Idea
para el Presidente Trump de contrarrestar
el poderío económico de China financiando al Estado Islámico en todo el Sureste Asiático ; por su parte el Estado islámico sale en defensa
de los musulmanes Rohingyas en Birmania y ataca con guerra de guerrillas al ejercito, asimismo consolida posiciones en el Sudeste asiático;
(Tailandia, Indonesia , Malasia (con 50,000 simpatizantes ), Filipinas Singapur
y Brunei.) . Recuerde que EEUU y China compiten por el dominio de las Islas
Spratly y Paracel y parece que ante el proteccionismo
económico de EEUU; China esta resucitando
el TPP y reclutando a los antiguos aliados de EEUU , en ese contexto EEUU, de
pica, decide financiar guerrillas islámicas, así como antes financio guerrillas maoístas en Angola para que combatan al régimen
pro ruso de la Ex URSS
El
Sureste Asiático, en el ojo del Estado Islámico
http://www.elmundo.es/internacional/2017/02/13/58a0558d468aeb59658b45a9.html
Soldados reparten la imagen de un
miembro de un grupo extremista de Filipinas en busca y captura, con una recompensa de cinco
millones de dólares. REUTERS
En 2016
fueron arrestados o abatidos 170 sospechosos de terrorismo islámico en
Indonesia, el doble que en 2015"No todos los que se unen al IS están
sedientos de sangre: es todo mucho más complejo"Aumenta la actividad del
Estado Islámico en el sureste asiático
MÓNICA
G. PRIETO
Bangkok@monicagprieto
13/02/2017 04:22En 2016, el Sureste Asiático -hasta entonces, inmune al fenómeno del
extremismo islamista salvo en el caso filipino-
comenzó a padecer incidentes, aparentemente aislados, que revelaban la
infiltración, casi invisible pero pertinaz, del temido Estado Islámico (IS, por
sus siglas en inglés), resultado de su red de captación en las redes y también
del regreso de los lobos solitarios de Irak y Siria tras años de entrenamiento.
A finales de
junio, un ataque con una granada de mano contra una discoteca en Malasia dejaba ocho heridos: las autoridades afirmaron
que se trataba del primer ataque del IS en su territorio.
Una semana después, en la isla indonesia de Solo (Java), un suicida vinculado al IS se hacía estallar frente a un cuartel de Policía, evidenciando
la vulnerabilidad de la región hacia un fenómeno que busca expandirse en el
corazón del sureste asiático.
En Filipinas, el anuncio de la primera provincia del IS
entre las bandas armadas que operan en Basilan, Sulu y
Mindanao confirmaba las peores sospechas. Pero el contagio no ha hecho
más que empezar. Pese a los avisos, la falta de una colaboración eficaz entre
los Estados expone toda la región al radicalismo del IS, concluyen el representante
regional de la Oficina para Crimen y Drogas de la ONU Jeremy Douglas y su
predecesor en el cargo para Pakistán y actual
consultor sobre terrorismo, Joseph Gyte en un
artículo conjunto publicado hoy por el Bangkok Post.
En el texto,
Douglas y Gyte lamentan que "sin una colaboración
efectiva de los países miembro de la Asociación de Naciones del Sureste
Asiático (ASEAN) puede predecirse que el nivel de violencia terrorista va a aumentar próximamente.
'Daesh'
ha mostrado un gran interés en la región. En junio del pasado año, un vídeo de propaganda ordenaba a
sus adeptos que se concentren en el Sureste Asiático, animándoles a unirse a su
rama regional en Filipinas si no pueden llegar a
Siria o Irak", se recuerda en el artículo.
Se estima
que un millar de yihadistas de países de la ASEAN
han viajado a Oriente Próximo, si bien el fenómeno se ha rebajado por el
aumento del control de las autoridades.
Sólo en Indonesia, el año pasado fueron rechazadas 1.400 solicitudes de pasaportes ante el
temor de que sus titulares los usaran para emprender su particular yihad; pese
a ello, Indonesia espera la deportación de entre 15 y 25 individuos arrestados
por Turquía al intentar entrar de forma clandestina en Siria. El doble de
radicales que en 2015A principios de febrero, fue devuelto desde Turquía un
oficial del Ministerio de Finanzas de Yakarta y su familia arrestados tras
intentar entrar en territorio sirio: habían vendido todas sus pertenencias para
costear el viaje y cumplir así su deseo de vivir bajo el califato,
convirtiéndose en ejemplo de la infiltración de la ideología del IS a todos los
niveles.
El
funcionario había dimitido en febrero: terminó siendo puesto en libertad tras
ser interrogado por las autoridades. "No todos los que se unen al IS están
sedientos de sangre: es todo mucho más complejo", evaluaba entonces Noor Huda Ismail, responsable de International Peace
Building Institute, la primera organización privada dedicada a la
desradicalización de islamistas.
Para el
experto, el ejemplo del funcionario no debe parecer irrelevante. "Su caso
es poco frecuente, la punta del iceberg de la radicalización con la
administración gubernamental como escenario, y por ello debe ser tratado de
forma seria", añadió. En 2016, según
Douglas y Gyte, fueron arrestados o abatidos 170
sospechosos de terrorismo islámico en Indonesia, el doble de los que
sufrieron esa suerte en 2015. Las dificultades para llegar a Oriente Próximo
hace que muchos simpatizantes asiáticos reconsideren viajar al califato de Abu
Bakr al Bagdadi.
El jefe de la Inteligencia Estatal indonesia, general Sutiyoso, admitía en verano
que "hay un número de simpatizantes del IS que han decidido no viajar a
Siria e Irak; al contrario, su objetivo es atacarnos aquí". Ese capital
humano trata de ser explotado por el IS, que lanzó el pasado verano su primera
publicación en un idioma regional (malasio), la revista 'Al Fatihin', el conquistador, destinada a "extranjeros
que hablen malasio del Estado Islámico y para audiencias malasias en Filipinas,
Indonesia, Malasia, Singapur, Brunei y Tailandia",
un instrumento de propaganda para reclutar posibles adeptos. En su primera
edición se anunciaba la declaración de su 'wilayat' en
Filipinas, el escenario más explosivo a merced del IS.
"A medida que 'Daesh' pierde control en Oriente Próximo,
sus necesidades de dispersarse y moverse a otros escenarios se han convertido
en una realidad acuciante.
Como
resultado, se puede predecir que mucho combatientes del Sureste Asiático ahora en Oriente Próximo regresarán a casa para
continuar sus campañas potencialmente destinadas a declarar un califato",
recuerdan Douglas y Gyte.
Los expertos
recuerdan que varios grupos ya "han jurado lealtad
a 'Daesh' y tienen el poder y las conexiones adecuadas para convertirse
en una amenaza viable".
El principal ejemplo es Filipinas, donde el pasado junio
varios grupos islámicos armados como Abu Sayyaf, los
Combatientes por la Libertad Islámica de Bangsamoro o el Grupo Maute,
que reivindican un califato y se financian con actos criminales como
secuestros, piratería o extorsión, se unieron bajo el nombre Dawlatul Islamiyah Waliyatul Masrik (DIWM), liderado
por el antiguo líder de Abu Sayyaf Isnilon Hapilon
para declarar su lealtad al IS en un vídeo donde se decapitaba a un rehén como
prueba de su entrega.
Una
realidad aceptada en Filipinas
Para
Filipinas, la presencia del IS es toda una realidad aceptada: el presidente Rodrigo Duterte ha pedido al
Frente Moro de Liberación Nacional y al Frente Moro de Liberación Islámica
-con quien mantiene conversaciones de paz- que no den cobijo a los miembros del
DIWM, bajo ataque militar en Mindanao, Basilán y Sulu:
recientemente, 15 combatientes murieron en un ataque del Ejército cuando se
desplazaban desde Basilán a Lanao del Sur "por encargo del ISIS".
Su líder, Hapilon, resultó herido en una
operación en la que se detectaron a voluntarios extranjeros a los que se
presume miembros del Estado Islámico encargados de coordinar a los filipinos.
"He oído que había entre cuatro y seis árabes,
adoctrinándoles... Son los más peligrosos", admitió el líder
populista. El propio Duterte ha asegurado que "Hapilon
ha sido enviado por el IS porque ha sido nombrado líder del Estado Islámico,
creo que para Indonesia, Malasia, Brunei y Filipinas". Para
el líder filipino, la ideología del IS está tan extendida en su país que "incluso algunos de sus primos"
militan en la organización, a la que las autoridades responsabilizan de un
atentado en Davao en septiembre de 2016 que causó 14 muertos.
"Si
Trump decide invadir Oriente Próximo y el IS pierde sus bases allí, comenzará a dispersarse por el mundo.
Su objetivo favorito será el sur de Filipinas.
Y será sangriento", aseguró Duterte en una
entrevista reciente. El ministro de Defensa filipino,
Delfin Lorenzana, también ha confirmado que los grupos armados están
recibiendo financiación del IS mediante los mecanismos que suelen usar los
trabajadores filipinos para enviar dinero a sus familias.
En otros
países del entorno como Birmania, Malasia, Indonesia o
Tailandia, las posibilidades de contagio aumentan gracias a los
conflictos enquistados, aducen los expertos de la ONU. "Daesh
ha usado con frecuencia el sufrimiento de los rohingya en Birmania como
justificación de su causa.
Ahora, la
violencia sectaria en Rakhine ha llevado a
incrementar los ataques contra intereses birmanos y la protestas en países con
mayorías musulmanas, como Indonesia o Malasia (...) Los conflictos de largo
recorrido como Filipinas o Tailandia también
proveen un terreno fértil para el extremismo violento: las prolongadas
insurgencias en ambos países dan a Daesh una oportunidad para explotar agravios
enraizados para obtener apoyo, recursos y comenzar a ejercer un poder
gradual".
Birmania,
caldo de cultivo del extremismo
En Birmania,
el primer grupo armado rohingya da sentido a
esos temores: los miembros del Harakat al Yaqin o Movimiento de la Fe protagonizaron
su primera acción el 9 de octubre, con un asalto simultáneo a tres posiciones
de guardafronteras birmanos en el que murieron nueve agentes: la represión del Tatmadaw (Ejército) ha costado cientos
de muertes, 90.000 desplazados o refugiados y una represión que recuerda a
episodios de limpieza étnica, generando el caldo de cultivo perfecto para el
extremismo. En Malasia e Indonesia, los
radicales usan la causa rohingya para captar adeptos.
Según un
informe del International Crisis Group, "Haraqat al Yaqin está liderado por rohingyas emigrados en
Arabia Saudí y liderados sobre el terreno por rohingyas con
entrenamiento internacional y experiencia en tácticas de guerrilla
moderna",
si bien su
primera operación se realizó con armas blancas dado que estaba destinada a
robar armamento a los uniformados. En enero, el responsable de la unidad antiterrorista de la Policía de Malasia, Ayub Khan Mydin
Pitchay, advertía de que Birmania tiene un alto riesgo de sufrir ataques
por parte de extranjeros reclutados en la región por el IS tras anunciar la
detención de un indonesio que planeaba trasladarse a Birmania
para atacar objetivos oficiales.
En la propia
Malasia, donde las autoridades calculan que unos 50.000
habitantes simpatizan con el IS, el riesgo de infiltración quedó en
evidencia a principios de febrero, cuando se conoció la detención de un guardia
de seguridad de Malaysia Airlines miembro del Estado Islámico: los expertos en
terrorismo confiaron entonces el temor a que el IS
tenga agentes en todos los aeropuertos malasios, incluido el Aeropuerto
Internacional de Kuala Lumpur.
También en
Malasia, seis personas fueron detenidas hace una semana en la frontera con
Tailandia con explosivos, bajo sospechas de simpatizar con el Estado Islámico:
uno de ellos era nacional de Tailandia, donde la Junta militar en el poder
insiste desde hace tiempo en los vínculos entre los insurgentes musulmanes del
sur del país (el
antiguo sultanato de Pattani, hoy las provincias de Pattani, Yala y Narathiwat)
con el Estado Islámico, descartado hasta el momento por los
expertos.
El arrestado
era miembro, según Malasia, del Frente Nacional Revolucionario, el grupo armado más activo
del sur musulmán tailandés: desde 2004, los ataques de los insurrectos han
costado más de 7.000 vidas. "Las fronteras
excepcionalmente porosas, combinadas con redes de contrabando altamente sofisticadas,
proveen vías fáciles de entrada y movimiento para personas, armas y recursos en
la región", insisten los expertos, que llaman a la cooperación entre
unidades antiterroristas de la región y a la actualización de las diferentes
legislaciones para acometer el reto que plantea el regreso de los militantes
del IS a sus respectivos países del Sureste Asiático.
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