Las
ventas latinoamericanas a EE UU, en riesgo por el proteccionismo de Trump
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Las
exportaciones a Estados Unidos aportan un 8% del PIB de Latinoamérica
EL PAÍS
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FEB 2017 - 16:41 CET
Las
proclamas de Donald Trump en favor de imponer aranceles a las importaciones se
ciernen como una amenaza sobre la economía latinoamericana. En 2015, la región vendió 400.000 millones de dólares (casi
un 8% de su PIB) en materias y productos a su gran vecino del Norte, con
el que además mantiene superávit comercial.
El efecto de
medidas anunciadas por el presidente ha suscitado los temores de los países más
próximos y más dependientes del intercambio comercial con EE UU, como ocurre en
México ante la imposición de aranceles a los automóviles, pero también
inquietan a economías más alejadas y menos exportadoras a Estados Unidos; es el
caso de Argentina, que ya ha sufrido el veto a la venta de limones. Otros
países, en cambio, pueden presumir de una exposición menor a los arrebatos
neoproteccionistas de la nueva Administración estadounidense, que también ha
puesto en cuestión los acuerdos de libre comercio.
Así
afectarían las medidas a los sectores y productos de las economías de
Latinoamérica:
Argentina |
Bolivia | Brasil | Chile | Colombia | Costa Rica | Cuba | Ecuador | El Salvador
| Guatemala | Honduras | México | Nicaragua | Panamá | Paraguay | Perú |
República Dominicana | Uruguay | Venezuela
México
Si un país
debe temer el giro proteccionista que ha anunciado Donald Trump, ese es México.
Más de la cuarta parte de su PIB depende directamente
de la venta de productos al país norteño y el grueso de ellas se
concentra en dos sectores que están en el punto de mira del nuevo presidente de
la primera potencia mundial: la manufactura de aparatos electrónicos y otro
tipo de maquinaria (casi el 40% total) y la de vehículos (el 25%). En el lado
contrario, la parte más resiliente de sus ventas a EE UU serían las materias
primas, fundamentalmente petróleo (9%) y oro (1%).
Sin embargo,
México se guarda varias balas en la recámara si la Administración Trump opta finalmente por imponer un arancel del 20% sobre las
manufacturas mexicanas, tal y como ha sugerido en las últimas semanas. La Organización Mundial del Comercio (OMC) impediría de
plano un gravamen de esa cuantía. Incluso con el Tratado
de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) hecho trizas, el arancel máximo que podría imponer EE UU
sobre la media de los productos mexicanos —varía en función de cada
categoría— sería del 3,5%. Además, las
cuantiosas inversiones de grandes empresas estadounidenses en su territorio y
la elevada integración de México en las cadenas de valor de su vecino del norte
juegan claramente a su favor.
Las ventas latinoamericanas a EE UU, en riesgo
por el proteccionismo de Trump
El impacto
de las medidas proteccionistas estadounidenses, en todo caso, no sería uniforme
en suelo mexicano. Los Estados más impactados serían, por mucho, los del Norte:
Chihuahua, Baja California, Tamaulipas y Coahuila, todos ellos muy dependientes
de la venta de productos a EE UU. En el lado contrario, Quintana Roo, Baja
California Sur, Colima y Ciudad de México apenas verían tambalearse su PIB
directamente. Sin embargo, sí sufrirían indirectamente los efectos de la
ralentización económica del conjunto del país.
Guatemala
Aunque casi cuatro de cada diez quetzales que obtiene por la vía
exportadora proceden de EE UU, su dependencia en términos de PIB (algo más del
6%) es inferior a las de El Salvador, Honduras, Nicaragua y, por supuesto,
México. El grueso de sus ventas a la primera potencia mundial se concentra en
productos alimenticios —bananas (16%), café (7,7%) y melones (4,2%)—, pero
materias primas como metales preciosos de toda índole (8,3%), oro (8,4%),
petróleo (5,1%) y azúcar (3,1%) tienen amplia presencia en la cesta exportadora
guatemalteca hacia la primera potencia mundial. También los textiles de todo
tipo, que suman casi el 20% del total. Los vínculos comerciales entre ambos
países se rigen, desde hace 11 años, por el tratado de libre comercio CAFTA.
Honduras
Con
prácticamente la cuarta parte de su PIB (23%)
dependiente de las ventas a Washington, Tegucigalpa tiene razones para
temer el giro en la política comercial estadounidense. La mejor noticia hasta
la fecha es, quizá, que nadie en la Administración Trump ha abogado
públicamente por la renegociación del tratado que simplifica la llegada de
productos hondureños a EE UU. Más allá de ese factor, emergen las dudas: la
mitad de sus ventas a EE UU son textiles —susceptibles de ser afectadas por un
crecimiento de las restricciones comerciales— y cualquier medida proteccionista
sobre México, como la ruptura o renegociación del TLCAN, le pasaría factura por
la vía indirecta: casi el 6% de sus exportaciones acaban en el principal líder
regional.
El
Salvador
Estados
Unidos copa el 45% de las ventas exteriores salvadoreñas, pero estas apenas suponen el 10% de su PIB, una cifra muy inferior a la
de sus pares regionales. Sin embargo, los riesgos para el país centroamericano
tienen más que ver con la distribución sectorial de las exportaciones a la
primera potencia mundial: más del 60% son textiles, un nicho susceptible de
verse afectado por las restricciones a las importaciones que promete Donald
Trump. Sin embargo, la escasa atención que el nuevo presidente de EE UU ha
dedicado al resto del mundo —sus diatribas han tenido a México y China como
objetivos prioritarios— juega a su favor. Hasta ahora, la Administración Trump
no ha prometido ningún cambio en el CAFTA, el tratado comercial que permite a
El Salvador y otros países de la región vender sus productos en EE UU.
Nicaragua
El país centroamericano es, junto con México, el más vulnerable
al giro anunciado en la política comercial estadounidense. Pese a su compleja
situación política, su economía lleva dos años creciendo a tasas del 5%, la
envidia para prácticamente cualquier país de la región. Pero la llegada de
Trump a la Casa Blanca supone un riesgo de entidad para el Gobierno de Managua:
su PIB depende en más de un 25% de las ventas de
productos a Estados Unidos. Dentro del capítulo exportador destaca el
sector textil —que supone prácticamente la mitad de sus exportaciones al país
norteamericano—, seguido por la carne de bovino (8,8%), el café (7,8%) y el oro
(7%). De esas categorías de productos, la más afectada por un crecimiento del
proteccionismo estadounidense sería la manufactura textil, donde los aranceles
tienen mayor impacto.
Costa
Rica
Con una
dependencia de las exportaciones a EE UU superior al 8%
de su PIB, el país tico sería, tras México, Nicaragua y sus vecinos del
triángulo del Norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador), el
más afectado por el giro proteccionista estadounidense. El grueso de las
exportaciones se corresponde, sin embargo, con alimentos como frutas tropicales
(19%), bananas (17%) o café (6,8%), una categoría menos golpeada que las
manufacturas por las medidas proteccionistas que se vislumbran con la llegada
de Trump a la presidencia de EE UU. Costa Rica es miembro del CAFTA, el tratado
de libre comercio entre EE UU y los países centroamericanos al que, por el
momento, Trump no se ha referido ni en su campaña ni en sus primeros días de
presidencia.
Panamá
El país
centroamericano es una rara avis regional. Muy intensivo en el sector
servicios, la venta de productos a EE UU aporta menos de un punto porcentual a
su PIB. Dentro de ese pequeño nicho, destacan los productos del mar (pescado
fresco y crustáceos), que suponen prácticamente la mitad de las ventas a la
primera potencia mundial. El resto es, en su mayoría, materias primas como el
oro o el azúcar en bruto, lo que le
convierte en uno de los países de Iberoamérica que menos daño sufriría en caso
de un cerrojazo comercial estadounidense. EE UU es solo el cuarto máximo
importador de productos del istmo, a mucha distancia de países como Ecuador,
Guatemala o Corea del Sur.
Cuba
El país
caribeño es una de las economías más cerradas del planeta, con un nivel de
exportaciones sobre PIB solo ligeramente superior al 7%. Además, el embargo (o
bloqueo, como se le denomina en la isla) impuesto por Washington en la década
de los sesenta —la primera exportación con destino a EE UU en casi 60 años fue
hace tres semanas— inmuniza a Cuba frente al nuevo
paradigma comercial estadounidense. El único impacto podría venir por la
vía indirecta: su primer socio comercial es China, a su vez uno de los máximos
enemigos de la Administración Trump.
República
Dominicana
El país caribeño
es uno de los Estados latinoamericanos que más diversificadas tiene sus
exportaciones a EE UU por grupos de productos. Los instrumentos ópticos y
médicos suponen el 18% de las ventas totales a la primera potencia mundial,
seguidos del tabaco (11%), los equipos de protección contra variaciones de
voltaje (8,6%), las camisetas (5,6%), las zapatillas de piel (5,2%) y la
joyería (4,9%). Las ventas a EE UU suponen menos del 7% del PIB, lo que le
encuadra en el grupo de países de dependencia media. Las relaciones comerciales
entre ambos países se rigen por el tratado de libre comercio con América
Central: el CAFTA.
Venezuela
En el caso
de Venezuela, las exportaciones suponen el 4% del PIB
de su maltrecha economía. El petróleo, con un 85% en
2014 (una cifra que fue del 89% en 2010), es el principal y casi único
intercambio con Estados Unidos, pero los cambios en el precio del crudo han
hecho variar los ingresos. En 2009 se recibieron 26.500 millones de dólares en
ese concepto, que subieron hasta 40.000 en 2011 y bajaron hasta 28.200 en 2014.
A gran distancia, la segunda materia más exportada son los químicos (496
millones de dólares en 2014). Venezuela importa electrónica (sobre todo
telefonía)
Colombia
Al igual que
en la vecina Venezuela, el crudo desempeña un papel importante en la relación de EE UU con Colombia: en 2014, suponía el 52% de las exportaciones, justo
antes de que el precio del oro negro se desplomara. El pasado año, el país dejó
de percibir entre 15 y 20 miles de millones de pesos por ese motivo.
El otro oro,
el metal precioso, es la segunda materia prima en la canasta exportadora y
supuso el 7,5% de las ventas en 2014. El auge de la minería ilegal, dominada
por el narco y los grupos herederos del paramilitarismo, ha reorientado el
negocio de la droga a este preciado metal. Según el último Informe Mundial de
Drogas de la ONU, los cárteles colombianos obtienen
cada año entre 941 y 1.411 millones de euros por las exportaciones de cocaína y
heroína. Solo la mitad que sus ingresos por el
oro ilegal: entre 1.787 y 2.446 millones.
Ecuador
El país
andino que más depende de las exportaciones con Estados Unidos es Ecuador. Al vecino del Norte llegó un 41% de todo lo exportado en 2014.
El 67% del intercambio tiene que ver con el petróleo, aunque destaca el 7,7% de
crustáceos y un casi 4% de plátanos. El oro también sale en grandes cantidades
del país suramericano y aporta 808 millones de dólares en ingresos.
Perú
La decisión
de Trump también ha golpeado al otro país sudamericano, junto a Chile, que
integra el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP). Perú verá
complicadas las relaciones con su segundo mayor cliente después de China. En 2014, su cuenta con Estados Unidos alcanzó los 6.300 millones
de dólares, el 16,15% de los 39.000 millones que sumaron en 2014 sus
ventas al exterior. La cuarta parte de las exportaciones peruanas a Estados
Unidos corresponde a crudo o refinados de petróleo.
Bolivia
A diferencia
de otros países del área andina, el país que no depende tanto de las
exportaciones con el gran socio americano es Bolivia (3% del PIB), uno de los
Estados que más ha crecido en los últimos años, desde la llegada de Evo Morales
al poder. El 66% del intercambio tiene que ver con el
oro, a lo que se suman los productos de joyería, plata y los desechos de
metales preciosos, pero también el estaño en bruto, casi un 10% de todo lo
exportado.
Chile
Chile
exportó en 2014 productos por 77.000 millones de
dólares, de los cuales 9.340 millones fueron a parar a Estados Unidos,
el 12,12% del total. Estados Unidos es el
segundo mayor comprador de exportaciones chilenas después de China, lo que hace
suponer que una eventual reducción de las ventas no pasará desapercibida en el
país suramericano, sobre todo porque en 2014 el 24% de las ventas a Washington
fueron de cobre refinado, principal fuente de divisas para Chile, además de
pescado (15%) y uvas (15%).
Las
relaciones comerciales entre Chile y Estados Unidos se rigen bajo el paraguas
de un Tratado de Libre Comercio (TLC) vigente desde el 1 de enero de 2004. Pero
el canciller chileno, Heraldo Muñoz, ya advirtió en noviembre pasado, apenas
confirmado el triunfo electoral de Trump, que está en las facultades del
republicano "derogar unilateralmente acuerdos de libre comercio, incluso
el de Chile".
Aunque Trump
no se ha referido al TLC con Chile, ya ha dado un paso concreto en el deterioro
de las relaciones comerciales con ese país cuando cumplió su promesa de retirar
a Estados Unidos del TTP, un acuerdo con once países de la cuenca del Pacífico
promovido por Barack Obama, del que también forma parte Perú.
Argentina
El Gobierno
argentino insiste en que su país está muy protegido de una posible ola
proteccionista de Trump. Después de 13 años de kirchnerismo, muy enfrentado a
EEUU, la relación comercial entre ambos países se ha reducido mucho. Las
exportaciones a Estados Unidos no son tan claves para Argentina como para
México. Aún así, algunos productores están inquietos. Nada más llegar al poder,
Trump ha bloqueado la importación de limones argentinos que Obama había
autorizado. Es solo un gesto, y no es clave, porque los limones argentinos
llevaban 15 años sin poder entrar en EEUU, pero supone un aviso de lo que puede
venir.
Las exportaciones de Argentina a EEUU solo suponen el 0,6% del
PIB del país austral, frente a un 25% de México.
Aún así, EEUU no deja de ser un mercado importante. Es el tercer destino de las
exportaciones argentinas, después de Brasil y China (adonde va buena parte de
la soja, que es producto estrella nacional). Pero Argentina no supone una
amenaza comercial para Trump, porque el país austral importa más de lo que
exporta a la gran potencia: las exportaciones a EEUU suponen un 6% del total,
mientras las importaciones llegan al 14%.
En
2014 Argentina exportó por valor de 69.000 millones de dólares, pero de ellos solo 4.100 fueron a
EEUU. Buena parte de esas exportaciones, la mitad, es petróleo que después se
refina en este país y acaba de nuevo en Argentina (supone el 23% de las
importaciones), un país que tiene unos graves problemas de suministro
energético pese a tener un gran potencial petrolero y gasístico.
Uruguay
Una realidad
bien distinta enfrenta Uruguay. Sus exportaciones sumaron 9.200 millones de dólares en 2014, pero sólo 466 millones
correspondieron a ventas destinadas a Estados Unidos (5% del total), pese a ser
su tercer principal cliente después de Brasil y China. Más del 50% de los
envíos correspondieron a carne vacuna o derivados.
Paraguay
El impacto
de un posible mayor proteccionismo en Washington también será apenas perceptible en Paraguay. Estados Unidos no
figura entre sus cinco principales clientes (un listado que lideran Brasil, Rusia y Chile), con compras por 209 millones
de dólares. La cifra representa solo el 2,7% de los
7.700 millones de dólares que Paraguay recibió de ingresos por sus ventas al
exterior en 2014. El 28% de las exportaciones paraguayas a Estados
Unidos corresponden a azúcar en bruto, el 22% a granos de soja y el 3% a otras
oleaginosas.
Brasil
Para la
primera potencia latinoamericana, su homóloga del Norte es un miembro destacado
de su variada cartera de clientes, pero no el que más: en 2014 le vendió petróleo crudo por valor de 3.850 millones de
dólares, materiales aeronáuticos valorados en casi 2.000 millones y
productos derivados del metal por 1.500 millones. En total, hicieron negocios por valor de 30.000 millones de dólares, un
porcentaje pequeño de los casi 200.000 millones que
facturó Brasil, pero aun así, Estados Unidos volvió a ser su segundo
socio comercial más importante. Solo China le superaba.
Aquel fue el
último año en el que ambos países se encontraron a la vez en una situación
estable. Desde entonces, la economía brasileña ha venido encogiéndose a un
ritmo a veces preocupante (entra ahora en su tercer año de la recesión más
grave en 30 años) y Estados Unidos se ha convertido en un cliente impredecible
en manos de Donald Trump. El volumen y los productos exportados se ha mantenido
relativamente idéntico (32.000 millones en 2015) hasta
ahora, cuando esos dólares significan más que antes para el PIB brasileño, pero
nadie se atreve a afirmar a que siga así en el futuro.
Sin embargo,
eso no quiere decir que la industria esté necesariamente preocupada: para unos,
porque es probable que la Casa Blanca no llegue a desconfiar de su socio
comercial número 12; para otros, porque ven factible vender a China todo lo que
Estados Unidos ya no quiera. Cambiar una tradición americana más está, también
esta vez, en manos de la Casa Blanca.
Con
información de
José Manuel Abad Liñán (Madrid),
Ignacio
Fariza (Ciudad de México),
Tom C.
Avendaño (São Paulo),
Javier Lafuente y Ana Marcos (Bogotá),
y Carlos E. Cué y Federico Rivas Molina
(Buenos Aires).
Gráficos de David Alameda.
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