Perú:
Pronostican un crecimiento del PBI de entre 2,5 % a 3.3 % debida a los
aluviones, a la incertidumbre creada por el Presidente Trump y por la corrupción
generalizada entre todos los políticos peruanos (la estrategia en Perú para
salvar el pellejo, es embarrar a todos, para que así todo quede en nada, cada día
hay un destape mayúsculo, el último fue el de la constructora Graña y Montero que
esta por ser demandada en EEUU por estafa )
Apoyo
rebajó su proyección de alza del PBI, ¿por qué?
DOMINGO
19 DE FEBRERO DEL 2017 |
20:20
El
presidente ejecutivo de la consultora, Gianfranco Castagnola, explica los tres
huaicos que golpean a la economía peruana
Gonzalo
Carranza
Editor
Central de Economía y Negocios
@gcarranza
Como cada
mes, Apoyo Consultoría reunió esta semana a
altos ejecutivos de más de 300 compañías para
compartir con ellos su análisis de la economía y también para medir la temperatura
del ánimo empresarial. En un alto entre estos encuentros, e Gianfranco Castagnola, presidente ejecutivo de la consultora,
conversó con El Comercio.
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@EconomiaECpe
¿Cuáles
son las nuevas proyecciones de Apoyo Consultoría para la economía en el 2017?
La economía venía muy débil producto
de la inercia de la desaceleración que dejó el gobierno de Ollanta Humala. Esto se agravó por el ajuste fiscal
del nuevo gobierno, que significó una caída de la inversión pública de 24% en
un solo trimestre. En ese contexto, había también cierta desazón en el mundo
empresarial, pues muchos pensaron que el
solo hecho de la elección de PPK como presidente bastaba para reanimar la
economía. Pero también en ese contexto comienzan a salir los decretos
legislativos del Ejecutivo, que conllevan unas ganas de hacer reformas que no
se veían hace 20 años. No era un paquete reactivador, pero mejoraba el día a
día de los ciudadanos y el clima para hacer negocios.
¿No
fue un riesgo para un gobierno que se inicia ese combo de paquete legislativo
que no reactiva en el corto plazo y ajuste fiscal que retrae la economía?
Sí por el
lado del ajuste. Pero un paquete de decretos tan potente como este, si hubiese
sido bien explicado, con todo un aparato político de voceros comunicándolo y no
solo el primer ministro y algunos ministros, podría haber generado un quiebre
de expectativas que reactivara la economía. Ahora bien, a todo esto le cayeron encima tres huaicos de distintas magnitudes.
¿Cuáles?
El
primero es el huaico de la naturaleza, estas lluvias absolutamente impredecibles. Luego,
las dos primeras semanas del presidente Trump, que, a
diferencia del resto de presidentes del mundo, decide cumplir sus promesas.
Y el huaico más potente: el destape de la corrupción. Todo esto ha
generado un cambio en el entorno de negocios que nos ha llevado a corregir
nuestra proyección de crecimiento del PBI a 3,3%. Esta
cifra podría ajustarse hacia abajo más adelante.
¿Cómo
se descompone el efecto de cada huaico?
El de la
naturaleza no nos preocupa tanto en lo económico, pues su impacto en daños a
viviendas o pérdidas de cultivos ha sido muy acotado; aparentemente la pesca no
se va a afectar; y no se ha producido una interrupción en vías de comunicación
que generen desabastecimientos y presiones inflacionarias. Es un daño menor al
que se percibe por las terribles imágenes que vemos en los medios.
¿Y
el huaico Trump?
Falta mucho
por ver, pero al Perú no lo está tocando directamente. Estamos debajo del radar
de lo que Trump busca. De hecho, tenemos un déficit
comercial bastante grande con EE.UU. Nuestros productos no compiten con
su industria. E indirectamente, Trump nos beneficia,
pues el precio del cobre ha subido de US$2,20 a US$2,72 por libra en
buena parte por las expectativas sobre su plan de infraestructura. Si el plan
se implementa, ese precio se puede sostener.
Imagino que
en las mesas del SAE esta semana, el tema de
conversación era el ‘huaico’ de la corrupción.
Es el tema
de las conversaciones de negocios, sociales y amicales en todos los estratos y
ámbitos. Con sus obvias diferencias, es un ambiente cargado que recuerda al del
2000-2001. ¿Cuál es el efecto en la economía? Una gran
incertidumbre, que lleva a la prudencia.
Ya se ha
sentido una retracción del consumo de las familias de
Lima en enero.
Las
empresas prefieren esperar antes de ejecutar sus planes de inversión.
Los bancos endurecen
sus políticas de crédito.
Y
el gobierno, a pesar de
la voluntad que existe al más alto nivel político de empujar cambios y
reformas, va a encontrar resistencia pasiva en los niveles intermedios de los ministerios de gente que tiene miedo a firmar.
Si ya le
tenían miedo a la contraloría los últimos años, con los actuales ataques a la
tecnocracia, nadie va a firmar nada.
Se ha
enturbiado el debate. Se están cobrando
cuentas pendientes y pareciera que hay una estrategia de embarrar a todos,
para que si todos estamos sucios, aquí
no pase nada. Y hay un sector ideológico que está buscando un
aprovechamiento político, culpando al modelo económico, a la tecnocracia, al
modelo de concesiones. Se comienza a soltar información falsa, pero que va
calando.
Déme un
ejemplo.
Atacar
el modelo de concesiones con
el argumento de que es más corrupto que la obra pública. Si quitamos la IIRSA,
que se saltó todos los pasos del debido proceso de una concesión, y el
gasoducto sur peruano, que aún está en investigación, ninguna otra concesión
está siendo cuestionada. Toda la gran corrupción que ha habido con empresas
brasileñas y con otras es con obra pública. La
construcción de la línea 1 del metro de Lima fue obra pública directa.
Igual con la gran cantidad de obras cuestionadas de los gobiernos
subnacionales.
Otro ejemplo es el ataque a la tecnocracia. Un columnista
de El Comercio a quien respeto mucho dijo que la tecnocracia quiso volarse el
SNIP. ¡Absolutamente falso! Que revise los artículos que los tecnócratas
escribimos en el 2005 oponiéndonos a la Interocéanica. Fueron los políticos
quienes crearon un movimiento de soporte esta obra y voltearon el partido.
Ideológicamente se quiere atacar el modelo económico olvidando que en los
últimos años, los tres países más corruptos de América
Latina son los que la izquierda siempre ha aplaudido:
el
Brasil del Partido de los Trabajadores,
la Venezuela del socialismo del siglo XXI, y
la Argentina de los Kirchner. ¿Por qué? Porque han tenido una mayor
intervención del Estado, que es justamente lo que le gusta a esta gente. Más
obra pública, más subsidios, más oportunidades de corrupción.
Sí hubo un
eslabón débil en el modelo de concesiones: Pro Inversión.
Es una
entidad que se fue debilitando institucionalmente justo cuando las concesiones
se fueron volviendo más complejas. Nació de la Copri, que privatizaba, y esa es
una actividad mucho más fácil pues transfieres el activo y se acabó. Hacer un
contrato de concesión que va a perdurar por 30 años en situaciones cambiantes
es un trabajo de otra naturaleza, más complejo. Quizás hubo una autosuficiencia
de Pro Inversión de no contratar asesores internacionales y también hubo mucha
interferencia política. Ahora, también hay casos para destacar: en la línea 2
del metro de Lima, la tecnocracia de Pro Inversión se le puso firme al Gobierno
y no cedió a presiones políticas muy fuertes. Creo que Álvaro Quijandría es la
persona indicada para liderar los cambios que se necesitan en Pro Inversión.
Volvamos a
las proyecciones. ¿Cómo se descompone el estimado de
crecimiento del PBI de 3,3% para este año?
Lo que más
nos debe preocupar es la inversión privada, pues es lo que produce empleo,
aumento en el consumo y mejoras en el bienestar. Estamos
asumiendo en nuestra proyección que la inversión privada no crece.
El huaico de la corrupción se centra en un sector de la
economía, que es infraestructura. ¿Por qué el total
no crece?
De manera
simplista, podemos dividir la inversión privada en tres grandes bloques: inversión en infraestructura, inversión en minería y el resto
de la inversión. Este último tiene un pequeño componente que va hacia la
exportación, como la agroindustria, donde no hay mucho espacio para expandirse.
La mayoría se vincula con el mercado doméstico: retail, telecomunicaciones,
plantas industriales. Esta inversión sí puede crecer. Pero veamos las otras
dos. La inversión en minería está cayendo. Esa caída jala el promedio hacia el 0%. La gran
esperanza, entonces, era la inversión en infraestructura, pero va a crecer a un
menor ritmo porque no vamos a tener gasoducto del sur (que sumaba 0,5 puntos
porcentuales al crecimiento del PBI de este año), porque las concesiones se van
a ralentizar, y porque firmar una adenda será más
difícil en este contexto.
Con
la inversión privada plana, ¿qué sostendrá el crecimiento?
El consumo crecerá, la exportación minera seguirá creciendo y
también habrá un aporte del gasto público. Con eso podemos llegar con
suerte al 3,3%. Sin embargo, si el impacto político de la crisis es mayor y
genera una parálisis, el crecimiento puede llegar a
2,5%. No quiero pensar en ese escenario, quiero ser más optimista.
La respuesta
del gobierno, con el mensaje a la Nación del fin
de semana pasado y el decreto de urgencia de este lunes, ¿va en camino de encarrilar la economía hacia el crecimiento
de 3,3%?
Sí. La gente
está esperando un liderazgo del gobierno en el tema anticorrupción y este
decreto de urgencia es muy relevante. El problema que tiene el gobierno es que
los anuncios al más alto nivel, que vienen del presidente o del primer
ministro, no tienen luego una caja de resonancia política a cargo de los
congresistas oficialistas o de otros ministros. Lamentablemente, lo que hemos
visto con el paquete de decretos o con los anuncios anticorrupción, es que no
ha habido voceros que salgan a explicar, confrontar y repetir el mensaje hasta
dominar la agenda política. Más bien, tenemos a un congresista oficialista que
pide la cabeza del ministro Basombrío, otro que venía de pedir la vacancia del
presidente Kuczynski y al partido de gobierno pidiendo la salida de la ministra
Romero. La oposición se la está llevando fácil.
¿Qué
salida tiene el Gobierno? ¿Politizar a sus técnicos? Porque tampoco es que pueda poner un
aviso diciendo “Se buscan operadores políticos” y lluevan los currículum.
Hablaba hace dos o tres meses con un
miembro del gobierno
y le decía que necesitaban políticos, incluso dentro del gabinete. Me
respondió: “Mándame una lista de tres políticos que no
estén contaminados, que no pertenezcan a fuerzas de oposición y que puedan
sumar”. La verdad es que no se me ocurrió ninguno.
Nuestra
clase política no se ha renovado y, dado que la ola de corrupción golpeó a los
últimos tres gobiernos, muchos de ellos nos deben explicaciones. Si el gobierno
contratar un headhunter para que le reclute cuatro o cinco políticos de peso, sería una de las tareas más difíciles
de su carrera.
¿Qué
factores podrían llevar a un crecimiento mayor a 3,3%?
Quisiera
separar la arena política de la económica, aunque estén entrelazados. En el
campo político, el mejor escenario sería que el tema de la corrupción
transcurra en carriles ordenados, dejando a la fiscalía y al Poder Judicial
hacer su trabajo sin interferencia. Es sorprendente, de manera positiva, el
accionar de ambas entidades hasta ahora, lo cual incluso recogen los
empresarios en el sondeo que hacemos en el SAE. No hay desconfianza hacia lo
que están haciendo, aun cuando es un trabajo que es lento por naturaleza.
Por
el lado económico, puede
hacer tres cosas. La primera es una mayor apuesta por
gasto público, lo cual ya anunció el ministro Thorne con la voluntad de
adelantar gasto del segundo semestre.
También se debe priorizar proyectos de
inversión pública ya listos y también programas como
Mivivienda, que equivocadamente se estaba dejando de lado. Otro frente
es persistir con el destrabe de proyectos. No
hay que tenerle miedo y creo que este es un gobierno muy decidido. Finalmente,
el gobierno requiere una dosis de buena suerte. Por ejemplo, que en algún
momento del año el Grupo Breca anuncie que en el 2018
iniciará la construcción de Mina Justa, un proyecto de cobre de más de
US$1.500 millones de inversión. También que el directorio de Anglo American decida que en el 2018 empiezan Quellaveco,
una obra de US$4.000 millones o US$5.000 millones.
Otra posibilidad es que en el segundo semestre del año se llegue a alguna
salida para que Tía María salga adelante. Si en los próximos meses se anunciarán estos
proyectos, habría un cambio importante en las expectativas.
Una suerte
que sí ha tenido es la mejora de términos de intercambio. No solo ha mejorado el cobre, sino también el oro y el zinc.
Eso es lo
que puede hacer que estos proyectos empiecen a caminar.
¿Qué
otro impacto tendría la mejora de términos de intercambio, más allá de estos
tres proyectos?
Puede haber
proyectos menores o ampliaciones que salga adelante. Tal vez Antamina podría pensar en una ampliación. Esas
decisiones son más rápidas. Ya viene la ampliación de
Toquepala, que va a coger mejores precios. Y mejores precios significan
más dinero para las empresas y, por lo tanto, mayor recaudación para el Estado
¿Cómo
viene la demanda interna en el inicio de año?
En enero ha
habido resultados mixtos. Los despachos de cemento cayeron 6%. Para mí
es un excelente indicador, porque junta inversión
privada, inversión pública y autoconstrucción. Ese termómetro no muestra
recuperación. Si el gasto público se comienza a acelerar, puede haber mejores
noticias.
¿Cómo
acelerar el gasto público? La experiencia con los shocks de infraestructura es que comienzan a tener
impacto cuando la economía ya dio la vuelta.
No creo que
sea prudente aumentar el gasto corriente en estos momentos. Tampoco rebajar
impuestos. Podría pensarse en una propuesta que hicimos en Apoyo hace un tiempo
de crédito fiscal para la generación de empleo formal. Pero la herramienta fuerte es la inversión pública. Hay que
buscar proyectos que ya tengan todos los estudios listos y también habría que
ver si existe un marco legal por el cual el gobierno central intervenga los proyectos de inversión pública de gobiernos subnacionales
que están paralizados por malos estudios
o por corrupción y los termine, como ese famoso puente en Huancayo que
quedó a medio hacer.
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