Venezuela
acorralada por la hiperinflación, encarga fabricar más billetes que los que
imprime la Fed y el BCE en un año
Acorralada
por la inflación, Venezuela importa toneladas de billetes en jumbos
http://lat.wsj.com/articles/SB12335994722113753961804581519262446936644?tesla=y
Un cajero
cuenta bolívares en una carnicería en un mercado de Caracas. PHOTO: REUTERS
Por KEJAL VYAS
miércoles,
3 de febrero de 2016
19:42 EDT
CARACAS—En los últimos meses, millones de
kilos de provisiones llegaron en tres docenas de Boeing 747 desde diversos
países para dar alivio a la paralizada economía venezolana. Sin embargo, no
eran alimentos ni medicamentos, sino otra cosa que a menudo escasea aquí: billetes de la moneda de Venezuela, el bolívar.
Esos
cargamentos fueron parte de una importación masiva de al menos 5.000 millones de billetes autorizada por el gobierno
del presidente Nicolás Maduro en el segundo semestre de 2015, con la que
intenta apuntalar la oferta de una moneda que vale cada día menos, según siete
personas al tanto.
Esto no es
todo. En diciembre, el Banco Central de Venezuela
inició negociaciones secretas para encargar otros 10.000 millones de billetes,
dijeron cinco de estas personas, lo cual duplicaría la cantidad de efectivo en
circulación. El número es muy superior a los 8.000
millones de billetes que la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco
Central Europeo imprimen respectivamente cada año, con la diferencia de
que dólares y euros se utilizan en todo el mundo.
Cuatro
voceros del banco central no respondieron a llamadas y correos electrónicos
solicitando comentarios.
Los
economistas advierten que estas importaciones podrían
agravar la crisis económica de Venezuela. La inyección de grandes
cantidades de billetes podría atizar la inflación, que el Fondo Monetario Internacional estima alcanzará 720% este año,
la tasa más alta del mundo. Los datos del banco central muestran que en 2015 Venezuela más que duplicó su masa monetaria, una
medida utilizada para medir el dinero en circulación en la economía, incluyendo
depósitos bancarios.
La impresión
de más bolívares debilita aún más la moneda. Esta semana, en el mercado negro
cruzó por primera vez el umbral psicológicamente importante de 1.000 unidades por dólar. El país tiene varios
tipos de cambio, incluyendo uno de 6,3 bolívares por
dólar.
Los 30
millones de habitantes de Venezuela parecen no poder obtener efectivo lo
suficientemente rápido, dice Steve H. Hanke, un experto en monedas en problemas
de la Universidad de Johns Hopkins. “La gente quiere efectivo porque quiere
deshacerse de él tan rápido como sea posible”.
Aunque ha
aumentado el uso de tarjetas de crédito y transferencias bancarias, los
venezolanos deben llevar fajos de billetes debido a que muchos comerciantes
tratan de evitar las tarifas por las transacciones. Una cena en un buen restaurante puede costar un fajo de billetes del
tamaño de un ladrillo. Una arepa con queso se vende a casi 1.000 bolívares,
o 10 billetes de 100 bolívares, la denominación más alta, cada uno de los
cuales vale menos de 10 centavos de dólar.
Según los
economistas, los rígidos controles de
precios sólo han empeorado la situación y han generado un floreciente
mercado negro para casi cualquier producto, desde neumáticos de autos a pañales
de bebé, en el que el efectivo es la forma preferida de pago.
La compra de billetes le está
costando al gobierno
izquierdista, acuciado ya por la falta de dinero, cientos
de millones de dólares, según las siete fuentes, que fueron informadas
oficialmente de los acuerdos de Venezuela con los productores de billetes.
El alto
costo de la impresión de billetes constituye una carga especialmente pesada
para Venezuela, que todavía sufre por la caída de los precios del petróleo y
por 17 años de un dispendioso gobierno socialista, cuyos gastos han dejado las
arcas públicas en ruinas.
La mayoría
de los países ha tercerizado la impresión de billetes a empresas privadas que
ofrecen sofisticadas tecnologías contra la falsificación, como marcas de agua y
tiras de seguridad. En el caso de Venezuela, sin embargo, su motivación ha sido la urgencia y el gran volumen de
sus necesidades de divisas.
Las
imprentas que el banco central posee en la ciudad industrial de Maracay no
tienen suficiente papel de seguridad para imprimir más que una pequeña porción
de los billetes del país, dijeron las fuentes. Las dificultades se derivan de
la misma escasez de dólares que ha afectado a toda esta economía centralizada. El gobierno tiene dificultades para pagar las importaciones
de todo, desde medicamentos contra el cáncer al papel higiénico y el
repelente de insectos para combatir el virus del zika.
Esto
significa que Venezuela tiene que comprar bolívares en el exterior a cualquier
precio. “Es plata fácil para muchas de estas compañías”, dijo una de las
personas.
El enorme
pedido de 10.000 millones de billetes no puede
ser satisfecho por una sola imprenta, según las personas al tanto de los
acuerdos, lo cual ha generado interés entre varias de las firmas de impresión
más grandes del mundo.
Entre ellas,
según las fuentes, se encuentran la británica De La
Rue, Canadian Bank Note Co., la francesa Oberthur Fiduciaire y una filial de
Giesecke & Devrient, con sede en Múnich, que imprimió el marco
alemán de la República de Weimar durante la hiperinflación de la década de
1920, cuando la gente transportaba carretillas de efectivo para comprar pan.
Más recientemente, Giesecke & Devrient fue
la proveedora del papel de seguridad para Zimbabue
cuando el país sufrió una hiperinflación en 2008 en el que los precios se duplicaban a diario.
La imprenta
canadiense no respondió a pedidos de comentarios, en tanto que las otras no
quisieron hacer declaraciones.
Los expertos
en divisas dicen que los retos logísticos de importar y guardar grandes
cantidades de billetes ponen de relieve una verdad innegable: Venezuela está
gastando mucho más de lo que necesita porque el gobierno no ha impreso un
billete más grande. Esto, dicen los analistas, es un reconocimiento implícito
de hiperinflación por parte de un gobierno que públicamente niega el problema.
“Los grandes billetes
no causan inflación. Los grandes billetes son el resultado de la inflación”, señala Owen W. Linzmayer, un experto
en monedas con sede en San Francisco y autor que cataloga las divisas del
mundo. “Billetes de mayor denominación en realidad pueden ahorrarle dinero al
banco central, porque en lugar de tener que reemplazar 10 billetes deteriorados
sólo se necesitan cinco, o uno”.
Los últimos
encargos del Banco Central de Venezuela han sido exclusivamente de billetes de
100 y 50 bolívares, porque los de 2, 5, 10 y 20 valen menos que el papel en que
están impresos, según las siete fuentes.
Maduro y sus
aliados dicen que el aumento galopante de los precios al consumidor es parte de
una conspiración capitalista para
desestabilizar su gobierno. A finales de diciembre, el presidente hizo
cambiar una ley para darse a sí mismo control total sobre el banco central,
despojando a esta institución de la supervisión de la Asamblea Nacional justo
cuando sus oponentes políticos tomaban el control del poder legislativo por
primera vez en 17 años.
“Para frenar
la impresión excesiva, tenemos que cambiar esa ley y restaurar la autonomía del
banco central”, dijo Elías Matta, un legislador opositor que se centra en las
finanzas del Estado.
La
inundación de dinero ha llevado a algunos sectores de la economía, como el
inmobiliario y el automotor, a fijar sus precios en dólares, aunque lo hacen a
escondidas debido a que es ilegal realizar transacciones en dólares. Incluso
los secuestradores exigen rescates en dólares, dicen expertos en seguridad.
Una
fotocopia en color de un billete de 100 bolívares cuesta más que el billete. En una imagen que se difundió en los
medios sociales, un comensal aparece sosteniendo una grasosa empanada con un billete de 2 bolívares, que es más barato que una servilleta.
Algunos
cajeros automáticos limitaron los retiros a alrededor de 6.000 bolívares por día, menos de US$6 en el mercado
no oficial. Incluso entonces, las máquinas funcionan a menudo con poco
efectivo. Y en una señal de la rapidez con la que los bolívares recién impresos
circulan en la economía, los números de serie de los billetes nuevos
dispensados por los cajeros automáticos están a menudo en orden secuencial.
Lo que está
claro es que hay poco respeto por el asediado bolívar, no importa la forma que
adopte.
Mario, un
poblador de un barrio pobre de 46 años, caminaba hace poco con un megáfono por
las calles de un barrio rico de Caracas, pidiéndoles a los residentes que le
vendieran sus monedas, que luego guardaba en un enfriador agua con ruedas. Su
idea era fundirlas.
“Puedes
hacer un anillo arrechísimo con eso”, explicó Mario, que no quiso dar su
apellido, pero dijo que prefiere que lo llamen por su apodo: “Moneda”.
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