El
futuro de los suministros de energía mundiales parte III del WSJ
Jugando
a la ruleta rusa con las sanciones y el crudo
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SPANISH April 3, 2014, 11:15 a.m. ET
Por LIAM DENNING
AFP/Getty
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Una terminal
de Gazprom, el gigante energético ruso
La
imposición de sanciones contra un país que suministra el 12% del petróleo del
mundo parece augurar inequívocamente un incremento de los precios del crudo.
Pero esto ignora el otro papel que desempeña Rusia:
el de consumidor de crudo.
Durante los
cinco últimos años, Rusia ha supuesto el 11% del crecimiento mundial del
consumo de crudo. Y es más probable que las sanciones afecten a esto que al
lado del suministro.
Consideremos
primero el suministro. La aplicación de sanciones más duras podría perjudicar a
las exportaciones de petróleo si, por ejemplo, van dirigidas a su sector
financiero. Sin embargo, a no ser que hubiera una invasión a gran escala de
Ucrania, es improbable que Occidente contemple dejar de trabajar con los bancos
rusos. Se tardó años en aplicar esta estrategia con Irán, y su economía es
mucho más pequeña y aislada.
Por otro
lado, parece insostenible que Rusia impusiera su propio embargo de petróleo.
Excluidos los ingresos petroleros, sus
déficit por cuenta corriente y fiscal podrían superar el 10% del Producto
Interior Bruto en 2013, según datos del Banco
Mundial.
Ahora,
analicemos a Rusia desde el punto de vista de la
demanda. La
Agencia Internacional de la Energía prevé que la demanda rusa de crudo
aumente un 3%, o en 104.000 barriles al
día, este año.
Esto es
ligeramente inferior a la previsión a medio plazo publicada en mayo por la AIE,
pese a que desde entonces el Fondo Monetario
Internacional haya recortado sus previsiones de crecimiento del PIB de Rusia al 2% desde el 3,4%.
El Banco
Mundial ahora prevé que el PIB podría crecer tan solo un 1,1% este año o, si las sanciones afectan de verdad, contraerse un 1,8%.
La demanda
de crudo descendería sin dudas.
Un
crecimiento económico del 1,1% se traduciría en un crecimiento de la demanda de
crudo de tan solo 36.000 barriles al día, aproximadamente un tercio de las previsiones
de la AIE.
En un escenario de recesión, la demanda de
crudo se contraería en 59.000
barriles al día, una diferencia de 163.000 con respecto a las
previsiones de la AIE. Estos cálculos no tienen en cuenta otros factores que
podrían afectar a la demanda de crudo, pero una cosa es segura: desde al menos
1993, la demanda rusa de crudo siempre ha caído cuando se contraído el PIB.
Esto importa
cuando el crecimiento de la oferta fuera de la Organización de Países Exportadores de Petróleo
se estima en 1,7 millones de barriles al día para este año, pero el crecimiento
de la demanda mundial es sólo de 1,35 millones.
Cuando la
oferta fuera de la OPEP crece a un ritmo más rápido que la demanda mundial de
crudo, esto ejerce presión sobre los precios.
Descontando
una posible menor demanda rusa, en un escenario de crecimiento del PIB del
1,1%, el exceso de oferta de crudo de fuera de la OPEP
aumenta a más de 420.000 barriles al día.
Una
recesión en Rusia podría
elevarla a más de medio millón de barriles al día.
Esto
superaría los niveles de 2002 y se acercaría a los 600.000 barriles alcanzados
en 2008 cuando la demanda mundial, y los precios del crudo, empezaron a caer
por la crisis financiera.
Esto ejercería una fuerte presión
sobre la OPEP para que recortara la producción para apoyar a los precios.
Pero esta
situación se complica por Irak, que ha visto su
producción aumentar hasta niveles máximos desde 1979,
y por Irán, donde la relajación de las sanciones
podría aumentar las exportaciones. Arabia Saudí podría
impacientarse por tener que frenar su propia producción para satisfacer a los
rivales regionales, y tiene incentivos para debilitar el precio del crudo que sostiene a la economía rusa, un adversario de
Riad en la guerra civil siria.
Teniendo en cuenta todos estos
factores geopolíticos, apostar por una subida inequívoca de los precios del
crudo parece algo demasiado simplista.
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