximo año se encuentran en máximos históricos para el S&P 500 y se han
recuperado para el Stoxx Europe 600 después de haber caído a finales de
2015.
“La tendencia de las
ganancias mejora en todo el mundo”, dice Nigel Bolton, gestor de fondos de BlackRock Inc., la mayor administradora de activos del
mundo, con US$5,1 billones bajo supervisión. “Ahora
estamos en este momento ideal para las acciones”.
La
economía de EE.UU creció a una tasa anual de 3,2% en el tercer trimestre, su nivel más dinámico en dos años.
Los inversionistas son un poco más optimistas sobre las perspectivas económicas
de la zona euro y Japón, dos mercados
caracterizados por años de crecimiento débil. Un crecimiento estable de 6,7% en
China en los primeros tres trimestres de 2016 ha calmado los temores de un
colapso doloroso.
“Es cierto que los
bancos centrales se están retirando, pero lo hacen por una razón”, dice Fabio Bassi, jefe de estratega
de precios de J.P. Morgan Chase & Co.
Los riesgos,
sin embargo, siguen latentes: en los últimos años, las ganancias de las
empresas han tendido a decepcionar. Y el fin de la omnipresencia de los bancos
centrales, que es poco probable que se desvanezca rápidamente, ha sido
anunciada antes.
Además, la prevista explosión del gasto fiscal puede no producirse.
La política fiscal sigue sujeta a
restricciones políticas, como los temores sobre la deuda pública.
“Salvo que haya una
amenaza de recesión, no debemos esperar un plan amplio para estimular la
economía financiada por un déficit”, dice Didier Borowski, analista de Amundi Asset Management,
el mayor inversionista de Europa, que administra US$ 1,1
billones.
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