El
ascenso del populismo acecha al euro
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La candidata
del Frente Nacional Marine Le Pen (Centro) en su sede política. PHOTO: RICHARD
BOUHET/AFP/GETTY IMAGES
Por GREG IP
viernes,
2 de diciembre de 2016
0:04 EDT
El euro ha sobrevivido a la cesación
de pagos de países, recesiones, crisis bancarias y rescates. Pero quizás no
sobreviva al populismo.
En el
próximo año, se llevarán a cabo al menos cinco
elecciones o referendos en la zona euro que podrían llevar a un partido
populista, euroescéptico al poder. Para efectos
prácticos, la divisa común está a punto de jugar varias rondas de ruleta rusa.
La amenaza
populista es cualitativamente diferente a la crisis financiera que se desató en
Grecia en 2009 y que posteriormente atrapó a media región. En ese caso, lo que
preocupaba a los inversionistas privados era que un país, o sus bancos, se declararan en cesación de pagos y se vieran
forzados a dejar el euro.
Los
inversionistas emprendieron la desbandada, disparando las tasas de interés y
arrastrando al continente a la recesión.
El Banco Central
Europeo puso fin a ese pánico prometiendo que no dejaría que ningún país fuera
obligado a salir del euro. En cambio, la amenaza actual es que un país elija
dejar el euro. “Es difícil imaginar cómo el BCE podría combatir a un gobierno francés
que decida convocar a un referendo sobre [la permanencia] en el euro”,
dice Andrew Balls, quien supervisa la estrategia de bonos de Pacific Investment
Management Co.
La primera
prueba comienza el domingo, cuando los italianos
votarán por una nueva constitución y los austriacos
elegirán a un nuevo presidente. Dependiendo de los resultados, eso
abriría el camino para nuevas elecciones que podrían llevar al partido
inconformista Movimiento 5 Estrellas al poder en Italia
o al ultraderechista Partido de la Libertad de Austria. El próximo año, Francia, Alemania y Holanda llevarán a cabo elecciones
nacionales.
El mayor
riesgo es que Marine Le Pen, líder del Frente Nacional,
que se opone al euro, sea elegida presidenta de Francia. No se cree que
Le Pen supere en la segunda vuelta al candidato republicano François Fillon, e
incluso si lo logra, su partido no controlaría el parlamento. De hecho, pocos
de los partidos populistas de Europa Occidental son lo suficientemente fuertes
como para gobernar por sí solos.
No obstante,
el viento empieza a soplar a su favor. Los británicos
votaron para salir de la Unión Europea y los estadounidenses eligieron
presidente a Donald Trump, aunque por razones que quizás no resuenen en
el continente. Sin embargo, el hecho de que los votantes británicos y
estadounidenses hayan desafiado a los poderes tradicionales y no hayan pagado
el precio económico que se predecía, reduce el estigma para los europeos que
estén pensando en votar en contra de los partidos tradicionales.
Además,
estos están perdiendo un importante aliado: Barack Obama, quien ha sido un
partidario de la Unión Europea y el euro. Trump y los partidos
antieuro de Europa, en cambio, son más afines.
No se debe
subestimar la durabilidad del euro. Pese a toda la miseria que ha generado, las
encuestas muestran que mayorías sólidas en cada país miembro desean mantenerlo.
De hecho, el euro es mucho más popular que los populistas que desean acabar con
él. Alternativa para Alemania comenzó como un partido antieuro, pero se hundió
en las encuestas hasta que un flujo de refugiados de Medio Oriente elevó su
atractivo entre los que se oponen a la inmigración.
A sabiendas
de esto, los populistas podrían suavizar su oposición a la moneda común a
medida que se acerquen al poder. El Frente Nacional, por ejemplo, podría diluir
su euro escepticismo cuando publique su plataforma para 2017.
Incluso si
los populistas no logran tomar el control de la legislatura, la expansión de su
presencia amenaza el futuro de la divisa común. Si Le
Pen se acerca a la presidencia en la primera vuelta en abril, los inversionistas podrían salir en desbandada de la deuda
francesa por temor a que se redenomine en francos.
En ese
punto, las opciones del BCE son limitadas. Actualmente
compra cerca de 14.000 millones de euros de deuda francesa al mes, como
parte de un programa más amplio de compra de bonos para estimular el
crecimiento. Eso es ligeramente menor que lo que Francia debe tomar prestado
para financiar su déficit y refinanciar la deuda que se vence pronto. El BCE
podría orientar más de sus compras de bonos a Francia, pero
no puede comprar suficiente como para absorber una venta generalizada.
El BCE y el Mecanismo Europeo de Estabilidad, el fondo
de rescate de la región, pueden apoyar explícitamente la deuda francesa sólo si
el país acepta cambios de política dictados por la Comisión Europea. “Por supuesto, Le Pen
nunca haría eso”, dice Mujtaba Rahman, de Eurasia Group, una firma
consultora de riesgo político.
Por lo
tanto, el siempre presente riesgo de un gobierno populista podría sacudir los
mercados y socavar la aún frágil recuperación.
Los partidos tradicionales, amenazados por la derecha
euroescéptica, a su vez serán reacios a aceptar los cambios necesarios
para resolver las fallas estructurales del euro, como un presupuesto común más
amplio, seguro de depósitos o garantías de deuda. El euro podría sobrevivir al
próximo año, pero la próxima década se ve mucho menos prometedora.
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