Opinión:
Tarjeta roja para Erogan. los países europeos no desean que gane Erdogan el referéndum
pues el apoyo al Estado Islámico dejando
pasar por su territorios a toda clase de yihadistas europeos luego fue uno de los causantes indirectos de las masivas
inmigraciones sirias a Europa , pero ese
enfrentamiento verbal podría ayudar a la ultraderecha Europea
Opinión:
Tarjeta roja para Erdogan
http://www.dw.com/es/opini%C3%B3n-tarjeta-roja-para-erdogan/a-37909718
El Gobierno
de Erdogan trata de imponer sus actos de campaña en Europa de forma cada vez
más brutal. Está bien que los holandeses le hayan parado los pies, opina Kersten Knipp. El giro de Ankara es inaceptable.
AKP Kundgebung
in Ankara Recep Tayyip Erdogan (picture alliance/dpa/H. Kaiser)
Una buena
noticia llegó el sábado (11.03.2017) de Holanda. El Gobierno holandés negó el permiso de aterrizaje del avión del ministro de
Exteriores turco Mevlüt Cavusoglu, quien esa misma tarde iba a
participar en un acto de campaña en Róterdam, contra la voluntad del Gobierno y
de la mayoría de la población holandesa. A Cavusoglu no pareció impresionarle
la prohibición e insistió en participar en el acto, amenazando con sanciones.
Pero el avión quedó en tierra. Y eso es bueno.
Hasta ahora,
los políticos rechazaban participar en actos de campaña fuera de su país por
respeto a los socios extranjeros. Pero ese no es el modo de actuar del equipo
de Erdogan. Sus miembros tratan de imponer su agenda
con una violencia verbal que incluye los golpes bajos, como las
alusiones a los "métodos nazis" de Alemania y las palabras de Erdogan
sobre los "fascistas" holandeses. Parece que a los miembros del
Gobierno turco no les importa que las relaciones cordiales se arruinen.
Un
apuesta arriesgada
No sólo cabe
culpar a la contenida diplomacia occidental que ahora el debate gire en torno a
si hay que ceder o no ante esos métodos brutales.
Los
políticos occidentales quieren, aunque sea de forma pasiva, evitar que el
Estado turco acabe siendo un régimen autocrático, que es en lo que quiere convertir
Erdogan el sistema presidencial.
Así que
podría tener todo el sentido del mundo permitir los actos de campaña del equipo
de Erdogan para dejar que caiga por sí misma la imagen propagandística que usa
de una Turquía rodeada de vecinos hostiles y, de esta manera, restar fuerza a
sus argumentos. Si el plan tuviera éxito, Erdogan y los suyos se quedarían de
manos vacías con su referéndum perdido. Quedarían en evidencia y su propaganda
desenmascarada. En ese caso, habría valido la pena una actitud retraída por
parte de los europeos.
El único problema es que nadie sabe lo que va a votar el pueblo turco.
Si triunfa Erdogan, podrá vanagloriarse ante sus electores de cómo tiene a los
vecinos Estados europeos bajo su control.
El
victimismo como estilo político
Y es cierto
que Erdogan tiene influencia en Europa occidental, también en Alemania. No sólo
por el tratado sobre los refugiados que la Unión
Europea, bajo la guía de Merkel, firmó
con él.
También por todos sus seguidores que
viven en Alemania.
Es cierto que no todos los alemanes de origen
turco lo apoyan. Pero el voto de quienes lo siguen de
entre el casi millón y medio de ciudadanos turcos o de origen turco que viven
en Alemania es relevante para él. Se argumenta que sólo por voluntad de
esos seguidores de Erdogan debiera permitirse que los políticos turcos hagan campaña
en Alemania. Si no, esas personas corren el riesgo de aislarse políticamente.
Kersten Knipp, de Deutsche Welle.
Eso es
posible y las consecuencias de algo así serían serias. Pero, a pesar de ello,
no hay que ceder. Porque eso significaría dar
predicamento a la lógica populista de Erdogan también en Alemania. La
preocupación de que sus seguidores podrían apartarse de la política alemana
presupone implícitamente que los argumentos ya no cuentan en política. Y que,
en lugar de ellos, se imponen el victimismo y el enfado como principios.
Quien no
pueda o no quiera reconocer que Alemania no puede convertirse en tribuna
electoral de los políticos turcos, tiene una curiosa relación con el país en el
que vive. Siendo benévolos, podríamos decir que esa persona aún se siente
vinculada con su antigua patria. Pero la cuestión es por qué prefiere un sistema autocrático, cuyas consecuencias no
tendrá que sufrir si vive en Alemania. Se plantea además la pregunta de
si las lealtades que emergen sobre esta cuestión hacen bien a la larga tanto a
Alemania como a Turquía.
Miedo
de Erdogan antes del referéndum
Pero Erdogan
se escuda en esta doble lealtad y especula que los seguidores que viven en
Alemania podrían aislarse del país en el que residen. Ciertamente es difícil
parar ese proceso de aislamiento. Pero tampoco se trata de apoyarlo a él
simbólicamente, permitiendo que sus acólitos difundan aquí su propaganda.
Por otro
lado, hay también motivos para relajarse. Si Erdogan
quiere promocionarse ante sus seguidores en Alemania, eso puede ser un signo de
que no está muy seguro de poder ganar el referéndum y de que depende de
todos y cada uno de los votos. También es muy posible que la mayoría de los
turcos le muestren a Erdogan la tarjeta roja en abril y le dejen bien claro que
están hartos de su giro autocrático.
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