El
petróleo barato hunde a Nigeria una oportunidad para Boko Haram de conquistar
el país.
El
petróleo barato hunde a Nigeria
http://lat.wsj.com/articles/SB10482176952529434271904582004592541985500?tesla=y
Un vendedor
ambulante de combustible abastece a un cliente en Lagos. El mercado negro
florece en medio de la escasez de diversos productos. PHOTO: STEFAN
HEUNIS/AGENCE FRANCE-PRESSE/GETTY IMAGES
Por Drew Hinshaw y Joe Parkinson
miércoles,
13 de abril de 2016
19:45 EDT
LAGOS,
Nigeria—En la principal
economía africana, la crisis del petróleo está empezando a derramarse sobre la
calle.
Con 187
millones de habitantes y miles de millones de dólares en crudo sin explotar,
Nigeria parecía destinada a ser el país que propulsara el ascenso de todo el
continente. En lugar de ello, se ha convertido —por ahora— en símbolo de cómo
el abrupto declive de los precios del petróleo arrastró en su caída a los
mercados emergentes.
Meses de
disminución de los ingresos petroleros han provocado una escasez de dólares en
el país, ya que el gobierno acapara divisas para salvaguardar sus decrecientes
reservas. La crisis está golpeando a nigerianos ricos y pobres por igual: el
lunes, tras conocerse que MSCI está considerando retirar al país de su índice
de referencia de mercados de frontera, la bolsa de valores de Nigeria cayó casi
3%.
ENLARGE
Mientras
tanto, el Banco Mundial dijo que el crecimiento económico bajó de 6,3% en 2014 a 2,8% en 2015, y el Fondo Monetario
Internacional proyecta que este año caerá a 2,3%.
Mientras
tanto, la población crece a un ritmo de 13.000 personas
al día.
Las fábricas
están cerrando porque no pueden encontrar dólares para importar partes o
repuestos, a los supermercados les cuesta mantener sus estantes llenos y las
plantas de energía prácticamente han dejado de producir electricidad porque no
pueden pagar el mantenimiento. Los nuevos centros comerciales están vacíos y la
gente común tiene que hacer enormes esfuerzos para encontrar algunos productos
de primera necesidad.
El
presidente Muhammadu Buhari viajará a China esta
semana con la esperanza de obtener un préstamo de miles de millones de dólares
para proyectos de infraestructura, incluyendo ferrocarriles, dijo el portavoz
del gobierno Garba Shehu. Este año, Nigeria puede emitir su primer bono en
yuanes, aseguró el sábado el ministro de Finanzas, Kemi Adeosun.
Conductores
hacen fila para cargar gasolina en una estación de servicio de Lagos, Nigeria.
PHOTO: GEORGE OSODI/BLOOMBERG NEWS
El mayor productor de petróleo de África tiene que importar
gasolina, aunque no le alcanza. Para llenar sus tanques en las pocas
estaciones de servicio que siguen funcionando, los conductores de Lagos, una ciudad de 21 millones de habitantes,
tienen que hacer colas de algunos kilómetros de largo durante días. Para
mantener el orden, los soldados dan latigazos a los que quieren saltarse la
fila e intervienen en las peleas entre exasperados conductores. “Tenemos hambre
y estamos enojados”, dice Víctor Eten, un taxista que durmió en su auto durante
tres días para comprar gasolina. “Sin ducha, sin cepillo de dientes (...) si
esto sigue así, habrá graves problemas”.
Hasta hace
poco, Nigeria y su capital económica, Lagos, eran símbolo de la nueva clase de
consumidores de África. Complejos de cine, concesionarios de automóviles y una
guerra entre cadenas de comida rápida como KFC y Domino’s, entre otras firmas
que se instalaron aquí en los últimos años, son testimonio de las aspiraciones
de la mayor ciudad del continente. Una década de crecimiento económico de 7%
anual ubicó a Nigeria cerca de las 20 economías más grandes del mundo y atrajo
de regreso a nigerianos que estaban trabajando o estudiando en EE.UU. y Europa.
Hoy, la euforia en la nación más poblada de África se ha atenuado.
El gobierno
ve en la recesión una oportunidad para romper la dependencia de Nigeria de las
exportaciones de petróleo, que constituyen tres cuartas partes de sus ingresos,
pero también reconoce que la población podría tener años de sufrimiento por
delante.
“Va a tomar un mínimo
de 18 meses antes de empezar a ver una recuperación”, dijo el portavoz presidencial, Femi
Adesina. “A través de una ingeniería económica hábil, la situación repuntará,
pero no va a ser mágico. No va a ser de la noche a la mañana”.
Desde que
asumió en mayo de 2015, Buhari ha hecho retroceder la
insurgencia yihadista Boko Haram. El ejército recuperó el control de
ciudades y carreteras antes controladas por el grupo islamista, que opera lejos
del centro neurálgico de la economía nacional.
Buhari
también está atacando la corrupción. Cada día a las 3 de la tarde el nuevo
ministro de Finanzas visita una agencia distinta del gobierno y hace un examen
minucioso de sus gastos, punto por punto, para detectar irregularidades.
En las
calles, las frustraciones van en aumento. La semana pasada, las plantas de
energía estuvieron paralizadas durante varios días porque no pueden importar
partes y servicios necesarios para su funcionamiento, dijeron dos altos
miembros del gobierno. Los proveedores de Internet enfrentan problemas
similares.
Los nigerianos de viaje en el
extranjero no pueden utilizar sus tarjetas de cajero automático porque el banco central ha limitado
los retiros fuera del país. Las transacciones en Bitcoin están en auge porque
los profesionales nigerianos buscan la manera de sacar dinero —y cada vez más,
salir ellos mismos— del país.
“La preocupación
estructural que veo es la clase media”, dice Keith Richards, un ejecutivo de la cervecera
Guinness que ha trabajado en Nigeria durante cuatro décadas. “Podemos ver un
éxodo en el futuro de este país. La gente ya se está yendo”.
Buhari
expresó su esperanza en que la escasez de productos importados conduzca a los
nigerianos a comprar más productos de sus propias granjas y fábricas, para
impulsar así una recuperación de la economía. Nuevas regulaciones alientan a la
gente a utilizar acero nigeriano, comer arroz nacional y gastar dentro del
país. Para demostrar su compromiso, el gobernador del banco central celebró
hace poco el funeral de su madre con comida, bebida y arreglos producidos
localmente. “El gobernador del banco central practica lo que predica”, dijo un
alto funcionario de la entidad.
Las cuentas
públicas han sido particularmente afectadas. Buhari dice que su gobierno heredó
un Tesoro vacío, resultado del desplome de los precios del crudo desde 2014. El
presidente ha dicho que 27 de los 36
estados del país luchan para pagar sueldos. Se ha pedido a los legisladores
que recorten gastos, pero estos se han resistido al ajuste y han dejado al
presidente sin un presupuesto que esté dispuesto a firmar.
Los ingresos
fiscales sufrieron recientemente otro golpe cuando saboteadores rompieron una
tubería que transporta 130.000 barriles de crudo al
día. El gobierno afirma que el atentado, que se ve como una jugada
política para debilitar al presidente, costó al Estado US$122 millones
solamente en febrero.
La crisis
del petróleo acentúa otra crisis, la de la escasez de dólares. En un intento
por defender la moneda local, el naira, el banco central de Nigeria ha
restringido drásticamente la disponibilidad de la divisa estadounidense. Un comité estipula semanalmente las
cantidades de dólares que los bancos pueden vender y a quién, con qué fines
y a qué precio.
El resultado
es que a las empresas se les hace cada vez más difícil
obtener las divisas que necesitan para importar repuestos, pagar a los
proveedores extranjeros, viajar fuera del país y mantener la economía en
marcha. Los nigerianos capaces de conseguir dólares los venden en el mercado
negro hasta por el doble del cambio oficial.
El gobierno
de Buhari, que llegó al poder con la promesa de erradicar la corrupción, se
está quedando sin margen político para actuar. El año pasado, sus partidarios
bailaban en las manifestaciones callejeras agitando una escoba, su logo de
campaña. En los últimos meses, los periódicos han publicado historias sobre
votantes desencantados que arman hogueras de escobas.
Según
Bismarck Rewane, director gerente de la firma de investigación financiera Lagos
Derivatives Co., “la gente está un poco impaciente. Eso significa que tiene que
haber una acción (...) Hay una tensión cada vez mayor”.
Desde su
emporio de computadoras portátiles en un centro comercial de cuatro pisos en
Lagos, Joyce Nwando dice que ha visto desaparecer a los jóvenes profesionales
que estaban destinados a alimentar el auge del país. Hace un año, los
compradores llenaban el patio de comidas. “Hubo un tiempo en que todo lo que
sucedía en Lagos sucedía aquí”, cuenta esta vendedora de computadoras. Ahora, muchas
tiendas están vacías, las luces están a menudo apagadas y algunos comerciantes
advierten que pueden cerrar en los próximos meses.
El viernes,
un teatro 3-D que iba a proyectar el estreno de Batman vs. Superman no tenía un
solo espectador. “La gente realmente no tiene dinero”, dice el gerente general
del cine, Franson Davis. “Todo el mundo está a la espera de la luz al final del
túnel”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario