Gurú,
sociólogo y economista Jeremy Rifkin confirma el fin de la energía fósil como
una realidad inminente. Augura un futuro de energía gratuita que cambiará por
completo el modelo de producción. Es por eso que Arabia Saudita esta desesperada
por vender parte de Aramco . Se suprimirá el 90% de los automóviles y la inmensa
mayoría de los que queden serán eléctricos sin conductor.
“Nos
encontramos ante el final de las energías fósiles”
http://tecnologia.elpais.com/tecnologia/2016/07/21/actualidad/1469105247_499897.html
El sociólogo
y economista Jeremy Rifkin (Denver, 1945) predijo el fin del trabajo mucho
antes de que todos los ‘think tanks’ del mundo
GUILLERMO
ALTARES
25
JUL 2016 - 11:12 CEST
“Nos encontramos ante
el final de las energías fósiles”
El
sociólogo y economista Jeremy Rifkin (Denver, 1945) predijo el fin del trabajo mucho antes de que todos los
think-tanks del mundo anunciasen que las máquinas iban
a ocupar la mayoría de los puestos de trabajo en la industria.
También fue
el gran gurú de lo que llama ‘la tercera revolución
industrial’, basada en las energías sostenibles y las consecuencias de Internet
como la economía colaborativa.
Ha trabajado
como asesor de numerosos gobiernos, desde China hasta
Alemania o España, y también con la Unión
Europea.
Es autor de
casi 20 libros pero, sobre todo, es una de las voces más respetadas en el mundo
por lo atinado de sus predicciones. Ha publicado recientemente La sociedad de
coste marginal cero (Paidós), donde augura un futuro de
energía gratuita que cambiará por completo el modelo de producción y,
con ello, la sociedad. Pero no lo plantea como una utopía, sino como una realidad inminente. La entrevista tiene lugar
en Dallas, durante el congreso internacional del World Travel & Tourism
Council (WTTC).
MÁS
INFORMACIÓN
El Internet
de las cosas y la sociedad colaborativa
Rifkin
abunda en que la energía nuclear no sirve para solucionar la crisis del
petróleo
"Contra
el calentamiento hacen falta tasas como el 'ecocéntimo"
Pregunta: Sostiene que
en poco tiempo tendremos energía gratuita. ¿Cree que los gigantes de la energía
permitirán que eso ocurra?
Respuesta:
En el punto en el que estamos es irrelevante lo que estos gigantes digan,
porque esto ya está ocurriendo. La segunda revolución industrial ya ha tocado
techo y está en pleno declive. El elefante en la habitación es el cambio
climático: nos enfrentamos a transformaciones radicales en el planeta en los
próximos 50 años, no en dos siglos. Necesitamos un nuevo planteamiento
económico y debemos enfrentarnos a la pregunta fundamental sobre cómo
producimos.
P:
¿Esta tercera revolución se parece en algo a las anteriores?
R: En todos
los grandes cambios económicos han convergido tres factores:
el primero son las comunicaciones;
el segundo, las nuevas fuentes de
energía que impulsan la economía;
y el tercero, innovadoras formas de
transporte que son más eficaces.
Así, la
segunda revolución industrial nació en Estados Unidos con la electricidad
centralizada, el teléfono, la radio y la televisión, y el petróleo barato de
Texas. Henry Ford puso a todo el mundo en la carretera. Esto se prolongó
durante un siglo, pero en julio de 2008 todo se vino abajo cuando el precio del
crudo alcanzó su máximo histórico, 147 dólares el barril. La economía se vino
abajo porque todo dependía de las energías fósiles y nucleares. Con los precios
actuales, estas empresas no son competitivas, no se
pueden sostener por debajo de los 40 dólares el barril, todas van hacia
la bancarrota. Hemos llegado al final de esa segunda
revolución industrial, basada en las energías fósiles.
P:
¿Y esto cómo lleva esto a la energía de coste cero?
R: ¿Cómo va
a crecer la economía si está conectada a infraestructuras del pasado que
alcanzaron a cumbre de su productividad en los años noventa? Se tocó techo y
esto es lo que muchos partidos políticos, de izquierdas o derechas, no
entienden, aunque los empresarios empiezan a comprenderlo. Por ejemplo, en España se pueden llevar a cabo todas las reformas
laborales que se quiera, o crear incentivos para nuevas inversiones, pero no va
a haber ninguna diferencia porque las empresas están conectadas a una
infraestructura obsoleta.
P:
¿Cómo encajan en esto las nuevas formas de Internet?
R: El
capitalismo todavía no sabe cómo hacer frente a esa economía colaborativa. Yo considero
que es un nuevo sistema económico, como lo fueron el
capitalismo y el socialismo. Está aquí para quedarse, aunque ahora parezca algo muy nebuloso.
Ya hemos visto lo que ha pasado en las comunicaciones, ahora veamos qué ocurre
con la energía y los transportes. La tecnología digital nos lleva a costes marginales cercanos a cero.
La gente joven está produciendo y
compartiendo su propia música, el coste de producir con calidad de estudio es
casi cero
y los jóvenes comparten el resultado
casi por nada.
Ocurre lo mismo con los vídeos.
Los periódicos y las revistas están
viviendo eso con las redes sociales.
La gente contribuye a Wikipedia por
nada, el conocimiento del mundo se está democratizando.
Muchos
pensaron que eso sólo ocurría en el mundo virtual, no en el real, pero lo que
mantengo es que cuando aplicas esto al Internet de las
Cosas esa diferencia desaparece. Lo estamos viendo con la energía, el
transporte y la logística. Por ejemplo, en Alemania,
con cuyo Gobierno trabajo desde hace décadas, la
energía eólica y solar está aumentando muy rápidamente con un coste marginal
cero. En 10 años será el 40% y en 2040 será el
100%. Es un progreso parecido al de los microchips en las computadoras:
en los años 40 había un par de ordenadores y costaban millones de dólares, pero
luego vino el chip Intel, y ahora tenemos ordenadores en los teléfonos que
cuestan 25 dólares en China, más poderosos que los que se utilizaron para
mandar al hombre a la luna. Aún se ignora que va a ocurrir el mismo proceso con
la energía solar y eólica: en 1978, un vatio solar
costaba 78 dólares, ahora cuesta 50 céntimos. Y en 18 meses costará 35
céntimos.
P:
¿Y cómo se resuelve el problema de la acumulación? Porque esta energía necesita
que haya luz o viento…
R:
Llegaremos a eso. Una vez que pagas por la
infraestructura, luego los costes son cero. El viento o la luz no nos
mandan la factura. Existen varios factores fundamentales que determinan que
esto funcione, uno de ellos es la conectividad
necesaria para el transporte y la logística. Tenemos que hacerlo todos a
la vez. Alemania y Dinamarca se están moviendo mucho más rápido que los demás,
y lo están logrando. El año pasado, un día hubo tanta
energía solar y eólica que tuvimos precios negativos. Es gratis. Insisto: no es
una teoría.
P:
¿Qué otros países están en cabeza?
R: China es
consciente de que se perdió la primera revolución industrial y parte de la
segunda. Estoy viajando constantemente allí y ahora se mueven muy rápido. Invierten mucho dinero en la digitalización de la
electricidad, de tal forma que millones de chinos puedan producir su propia
energía solar y devolverla a la red. Nadie habla de ello.
P:
¿Qué implicaciones tendrá esto?
R: Cuando tengamos toda esa energía será
posible el transporte sin conductor a través de GPS.
Los jóvenes están evolucionando de la
posesión de vehículos al acceso a la movilidad.
Es un cambio
gigantesco en el concepto de transporte, acelerado por los negocios de coches
compartidos. Las empresas sí son conscientes de que cada vez van a circular
menos coches: por cada vehículo compartido, 25 son
eliminados.
Los coches representan el tercer productor de carbono. Creo que eso acabará por suprimir el 90% de los automóviles y la inmensa mayoría de los que
queden serán eléctricos sin conductor. No sólo los vehículos en tierra
como coches y trenes, también en el océano.
P:
¿Estos cambios llegarán a tiempo? Porque la contaminación que afecta a las
grandes ciudades chinas o en México las está convirtiendo en inhabitables.
R:
Sinceramente, no lo sé. El reloj avanza a toda velocidad. Llevo trabajando en
eso desde los 70 y ninguno anticipamos el ciclo que se estaba creando. El
último estudio, que apareció en Science en marzo,
asegura que el deshielo de la Antártida es mucho más rápido de lo que creemos y
que las corrientes de agua van a cambiar produciendo tormentas gigantescas en todo el planeta, nunca
vistas hasta ahora. Dentro de un siglo, muchas ciudades costeras
estarán bajo el agua. La humanidad se
enfrenta al momento más decisivo y terrorífico de su historia como especie.
Por otro
lado, las tecnologías que nos ayudan a combatir esto pueden avanzar mucho en
las próximas décadas o años.
Incluso más todavía en
el mundo en desarrollo porque carece de infraestructuras. Necesitamos
tres generaciones totalmente comprometidas, no cometer demasiados errores y un
buen liderazgo.
P:
Todas sus teorías parecen mucho más fáciles de aplicar en países desarrollados.
Las ideas para convertir a Copenhague en la ciudad más verde del mundo no
parecen sencillas de replicar en México o Pekín.
R: Estoy
trabajando con el Gobierno chino. Lo que digo allí, y también en la UE, es que
están construyendo un mundo nuevo, pero siguen invirtiendo en infraestructuras
que pertenecen a la segunda revolución industrial, no a la tercera. Hay que
cambiar las prioridades. ¿Qué tipo de ciudades estamos construyendo? Con la tercera revolución industrial, no hay ningún motivo
por el que no podemos construir ciudades más pequeñas dentro de las grandes
urbes, satelitales, y con inmensas reservas ecológicas entre ellas.
Podemos
llevar a cabo reforestaciones masivas dentro de ciudades de entre medio millón
y dos millones de habitantes. Y esto se podrá hacer porque nos podremos mover
de un lugar a otro de forma más rápida y limpia. Los
coches tal y como los conocemos no estarán aquí en 20 años.
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