El
voto de Gran Bretaña cambiará Europa, cualquiera sea el resultado
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Si gana el
voto a favor de la salida de la Unión Europea, la gran incógnita es saber
cuántos países del bloque intentarán seguir el ejemplo. PHOTO: JUSTIN TALLIS/AGENCE
FRANCE-PRESSE/GETTY IMAGES
Laurence
Norman y
Stephen Fidler
Actualizado
jueves, 23 de junio de 2016 0:03 EDT
BRUSELAS—Si
el Reino Unido decide en el referendo de hoy abandonar la Unión Europea,
sacudirá los cimientos políticos del continente. Pero incluso si opta por
quedarse, el bloque probablemente no será el mismo.
La
decisión de dejar la UE
—la primera de un país miembro— ahondaría la crisis de un continente que ya
tiene que hacer frente a una economía débil,
problemas
de deuda,
inmigración a gran escala y
la inestabilidad geopolítica al sur y el este
de sus fronteras.
Como mínimo,
dicen políticos y funcionarios, la salida británica, una opción conocida como
brexit, transformaría el equilibrio de poder del bloque. Las negociaciones
sobre una nueva relación con Gran Bretaña consumirían la energía de la UE en un
momento en que las instituciones europeas están ocupadas con otros asuntos. Una
salida del Reino Unido también podría perturbar los
mercados financieros y envalentonaría las fuerzas antiunión en otros
países.
Inversionistas,
economistas y analistas advierten que el triunfo de la brexit podría impactar
los mercados de acciones, bonos, divisas y materias primas e incluso la
política monetaria de Japón.
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Cualquiera
sea la decisión, el cambio en Europa es inevitable.
El primer ministro británico, David Cameron, llegó a un acuerdo con el resto de la UE en febrero para restringir beneficios
migratorios y desvincular a su nación de las iniciativas para avanzar
hacia una “unión cada vez más estrecha”. Tanto el esfuerzo de Cameron por
recuperar poder en manos de Bruselas como el referendo son ejemplos que otros
políticos europeos prometen seguir.
El referendo
ha sacudido a las clases políticas de Europa, poniendo en duda lo que alguna
vez fue considerado una marcha inevitable hacia la federalización de la UE. “Obsesionados
con la idea de integración instantánea y total, no nos dimos cuenta de que la
gente común, los ciudadanos de Europa, no comparten nuestro euroentusiasmo”, observó
en un discurso a finales de mayo el presidente del Consejo Europeo, Donald
Tusk. “El espectro de una ruptura recorre Europa, y la visión de una
federación no me parece la mejor respuesta”.
Algunos
consideran el referendo de hoy, independientemente del resultado, como una
oportunidad para avanzar hacia un nuevo tratado de la UE que contemple una estructura de dos niveles, con países en un núcleo más integrados, y
países
periféricos menos integrados.
Una salida
británica de la UE probablemente traería cambios drásticos, al igual que
numerosas incertidumbres, preguntas sobre la duración de las negociaciones
postbrexit, el impacto en el gobierno del Reino Unido y el tipo de relación
británica con el bloque.
Fredrik
Reinfeldt, primer ministro
de Suecia entre 2006 y 2014, dijo que un voto de salida “nos debilita y nos conduce hacia una Unión
Europea más desequilibrada”. Las economías de ambos lados del canal
de la Mancha, predijo, saldrían perjudicadas.
David
Owen, ex ministro de Relaciones Exteriores británico que apoya una salida de la UE,
señala que todo podría terminar en un “divorcio amigable”, en el que el Reino
Unido se aleje calmadamente de una UE que, en su
opinión, se encamina en una dirección federalista.
Una gran
incógnita es cuántos países intentarán seguir el ejemplo. Una encuesta
publicada este mes por el centro de estudios estadounidense Pew Research Center muestra que en muchos países del bloque el nivel de desaprobación de la
UE es igual o más alto que en el Reino Unido.
Un 46% de los
holandeses tiene una opinión desfavorable de la UE.
En
Alemania y el Reino Unido la cifra llega a 48%.
En
España es de 49% y
en
Francia de 61%.
Michael
Gove, el secretario de Justicia británico que está haciendo campaña para
abandonar la UE, dijo que la partida de los británicos provocaría “una
liberación democrática de todo un continente”.
Francia
y Holanda celebran elecciones el próximo año.
El
Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia y el Partido de la Libertad de
Geert Wilders en Holanda
tienen un buen desempeño en las encuestas.
Ambos
dirigentes políticos han mencionado la posibilidad de celebrar referendos sobre
la continuidad de sus países en la UE.
Los nuevos
países miembros, como Hungría, Eslovaquia y Polonia,
así como naciones fundadoras como Italia, se han vuelto más hostiles a las
exigencias de Bruselas. La salida británica probablemente endurecerá la
resistencia a los esfuerzos de la UE por imponer principios fundamentales tales
como el apoyo a la independencia judicial.
Guntram
Wolff, director del centro de estudios Bruegel, con sede en Bruselas, opina que
incluso en los países de Europa Central y Oriental que son hostiles a la UE
existen poderosos incentivos financieros, económicos y de seguridad para
permanecer en el bloque. Para los miembros de la zona euro, los costos de
abandonar el bloque y la moneda común serían infinitamente más altos que los
que podría llegar a pagar el Reino Unido.
Altos
diplomáticos europeos dijeron que cualquier acuerdo postbrexit con el Reino
Unido no debería ofrecer ventajas si deja la UE, en otras palabras, que no
obtenga los beneficios de ser miembro sin tener que pagar el precio. “Cuando
estás afuera, estás afuera”, dijo Volker Rühe, ex ministro alemán de
Defensa. “No se puede negociar algo intermedio”. Reconoció que el bloque
sufriría y se volvería más centrado en sí mismo.
Una salida británica privaría a
Alemania de un gran contribuyente al presupuesto de la UE y de un poderoso
aliado de los mercados.
Sin el Reino Unido —que junto con
Francia supera con mucho las capacidades militares de los otros estados
miembros—, la defensa, la seguridad y las capacidades diplomáticas de la UE se
verían mermadas.
Sólo
Gran Bretaña y Francia poseen importantes fuerzas expedicionarias, armas
nucleares, y poder de veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
“Hay por lo menos un
lugar en Europa donde una posible salida británica de la UE sería aplaudida, y
ese es el Kremlin”, dijo Anders Fogh Rasmussen, ex jefe de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte y primer ministro danés entre 2001 y 2009. “Los rusos considerarían la
salida británica como un debilitamiento no sólo de la UE, sino de toda la
comunidad occidental”.
Cualquier
movimiento para profundizar la unión monetaria podría dejar al descubierto otra
de las consecuencias de una posible salida de la segunda mayor economía de la
UE: un cambio importante en el equilibrio de poder entre los 19 países de la
zona euro y los que están afuera.
La
profundización de las relaciones económicas entre los países que utilizan el
euro podría presentar a los países que no lo hacen la alternativa políticamente incómoda de tener que unirse
a la moneda común o quedar permanentemente fuera de su área de influencia.
“Creo que es
un problema fundamental”, dijo Wolff, el director del centro de estudios belga.
“Una vez que el Reino Unido se vaya, los países que no
pertenecen a la zona del euro representan 15% [del Producto Interno Bruto] de
la UE. Básicamente, esto significa que la zona euro es muy, muy
dominante”.
“Eso es lo
que nos preocupa”, dijo Reinfeldt, el ex primer ministro sueco, cuyo país sería
la mayor economía no miembro de la zona euro si Gran Bretaña se va
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