Argentina sube 300 puntos básicos su tasa de interés para contener al dólar.
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El Banco Central fija por encima del 30% la tasa de referencia, luego de volcar sin éxito al mercado 3.000 millones de dólares en tres días
FEDERICO RIVAS MOLINA
Buenos Aires 28 ABR 2018 - 04:09 CEST
Un hombre observa una pizarra con la cotización del dólar en una casa de cambio en Buenos Aires. TELAM
Han sido tres días de vértigo para la economía argentina. Primero fue una venta masiva de dólares por parte del Banco Central, 3.000 millones de dólares para frenar una imparable escalada del dólar, que pasó de 20 a 21 pesos, su mayor valor histórico desde el fin de la convertibilidad en enero de 2002. Después fue una inesperada subida de 300 puntos básicos de los tipos de interés, hasta 30,25%, el mayor salto desde enero de 2016, cuando la liberación del mercado cambiario obligó al Gobierno de Mauricio Macri a neutralizar una inminente devaluación descontrolada del peso. La venta masiva de dólares y la subida de las tasas pudo al fin detener al dólar, que el viernes cerró por debajo de los 21 pesos. Ha sido una dura batalla del Banco Central, que pugna entre las demandas de tasas bajas para no enfriar la economía y la necesidad de contener la inflación, que este año rondará el 19%, según cálculos del FMI.
La repentina subida del dólar en Argentina tuvo motivos diversos, tantos como para configurar una escenario de tormenta perfecta. La tasa de referencia a 10 años de los bonos del Tesoro de EEUU subió hasta el 3% e hizo de aspiradora de dólares desde los mercados emergentes. Al mismo tiempo, Argentina inició esta semana el cobro a los inversores extranjeros de un impuesto a la renta financiera. Los inversores abandonaron entonces las letras en pesos y se protegieron en dólares. Si a eso se le suma que la inflación no deja de subir, lo que hace menos atractivas las tasas en pesos, y que el dólar está atrasado con respecto a la subida de precios, no queda demasiado espacio para la paz cambiaria.
El frente externo ha sido determinante. Con la subida de tasas en EEUU se produjo una ola regional de devaluaciones, salvo en Argentina. Con la vista puesta en una meta de inflación de 15% para 2018, el Gobierno de Macri decidió resistir. Sólo el miércoles, el Banco Central intentó parar la escalada del dólar y vendió 1.471 millones. Este viernes ya sumaba 3.000 millones de dólares. Ante el fracaso de la estrategia, sus directivos se reunieron fuera de agenda y decidieron subir los tipos de interés. En un comunicado, el Banco dijo que fue una respuesta “a la dinámica adquirida por el mercado cambiario”. Tomó esta decisión “con el objetivo de garantizar el proceso de desinflación y está listo para actuar nuevamente si resultara necesario”.
El proceso de desinflación estableció una subida de precios de 12% para 2018, pero hace cuatro meses el ministerio de Hacienda reconoció que no podría cumplir con el índice y lo subió a 15%. El anuncio coincidió con una bajada paulatina de las tasas, hasta 27,2%. Fue una exigencia del ala política del Gobierno, que pide al Banco Central tasas bajas para fomentar la inversión productiva y reactivar la economía, sobre todo porque se avecina un año electoral. Los deseos de la Casa Rosada chocan, sin embargo, con el combate a la inflación. En su comunicado, el Banco Central advirtió que “seguirá utilizando todas las herramientas a su disposición y conducirá su política monetaria para alcanzar su meta intermedia de 15% en 2018”. Esto es, que no descarta una nueva subida de tipos.
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, tuvo que calmar los ánimos del mercado. Antes de la subida de tasas, dijo que la escalada del dólar es normal en un país que se maneja con bandas de flotación. “No estamos acostumbrados a la flotación, pero tenemos que ponernos menos nerviosos cuando se mueve el tipo de cambio", dijo. Atribuyó así la incertidumbre de la semana casi a un problema de la idiosincrasia del argentino, que se refugia en el dólar cada vez que pierde la confianza en la economía.
El problema se agrava porque los argentinos no ven que la inflación baje, como ha prometido el Gobierno. En el primer trimestre del año, el IPC acumuló 6,7%, casi la mitad de la meta anual, impulsado sobre todo por una subida generalizada de las tarifas de los servicios públicos. Hacienda espera que el índice baje en el segundo semestre y cierre el año cerca del 15%, aunque el FMI, en su último informe regional, anticipó 19,2%. “Las metas [de inflación] que se anunciaron a comienzo de la gestión de Mauricio eran muy ambiciosas; acá enfrentamos una situación incidida: un programa económico que está bajando la inflación pero corrigiendo años de descalabros en el precios de los servicios públicos, lo cual dificulta la tarea", dijo Dujovne. Para el equipo económico será sólo cuestión de esperar que la tormenta amaine y los índices se acomoden.
El Banco Central argentino juega en este escenario de demandas cruzadas. Y sus decisiones no pasaron desapercibidas en el exterior, en momentos en que el gobierno de Macri hace llamados a los inversores para que pongan su dinero en Argentina. La consultora Oxford Economics emitió un acelerado informe de una página en el que advirtió que la repentina subida de tasas “sorprendió por completo a los mercados” y tuvo como objetivo controlar “las ventas masivas en pesos argentinos”. “No esperamos nuevas alzas de tasas en el futuro cercano, y esperamos que este aumento de 300 puntos básicos sea una señal lo suficientemente fuerte a los inversores de que el Banco Central de Argentina se compromete a ponerle un límite al peso en el valor actual para los próximos meses”, dice el texto. Oxford Economics destaca además que un peso estable ha sido el instrumento elegido por el gobierno argentino “para anclar las expectativas de inflación”, la gran batalla argentina.
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