El déficit comercial de EEUU con respecto a México
es solo 8 % del total; Japón le ocasiona un déficit comercial de 9 % , Europa y
la OTAN un 20 % y China un 48 % . El dilema de Monterrey la capital mexicana
del libre comercio. Me da la impresión de que el Sr Trump tiene miedo de una confrontación comercial con
China, Japón y Europa y ataca a México
para indirectamente afectar a estas 3 regiones.
Monterrey
anticipa los efectos en México de la ruptura del Nafta
http://lat.wsj.com/articles/SB12128535520323374071604582583824289070872?tesla=y
Cerro de la
Campana, un vecindario de Monterrey. PHOTO: REUTERS
Por ROBBIE WHELAN
jueves,
26 de enero de 2017
17:18 EDT
MONTERREY,
México—La carretera que
va desde el aeropuerto al centro de esta ciudad industrial está poblada de
fábricas y depósitos con nombres de empresas estadounidenses que fabrican
algunos de los productos más reconocidos del mundo: las lavadoras de Whirlpool Corp., las galletas de Mondelēz International Inc. y los cosméticos de Mary Kay Inc.
En un parque
industrial en las afueras de la ciudad que alberga instalaciones de General Electric Co. y DuPont Co., una calle se llama
Avenida Nafta y otra Boulevard TLC, la sigla del
Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que abarca a Estados Unidos,
Canadá y México.
Una avalancha
de inversiones ligadas al Nafta ayudó a convertir a Monterrey
en la capital mexicana del libre comercio, permitiendo que decenas de
miles de trabajadores accedieran a la clase media y enriqueciendo a las
poderosas familias empresariales. En estos días, las personas a ambos extremos
de la economía tratan de determinar sus próximos pasos en momentos en que
Donald Trump, el nuevo presidente de EE.UU., parece dispuesto a cumplir sus
promesas de renegociar el Nafta y erigir un muro entre ambos países.
El jueves en
la mañana, sin ir más lejos, el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto,
canceló una visita a EE.UU. prevista para la próxima semana luego de que Trump
intensificara la presión para que México financiara el muro que pretende
construir en la frontera.
ENLARGE
“El libre comercio es
crucial para el crecimiento de México”, dice Alberto de Armas, presidente del capítulo de
Monterrey de la Cámara Americana de Comercio de México, un organismo que
defiende el intercambio comercial. “Cuando llegué a
Monterrey en los años 80, era una ciudad dormida. Lo único que había
eran fábricas de vidrio, cementos y cerveza.
Ahora, puede asistir a la ópera”.
Aunque una
serie de políticos estadounidenses, desde Trump al
senador demócrata Bernie Sanders, han atribuido al Nafta y al libre comercio en general las pérdidas de empleos
en EE.UU., el pacto comercial ha transformado a las exportaciones en el
motor de la economía mexicana. Nafta contribuyó al desarrollo de vastas zonas
del país, ayudó a poner fin a los altibajos crónicos de la economía y propició
un auge de la inversión impulsada por las empresas del país vecino. La inversión extranjera directa se quintuplicó. El
mayor empleador privado de México es la cadena
minorista Wal-Mart Stores Inc.
Un
trabajador en una planta de ensamblaje de Kia Motor en Pesquería, México.
PHOTO: NO CREDIT AVAILABLE
El
ascenso de Trump es considerado en México como la mayor amenaza proveniente de EE.UU. desde la Primera
Guerra Mundial, cuando tropas estadounidenses ocuparon brevemente la ciudad de
Veracruz. También trastorna seis décadas de política estadounidense que colocó
la estabilidad de México como una prioridad.
El
peso ha caído cerca de 13% desde la elección mientras que la inversión extranjera
directa, que ya había retrocedido 23% interanual en los nueve primeros
meses de 2016, se ha paralizado desde el triunfo de
Trump.
Los
economistas sondeados por el banco mexicano Citibanamex redujeron el viernes su
pronóstico de crecimiento para este año de 1,7% a 1,5%.
También revisaron al alza sus previsiones de inflación y de alzas de las tasas
de interés.
Los
empresarios mexicanos intentan atenuar el impacto. Hace unos días, medio
centenar de ejecutivos de las principales compañías del país se reunieron en
privado en Ciudad de México con Luis Videgaray, el secretario de Relaciones
Exteriores. El objetivo era buscar formas de relacionarse con el gobierno de
Trump, una tarea que le ha sido delegada a Videgaray, quien se desempeñó como
secretario de Hacienda antes de renunciar en septiembre tras las críticas
provocadas por la visita de Trump a México en medio de la campaña electoral.
Los
empresarios le sugirieron a Videgaray proponer que el acuerdo añada reglas de
origen más estrictas, lo que exigiría que los productos fabricados en México tengan niveles más altos de componentes
norteamericanos para que ingresen a EE.UU. sin aranceles. Algunas
automotrices como Mazda Motor Corp., por
ejemplo, importan motores directamente
de Japón y ensamblan
un vehículo en México que luego es exportado a EE.UU. Bajo las nuevas
normas, estos autos podrían tener que pagar un arancel a menos que los motores
sean fabricados en la región.
Reglas de
origen más estrictas inclinarían la balanza hacia un mayor contenido de EE.UU.,
pero también elevarían los costos y
reducirían la competitividad de la región frente a la del resto del mundo,
dicen los partidarios del libre comercio. El funcionario aprobó la estrategia y
dijo que parecía la táctica de negociación “más lógica”, según varios
ejecutivos que asistieron al encuentro. La oficina de Videgaray, que se ha
reunido con representantes del gobierno de Trump en Washington esta semana, no
respondió a llamadas en busca de comentario.
Aunque buena
parte de la población mexicana sigue sumida en la pobreza, algunas zonas se han
empezado a desarrollar gracias al libre comercio. La economía de Nuevo León, donde está Monterrey, creció 67% entre 2004 y
mediados de 2016, según el gobierno mexicano, un promedio anual de más de 4%.
Los
12 estados mexicanos más dependientes de los sectores exportadores gobernados por el
Nafta, aglomerados en la frontera con EE.UU. y la región central donde se ubica la industria automotriz conocida como El Bajío, experimentaron una expansión anual promedio de 3,7% desde 2004, según un análisis de The
Wall Street Journal a partir de datos oficiales. En cambio, los 20 estados que no dependen del Nafta promediaron un
crecimiento anual de 2,8% desde 2003.
Planta de
Whirlpool en Monterrey, México. PHOTO: BLOOMBERG
Aunque el
Nafta se pueda renegociar de una forma que beneficie a todos, México podría
tener por delante un camino lleno de baches tomando en cuenta las críticas de
Trump contra las empresas que tratan de abrir una planta en el país. Las
preocupaciones adquirieron un tono cercano al pánico en las últimas semanas
cuando Ford Motor Co. canceló la construcción de
una planta de ensamblaje de US$1.600 millones en la ciudad industrial de San
Luis Potosí tras los ataques de Trump. Un poco antes, Carrier
Corp. había adoptado una medida semejante. Una importante cadena
estadounidense de artículos para la construcción y equipamiento del hogar,
suspendió sus planes de expansión en México ante las preocupaciones por la
publicidad negativa que recibiría, indicaron fuentes cercanas.
Algunos en México creen que cuesta imaginar a una compañía
estadounidense anunciando una nueva fábrica en el país en un futuro cercano. “No
contamos con información nueva sobre inversiones en plantas desde las
elecciones en EE.UU.”, dice Ricardo Cantú, presidente de Index Nuevo León, una
asociación de exportadores.
El
presidente ejecutivo de Fiat Chrysler Automobiles
señaló que el fabricante podría retirarse de México si el gobierno de Trump
cumple su promesa de imponer aranceles a los autos importados. En las últimas
semanas, el mandatario estadounidense ha atacado a
General Motors Co., Toyota Motor Corp. y BMW AG a raíz de sus
inversiones en México.
Los
mexicanos están consternados y se han vuelto cada vez más enardecidos. Un
gobierno estatal, un gobierno municipal y varias empresas mexicanas
reaccionaron al anuncio de Ford lanzando su propio
boicot de los productos de la automotriz.
Si
el Nafta fuera desechado por completo, la relación comercial entre EE.UU. y
México volvería regirse por las normas de la Organización Mundial del Comercio, dicen los expertos. Ello
probablemente resultaría en aranceles promedio de sólo
5% para los productos que México envíe a su vecino del norte. El impacto
sería ligeramente peor para los bienes estadounidenses que se dirigen al sur,
ya que el antiguo acuerdo de la OMC permitió un cierto proteccionismo por parte
de México.
No obstante,
el impacto sobre el clima de inversión sería difícil de predecir. El Nafta
consagró protecciones legales para las empresas estadounidenses que invierten
en México contra regulaciones punitivas o confiscaciones. También estableció un
mecanismo para resolver quejas.
Incluso más
preocupante para la élite de Monterrey son otros posibles aranceles de
importación que están siendo analizados en EE.UU. Los republicanos de la Cámara
de Representantes han lanzado la idea de un “impuesto
de ajuste fronterizo” que privaría a las empresas estadounidenses de una
exención de impuestos a los bienes importados. “La idea de un impuesto fronterizo es un
problema enorme”, dijo Enrique Zambrano Benítez, presidente
ejecutivo de Grupo Proeza, un holding que controla la
siderúrgica Metalsa, un gran proveedor de las automotrices con sede en
Monterrey.
Zambrano
dijo que si ese impuesto se aplica, su firma probablemente trasladaría parte de
su producción mexicana a sus cinco plantas estadounidenses y compraría más materias primas de los productores de EE.UU.,
lo que daría lugar a despidos en México. Esa situación, advirtió, probablemente
forzaría a su firma a cobrar precios más altos en EE.UU.
Stabilit
S.A. de C.V., una
empresa de materiales de construcción, dijo que tal impuesto podría obligar a
despedir a cientos de trabajadores mexicanos y a centrarse más en la venta a
clientes en México, Europa y Asia, según el presidente de la compañía, Fernando
Canales Clariond, que fue secretario de Economía y de Energía de México y es
parte de una tercera generación de industriales.
Canales dijo
que la compañía gasta cerca de US$350 millones al año en materias primas,
incluyendo grandes compras de resinas plásticas y fibra de vidrio de empresas
estadounidenses como PPG Industries Inc. Imponer
un arancel de frontera significaría la pérdida de muchos empleos en las fábricas
de EE.UU., advirtió.
Con seis grandes fabricantes de vehículos industriales,
camiones y autos y más de 200 proveedores de primer nivel, Nuevo León, y en especial Monterrey, es un importante
centro económico para el sector automotor mexicano. Unas
84.000 personas trabajan en la industria automotriz local, lo que representa un tercio de cada dólar de ventas obtenido de las
exportaciones, según Manuel Montoya Ortega, jefe de una asociación local
del sector. “Estos son los trabajos más formales y más estables de la región,
desde posiciones de fábrica hasta diseñadores e
ingenieros”, dijo Montoya. “Todo el mundo está
muy preocupado”.
Para
Monterrey, la acogida del libre comercio y del Nafta no vino naturalmente.
Durante décadas, México tuvo una economía cerrada y muchas de las grandes
firmas nacionales eran de Monterrey. Cuando se negoció el Nafta en 1993, muchas
empresas en la ciudad pensaron que simplemente desaparecerían ante el asedio de
las compañías estadounidenses.
No
todo el mundo en México piensa que el libre comercio ha sido un éxito rotundo. Según el Banco
Mundial, el crecimiento anual del PIB de México
desde 1994, el año en que entró en vigor el Nafta, ha promediado 2,57%, en
comparación con el 4,18% anual de las dos décadas previas, cuando México
realizó importantes hallazgos de petróleo.
El
crecimiento de los salarios también ha sido inferior a lo que los promotores
del Nafta esperaban, en parte debido a un auge de ingreso de jóvenes mexicanos
a la fuerza laboral en los noventa y principios de la década de 2000. Los salarios diarios promedio en dólares han subido apenas
18% desde 2000, a US$16,70 al día, según estadísticas oficiales. Decenas de miles de pequeños agricultores
se vieron obligados a encontrar empleo después de que el Nafta los expusiera a
la competencia de las granjas industriales de EE.UU., más proclives al uso de
la tecnología.
El Nafta “no
ha sido una bala de plata”, dijo Fernando Turner, secretario de desarrollo
económico de Nuevo León y propietario de Katcon Global, fabricante de sistemas
de escape para automóviles.
A pesar de
las reservas, pocos en México piensan que el país habría estado mejor sin el
pacto comercial. El Nafta y la apertura comercial, en general, introdujeron la
competencia en una economía que estuvo cerrada por décadas, con monopolios
públicos y privados que hacían productos de baja calidad a precios no
competitivos.
Canales,
cuya familia gestionaba el conglomerado Industrias de Monterrey S.A., cuenta
que antes del Nafta el acero galvanizado producido en México era tan endeble
que se rompía bajo la presión de las estampadoras. Sólo después de que los
mercados se abrieron a la competencia estadounidense, la calidad de los
productos de su negocio familiar mejoró.
“Viví el período de
fronteras cerradas de México, y los productos que teníamos eran pésimos”, reconoce. “Recuerdo haberme
preocupado cuando empezó el Nafta, pensando cómo podríamos competir con los
productores de acero estadounidenses. Mi tío solía decirme: ‘Cuando te vayas a
la cama, ruega por tu compañía, pero ruega más por tus competidores, porque la
buena competencia es la mejor presión que una empresa puede pedir”.
La fábrica
de Metalsa en Apodaca, un suburbio de Monterrey, ofrece una visión de cómo el
libre comercio ha ayudado a apoyar la creación de una fuerza laboral obrera. La
planta emplea unas 3.600 personas y
produce al año cerca de 680.000 plataformas de acero para las camionetas Dodge Ram, Toyota Tundra y Toyota Tacoma. Compra el 56%
del acero y otros componentes para producir el chasis
de camiones a proveedores mexicanos, 21% a proveedores de EE.UU., y 22%
a empresas asiáticas.
Alexander
Calderón, de 46 años, hijo de un agricultor en una zona rural del estado de
Veracruz, comenzó a trabajar en Metalsa en la soldadura de plataformas para
camionetas de Chrysler en 1993, con un sueldo mensual inicial de 600 pesos,
unos US$194 en aquel momento. Ahora gana 40.000
pesos al mes, US$1.860, como supervisor en la
división de hidroformado de acero de la planta, es propietario de una casa en
Guadalupe, un suburbio de Monterrey, y envió a su hijo mayor a estudiar
contabilidad en la universidad pública de Nuevo León. “En mi caso, realmente
comencé a notar el desarrollo de las industrias aquí en los últimos 15 años cuando
las empresas de otros países vinieron. Ahí es cuando mi salario empezó a subir
“, dijo Calderón. “Se ha vuelto muy competitivo”.
La mayoría
de los trabajadores de la planta de Metalsa ganan mucho menos, pero sus vidas
han mejorado. Alfredo Treviño, de 30 años, ha trabajado en la compañía por 11
años, y ha visto crecer su salario de 50 pesos, o
US$13,76 al día, a 360 pesos, o US$16,74. Dedica alrededor de un cuarto
de su sueldo a la hipoteca de la casa de dos dormitorios que comparte con su
esposa y dos hijos. El Volkswagen Lupo hatchback que compró en 2005 está pagado.
“En mi círculo, todo el mundo tiene una casa y un auto”, dijo Treviño.