Rusia,
Irán y Turquía cierran una alianza que aparta a EE.UU. (Turquía se está alejando de la OTAN ,
asimismo Filipinas se paso al bando de China y dejo a EEUU, el cual se está quedando cada
vez mas solo )
La paz en Siria ya no pasa por Ginebra, sino por Astaná
Alepo, un
ejemplo. La aviación rusa machacó la ciudad hasta vencer a los rebeldes. Irán
dirigió el avance terrestre y Turquía negoció la evacuación de los derrotados a
Idlib (Sana / Handout / EFE)
EDUARDO
MARQUINA, Moscú.
28/12/2016 02:38
La paz en
Siria, un país sumido en la guerra hace más de cinco años, ya no está en las
manos de Washington ni de las Naciones Unidas.
Ahora, tras todas las cumbres fallidas entre el régimen y la oposición
celebradas en Ginebra, ha llegado el momento de Rusia,
Irán y Turquía de proponer una resolución al conflicto y apuntalar, por
lo tanto, al dictador Bashar el Asad en el Gobierno de Damasco.
Surge, por
lo tanto, una nueva coalición internacional en la que Turquía, miembro de la
OTAN, parece cambiar de bando y defender las posturas de Irán y Rusia.
“Hay contactos entre el
régimen de Asad y representantes de la oposición para acudir a una reunión en
Astaná (la capital de Kazajistán)”, dijo ayer el ministro de Exteriores de Rusia, Sergéi Lavrov, que no concretó cuándo se celebrará
dicha conferencia de paz, aunque se espera que tenga lugar a mediados de enero.
“Vamos
a promover nuestra cooperación con Ankara, Teherán y otros países de la región
sobre el asunto sirio”, añadió Lavrov.
A esta
reunión no ha sido invitado el Alto Comité para las
Negociaciones, el órgano que representa a los grupos de la oposición bajo la bandera del Ejército Libre Sirio.
“No tenemos ninguna conexión con este tema”, declaró un portavoz, perplejo por
no haber sido informados de que las negociaciones van a seguir en Astaná sin su
participación.
Moscú y
Ankara negocian un alto el fuego en Siria, según asegura la agencia de noticias
estatal rusa RIA Nóvosti. Sin embargo, los rebeldes del Ejército Libre Sirio no han sido
informados de manera oficial y, en todo caso, no piensan respetarlo. La
intención de Rusia y Turquía es aprovechar la tregua para separar “a la
oposición moderada de los grupos terroristas”, según indica el despacho de RIA
Nóvosti.
En apenas un
año y medio Rusia, Turquía e Irán han dado la
vuelta a la guerra en Siria y arrinconado a Estados
Unidos.
Cuando Moscú decidió intervenir para salvar su única base
militar en el Mediterráneo, en Latakia, El Asad estaba a punto de perder la
guerra. Teherán, por su parte, iba a quedarse
sin uno de sus máximos aliados en el pulso que libra con Arabia Saudí. Ankara,
además, era regañada constantemente por Washington por su pasividad ante el
flujo de yihadistas en sus fronteras. La Administración Obama, asimismo,
ayudaba económica y militarmente a los kurdos, que
están en guerra con Turquía.
Este
malestar turco cristalizó ayer en unas duras declaraciones del presidente Recep Tayyip Erdogan, que aseguró que la coalición
liderada por Estados Unidos no está cumpliendo sus promesas de luchar contra el
Estado Islámico (EI). “Tenemos pruebas de que Washington ha apoyado
a grupos terroristas en Siria, incluido el EI y las milicias kurdas”,
declaró.
Rusia,
ahora, ha mantenido su base militar en Latakia y
se ha erigido como potencia militar en Oriente Medio, sobre todo tras la batalla de Alepo, bombardeada extensivamente por la
aviación rusa. Irán, que sale del ostracismo internacional gracias al acuerdo
de no proliferación nuclear con Estados Unidos y la Unión Europea, mantiene a
su aliado chií en Damasco y avanza en la derrota a la
oposición suní siria, respaldada por los saudíes.
Erdogan,
por su parte, mientras se aleja de Washington, acumula poder, purga a la oposición y acaba con las
aspiraciones políticas de los kurdos en Turquía.
Fue en el
pasado mes de julio cuando los intereses de estos tres países se encontraron.
Turquía superó un intento de golpe de Estado. Erdogan culpó al líder religioso
Fethullah Gülen, refugiado en EE.UU., que lo protege de la extradición que han
solicitado las autoridades turcas. Obama tardó en
condenar la asonada y ha criticado las purgas masivas, con más de 40.000
detenidos y decenas de miles de funcionarios expulsados de la Administración
turca.
El primer
viaje de Erdogan después del golpe fue a Moscú. Pidió perdón por haber
derribado un caza ruso sobre la frontera siria. Putin aceptó la disculpa y así
nació una nueva alianza.
Tan fuertes
son estos nuevos lazos que ni el asesinato del embajador ruso en Turquía, la
semana pasada a manos de un yihadista, ha enturbiado la relación.
“El crimen es, sin lugar a dudas, una provocación destinada a
abortar la normalización de las relaciones entre Rusia y Turquía, y torpedear
de paso el proceso de paz en Siria”, dijo Putin el mismo día del atentado (19 de diciembre),
víspera de un encuentro en Moscú entre los ministros de Asuntos Exteriores de
Irán, Turquía y Rusia. En esta reunión se acordó impulsar las negociaciones de
paz en Astaná.
Lavrov
considera que los tres países han rubricado su decisión de “luchar juntos contra los terroristas”
y “contribuir al desarrollo del próximo acuerdo entre el Gobierno de Siria y la
oposición”. “Estoy seguro –añadió– de que nuestras acciones conjuntas ayudarán a
Siria a superar el estancamiento”.
Su homólogo
turco aseguró que los beneficios de un alto el fuego en Siria “no se aplicarán a los grupos terroristas”, lo que, además de
dejar fuera al EI también perjudicará a muchos grupos rebeldes.
Queda
la duda del papel que interpretará Donald Trump, que el 20 de enero asume la presidencia de EE.UU. Lo
más previsible es que acepte el liderazgo militar y
diplomático de Rusia en Siria. Así se deduce, al menos, de los elogios
que ha dedicado a Putin.
El apoyo de
EE.UU. a Rusia, sin embargo, puede verse comprometido por la oposición de los
republicanos y de Trump al acuerdo nuclear con Irán. Israel
presionará a la nueva Casa Blanca para que modifique el acuerdo y el
flamante presidente parece inclinado a hacerlo. Trump deberá entonces elegir
porque está claro que Putin le aconsejará dejar el tratado nuclear como está.
A pesar de
los intentos de poner fin a la guerra en Siria, las muertes no dejan de
aumentar. Staffan de Mistura, enviado especial de las Naciones Unidas en Siria,
calcula que son cerca de 400.000. Otras fuentes, sin embargo, aseguran que ya
hay más de medio millón de muertos. Las víctimas seguirán aumentando porque
nadie espera que los rebeldes, ahora atrincherados en Idlib, se rindan o
acepten el alto el fuego que les ofrezcan Rusia, Irán y Turquía.
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