Las
petroleras recurren a la energía eólica ‘offshore’ para diversificarse ( dijeron
que el costo del mega watt hora bajaría a US$ 100 en 2020 y ya en la actualidad
está en US$ 57 y con tendencia a la baja )
Las petroleras recurren a la energía eólica ‘offshore’ para diversificarse
http://lat.wsj.com/articles/SB10848710247683124816904582525500209529234?tesla=y
Aprovechan
su experiencia en perforación ‘offshore’ y la caída de los costos para
diversificarse hacia fuentes renovables
Una granja
eólica en el mar del Norte, frente a las costas de Inglaterra, en la cual la
estatal danesa Dong Energy es una de las socias. PHOTO: SIMON DAWSON/BLOOMBERG
NEWS
Por
Zeke Turner y
Sarah Kent
miércoles,
28 de diciembre de 2016
17:49 EDT
Holanda
quiere construir el mayor parque eólico marino del mundo y para ello cuenta con un aliado
impensado: Royal Dutch Shell PLC.
El gigante
de hidrocarburos enfrenta la presión de sus accionistas para desarrollar su
negocio de energía renovable. Esto, junto con la caída de los costos de
construcción, ha hecho que Shell se sume
al selecto grupo de petroleras que tratan de aprovechar su experiencia en la
perforación marina bajo duras condiciones.
La
noruega Statoil ASA
construye su tercer parque eólico marino, en el mar Báltico, y desarrolla la
primera granja eólica flotante del mundo frente a la costa este de Escocia.
Mientras tanto, la estatal danesa Dong Energy AS
—otrora defensora de los combustibles fósiles— es ahora el mayor actor en el
mercado eólico offshore.
Un consorcio
encabezado por Shell ganó en diciembre una licitación para construir y operar
una parte del gigantesco proyecto eólico holandés
Borssele, en el mar del Norte. Una vez completado, la sección construida
por Shell generará suficiente energía para aproximadamente un millón de hogares a 54,50 euros (US$56,95) por megavatio
hora, un precio que se aproxima
al de fuentes de energía más baratas como el carbón o el gas.
La
competitividad del viento offshore depende en gran parte de los precios locales de la electricidad y las medidas
gubernamentales, incluyendo incentivos tributarios, subsidios y tarifas
garantizadas. En los mercados europeos, sin embargo, la industria eólica
consideraba que la paridad estaba a años de distancia.
“En este
momento, un proyecto eólico offshore es competitivo con cualquier otra fuente
de energía”, dice Dorine Bosman, gerente a cargo del desarrollo del negocio de
energía eólica de Shell.
Los
proyectos de energía eólica costa afuera implican la instalación
en el fondo del mar de plataformas de acero sobre las cuales se asientan las
torres que sostienen turbinas del tamaño de un edificio, con hélices más anchas
que el largo de alas de un Airbus A380. Aunque históricamente son más
costosos que los parques eólicos terrestres, los proyectos offshore pueden
aprovechar el espacio menos restringido y vientos más
fuertes y más consistentes.
La carrera
tecnológica para construir estos complejos proyectos de manera rentable es tan
intensa que muchas compañías, incluida Shell, no revelan el monto de su
inversión y tratan sus compromisos como un secreto comercial.
La incursión
de las empresas de combustibles fósiles en la energía eólica refleja su
creciente sensibilidad a los esfuerzos globales para limitar el cambio
climático y su efecto en la demanda de sus productos principales: el petróleo y
el gas.
La
francesa Total SA aspira a que 20% de su portafolio consista en negocios con bajas emisiones de
carbono en los próximos 20 años. Shell estableció en 2016 una división centrada
en la inversión en fuentes como la eólica, la solar y los biocombustibles.
Statoil dispone de un fondo de US$200 millones para invertir en proyectos como
tecnología eólica y baterías.
Las
inversiones de las grandes petroleras europeas en energía eólica y otras
fuentes renovables siguen siendo reducidas, alrededor de 2% de sus gastos de
capital, según McKinsey. Después de haber perdido grandes sumas de dinero en el
pasado, la industria es cautelosa acerca de apostar en grande en energías
alternativas.
No está
claro si la energía eólica offshore puede ser un generador estable de ingresos
sin el apoyo del gobierno, que además de créditos tributarios y tarifas mínimas
pueden incluir el acceso garantizado a las redes eléctricas.
“No tener subsidios
debería ser la ambición de todo el mundo”, dice Bosman, de Shell.
Costos más
bajos —gracias a los adelantos tecnológicos, las economías de escala y las bajas tasas de interés— han ayudado a mover al sector
en esa dirección. Hasta hace unos
meses, la industria de la energía eólica apuntaba a un precio de 100 euros por
megavatio hora para 2020; posteriormente, tres subastas de derechos de
proyecto en Holanda y Dinamarca fijaron precios por debajo de ese nivel.
Shell se
había retirado del negocio eólico offshore, que le generó pérdidas, y anunció
que durante las próximas décadas se dedicaría principalmente a ser un proveedor
de hidrocarburos. Sin embargo, la mejora en los aspectos económicos de la
energía eólica hizo que la compañía volviera al negocio, sumándose a otras
empresas.
Dong
Energy ha vendido una
gran parte de su negocio de combustibles fósiles, incluidos cinco yacimientos
de petróleo y gas en Noruega, y ahora posee 29% de la capacidad eólica offshore
mundial, según su vocero Tom Lehn-Christiansen. Goldman
Sachs Group Inc. asumió una participación en la propiedad de Dong Energy
en 2014, y la compañía salió a bolsa en junio pasado.
Statoil
ha invertido US$2.100 millones desde 2010, o cerca de 20% de su presupuesto de gastos de capital para
un año, en parques eólicos offshore. Después de dos años de altibajos en la
cotización del petróleo, los precios relativamente estables de la generación
eólica marina son ideales para las petroleras, señala Irene Rummelhoff, vicepresidenta ejecutiva de renovables de Statoil.
Hasta la estadounidense
Exxon Mobil Corp., que no ha puesto el mismo
énfasis en las energías renovables, ha incursionado en esta tecnología, con la
idea de utilizar turbinas eólicas flotantes para proveer electricidad a sus
plataformas petroleras y de gas en el mar.
Aunque se
prevé que la energía solar sea la fuente renovable de más rápido crecimiento en
los próximos cinco años, la Agencia Internacional de Energía proyecta que la
capacidad de los proyectos eólicos offshore se
triplicará para 2021. Aunque seguirá siendo inferior a 1% de la
capacidad mundial, sus perspectivas de crecimiento son particularmente
atractivas en regiones como el norte de Europa, donde la luz del sol es escasa
durante la mitad del año.
Ahora que el
costo de los parques eólicos offshore está cayendo,
Japón, China, India y Taiwán se disponen a apostar a la tecnología,
indica el Consejo Global de Energía Eólica, un grupo del sector.
El
presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, se ha mostrado escéptico
respecto a la energía eólica y ha criticado sus costos, falta de estética y
riesgos para la vida silvestre. Sin embargo, Texas fue
un precursor de la energía eólica terrestre en EE.UU. durante la gestión del ex
gobernador Rick Perry, el elegido de Trump para liderar el Departamento
de Energía.
La
generación de energía eólica offshore en EE.UU. recibió un impulso en diciembre
cuando entró en funcionamiento el primer parque del país frente a las costas de
Block Island, en el estado de Rhode Island. Días
más tarde, Statoil ganó una licitación para un posible proyecto en el océano
Atlántico al sur de Long Island, Nueva York.
Jeffrey
Grybowski, presidente ejecutivo de Deepwater Wind, que desarrolló el proyecto de Block Island, reconoce
que las petroleras enfrentan un panorama más difícil en EE.UU. que en Europa
debido a obstáculos burocráticos y la menor cantidad de incentivos.
“Creemos
que nuestros competidores van a tener mucho que aprender”, observa.
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