Las
gollerías y subvenciones de la iglesia católica en Perú de acuerdo al Concordato
que le dio el ex presidente Morales Bermúdez
(un dictador condenado a cadena perpetua en Italia por crímenes), le permiten
hacer política en Perú un estado laico .Se
podrían mencionar problemas más urgentes para el clero, como la incapacidad de
deslindar de los múltiples casos de agresión sexual a menores. Incluso se
podría decir que, con base en silencios y seudosanciones, ha apañado a los
predadores y subatendido a las víctimas. En la orilla allende, varios de los
cabecillas de la fachada evangélica deben ser procesados por incitar a crímenes
de odio.
"Manifiesto",
por Jerónimo Pimentel
http://elcomercio.pe/eldominical/columna/manifiesto-jeronimo-pimentel-noticia-1975606
14
de marzo del 2017
"Varios de los
cabecillas de la fachada evangélica deben ser procesados por incitar a crímenes
de odio", escribe
Pimentel
"Manifiesto",
por Jerónimo Pimentel
"El
vientre de la ballena" es la columna que publica semanalmente Jerónimo
Pimentel. (Ilustración: Mind of Robot)
Cada cierto
tiempo, sobre todo en los momentos críticos, las fuerzas de la reacción, la inercia conservadora y los oportunistas de
siempre se unen para retener el cambio de los movimientos sociales.
No es una
novedad. Se les puede identificar por algunos rasgos: se
atribuyen la representación nacional (sin haber ganado nunca una elección),
son
altisonantes (un debate
obliga a articular pensamientos, pero ellos prefieren los gritos),
utilizan
falacias (típico recurso
de la propaganda de baja estofa) y ensalzan el miedo
como bandera: miedo al otro, miedo a lo distinto, miedo a la elección, miedo al
cuerpo y —no es irrelevante— miedo a la alegría.
No sorprende
que mucha de esta lacra sea instrumentalizada con fines
religiosos o políticos. El azuzamiento tiene un fin y alguien quiere la
recompensa. Que tenga, mejor, un castigo.
Los derechos
no se negocian, no se validan en referéndums, ni están sujetos a opinión. Ese
es el punto en el que acaba la discusión. No se discute con el verdugo el
derecho a la vida ni con el fariseo el derecho a la información. Si la mayoría piensa lo opuesto, estamos
ante un problema de educación cívica, no de leyes.
Una idea no se vuelve verdadera
porque mucha gente la comparta.
Mil
marchas no convierten el odio en virtud. El segundo artículo de la Constitución peruana provee
superioridad legal y moral a esta posición: “Nadie debe ser discriminado por motivo de
origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica o de
cualquiera otra índole”. No aceptamos,
luego, infiltración eclesiástica ni coacción católica. Que sea necesario
citar a Aristide Briand es un síntoma de lo rezagados que vamos, pero resulta
necesario:
“El Estado laico, para
garantizar su seguridad y su predominio, es por fuerza anticlerical.
Le
pertenece, en efecto, oponerse a que la Iglesia,
saliéndose de su ámbito religioso e interviniendo en el terreno político, ponga
en peligro el predominio del Estado”.
La
religión católica en el Perú tiene un problema grave: su estatus intermedio por
el Concordato, un convenio firmado por un dictador acusado de asesinatos y
desapariciones a horas de dejar al poder.
El problema
es que esta prerrogativa le permite tratar al país como
si no fuera un Estado laico a la vez que se beneficia de una condición legal
privilegiada, que incluye gollerías y subvenciones.
Se podrían
mencionar problemas más urgentes para el clero, como la
incapacidad de deslindar de los múltiples casos de agresión sexual a menores.
Incluso se podría decir que, con base en silencios y
seudosanciones, ha apañado a los predadores y subatendido a las víctimas. En
términos morales, como diría Vallejo, están muertos sin haber vivido jamás.
En
la orilla allende, varios de los cabecillas de la fachada evangélica deben ser
procesados por incitar a crímenes de odio.
Otros son delincuentes sin más, embaucadores profesionales que carecen
de la más mínima piedad a los que no se les encontrará un gramo de teología en
el cerebro. La fe, en el mundo libre, ha encontrado su fuero en la
esfera privada, donde aspira al auxilio espiritual. En la esfera pública, en
cambio, la religión debe ser resistida, al menos hasta que insista en
intervenir en educación y ciencia, por citar dos asuntos de la república en los
que poco puede aportar. No vamos a pedir a célibes en
túnica consejo sobre reproducción sexual, ni tampoco vamos a analizar los mitos
bíblicos como si fueran hechos científicos.
La
humanidad se ha despercudido, hace muchos siglos, del oscurantismo. Digamos
entonces que la literalidad de los fanáticos y el odio de los pastores son un
peligro y ante ellos no caben ambigüedades, solo zanjar. Si vuestro infierno existe, ahí
arderán; hasta entonces: derecho civil y derecho penal para ustedes.
Finalmente,
quedan los miserables, aquellos que buscan medrar de la ignorancia y de la
intolerancia con fines subalternos para lograr atención mediática, ganar votos
o besar el anillo del poder. El arte de expresar la opinión de un colectivo requiere una mezcla
difícil de contundencia con precisión, pero los exponentes peruanos prefieren
dejar de lado la segunda para insistir solo en la primera, es decir, lo que
sobra. Un consejo al respecto. A las mentadas de madre, a los machitos de
balcón, a las marchas del terror, al alarido impúdico, solo se puede responder
lo inverso: ideas, información, razones, argumentos. También curiosidad y
dudas. Por qué no, flores. Son las armas de la ilustración, las únicas que no
avergüenza blandir. Su utilidad o no es en un punto irrelevante. La persuasión
racional es una máquina lenta pero eficaz que tiene el mérito de obligar al
adversario a aceptar los términos de discusión. El triunfo del atavismo
consiste en descender el debate a la creencia. No se discute la creencia ajena;
se la cerca, se la domestica, se la encapsula.
El campo de
batalla está trazado.
Ellos
tienen extremistas de pensamiento medieval, dioses terroríficos que te convierten en sal por ser
feliz, amenazas de candelas eternas, condenas hebreas milenarias y un nutrido
arsenal de maldiciones, diablos y temores.
Nosotros, al
frente, vamos invictos con Voltaire.
Ellos tienen
miedo. Nosotros, amor.
No
vencerán.
Jerónimo
Pimentel
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