La
gente estúpida que se opone al progreso
social sin argumentos hace más daño a la
economía de los países que los ladrones. El estúpido es el personaje “más
peligroso que existe” porque mientras el malvado lleva a cabo una transferencia
de activos (de la víctima al ladrón) y no altera el nivel general de riqueza,
el idiota causa pérdidas sin buscar ningún beneficio a cambio, con lo que se
produce una destrucción neta de valor. Su falta de cálculo lo hace además
imprevisible. “Una persona
estúpida os perseguirá sin razón, sin plan preciso, en los momentos y lugares
más improbables”. Creo que es un artículo escrito para criticar a los opositores
de la ideología de género ,y tal vez para las facciones en Siria
La
estupidez está al alcance de cualquiera
http://gestion.pe/tendencias/estupidez-esta-al-alcance-cualquiera-2184391
Lunes,
13 de marzo del 2017
¿Hay tantos
tontos como parece? ¿Suponen una amenaza para la civilización occidental?
“Se hace cada vez más urgente e inaplazable
dar una respuesta a la pregunta: ¿qué es realmente la
estupidez?”, proclamó Robert Musil en una conferencia de 1937. El intelectual austriaco describía cómo en un momento
de su vida cayó presa de esta curiosidad y se dedicó a recopilar “los ejemplos
más frecuentes” con el propósito de elaborar alguna explicación, pero este
método inductivo se reveló impracticable. Había tantos casos que era “como
cazar mariposas: durante un tiempo persigues [una] sin perderla de vista, pero
como por todas lados se te acercan zigzagueando otras casi idénticas, pronto no
sabes si estás aún siguiendo a la del principio”.
La razón de
esta abundancia, concluyó, es que “la estupidez está al alcance de cualquiera”.
En nuestra cultura se considera de
mal tono parecer inteligente y no es fácil distinguir al idiota genuino del
simple farsante. La ensayista Emily Eakin cuenta que en 1976 un tal Stephen Pile fundó el Club No Tan Fantástico de Gran Bretaña con
una única norma de acceso: ser un
incompetente.
Las
reuniones consistían en exhibiciones de torpeza en cualquier ámbito (la
conversación, la cocina, el arte), pero sus socios no tardaron en descubrir en
manos de qué clase de embaucador estaban. Durante la cena inaugural, el
presidente Pile evitó en un alarde agilidad que una sopera cayera al suelo. Un
tenso silencio se apoderó de los asistentes y, tras un rápido conciliábulo,
decidieron destituirlo.
“Pile”,
prosigue Eakin, “se refugió en la redacción de El libro inacabado de los
fracasos, un catálogo de la sandez
que incluía la historia del peor turista (un sujeto que pasó dos días en Nueva
York creyendo que era Roma) y del crucigramista más lento (34 años para
completar uno)”. Por desgracia, la obra fue un
bestseller, es decir, un fracaso como fracaso, y Pile fue invitado a
abandonar el Club No Tan Fantástico (que, por otra parte, había recibido tal avalancha de solicitudes de ingreso que
se hallaba en clara contravención de su objeto social de ensalzar la ineptitud
y debió disolverse).
Aunque Pile
y sus andanzas confirman la intuición de Musil de que seguramente no hay tanto
tonto como parece, el asunto no deja por ello de ser menos inquietante. El economista italiano Carlo M. Cipolla consideraba
que el estúpido era el personaje “más peligroso que
existe”, porque mientras el malvado lleva a cabo
una transferencia de activos (de la víctima al ladrón) y no altera el nivel
general de riqueza, el idiota causa pérdidas sin buscar ningún beneficio a
cambio, con lo que se produce una destrucción neta de valor.
Su
falta de cálculo lo hace además imprevisible. “Una persona estúpida os perseguirá sin razón, sin plan
preciso, en los momentos y lugares más improbables”. Esto hace muy
difícil “organizar una defensa racional” y Cipolla era pesimista. Creía que la
acción incontrolada de la estulticia acabaría con la civilización occidental igual que había hundido el Imperio
romano.
Su
predicción apocalíptica no se ha cumplido, sin embargo. ¿Por qué?
Es posible
que la naturaleza haya desarrollado sus propios antídotos contra la estupidez.
La web darwinawards.com recopila noticias sobre quienes “mejoran nuestra carga
genética quitándose de en medio”, y no son pocas:
el líder de una secta cristiana que
murió tras resbalar sobre una pastilla de jabón mientras intentaba caminar
sobre las aguas como Jesús,
el camionero danés que se estrelló
cuando daba caza a un pokemon,
el contrabandista ucraniano que
pretendía pasar material radioactivo por la frontera húngara pegándoselo al
cuerpo con cinta aislante…
Cuando la
estupidez alcanza determinadas cotas, se
autorregula destruyendo a su huésped. ¿Y no sería más práctico que
directamente no existiera? El escritor holandés Matthijs van Boxsel no lo cree.
“Es el motor que impulsa nuestra sociedad”, sostiene, un “talento” exclusivo de
los humanos que nos induce a asumir riesgos disparatados que generalmente no
llevan a ningún lado, pero de los que surgen a veces el conocimiento y el
progreso.
Musil
pensaba lo mismo. “Ocasionalmente”, escribió, “todos somos estúpidos y debemos
actuar como ciegos o semiciegos”. Si no fuese así, si nos abstuviéramos de
“juzgar y decidir” sobre todo aquello que no comprendemos por completo, “el
mundo se cerraría” y “permaneceríamos inertes”.
*Diario
Expansión de España
Red
Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)*
No hay comentarios:
Publicar un comentario