Analisis:
El Institute for National Security Studies (Israel) promueve un intenso debate
sobre las relaciones político- económicos entre Israel y China.
El
creciente e intenso intercambio dispara interrogantes.
¿Hacia
dónde van las relaciones entre China e Israel?
http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Opinion/57455/
Fuente: INSS
La reciente
visita del presidente Peres a China en calidad
de representante del Estado, la primera de un presidente de Israel en más de
una década, se produce en el contexto del actual debate local sobre las
inversiones chinas en activos israelíes.
Los informes
en los últimos meses de conversaciones entre el conglomerado israelí de
alimentos "Tnuva" y una empresa china
que pasaría a participar de su control, y los informes de una posible venta de la compañía financiera "Clal Insurance"
a un grupo de inversionistas chinos, como así tantos otros casos de inversión multimillonaria en la alta tecnología y en
la investigación científica de Israel, han desatado un acalorado debate
público sobre la penetración de China en el mercado israelí.
Una cuestión
importante se refiere a las posiciones políticas y estratégicas de China en el
Medio Oriente, que a menudo no coinciden con los intereses israelíes.
Sin embargo,
dada la creciente participación de China en la economía
global, las empresas e instituciones chinas seguramente continuarán
teniendo un interés en la economía israelí.
Esta es una
situación deseable que debe fomentarse, y puede producir beneficios tanto
económicos como políticos.
Al
mismo tiempo, Israel no puede permitirse el lujo de abrir sus puertas a las empresas
e instituciones chinas sin un proceso de revisión a fondo.
Quienes se
oponen a la transferencia del control de la tecnología israelí, los recursos
naturales, y proyectos de infraestructura para las empresas y los inversores
chinos, presentan varios argumentos.
Una cuestión
importante se refiere a las posiciones estratégicas en
el Medio Oriente, que se deben, ante todo, a su dependencia de la
energía, lo que exige buenas relaciones con Irán y
Arabia Saudita.
China
incluso ayudó a Irán con su proyecto nuclear, y más tarde fue acusada de debilitar las sanciones
internacionales impuestas a Irán.
China
también ha trabajado para incorporar a la región una infraestructura de
transporte que conecte con Europa, lo que la convierte en un actor regional
importante en el Medio Oriente.
Por todas
estas razones, Beijing tiene un creciente
interés en los acontecimientos políticos y estratégicos de la región.
Algunos
afirman que, en tales circunstancias, China podría
adoptar posiciones anti-israelíes en los futuros conflictos regionales y
promovería resultados que son contrarios a los intereses de Israel.
La actividad
de las empresas chinas en Israel -empresas que, para los adversarios de esta
participación, son simplemente una extensión de su régimen- podría ayudar al gobierno chino a hacerse
con el control de importantes conexiones israelíes y el acceso a la
información, recursos tecnológicos, y otros bienes esenciales.
La segunda
preocupación importante se centra en la imagen de China como un Estado que no
funciona con firmeza contra las violaciones de los derechos de propiedad
intelectual. De acuerdo con esta afirmación, las actividades tales como la
adquisición de control de las empresas israelíes y el fomento de la cooperación
entre instituciones académicas puede permitir a China canalizar tecnologías
cruciales y recursos procedentes de
Israel a China y por lo tanto drenaría a Israel sus activos cruciales.
Este riesgo se presenta como
especialmente grave si China trata de debilitar a Israel en las consideraciones
políticas y estratégicas.
La
conclusión aparente es que, incluso si es a la vez imposible y no deseable
bloquear el acceso de las empresas chinas en el mercado israelí, deben ser
vistas como una extensión de un régimen que supone un riesgo para el Estado de
Israel, y por lo tanto se le debe negar acceso a proyectos y activos de
importancia nacional.
Algunos
argumentos a favor
Los
defensores de la inversión china desestiman estas preocupaciones y afirman que
las empresas chinas, no importa quién es su propietario, son las instituciones
económicas regulares motivadas por motivos estándar de pérdidas y ganancias.
China está
experimentando rápidos procesos de cambio, y las empresas locales operan igual
que otras empresas extranjeras y no deben ser descalificadas. Detrás de este
argumento está el hecho de que China ha elevado la inversión global, y es un
hecho de que las naciones de todo el
mundo, incluidos los países de Europa Occidental y los Estados Unidos, están
abiertos a las inversiones chinas. Los que apoyan las inversiones chinas en
Israel dicen que otras naciones no son menos sensibles a China que Israel y,
sin embargo, permiten las actividades de las empresas chinas. Por otra parte,
teniendo en cuenta que China se ha convertido en la segunda mayor superpotencia
económica del mundo (y se espera que pase a ocupar el
lugar de los Estados Unidos a finales de esta década), por un lado, y
los problemas económicos de los países occidentales, por el otro, la economía
israelí debe desarrollar una fuerte inversión (política y comercial) en las
relaciones con China para no obstaculizar el desarrollo.
En cuanto a
la preocupación de la transferencia de las tecnologías agrícolas israelíes de
riego por goteo, los defensores de la inversión china notan que la venta de una
compañía a otra siempre conlleva riesgos, y que en la economía global la
propiedad nacional de cualquier tecnología, especialmente la tecnología
comercial, es necesariamente amorfa.
Aunque este
debate no esté saldado y algunas de las afirmaciones hechas son muy
cuestionables, planteamos una serie de preguntas críticas. La actividad china
en Israel no es excepcional, y es más bien parte de un fenómeno global.
Dada la creciente participación de
China en la economía mundial y sus tendencias de crecimiento, las empresas
chinas y otras organizaciones buscarán incrementar sus actividades en Israel,
incluidos los ámbitos sensibles, como las infraestructuras y los recursos
naturales.
Como país dependiente de las fuentes
de capital y de los mercados externos, Israel no puede obstruir esta
tendencia.
Aún así, la
actividad china en todo el mundo y especialmente en Occidente despierta
sospechas, y algunos países han impuesto varios límites a las empresas chinas.
¿Está esto justificado? ¿Es la conducta de las empresas chinas realmente tan
diferente de la de otras empresas? En muchos casos, es demasiado pronto para
determinar si la actividad de las empresas chinas de todo el mundo es un
fenómeno nuevo con desafíos diferentes.
Un enfoque cauteloso es deseable
En estas circunstancias,
Israel debe adoptar un enfoque cauteloso, tomando en cuenta todos los
argumentos a favor y en contra de la actividad expandida de las empresas chinas
en Israel.
Cualquier intento de frustrar el
interés de China en Israel no sólo bloqueará los recursos económicos, sino
también negará a Israel medios políticos útiles.
Las consideraciones económicas son un elemento
importante en la formulación de su política exterior de China.
Por lo tanto, la expansión de la
inversión china y la actividad económica en Israel puede proporcionar a Israel
ciertas herramientas para fortalecer las relaciones bilaterales.
Por el contrario, cerrar la puerta a
China dejará a Israel carente de medios de influencia en un momento en que la
participación de China en el Oriente Medio está en aumento.
Sin embargo, Israel no puede
permitirse el lujo de abrir sus puertas a las empresas e instituciones chinas
sin un proceso de revisión a fondo.
Primero
hay que tener en cuenta
que ciertas empresas chinas ya han sido excluidas de operar en algunos países.
Es necesario determinar si las razones de la
prohibición de sus actividades en otros lugares son relevantes para Israel.
En segundo lugar, no se espera que la competencia entre
China y los Estados Unidos vaya a disminuir en el corto plazo.
La compleja
relación entre los dos tiene, en más de una ocasión, consecuencias complicadas
para Israel debido a su propia relación estrecha con los Estados Unidos.
Mientras Israel siga siendo dependiente de los Estados Unidos, debe examinar
los efectos de acercarse más a China para sus relaciones con Washington.
En tercer lugar, los patrones de conducta exhibidos por
las empresas chinas, así como instituciones de carácter puramente económico, no están suficientemente comprendidos.
Por tanto, es imprescindible asegurarse de que el establecimiento de relaciones
económicas con ellas, no facilite un futuro golpe a las empresas israelíes y de
la economía israelí en general.
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