La
Fed contra el dólar, una batalla que el banco central no puede ganar
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Janet
Yellen, presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos. PHOTO: BAO DANDAN/ZUMA
PRESS
Por JUSTIN LAHART
Jueves,
4 de febrero de 2016
0:05 EDT
Los mercados
de divisas tuvieron una jornada turbulenta el miércoles, conforme los inversionistas buscaron desprenderse del dólar en medio
de la caída de las tasas de interés de los bonos del Tesoro de Estados Unidos a
10 años y el nerviosismo sobre la marcha de la economía global.
Aun así, el
retroceso de una jornada no anula la tendencia de más largo plazo: la revalorización sin precedentes del dólar en el último año
y medio.
La divisa
estadounidense se ha convertido en el centro de una serie de complejos círculos
viciosos que sacuden los mercados financieros y las economías del mundo. La
situación ha llegado a tal extremo, que puede haber llegado la hora de que la
Reserva Federal de EE.UU. haga algo al respecto.
El
dólar acumula un avance de más de 21% frente al euro y de 15% contra el yen, movimientos que palidecen al lado de
lo que ha ocurrido ante las divisas de los mercados emergentes. En el último
año y medio, el dólar se ha disparado ampliamente contra divisas como el real brasileño (72%), el rand sudafricano (49%) y el rublo
(117%).
El dólar más
fuerte encarece los productos estadounidenses en los mercados internacionales y
debilita una inflación que ya es baja y que la Fed quiere dejar más cerca de su
meta de 2% en doce meses. Una nueva apreciación de la divisa verde podría
agravar la situación e intensificar presiones globales hasta poner en riesgo la
recuperación de la economía estadounidense.
Janet
Yellen, la presidenta de la Reserva Federal, reconoce esta realidad y podría no
cumplir las promesas de seguir el alza de las tasas de interés durante este
año. Los mercados de futuros, que hace unas semanas asignaban una probabilidad
de 50% a un ajuste de los intereses durante la reunión de la Fed en marzo,
ahora muestran que los inversionistas
anticipan que la Fed se quedará de brazos cruzados.
Entre las
fuerzas relacionadas que explican la fortaleza del dólar figuran el mejor
desempeño de la economía estadounidense, que la ha convertido una apuesta más
segura para los inversionistas. La Fed subió su tasa de interés de referencia
mientras que los bancos centrales de otras economías desarrolladas todavía
llevan a cabo políticas de estímulo. Los precios del petróleo y otras materias
primas se han derrumbado, lo que deja mal parados a los productores de
commodities y amenaza el crecimiento global.
La
apreciación del dólar acentúa mucha de las tendencias que han producido su
fortalecimiento.
Un canal ha
sido las grandes cantidades de deuda en dólares otorgadas a empresas no
financieras fuera de EE.UU. Numerosas compañías turcas, por ejemplo, se
endeudaron en dólares pese a que la mayor parte de sus ingresos era en otras
monedas. El aumento de 37% del dólar frente a la
lira turca durante los últimos 18 meses ha hecho
que esos préstamos sean difíciles de pagar. Esta clase de tensiones ensombrecen
las perspectivas económicas e intensifican la necesidad de contar con dólares.
Eso ayuda a elevar la cotización de la moneda estadounidense.
Los
productores de materias primas endeudados en dólares acusan un doble golpe. El
petróleo, el mineral de hierro y la soya que Brasil exporta se cotizan en
dólares. Cuando el alza del dólar hace que los precios caigan, los ingresos de
los exportadores disminuyen. Junto con el deterioro del real, esto genera una
aguda necesidad de disponer de dólares, lo que obliga a los productores de
commodities a vender a precios incluso más descontados.
Mientras
tanto, la debilidad de las monedas de otros mercados emergentes ya está
aumentando la competitividad de China en los mercados internacionales. Eso, a
su vez, aumenta la presión para que las autoridades del
país sigan devaluando el yuan.
La
preocupación de que esto ya esté ocurriendo aumenta la presión sobre los
precios de las materias primas, puesto que la depreciación del yuan dificulta
la compra de materias primas por parte de las empresas chinas. También exacerba
la debilidad de otras monedas conforme el mercado de
divisas descuenta la posibilidad de una devaluación del yuan.
Las dudas en torno a la moneda china
han contribuido a las gigantescas salidas de capital de China, a medida que los
ciudadanos del país retiran su dinero para protegerlo de devaluaciones futuras. El gobierno chino ha estado
vendiendo bonos del Tesoro estadounidense para
estabilizar el yuan, pero sobran los compradores de esta deuda, como demuestra la caída de los rendimientos de los bonos del
Tesoro este año.
En realidad,
la disponibilidad de la deuda del Tesoro estadounidense podría haberle restado
liquidez de otra deuda denominada en dólares, agravando una situación que ya
era mala.
La mayor
parte de los motivos detrás de la fortaleza del dólar no tienen que ver con
EE.UU. Eso no significa que su impacto sea menos adverso. La combinación de la
debilidad de la economía internacional y la fortaleza del dólar ha hecho bajar
los precios de las importaciones, aplazando el objetivo de la Fed de acercar la
inflación a la meta de 2% en un año. El dólar también ha golpeado la economía
estadounidense de otras formas. De no ser por el creciente déficit comercial,
el Producto Interno Bruto se había expandido 0,5% más durante el cuarto
trimestre.
Aunque la
misión de la Fed se centra única y exclusivamente en EE.UU. cuesta ignorar
estos acontecimientos, que demuestran que la exposición de la economía
estadounidense al resto del mundo es cada vez mayor.
El
Banco de Japón empezó a usar tasas negativas en algunas reservas la semana pasado y el Banco Central Europeo ha dejado en claro su
disposición a proveer una nueva ronda de
estímulo monetario el próximo mes, con lo que la divergencia entre las
políticas de la Fed y de otros bancos centrales se ha ensanchado. Esto amenaza
con darle nuevos bríos al dólar y aumenta las razones para que la Fed envíe un
claro mensaje de que postergará las alzas de tasas.
El riesgo es
que esas medidas no basten para contener el alza del dólar y romper los
círculos viciosos. Claramente, tampoco se trata de ninguna panacea para los
problemas que aquejan al mundo. No obstante, tomando en cuenta que la
alternativa es observar como una situación peligrosa se deteriora, la Fed puede
no tener alternativa.
— Carolyn Cui e Ira Iosebashvili contribuyeron a este
artículo.
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