Al
Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y en el Sahel Islámico, gana
por goleada al Estado islámico en la captación de nuevos adherentes en su lucha por conquistar África occidental
(mas precisamente Senegal ) , baluarte de
occidente.
.
Al
Qaeda se extiende en África occidental apoyada en el cantera subsahariana
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/04/15/actualidad/1460728241_287676.html
Senegal está
en máxima alerta tras los atentados de Malí, Burkina Faso y Costa de Marfil,
impulsados por la porosidad de las fronteras y la creciente radicalización
JOSÉ
NARANJO
Dakar
16 ABR 2016 - 18:59 CEST
Vecinos de Grand Bassam se acercan a los cuerpos de algunos de
las víctimas del ataque armado en un hotel de la ciudad costamarfileña, el
pasado 13 de marzo. AFP
Hotel Radisson
Blu de Dakar. Ocho de la mañana. Tres agentes
controlan el movimiento de entrada y salida. En la
Corniche Ouest y los Almadies, donde se encuentran los mejores
establecimientos hoteleros de la ciudad, hay militares y gendarmes en cada
rotonda. Situación similar en Sally, uno de los grandes balnearios turísticos de Senegal donde la presencia policial es notable.
Los
recientes atentados de Bamako (Malí),
Uagadugú
(Burkina Faso) y
Grand
Bassam (Costa de Marfil)
han elevado la alerta ante un posible ataque terrorista en Senegal.
El pasado 4
de abril, el presidente senegalés Macky Sall
anunció un incremento en los medios destinados a vigilancia y servicios de
inteligencia.
Para ello,
cuenta con el apoyo de países como Francia, que
ha financiado con 700.000 euros el Plan de Acción
contra el Terrorismo, Estados Unidos o incluso España, que ha aportado
formación específica a través de la Guardia Civil a
las fuerzas de seguridad en controles fronterizos, uno de los grandes desafíos
para evitar infiltraciones de Mauritania y Malí.
De fondo
está la africanización de Al Qaeda, en pleno
proceso de expansión por el África occidental
como gesto de fuerza en su competencia con Daesh (acrónimo peyorativo en árabe
para referirse al Estado Islámico o ISIS), y la
constante penetración de una interpretación radical de la religión musulmana
cada vez más capaz de atraer a jóvenes descontentos en
países donde el islam fue siempre moderado.
Todo empieza
y acaba en Malí. Durante más de dos décadas, el
vasto y desértico norte de este país se convirtió en el refugio natural de Al Qaeda del Magreb
Islámico (AQMI), un grupo terrorista de origen argelino que ha ido sumando a sus filas a un número
creciente de africanos procedentes de países como Mauritania,
Níger o la propia Malí. De hecho, la primera ruptura de AQMI se produce
precisamente cuando estos nuevos adeptos
se hartan del omnímodo poder de los argelinos y deciden crear, en 2011, el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África
Occidental (MUYAO).
Pese a ello,
ambos grupos siguieron cooperando y fueron los protagonistas de la ocupación
del norte de Malí durante 2012 junto a Ansar Dine, facción
radical de los tuareg.
Al Qaeda se extiende en África occidental
apoyada en el cantera subsahariana
El
investigador senegalés especialista en yihadismo Bakary
Sambe pone precisamente el acento en la porosidad entre todos estos grupos y los rebeldes árabes y tuaregs en el Sahel.
“La Operación Serval (intervención militar
francesa en el norte de Malí en 2013) dispersó las fuerzas del yihadismo, pero
no intervino contra otros grupos armados, como el Movimiento
Nacional de Liberación del Azawad (MNLA). Y el trasvase de miembros
entre unos y otros es constante”, asegura.
Durante esa
operación, el jefe de una de las brigadas más importantes de AQMI, el
incombustible traficante argelino Mojtar Belmojtar,
creó el grupo Los firmantes con Sangre que se acabó fusionando con MUYAO para crear una nueva franquicia de Al Qaeda vinculada a AQMI, Al Murabitún.
Este grupo
es el quebradero de cabeza de las fuerzas de seguridad y servicios de
inteligencia de toda la región. La sombra de Belmojtar está tras los atentados
del hotel Radisson Blu en Bamako en noviembre pasado, del ataque en la capital
de Burkina Faso dos meses más tarde y del tiroteo que costó la vida a 19
personas en Costa de Marfil. En ocasiones actúan
apoyados en otros grupos locales, como Ansar Dine o el
Frente de Liberación de Macina. Si bien decenas de jóvenes mauritanos, malienses o senegaleses se han
ido a Siria, Libia o Irak en los últimos años para hacer la yihad en las filas de Daesh, que se impone en Libia o Túnez, lo
cierto es que la batalla por el control de la actividad
terrorista en África occidental la va ganando Al Qaeda por goleada. No
necesitan traer a muyahidines del norte, ahora los que empuñan las armas
proceden de la creciente cantera subsahariana.
"Muchos jóvenes se
sienten más atraídos por los radicales que utilizan las nuevas tecnologías,
YouTube, Internet, etc., para difundir un mensaje simple de odio a Occidente
(...) una ideología portátil que se transmite fácilmente"
BAKARY
SAMBE, INVESTIGADOR
SENEGALÉS ESPECIALISTA EN YIHADISMO.
Otro indicio
de la africanización y emergencia del yihadismo es que los terroristas que han
golpeado en Burkina y Costa de Marfil son cada
vez más autónomos del núcleo duro argelino de AQMI.
Según
asegura la investigadora Olga Bogorad en un
reciente artículo publicado en el International Peace
Institute, “las redes locales permiten a AQMI extender su influencia sin
que ello le suponga un gran coste en recursos humanos y financieros. La mayor
asimilación en sus países y regiones de origen hace que estas células sean cada
vez más peligrosas. Su cantidad podría crecer en 2016, fortaleciendo la capacidad
de AQMI para inspirar y organizar ataques mortales en África occidental”.
En Malí, la máxima autoridad religiosa del país, Mahmoud Dicko, es un reconocido predicador wahabita, en
los barrios populares de Nuakchot florecen las mezquitas financiadas por Arabia
Saudí y en Senegal tres predicadores fueron
detenidos hace unos meses por apología de la violencia. “La ideología salafista está aquí, por todas
partes”, añade Sambe, “es cierto que las hermandades religiosas de inspiración sufí senegalesas han sido un dique de
contención, pero necesitan modernizar su discurso y sus formas.
Muchos
jóvenes se sienten más atraídos por los
radicales que utilizan las nuevas tecnologías, YouTube, Internet, etc.,
para difundir un mensaje simple de odio a Occidente y de vuelta a la pureza de
la religión lleno de fórmulas mágicas, una ideología portátil que se transmite
fácilmente, de forma viral, atractiva para jóvenes desencantados, como si fuera
un nuevo sindicato de los desheredados”.
Si en
Senegal se han disparado las alertas ante un posible atentado es porque este
país sería como la joya de la Corona para los
terroristas: una de las pocas islas de estabilidad de la región, sede de innumerables ONG, organizaciones regionales y
agencias de Naciones Unidas y aliado incondicional de Occidente y de la lucha
contra el terrorismo (desde la participación en la Guerra de Golfo o en la
Misión de Naciones Unidas en Malí, hasta el envío de tropas a Arabia
Saudí para luchar contra los rebeldes yemeníes).
Sadio
Gassama, de 25 años, y natural de Ziguinchor, en el sur de Senegal, estudiaba
Medicina en la Universidad de Dakar. Sin embargo, en septiembre de 2015 decidió
unirse a Daesh y trasladarse a Sirte, donde ejerce, según ha asegurado él mismo
en una entrevista concedida a Senenews, como
“médico yihadista”. Su radicalización no tuvo lugar en un apartado centro de
oración del interior del país, sino en la mezquita de
la Universidad, que se encuentra bajo la lupa de la policía. Como él al
menos una decena de jóvenes senegaleses se han unido a grupos terroristas. Que
se sepa. “Es difícil que el wahabismo gane la batalla en este país, pero el
problema son estos lobos solitarios”, culmina Sambe. “Ningún país está a
salvo”, insiste Macky Sall, poniendo la venda antes de la herida.
En el nombre de Allah clemente y misericordioso
que gane el que este del lado del pueblo musulmán y contra el enemigo imperialista
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