El
comercio del Estado islámico con Assad, con los Kurdos, con Al Qaeda y el
Frente Libre Sirio, etc. (En Siria todos combaten contra todos ; se matan todos
contra todos ; pero comercializan todos con todos ); en el Kurdistán sirio hay
1800 yacimientos de petróleo abandonados, con razón la OTAN tiene su base en Erbil
(su apoyo no es por amor al chancho sino a los chicharrones)
El
comercio unifica una Siria dividida por la guerra
http://lat.wsj.com/articles/SB12654166221628624347004582103011651040948?tesla=y
Oficial de
seguridad kurdo en un retén en al-Mabrokeh, Siria. PHOTO: RAJA ABDULRAHIM
Por RAJA ABDULRAHIM
miércoles,
1 de junio de 2016 19:58
EDT
AL-MABROKEH,
Siria—Justo antes de
esta franja de terreno controlada por las fuerzas kurdas de paso a territorio
de Estado Islámico, hay un retén solitario que consiste de una mesa, una silla
plástica y un toldo de lona. Dos oficiales de seguridad kurdos atienden el
lugar, uno con una metralleta Kalashnikov en sus manos y el otro con un
walkie-talkie. Su trabajo es permitir el flujo comercial con el enemigo.
“Si los dejamos sin
petróleo, ellos nos dejan sin refrigeradores”, dice uno de los guardias, Bayan
Alimtaar, mientras revisaba los papeles de camiones cisterna que transportaban petróleo desde los yacimientos kurdos a Estado
Islámico. A su vez, muchos bienes de consumo llegan a tierras kurdas
tras pasar por territorio enemigo, añade.
En tiempos
de guerra como los que atraviesa Siria, la
supervivencia económica a menudo pesa más que la ideología, lo que hace
que los enemigos mantengan relaciones comerciales a lo
largo de los territorios que controlan. El transporte de bienes depende
de un grupo de valientes e ingeniosos camioneros que recorren los campos de
batalla llevando alimentos, petróleo, automóviles, electrodomésticos e incluso
ganado, en algunas de las transacciones comerciales más peligrosas del mundo.
Los
conductores pueden ser blanco de bombardeos aéreos del
régimen del presidente sirio Bashar al-Asad y los aviones rusos que lo
apoyan. También tienen que tratar con los militantes de Estado Islámico,
quienes les exigen que se dejen crecer la barba y castigan el contrabando de
artículos como cigarrillos y alcohol.
Abu Zaid, un
camionero de la provincia de Idlib, cuenta que en una ocasión olvidó esconder una
botella de whisky antes de pasar por un puesto de control de Estado Islámico.
Cuando los militantes lo descubrieron, dice que fue encarcelado, recibió 90
latigazos y fue obligado a expiar sus culpas. Ahora tiene más cuidado. “Si le
digo que no tengo miedo, le estaría mintiendo”, señala mientras se rasca su
barba negra. “Somos responsables de todas las palabras que decimos. Me preocupa que
en un momento de emoción diga algo y termine decapitado”.
La guerra ha
dividido a Siria entre cuatro regiones nominalmente
autónomas.
El
gobierno de Asad,
los kurdos,
Estado Islámico y
un conjunto de grupos rebeldes controlan sus respectivos
territorios. Todos necesitan comerciar con el resto, aunque signifique
fortalecer el poder de un rival en una región del país.
El
Producto Interno Bruto de Siria ronda apenas los US$23.000 millones, frente a
los US$60.000 millones de 2010, dejando a la economía en un nivel semejante a Chipre,
indica David Butter, analista económico del centro de estudios internacionales
Chatham House. Se estima que la pérdida económica total de Siria desde que
estalló la guerra, una cifra que incluye la pérdida del
PIB y de producción de hidrocarburos, supera los US$250.000 millones, según el Centro Sirio para la Investigación
Política, con sede en Beirut.
La libra
siria se ha derrumbado 91% desde los niveles anteriores a la crisis, lo que ha
reducido el poder de compra de bienes extranjeros. El intercambio comercial
entre las fronteras sirias ha caído 28% desde el inicio
del conflicto bélico para ubicarse en torno a los
US$2.830 millones en 2015, según el Centro Sirio para la Investigación
Política.
Cemal
Hemo es vicepresidente del departamento de economía y comercio de
Rojava, el pujante cuasi estado kurdo en Siria.
Hemo asegura que el territorio kurdo, que no
tiene acceso al mar, no se puede dar el lujo de dejar de comerciar, aunque
sepan que ello fortalece a sus enemigos. Estado Islámico “necesita el dinero
para seguir cometiendo sus actos de maldad”, observó. “De modo que sí, los
estamos beneficiando. Pero también ayudamos a nuestra población”.
Un camión de
naranjas llega a un territorio en Siria controlado por kurdos. PHOTO: RAJA
ABDULRAHIM
En el puesto
de control en al-Mabrokeh, los dos guardias kurdos aseguran que cada camión
cisterna que sale de Rojava pague un arancel aduanero equivalente
a unos US$13 por barril. En 2015, el gobierno kurdo recaudó unos US$40
millones en aranceles, lo que ayudó a financiar un gobierno incipiente que
también recibe donaciones locales y asistencia foránea, dicen fuentes
oficiales.
Los nuevos
impuestos y aranceles en las diferentes regiones de Siria han disparado el
precio de numerosos productos. “Si algo es enviado desde la provincia de Latakia, podría
tener que pasar por los controles del Frente Al-Nusra, el Ejército Libre de
Siria y Estado Islámico”, dice el administrador kurdo de un cruce en
la frontera entre Siria e Irak. “Para el momento en que nos llega, tal vez ya
no valga la pena”.
El norte
kurdo depende del trigo y el petróleo para obtener la mayor parte de sus
ingresos, según sus representantes. Durante años bajo el gobierno de Asad, fue
una región económicamente subdesarrollada y se construyeron pocas fábricas,
agregan las fuentes.
El petróleo
que brotaba de su suelo tenía que ser enviado a cientos de kilómetros de distancia
para su refinación. La mayoría de sus 1.800 yacimientos
permanecen mayormente ociosos puesto que el gobierno kurdo no dispone de la capacidad para refinar o exportar
crudo en grandes cantidades. En ocasiones, apenas 200
pozos están en operación, cuenta Hemo, el funcionario kurdo.
Aunque Estado Islámico controla unos 10 yacimientos petrolíferos en
Siria, lo que representa alrededor de 80% del crudo del país, se ha
visto obligado a comprar petróleo del territorio kurdo luego de que la
coalición liderada por EE.UU. lanzara una intensa ofensiva aérea contra las
instalaciones del grupo. Ese intercambio comercial también financia a las
mismas milicias kurdas que combaten contra los extremistas.
Durante su
período de mayor auge, Estado Islámico recaudaba
entre US$40 millones y US$50 millones mensuales con la
venta de petróleo, estima Martin Reardon, analista de la consultora de
seguridad Soufan Group. Los ingresos actuales rondan los US$24 millones al mes,
un descenso de casi 30% en los ingresos del grupo, según IHS Conflict Monitor,
una empresa de análisis de terrorismo e insurgencia.
Debido a la
magnitud del territorio bajo su control, el auto declarado califato de Estado
Islámico desempeña un papel en buena parte del comercio interno sirio. En lugar
de prevenir el movimiento de bienes, como el de artículos prohibidos, entre
ellos los cigarrillos, los extremistas lo aprovechan.
IHS Conflict
Monitor estima que la mitad de los ingresos de Estado
Islámico proceden de los impuestos y la confiscación.
Los conductores
de camiones cuentan que cuando recorren las zonas controladas por Estado
Islámico tienen que mostrar la debida documentación, a menudo provista por los
comerciantes, para demostrar que están al día con los pagos de impuestos sobre
los bienes que transportan. El grupo militante cobra
US$1.000 por camión que lleva una carga de 28 toneladas de productos
agrícolas, según una fuente.
Aunque
el califato proclama haber eliminado la corrupción, los
combatientes a veces exigen sobornos a los conductores, dijeron varios
de ellos.
“Un tipo me ordenó que le pagara un soborno de US$100”
relató uno de los camioneros. “Traté darle 40.000, el equivalente en libras
sirias”, añadió, pero el militante sólo aceptaba dólares estadounidenses y
consideraba la divisa siria como “una moneda fallida”, indicó.
ENLARGE
Los
conductores que ingresan a territorio kurdo aprovechan para sacar los paquetes
de cigarrillos que lograron esconder de los militantes de Estado Islámico.
Muchos detallan las estrictas sanciones del grupo terrorista: quince días de cárcel por cigarrillo
contrabandeado y 40 latigazos por afeitarse la barba.
A pesar de
la amenaza constante de que se use la actividad comercial para enmascarar
atentados, prohibir la circulación de los camiones no es una alternativa. Los grupos en conflicto necesitan los bienes y los fondos, mientras
que los camioneros necesitan el trabajo.
“Pagamos lo
que quieren y seguimos nuestro camino”, dice un conductor. “Esperamos hacer
nuestro trabajo en paz y llegar sanos y salvos a nuestros destinos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario