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domingo, 20 de diciembre de 2015

La conducción autónoma transformará la propiedad de autos. Por DAN NEIL encontrado en el WSJ

La conducción autónoma transformará la propiedad de autos


http://lat.wsj.com/articles/SB11467278520540303943704581428130304860352?tesla=y

 


Por DAN NEIL

Actualizado Domingo, 20 de Diciembre de 2015 17:19 EDT


Henry Ford fue un hombre inteligente pero nunca hizo cálculos cuando decidió poner sobre ruedas a cada familia en Estados Unidos.


Un siglo después del Modelo T, el primer vehículo al alcance del consumidor corriente, el mundo tiene un problema con los autos. En EE.UU. y China los consumidores comprarán alrededor de 40 millones de vehículos ligeros en 2015, según IHS. A nivel global, estamos camino a alcanzar 100 millones de vehículos al año en 2020.


Eso es más que un montón de automóviles. Eso es un océano de carros, una inundación, ola tras ola chocando con la orilla del mundo industrializado. Sin embargo, tanto los responsables de políticas como la gente común han sido impotentes ante los cantos de sirena del automóvil. Incluso en la ciudad más arruinada por los autos, el tóxico estacionamiento llamado Beijing (o una urbe casi paralizada por el tráfico como Bogotá), el apetito por el automóvil —como elemento de estatus, como lujo, como tótem de dominio personal en una frágil mentalidad poscolonial— sigue impulsando a millones más a acoger el smog.


Lo absurdo de nuestro enfoque centenario sobre la movilidad queda reflejado en una estadística: la tasa de utilización de los automóviles en EE.UU. es de aproximadamente 5%. Para el 95% del tiempo restante (23 horas), nuestros autos permanecen inmovilizados, en un lento derroche de dinero al estilo de los apartamentos en la playa.

¿Pero qué tal si, al igual que los apartamentos, la propiedad de los autos pudiera ser compartida? Es una de las primeras lecciones de la vida, como compartir juguetes, padres, habitaciones y sentimientos. Sin embargo, a medida que los pequeños consumidores se convierten en adultos, se olvidan de las alegrías de no ser egoístas. Eso está por cambiar. Y no me refiero al consumismo colaborativo que vemos a nuestro alrededor —el transporte entre pares como en el caso de Uber—, que es simbólico y temporal, que durará sólo hasta que la automatización se haga realidad, un punto en el cual podremos liberarnos del operador. Y por operador me refiero a nosotros.

Dentro de una generación, los automóviles serán dotados de lo que se conoce como autonomía de nivel 4inteligencia artificial que permitirá que los vehículos se conduzcan por sí mismos—, que no sólo va a cambiar las reglas del juego sino que incendiará el casino completo.


La autonomía hará posible que el usuario llame un automóvil sin conductor a su ubicación, a través de una aplicación. Y no cualquier vehículo que pasa por ahí, sino exactamente el vehículo necesario para la ocasión, limpio y con el tanque lleno, sin importar por cuánto tiempo lo necesite (la disponibilidad podrá variar según el lugar de residencia). Cuando haya terminado, listo, el vehículo se irá solo.





PHOTO: MITCH PAYNE PARA THE WALL STREET JOURNAL
Usted no paga por el auto, sino por los kilómetros. Será una nueva forma de viajar. Empecemos por el comienzo. ¿Necesita una camioneta durante tres fines de semana al año pero no quiere pagar por los restantes 49? La autonomía puede permitir esto fácilmente sin una visita a la empresa de alquiler. ¿Necesita un vehículo para llevar a su madre al médico o recoger a su esposa en el aeropuerto? Dentro de una década, las grandes automotrices y los actores menores competirán por el privilegio de enviar a los consumidores vehículos a la carta, para un viaje de un solo trayecto, una tarde, un fin de semana, un mes. Estas transacciones circularán por las entrañas de sus tarjetas de crédito, y usted ni siquiera las sentirá.

Los consumidores mirarán hacia el pasado, antes de los vehículos autónomos, como la era de las calculadoras Casio y los comandos del sistema operativo DOS. ¿Se acuerda de los taxistas? ¿De las congestiones de tráfico? ¿O de cuando los padres vivían con el temor de que sus hijos fuesen a morir en un accidente de tránsito? Las fatalidades y las lesiones graves por esto se reducirán drásticamente. Otros costos del automóvil —la decreciente productividad y la quema de combustible por un tráfico descoordinado— también serán eliminados. “Más allá de los beneficios prácticos, los vehículos autónomos podrían generar por sí solos ahorros de US$1,3 billones a la economía estadounidense”, escribió Ravi Shanker, analista de Morgan Stanley que cubre el negocio automotor de EE.UU. El ahorro global sería de alrededor de US$5,6 billones.

¿DE DÓNDE SACARÁN LOS AUTOS LA INTELIGENCIA?

Danny Shapiro caminaba por el Salón del Automóvil de Fráncfort con una bomba en su maleta. El director sénior de autonomía de Nvidia, la firma de Silicon Valley, me la mostró: una placa madre de casi el tamaño de un iPad, conocida como el Drive PX, que podría poner patas arriba a la industria automotriz. Está construida alrededor de dos procesadores centrales, cada uno tan poderoso como la supercomputadora más rápida de hace unos años.

Según Shapiro, alguna versión de esta tecnología dará autonomía de nivel 4 a los autos, la capacidad de funcionar independientemente de los humanos.

El Drive PX interpreta los datos sensoriales y construye un modelo tridimensional de todo lo que está pasando alrededor del auto, lo que le permite distinguir entre, por ejemplo, una ambulancia y un camión de FedEx, y responder adecuadamente.

“Puede leer las señales de tránsito”, dice Shapiro, “y detectar las marcas del carril, y anticipar cuando un peatón va a salir a la carretera. Y cuando ve algo que no reconoce, puede grabar esa imagen, y luego transmitirla al centro de datos, con lo cual eso puede sumarse a la siguiente actualización de software”.

El proceso, llamado “aprendizaje profundo”, se inspira en el cerebro humano. “Piense en un niño que aprende el vocabulario de una lengua extranjera”, dice Shapiro. “A medida que entra más información al sistema, se vuelven más y más inteligentes”.

Usted se estará preguntando, de regreso a 2015, si la industria automotriz está preocupada por la movilidad compartida. ¿No anticipa eso una disminución de las ventas? Tal vez. Pero en los mercados maduros, el volumen de ventas se mantendrá bastante estable. Lo que cambiaría es el número de pasajeros que usarán cada vehículo, incluyendo el gran mercado sin explotar de quienes hoy no conducen. “La tecnología de nivel 4 AV permitiría, cuando los vehículos no necesiten un conductor humano, el transporte de ciegos, discapacitados o de los que son demasiado jóvenes para conducir”, asevera Rand Corporation en un informe sobre el tema. “Entre los beneficios para estos grupos estarán la independencia, la reducción del aislamiento social y el acceso a servicios esenciales”.

Estos mismos beneficios devolverían movilidad a millones de personas que están al margen, incluidos los ancianos, los pobres y los que han perdido sus privilegios de conducir debido a su historial delictivo.

En agosto de 2015, Morgan Stanley casi duplicó su precio objetivo de la acción de Tesla, a US$465, basado en un análisis del hasta ahora secreto plan de movilidad compartida del fabricante de autos eléctricos. “Vemos esto como una oportunidad de negocios”, escribió Adam Jonas, analista de Morgan Stanley. “(Podría) más que triplicar los posibles ingresos de la compañía para 2029”.

Y, lejos de arrastrar a los consumidores hacia flotas de aburridos drones eléctricos, la autonomía podría tener el efecto contrario. Los consumidores conectados intensivamente podrán hacer uso de un conjunto de vehículos compartidos amplio y constantemente repuesto, con poco o ningún aviso.

En este punto, un lector podría preguntarse con toda razón si alguna vez he estado en EE.UU. La idea de que nosotros, como consumidores, podamos renunciar a los maravillosos placeres del automóvil —el privilegio, la movilidad, la identidad— nos resulta poco familiar. Lo admito

No obstante, el romance con los autos se ha enfriado, al menos en EE.UU. Las tasas de registros de vehículos ya están cayendo en picada entre los jóvenes en el país norteamericano. Las obligaciones y costos de transporte —en promedio, 17% de los presupuestos familiares— están dejándolos fuera de la “automovilidad”. Y el entusiasmo por la cultura del auto también está disminuyendo, como lo atestiguan los asientos vacíos en las carreras de Nascar.


La propiedad personal de vehículos no va a desaparecer. Algunas personas poseerán y cuidarán sus autos, pero eso se considerará clásico. Dentro de 25 años, los únicos dueños de autos serán los aficionados, los amantes de los motores rápidos y los disidentes que imaginan que la Tierra es plana. Todos los demás estarán encantados de compartir.




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